Una historia simple

Mariela en un momento que el tema así lo permitió, comenzó a escucharla más atentamente a una conversación reservada en donde Ana le confiaba mientras las dos esperábamos la salida de sus hijos del colegio un desliz en su matrimonio y por lo inusitado de ello, Mariela siguió la conversación a un rato en su cocina mientras los chicos de ambas mujeres, jugaban en el patio del departamento.
Era una suceso del tipo sexual con un tipo en donde Ana le contaba a Mariela que lo había conocido hacía, más de dos meses cerca del barrio un día cuando a Coco lo llevó, a cortarse el pelo y bañarlo
Coco en ese entonces era el perro de la familia.
Fue así, cuando fue a veterinaria del doctor Gerardo F… que se había inaugurado hacia dos semanas que empieza ésta historia.
Gerardo así se llamaba el veterinario, la enamoró casi de inmediato y su charla se prolongó por más de dos horas en donde Ana se retirara a su casa, deseándolo como a nadie en la vida.
Poco tiempo después fue su amante y a los dos años de conocerse, ella se fue a vivir a Salta con él abandonando definitivamente a su hijo Ariel (de unos catorce años actualmente) y su esposo llamado Alejandro C.
Mariela me hubo de confiar lo que les he de contar hace de ello poco tiempo y me aseveró que jamás volvió a ver Ana después de la rotura con su esposo y hasta dicen que en la actualidad tiene dos hijos con Gerardo pero ciertamente Mariela me afirma:
Nunca más supe de ella

Inicio de la historia de Gerardo con Ana
Un día así empezó a contarme Ana por una razón poco vale ahora recordarla, llevara, a Coco enfermo, al nuevo veterinario
Y el veterinario después de atenderlo en la zona de arriba del negocio, donde también vendía cosas de veterinaria dijo Gerardo a su ayudante
Gustavo llevo al perro hacia abajo del local
“tendré que operarlo”
Así que atiende a las personas que entran pero cancela todo tipo de asistencia de parte mía
Y mirándome a Ana dijo:
Quieres acompañarme hacia abajo, me espera aquí o se va a su casa y después: la llamo
Me quedé unos segundos pensando, cuéntale Ana a Mariela que era verdad el veterinario me atraía y me estaba poniendo bastante caliente pero no podía serle infiel a mi marido, porque no se suponía que de la manera que me hubiese pedido que lo acompañase abajo, algo se proponía
Pero sólo fue pensar en eso y me calenté aún más.
Antes de que pudiera responder algo, Gerardo me dijo:
Te espero abajo
El muy cabrón estaba tan seguro de sí mismo que mientras alejaba por un pasillo donde estaba las escaleras le dije a su ayudante que me disculpara, que iba ir al baño.
Baje a lo que decía ser consultorios, comentó Ana detrás de Gerardo.
Al llegar arriba vi que Gerardo que me esperaba en la puerta de una habitación.
Al llegar a él, decidió pasar directamente al ataque, abalanzándose sobre mí.
Yo intenté zafarme, pero sólo fue un instante, comenzó a besarme en el cuello, cosa que me pone a mil, y sin saber cómo, su boca encontró la mía y nuestras lenguas comenzaron a mezclarse.
Entramos a una sala donde, Gerardo cerró la puerta con el cerrojo, y nos dirigimos a un sofá que había allí sin parar de besarnos.
Gerardo comenzó a quitarme la parte de arriba del vestido, quedándose con la boca abierta cuando vio el tamaño de mis tetas.
Apartó el sujetador a un lado y comenzó a chupármelas de forma desesperada, como si en la vida hubiera visto el pecho de una mujer.
Mientras Gerardo me mamaba las tetas como un loco, yo le fui quitando los botones de su camisa, acariciando su hermoso pecho desnudo. Entonces empujé a Gerardo, e hice que se sentara en el sofá.
Me terminé de quitar la parte de arriba del vestido, y me acerqué a él poniendo mi mano sobre su pija, acariciándola por encima del pantalón, sintiéndola duro como una roca.
