¿ Cuanto vale tu mujer ? (Inicio)

Siempre escuché decir que todos los vicios son malos, y que cuestan caros, de una u otra manera.
Yo siempre compartí esta idea, pero no me di cuenta hasta donde era real, hasta que me enteré de esta historia que voy a contaros.
Raúl era un hombre como todos. 40 años, alegre, fisico normal, con un buen pasar, y un buen empleo. Pero con un pequeño problema. Le encantaba jugar a los dados. Siempre sostenía que no era un problema porque el sabía controlarse. En realidad muchas veces había tenido grandes deudas pero el grupo de amigos con los que jugaba le daban plazo y el terminaba por cancelar las deudas, aunque las finanzas familiares se resentían.
Julieta, su mujer, es una rubia hermosa. 1,70 de altura, 60 kg., distribuidos de manera perfecta y a sus 35 años, es todo un sueño. La verdad que como está enojada con el tema del juego, hace tiempo que no tiene buenas relaciones con su esposo, y son además, bastante esporádicas, pero Raúl confía que en cuanto gane un par de partidas y vuelva a tener dinero, todo esto se le pasará. Mientras tanto, había que aguantarse.
Una noche se habían juntado en casa a jugar. Julieta atendió a los cuatro compañeros de juego de esa noche, y luego saludó y fue a acostarse, ya que las partidas duraban hasta la madrugada.
Lucho, Juani, Pablo y Mariano, compartían la pasión por el juego de Raúl, pero la verdad, todos ellos eran muy medidos para jugar, solo lo hacían para divertirse, y además disponían de dinero a manos llenas, por lo que no les preocupaba perder algunos miles en una noche semanal. Raúl, en cambio, como dije, estaba sobre girado. Entre todos, les debía algo así como 10.000 dólares, y como ya hacía tiempo, esa noche tenía que ganar y cancelar o reducir bastante esa deuda porque no tenía manera de pagarla.
Mientras Julieta estuvo presente, Pablo disimuladamente no le perdía pisada. Realmente era muy atractiva, y de pronto la mente del macho empezó a elaborar un plan perverso. En un momento que Julieta estaba en la cocina y Raúl fue al baño, bajando la voz habló con sus compañeros.
- ¿ Han observado lo que está Julieta?
- Espectacular, dijo Juani. No se como se banca a este inútil.
- Se me ocurre que podemos pasar una noche distinta.
- ¿ En que piensas?
- Raúl me ha comentado que su mujer está muy enojada y si hoy pierde va a tener problemas. Si me dejan manejar esto, me parece que tendremos una noche inolvidable. Eso si, tienen que estar dispuesto a perder algo de dinero.
- Por el dinero no hay problema dijo Mariano. Haz lo tuyo.
Cuando Raúl volvió comenzaron a jugar y parecía que esa era su noche. Arrancó con toda la suerte. Apenas llevaban una hora de juego y Raúl ya había recuperado la mitad de su deuda. Estaba eufórico y entonado, y en la alegría se pasó con las copas sin darse cuenta, y el alcohol y el juego no se llevan bien.
Lentamente comenzó a perder algunas partidas y la deuda se estabilizó en 7.000 dólares y de allí no podía moverla. Se sentía cansado y mareado pero no podía dejar de jugar.
Sus compañeros estaban tranquilos y sin prisa ninguna.
- Oye Raúl ( que ese era mi nombre) me parece que se te está complicando recuperar lo perdido, y mira que yo no quiero irme de aquí con cuentas pendientes, eh ? Decía Juani mirando a los demás y provocando la sonrisa cómplice de los demás.
- Pues a mí anótame también en esa idea, dijo Lucho, hace mucho que tienes esta deuda con nosotros y ya es hora de que la canceles. Somos todos amigos pero las deudas de juego son deudas de honor, cijo Lucho, y estas afirmaciones fueron acompañadas por comentarios en el mismo sentido de los dos restantes.
Las pulsaciones de Raúl se aceleraron. Si no ganaba no había ninguna posibilidad de que cancelara la deuda. En la desesperación aumentó la ingesta de alcohol y todo empezó a darse vuelta.
