Los amigos de su hijo ( final)

La noche se hizo interminable, para cada uno de los personajes.
Luego de cenar , volvieron de inmediato Sebastián y Juan al juego y nuevamente fue tarea de Carlos ayudar a Rebeca a levantar la mesa.
Ya en la cocina, Rebeca intentó averiguar que pensaban hacer. Por toda respuesta recibió un beso húmedo de Carlos y nuevamente caricias íntimas.
- Todo está previsto, quédate tranquila, le dijo al oído.
Mientras lavaban la vajilla, Rebeca no podía dejar de mirar el bulto que mostraba el pantalón de Carlos y esa imagen la alteraban. Sus manos temblaban y todo estaba a punto de caerse.
- Estás muy nerviosa, zorra. Hágamos una cosa. Voy al baño y te espero allí. Me voy a vaciar dentro tuyo así te quedás tranquila, dijo Carlos dejando el repasador y saliendo de la cocina.
El pasillo que daba al baño, llevaba también a los dormitorios. Sebastián vio la maniobra de Carlos y con una jugada entretuvo a Juan que no se enteró de nada. Unos minutos después , fue el turno de Rebeca de emprender el camino, y una vez mas Sebastián hizo la cobertura.
Al entrar en el baño se encontró con Carlos totalmente desnudo y con su verga rampante apuntando hacia adelante. Se acercó lentamente y la tomó en su mano.
- desnúdate, le dijo el macho.
Rebecca, como una esclava se quitó su vestido que era lo único que tenía puesto, y cayó de rodillas delante de ese ídolo de carne que necesitaba adorar. Se lo metió en la boca con desesperación. Estuvieron asi un buen rato hasta que Carlos hizo que se levantara y se arrodillara sobre la tapa del inodoro. Se colocó a su grupa. El silencio del momento se interrumpía con los gritos que daba Juan estusiasmado con el partido.
- ¡ Ahí va! ¡ Vamos! ¡ Dale con todo! ¿ A qué esperas?, y Carlos como si los gritos de aliento fueran para el se metió hasta las cachas, dentro de Rebeca, que lo recibió con un suspiro de placer.
El silencio de los amantes, permitía seguir las alternativas del juego.
- ¡ Sigue así! ¡ Vamos, acelera! ¡ Con ganas, con ganas!, y Carlos ante la perversidad del asunto aprovechaba para profundizar y acelerar sus embestidas. Hasta que ya no aguantó mas
- Te voy a llenar putita, no sabes como vengo de leche. Estoy juntando desde la última vez, te aseguro que te voy a ahogar, le decía mientras aceleraba, ya en la recta final
- ¡ Ahora si! ¡ Por fin! ¡ Goooool! ¡ Toda adentro! ¡ Bien adentro! Gritaba Juan.
- En honor a tu esposo, puta ahí te va toda adentro, le dijo mientras comenzaba a escupir lefa como una máquina. Rebeca sintió que la quemaban, que la inundaban con una manguera y solo atinó a tener otro orgasmo tan poderoso como el anterior. Y luego se sintió mas caliente que antes. ¿ Era una ninfómana y nunca se había dado cuenta? Quería mas, mas, mas.
Carlos salió del baño y se sentó junto a los jugadores. Le ofreció un whisky a Juan el cual aceptó sin sacar los ojos de la pantalla. Cuando Rebeca salió del baño vio a Carlos servir el whisky. Lo que no alcanzó a ver fueron los dos somníferos que le agregó en el vaso.
Y todo fue coser y cantar. Luego de media hora ya a Juan le costaba manejar los controles, y Carlos reemplazó a Sebastián que los miraba jugar. Cuando Rebeca trajo el café. Sebastián se acercó a ella como para ayudarla.
- En 10 minutos te quiero en tu dormitorio, y ponte sexy. Se que eres una perra que tiene prendas para calentar machos, le dijo simulando ayudar.
- No puedo hacerlo, mi marido me va a ver.
- En 10 minutos tu marido no verá mas nada. Confía en mí, le dijo acariciándole disimuladamente la cola al pasar.
Rebeca se quedó parada al lado de la mesa, y comenzó a notar como a su marido le costaba cada vez mas coordinar los movimientos. Lentamente se dirigió a su dormitorio.