Le fui bajado la cremallera, metí mi mano dentro y agarré esa chota sacándola afuera.
Aquel tipo tenía una buena verga, nada exagerado pero sí más grande de la mayoría de las que yo había visto en mi vida, porque a decir verdad virgen a mi casamiento nunca hubiere llagado
Gerardo tenía un miembro hermoso por lo gordo y grande, en donde se veía una cabeza roja que me iba a ser sentir al penetrarme porque mi marido la tenía mucho menos amenazante que este bruto cogedor
Comencé a masturbar su polla muy lentamente y luego, sabiendo que Gerardo lo estaba deseando, me agaché y me metí su verga en la boca.
Delicadamente le fui chupando a Gerardo sólo la punta de su polla. Mi lengua lamía todo aquel capullo rojo y brillante, como si fuera una gatita bebiendo leche, y fui logrando que su polla alcanzara un tamaño bastante considerable.
Entonces me fui metiendo más polla en la boca, iniciando una mamada más acelerada a la vez que le masturbaba.
- ¡Oh María, qué bien lo haces me dijo sigue mujer sigue
Sabes chuparla como la puta madre!, exclamó Gerardo entre los suspiros que le estaba provocando yo con la chupada de polla que le estaba regalando.
Me complació que a Gerardo le gustara cómo se la chupaba, llevaba más de siete años chupándosela a mi marido.
Me alegró saber que mis artes amatorias no habían disminuido nada en absoluto a pesar de estar casada y sin joda por más de cinco años
Simplemente ahora de sólo estar con un solo hombre, me estaba calentando como nunca quería ser esa puta que hablan los hombres en toda reunión, y eso me calentaba.
Y por eso me esmeré en darle a Gerardo la mejor mamada que le había hecho en su vida.
Tan divino se la estaba chupando que Gerardo no pudo aguantar más, quería follarme.
Rápidamente terminó de desnudarse, quitándose los pantalones y me invitó a subirme sobre él.
Yo aproveché para también terminar de despojarme el vestido y luego, obedeciéndole, me subí sobre Gerardo metiéndome su pija en mi concha lo más rápido que pudo
Una vez la tuve toda dentro de mi vagina, comencé a moverle sobre él lentamente mientras Gerardo me apartaba el sujetador hacia un lado y me chupaba las tetas, mordiéndome mis pezones que los tenía duros de tanta excitación.
No me marcos cielo le dije, se cuidadoso
Poco a poco fui incrementando el ritmo de mi cabalgada sobre la polla de Gerardo hasta que en cuestión de segundos comencé a correrme.
Qué maravilla
Tuve que gritar ante la llegada de mi orgasmo.
Seguí saliéndome leche sobre su polla hasta que quedé exhausta, pero antes de que pudiera recuperarme, Gerardo me dijo que me bajara de encima de él.
Así lo hice y mientras permanecía de pie esperando sus instrucciones, Gerardo se colocó detrás de mí y me clavó su polla por detrás.
Me agarró por la pierna subiéndome, y así, facilitando la penetración de su polla en aquella extraña postura (era la primera vez que follaba de pie sin estar apoyada en algo) y fui metiendo y sacando su verga de mi concha.
Cada vez que me penetraba creía que iba a morir de placer, era evidente que aquel soltero de oro era un experimentado amante, y bien que me lo hizo saber.
Gerardo estuvo follándome durante un par de minutos hasta que el muy cabrón logró que me corriera de una manera absolutamente maravillosa.
Pasaron media hora entre abrazos y silencios prolongados…
Y a un grito desde arriba era su empleado diciéndole:
Me voy cierro, apago la luz y así que no pongo la alarma
Chau hasta mañana doctor
Era lógico que ese tipo supiera que estábamos cogiendo, pero era educadisimo y así seguimos
Cielo me dijo a qué hora viene tu marido
No el venía a las diez, generalmente cenado así que aún tenemos casi tres horas amor….

Me ordenó que me quitara el sujetador y que me tumbara en el sofá.
Así lo hice y cuando creí que me iba a volver a meter su polla, comenzó a chuparme el culo.