Conclusión: a las 4 de la mañana llevaba perdido el doble que al comenzar la noche y para colmo tenía una borrachera que le impedía razonar de ninguna manera.
- Bueno Raúl, hasta acá llegamos, ahora es cuando tienes que pagar. Hagamos cuentas.
Sacaron un bolígrafo y rápidamente hicieron los cálculos.
- Me debes 7.000 a mi, 5.000 a Lucho, 6.300 a Juani, y 4.500 a Mariano, dijo Pablo, un total de 22.800.
- NNNn,,no dispongo de ese dinero.
- Pues al menos la mitad, dijo Juani.
- Tampoco, dije asustado.
Los cuatro jugadores se miraron cómplices y simularon estar preocupados y enojados.
Pablo asumió la voz cantante.
- Dime Raúl, ¿ Cuanto vale tu mujer?
Raúl entre los vahos del alcohol no entendió en principio la pregunta. Le llevó un tiempo comprender. Se puso pálido.
- Denme tiempo y les pagaré.
- Pues no nos vamos de aquí sin cobrar parte de la deuda. Si no tienes dinero nos cobraremos con alguna de las cosas que hay en la casa, dijo Pablo, yo creo que una noche con tu esposa, pagando bien, tendría que costar U$S 2.000 dólares por persona. Eso da un pago de U$S 8.000 que descontaremos de tu deuda. Ahora ve a buscarla y le explicas el problema.
Los cuatro se miraron y asintieron su conformidad.
Raúl, lentamente se levantó de su silla y se dirigió lentamente al dormitorio.
Entró y el velador encendido mostraba a su esposa durmiento profundamente.
- Querida, susurró cuando se sentó a su lado.
Julieta se despertó sobresaltada.
- Qué pasa?
- Querida, tengo un problema.
Julieta se sentó en la cama.
- Te escucho.
Rapidamente Raúl le contó que había perdido y que no tenía dinero para pagar.
Julieta le miró unos segundos y su gesto de desprecio fue indescriptible.
- Te dije miles de veces que dejaras de jugar. ¿ Y ahora?
- Pues mira Julieta, dijo Raúl suavemente. Me han propuesto descontar U$S 8.000.
- Es bueno, no?
- Si, pero a cambio me pidieron algo.
-¿ Qué te pidieron?
- Pasar el resto de la noche contigo, dijo bajando la mirada.
- ¡ Queeee!, gritó, y mirándolo a los ojos, agregó, ¿ Cuantas veces te dije que dejaras ese vicio que nos iba a perder?. No voy a aceptar esto, dijo y se levantó de la cama. Se puso un salto de cama sobre su camisón corto y fue para el comedor.
Entró como una tromba.
- Uds. están locos si creen que voy a aceptar esto, dijo, poniendo sus brazos en jarra frente a los cuatro acreedores. Enojada era aún mas atractiva y los cuatro se excitaron y se relamieron de lo que estaban por conseguir.
Pablo tomó una vez mas la voz cantante.
- La verdad, Julieta, coincidirás con nosotros que lo correcto es cobrar la deuda para que Raúl entienda que no debe jugar si no tiene como responder. ¿ No estas de acuerdo?
- Por supuesto, y ojalá aprendiera la lección, pero tengo mis dudas, dijo altanera.
- Yo te aseguro que la va a aprender. La cuestión es muy simple. Los acreedores hemos acordado que la única manera de cancelar esa deuda es con tu colaboración.
- Esta bien, pero ¿ cómo se les ocurre plantear esto?.
- Tienes que colaborar siendo muy atenta, obediente y excitante con nosotros, dijo Lucho sin dejar de mirarla.
Mi mujer empalideció, trató de hablar pero no pudo articular palabra, y antes de que hablara, Pablo se acercó a ella y la tomó de los hombros.
- Tranquila, somos todos gente pacífica y educada. La podemos pasar bien, todos, podremos cobrar nuestra deuda, y además darle una lección a tu maridito, le dijo mientras sus manos bajaban por sus hombros y acariciaban sus brazos descubiertos.
- No soy esa clase de mujeres, dijo dando un paso atrás.
Juani se acercó a ella por detrás y la tomó de la cintura.
- Lo sabemos, y eso es lo que hace que valgas ese dinero.