Una vez allí, eligió cuidadosamente sus mejores prendas interiores. Una tanga negra transparente, Un camisón corto al tono, se peinó, se maquilló y se perfumó. Cuando se miró al espejo, le gustó lo que veía. Esperaba que a Sebastián también le gustara. Se miró nuevamente y se sacó la tanga. No hacía falta. No iba a necesitarla, ni tenerla puesta mucho tiempo.
De pronto, comenzó a escuchar el sonido del televisor. Ya no estaban jugando, se asomó timidamente y vio a Sebastián que venía hacia el dormitorio.
-¿ Donde está Juan?, preguntó
- Ven, le dijo Sebastián. Ella se acercó y al llegar al sofá, allí estaba su esposo, profundamente dormido y roncando como un marrano.
- Al fin solos, dijo Sebastián mirándola con lascivia. Carlos sentado al lado de Juan se limitaba a sonreir.
- Vayan tortolitos que yo me quedaré de guardia. Con lo que le dimos no va a despertar hasta mañana al mediodía, pero por las dudas estaré aquí. Disfruten mucho, les dijo, saludándolos con la mano.
Sebastián la tomó de la mano y la llevó al dormitorio. Una vez allí la hizo caminar varias veces de ida y vuelta por la habitación, disfrutando de la sexualidad de Rebeca. Por fin, le pidió que lo desnudara.
Rebeca se acercó sensualmente, y comenzó a desvestirlo, hasta conseguir tener toda la piel del macho ante sus ojos. Le seguía llamando la atención lo poderoso de su verga. Era enorme y dura. Seguía siendo la mejor que había visto en su vida, y hoy quería disfrutarla por completo. Las sesiones previas con Carlos apenas si la habían calentado.
Cuando lo tuvo desnudo se acercó a besarlo y su mano tomó posesión de esa lanza, comenzando a masturbarlo lentamente.
- Hoy vamos a gozar a pleno, mamita. Vamos a ver como le crecen los cuernitos a tu marido, despacio, lentamente. Y comenzó a besarla en la cara y el cuello, mientras ella no dejaba de trabajarle la verga.
Le bajó los breteles del camisón haciendo que sus tetas quedaran libres y expuestas a sus caricias y besos, y siguió por allí con su tratamiento.
Luego de un rato la empujó suavemente hasta hacer que cayera sobre la cama y quedara con sus piernas colgando. Se arrodilló y fue el turno de que su lengua recorriera su sexo con maestría. Rebeca apretó la cabeza del macho y se dejó llevar, flipando ante esta lengua que jugueteaba su clítoris y sus labios vaginales. Sintió que se inundaba.
Cuando el macho se levantó, ella sabía lo que seguía y lo estaba deseando. Quería acomodar esa verga bien adentro, donde nadie había llegado jamás. Retrocedió con sus codos sobre la cama y quedó allí con las piernas abiertas, a las ordenes del jovencito. Lentamente Sebastián subió a la cama, se ubicó en posición y tomando su verga con la mano, la peló y separó los labios vaginales de la hembra, que rápidamente le envolvió los riñones con sus piernas. Sebastián la fue tallando lentamente, entrando y saliendo hasta conseguir que la conjunción fuera total. Y luego comenzó una danza lúbrica que la sometió por completo a la hembra, a su placer.
Rebeca gemía y suspiraba. Gemía cuando entraba, suspiraba cuando salía, y es que en cada viaje, casi toda la verga la abandonaba para luego volver a llenarla por completo.
Luego de 15 minutos donde Rebeca estuvo varias veces al borde del orgasmo y Sebastián conseguía frenarse y dejarla en el límite, aceleró y se dejó ir dentro de la hembra, y ahora sí, el orgasmos de Rebeca fue absoluto, total, destructivo. Pensó que se moría. Por primera vez entendió porqué se lo llamaba la pequeña muerte.
Quedaron allí un buen rato, mientras se besaban y se decían guarradas al oído, y cuando Sebastián desmontó, avanzó sobre ella y le dio su verga morcillona y embarrada para que se la chupara, cosa que Rebeca hizo sin decir nada.
La sintió crecer en su boca, hasta que ya no pudo contenerla.
- Móntame, le suplicó, sacando la verga de su boca.
- ¿ Que te dije la última vez?, preguntó Sebastián
- No recuerdo, dijo la hembra mas que caliente.
- ya te vas a acordar. Ponte en cuatro patas, dijo el joven.
Rápidamente obedeció necesitaba tenerla adentro y rápido.