Lentamente, los cuatro machos la rodearon, mientras Julieta pedia que la soltaran, que se equivocaban, que ella no era así. Raúl salió del dormitorio y en lugar de intervenir se sentó en una silla y se quedó mirando la escena. Julieta lo miró y ante la pasividad de su marido, lo miró con odio y comenzó a aflojar su resistencia.
Desde su silla, Raúl solo podía mirar lo que pasaba. Sus músculos no me respondían. Cuando el salto de cama voló, quedó solo vestida con un camisón corto color ciruela que le quedaba de escándalo. Las expresiones de los acreedores denotaban claramente que le gustaba lo que habían alquilado.
De pronto su mujer empezó a sollozar ante la impotencia de verse rodeada por tanto macho, pero esas lágrimas lo que hicieron fue excitar mas aún si eso era posible a los depredadores. Las manos de los machos magreaban todo su cuerpo, se metían por todos los lugares, y Julieta en un momento dado dejó de luchar y de oponer resistencia. Nada podía hacer contra cuatro machos totalmente calientes.
Lentamente la tumbaron sobre el sofá y Pablo fue quien se acomodó sobre su cuerpo, para empezar a magrearla a gusto. Sus manos recorrían todo su cuerpo, y se metían por todos los lugares. Lamujer solo atinaba a tratar de detener sus manos, pero cada vez le costaba mas hacerlo y por fin sus brazos cayeron al costado de su cuerpo, y se notaba como temblaban a medida que las caricias se hacían mas y mas posesivas. Por fin, sus brazos rodearon el cuello de Pablo entregándose totalmente.
- Vaya, vaya, parece que le está gustando ser el centro de la reunión, dijo Juani sonriendo..
Pablo se levantó del sillón y ofreciéndole su mano la ayudó a levantarse del sillón y la llevó al dormitorio.
Los otros tres los siguieron muy animados. Raúl se levantó lentamente de la silla, y fue tras los pasos del resto.
Una vez en el dormitorio, Pablo comenzó a desnudarse lentamente, sin perder de vista a Julieta que se sentó en la cama y lo miraba con deseo. Hacía mucho tiempo que no tenía buen sexo y empezó a pensar que esta sería su noche. Además de ponerse al día, le daría una lección a su esposo que no iba a olvidar. Su lengua humedecía sus labios resecos y no perdía detalle de lo que hacía su pareja.
Cuando quedó totalmente desnudo, mostró una verga rígida que apuntaba hacia adelante. Sus pelotas colgaban debajo, conformando un aparato sexual apetecible.
A medida que se acercó a la cama, Julieta se quitó rapidamente su camisón quedando solo cubierta con una tanga muy pequeña, mostrando por si hacía falta, que era muy atractiva y deseable.
Los otros tres también se desnudaron rápidamente, quedando solo con sus slips o boxer. Raúl se sentó en una silla que había en un rincón. Julieta lo miró y se sonrió con cinismo.
Pablo se acercó a Julieta, se agachó y se apoderó de su boca, mientras sus manos jugueteaban con sus tetas ahora libres. Lentamente las manos de Julieta subieron por sus piernas hasta adueñarse de su verga y sus pelotas, comenzando a masturbarlo suavemente. El gemido del macho indicaba el placer que estaba recibiendo.
Todos miraban en éxtasis la escena. Hasta Raúl que en su estado no sabía si lo que pasaba era de verdad o un sueño. Como fuera, su pantalón comenzó a dilatarse.
Por fin, Pablo hizo que Julieta se acostara en la cama y arrodillándose en el suelo, separó sus piernas, y de un tirón destrozó su tanga para luego meter su cara entre sus piernas y comenzar a juguetear con su lengua en su sexo. Ese tratamiento provocó gemidos de placer en la hembra.
Durante un buen rato siguió en esa tarea, terminando de doblegar el poco espíritu de resistencia que pudiera tener Julieta, y por fin se levantó y tomándola de las manos, hizo que se sentara nuevamente. Esta vez avanzó con su verga hasta el rostro de ella, y mientras Julieta lo miraba a los ojos, abrió la boca y comenzó a chuparlo con mucha suavidad.
Pablo, de pie, tirando su verga hacia adelante y con sus brazos en jarra, moviendo su pelvis lentamente como si estuviera tirando en la boca de la hembra, era una imagen muy fuerte que provocó alguna exclamación en el resto de los acreedores.
Pasaron varios minutos.
- ¿ Qué quieres ahora, nena?, preguntó.
Julieta soltó el chupetín, y con el dorso de la mano se secó la saliva que chorreaba de su boca. Miró a todos los presentes y por último a su marido, que en ese interín hacía sacado su verga y se la estaba cascando lentamente, y si le quedaba alguna duda, se decidió.
- A lo que vinimos. Quiero pagar la deuda del cornudo de mi marido.
- Mira que no es el total, le dijo Pablo sonriendo.
- Pues haré los pagos que sean necesarios, y ahora empieza a cobrarme, dijo mientras se acomodaba en el medio de la cama, y apilaba un par de almohadas bajo su cabeza. Colocó sus manos detrás de las almohadas, y separó lentamente sus piernas. El brillo del líquido que lubricaba su sexo era evidente.
Pablo, subió a la cama por los pies, y se ubicó en el medio de sus piernas, mientras las flexionaba y las levantaba, hasta que quedaron sobre sus hombros.
En esa posición, casi naturalmente, su turgente herramienta quedó apuntada al nido del placer de Julieta. Solo tenía que avanzar y eso es lo que hizo. Lentamente fue inclinándose hacia adelante, hasta que la punta de su verga se ubicó entre los labios vaginales de la hembra. Una vea en la posición correcta, y mientras los dos se miraban a los ojos, avanzó hasta comenzar a penetrarla. Julieta cerró los ojos cuando sintió el arpón. Respiró profundo y contuvo el aire, mientras lentamente la herramienta se acomodaba dentro de su cuerpo, hasta que soltó el aire cuando se sintió totalmente empalada.
Pablo, mientras tanto, estaba concentrado en lo que su verga sentía al meterse en esa cueva húmeda y caliente, en ese cuerpo al que hacía mucho que deseaba y que pensó que nunca iba a poseer. La sensación era única, irrepetible.
Al fin, los cuerpos se acoplaron a la perfección, y el macho comenzó con la mecánica del amor físico. Su cuerpo se retiraba y volvía a empujar, haciendo que la hembra gimiera de placer con cada arremetida.
Raúl miraba la escena con lujuria, pero cuando miró el rostro de los otros jugadores, se asustó.
No había lujuria en ellos. Había instinto animal puro. Se notaba que pensaban destrozarla a vergazos a como diera lugar. Estaban contenidos esperando que Pablo terminara la faena, pero se notaba en sus rostros, que no se la iban a hacer fácil a Julieta.
Los tres miraban la escena y se masturbaban lentamente. Sus vergas habían alcanzado el máximo de distensión.
Lucho y Juani mostraban unas vergas normalitas, como la de Raúl y Pablo, centímetro mas o menos. Pero la de Mariano era al menos 5 cms. mas larga, y un par de centímetros mas de diámetro que el resto. Su cabeza parecía una ciruela de buen tamaño. Pero lo mas impresionante eran sus pelotas. Distendidas, grandes, haciendo juego con el aparato al que sostenían.
Por fin, el encuentro comenzó a resolverse. Lentamente Pablo fue acelerando sus arremetidas y de pronto entró hasta el fondo y se quedo quiero como si fuera de piedra. Se puso pálido y luego de un grito profundo, comenzó a retirarse y volver a entrar hasta el fondo, acompañando cada chorro de semen que regaba a Julieta, para terminar cayendo sobre ella totalmente agotado.
Quedaron unos segundos uno sobre el otro, hasta que Lucho, rompiendo el encanto, se acercó y arrodillándose sobre la cama, le ofreció su verga a la boca golosa de la hembra, quien lo miró y lentamente la capturó entre sus labios...

2 comentarios - ¿ Cuanto vale tu mujer ? (Inicio)

viciosomdq
Muy bueno Master!!! Espero la continuación. Imagino que así como la ludopatía es un vicio muy difícil de curar la mujer de Raúl tendrá que seguir sacrificándose. Es una lucha... 🙂