Sebastián se levantó de la cama y rebuscó en los bolsillos de su pantalón un sobrecito. A Rebeca le extrañó. Era tarde para que usara condones. Ya la habían regado por todo lo alto.
Cuando Sebastián se ubicó a su grupa, fue cuestión de segundos para que la empalara hasta el fondo, y es que Rebeca estaba mas que preparada. Pero para lo que no estaba preparada fue para las posesivas caricias que el macho comenzó a prodigar a su ano. Sintió que volcaban sobre el un líquido aceitoso y como poco a poco, los dedos del macho iban penetrando en su agujero posterior y aflojándolo, todo sin dejar mientras tanto de bombear en su sexo con su poderosa herramienta. Luego de un rato, sacó la verga de su vagina.
- Voy a cumplir mi sueño, y el tuyo, le dijo mientras apoyaba la cabeza de su vara en el esfinter de su ano y comenzando a empujar suavemente.
- Me va a doler, dijo Rebeca tratando de oponerse.
- Para nada. Estás bien lubricada y seré muy suave, de hecho ya siento que la cabeza entra, dijo Sebastián mientras que con un pequeño empujón conseguía abrir las puertas de este nuevo placer para Rebeca. La sensación fue un poco dolorosa y ella dio un respingo, pero luego de un rato, ese nuevo calor en su cuerpo le resultó muy placentero y se dejó hacer.
Llevó varios minutos hasta conseguir un pleno acoplamiento pero al final sus cuerpos de chocaron en una cópula contra natura caliente y erótica. Una vez en el fondo, Sebastián besó su cuello y su nuca, mientras sus manos jugueteaban con sus senos calientes y sus pezones erectos y duros como guijarros, tal era la sensación de placer que le daba la sodomía a la hembra.
Luego comenzó un lento pistoneo que redondeó el placer de los dos, y tiraron así durante un largo rato, hasta que Rebeca se corrió profundamente. Nunca le habían dado placer por el culo, pero no sería la última vez. Se sintió mas mujer y mas puta que nunca.
- Que escena , por Dios, que escena, escuchó Rebeca a sus espaldas y al darse vuelta vio a Carlos desnudo masturbándose lentamente.
- Yo también quiero probarla, Seba, hazme un lugarcito.
Y Sebastián se retiró. Su salida hizo un ruido como si descorcharan una botella, y se acostó al lado de Rebeca, invitándola a que lo montara, cosa que ella hizo. Pasó su pierna por encima del cuerpo del macho, tomó esa verga dura y caliente y la acomodó para guardarla por completo en su almeja. Ese fue el momento en que Carlos subió a la cama y apuntando a su complaciente ano, la clavó hasta el fondo. Como su verga era mas chica que la de Sebastián, entró sin problemas y Rebeca se vio convertida en el fiambre de un sandwich de sexo y lujuria, como nunca había vivido.
Tiraron así un largo rato hasta que por fin, Carlos se corrió gritando de placer, y cayó sobre ella. Luego de unos minutos se retiró y la dejó sola con quien la poseía por su sexo, el cual luego de unos minutos mas también se corrió dentro de ella, haciendo que su cuerpo rebalsara de leche caliente.
Luego de que entre todos llevaron a Juan a la cama, y de que Rebeca usara el desodorante de ambientes para tapar el olor a sexo que inundaba la habitación, acompañó los muchachos hasta la puerta.
Allí al lado de la puerta tuvo que hacerles una fellatio hasta el final a los dos, que mostrando las ventajas de la juventud, llenaron de nuevo su boca con semen caliente y grumoso, que ella tragó con placer.
Desde ese día, Rebeca sabe que cuando su esposo viaja, los amigos de su hijo vendrán a visitarla, y mientras uno de ellos se lleva de paseo a su hijo, el otro la atiende como una señora. Mas tarde los roles se cambian y así los dos disfrutan de sus encantos, por toda la casa, que no han dejado lugar donde no la hayan clavado.
Cuando es su hijo el que no está, los amigos vienen a jugar con su esposo, que siempre termina dormido profundamente, y la fiesta se repite con variantes.
Pero lo mejor es cuando coinciden su esposo e hijo en no estar en la casa. Entonces la fiesta dura toda la noche, y al otro día Rebeca siente como si un camión la hubiera pasado por encima. Y no es cierto. Habitualmente son dos camiones. Y su vida matrimonial funciona viento en popa.

4 comentarios - Los amigos de su hijo ( final)

kramalo
esta muy bueno...!!