Su lengua comenzó a jugar como si fuera un dedo, aunque eso no tardó en ocurrir cuando Gerardo, después de mojar su dedo con los flujos de mi coño, me lo metió en mi ano.
Continuó chupando mi clítoris mientras su dedo se iba abriendo paso por mi culito, la verdad es que lo hacía divino, y antes de que me diera cuenta, el muy cabrón logró meterme un segundo dedo dentro.
Entonces sospeché de sus intenciones.
Yo apenas había follado por el culo en cuatro o cinco ocasiones y ni siquiera mi esposo me lo había cogido por el culo, no era virgen pero era desocupado.
- ¿No querrá follarme el culo?, le pregunté.
¡Cómo que no, nena, si lo tienes hirviendo, reclamando polla urgentemente!, me respondió él.
Pues como que no… ni siquiera a mi marido se lo he dado, le dije yo. - Pues mucho mejor.
Ese no sabrá cómo hacértelo…déjame a mí, te juro que te encantará, sentenció Gerardo.
Yo dejé el asunto ahí mientras él seguía masturbándome el culo con sus dedos y chupándome el clítoris, porque la verdad lo hacía riquísimo y le dejé hacer, asumiendo que una vez quisiera meterme su verga, le pararía los pies.
Pero eso creía yo.
Gerardo continuó masturbando mi culo, sus dedos entraban y salín ya con facilidad a gran velocidad y me daba tanto placer que sentía como me iba allegar otro orgasmo.
Sabiéndolo, Gerardo me sacó los dedos.
¡Pero qué haces loco, no pares ahora!, le reproché
Pero Gerardo, sin contestarme, rápidamente colocó su polla en la entrada de mi ano.
Te dije que no, Gerardo:
Tranquila, relájate y disfruta, fue lo que él me contestó.
Entonces comenzó a empujar hacia dentro y su polla fue pugnando por entrar en mi culito.
Intenté detenerlo, aunque sólo fue un instante, lo reconozco, porque Gerardo comenzó a chupar mis tetas y yo a frotarme el clítoris mientras su polla lograba atravesar la estrecha entrada de mi ano y la verdad es que no me dolió tanto como pensaba y me acordé lo bruto que había sido un ex,
Me había roto el culo en el coche, en los bosques de Ezeiza.
Me salió un poco de sangre, durante un tiempo y después en casa me lo alivie al dolor con baños y una crema que tenía mi mamá que no recuerdo el nombre
Durante un tiempo el sentarme me dolía.
Sigamos el relato que me fuera contado:
Una vez la punta de su polla había logrado vencer la resistencia natural de mi orificio anal, Gerardo esperó unos instantes para que mi culo se adaptara al grosor de su polla.
Cuando estimó que ya me había dado tiempo suficiente, volvió a empujar hacia dentro y su verga se fue colando en mi ano hasta que se enterró por la mitad.
Ahí sí que noté el dolor.
Además que pocas veces, yo había cogido por el culo, ninguna de las pollas que me lo habían hecho tenía el calibre de la verga de Gerardo, que verdaderamente sí que me estaba haciendo daño.
Pará Gerardo, por favor, pará….me duele mucho, le rogué
Pero Gerardo no estaba por la labor de desaprovechar la oportunidad de follarse mi culito.
Vamos, no luché contra lo evidente, se nota que te encanta esto.
Tenía parte de razón, aunque me dolí, el sexo anal me gusta, aunque no soporto bien la fase inicial del dolor aunque luego es maravilloso sentir una polla en tu culo.
Lentamente Gerardo me fue cogiendo y el dolor fue aliviándose y dejando paso a ese placer qué sólo el sexo anal ofrece y comencé a disfrutar de lo lindo.
Gerardo notó mi cambio de actitud, y comenzó a acelerar su ritmo, dándome acometidas cada vez más fuertes.
Vamos nena, chúpate las tetas, me ordenó Gerardo, y así lo hice.
Mientras el cabrón me hacía disfrutar como prometió.
Y así, en un par de minutos, Gerardo comenzó a follarme como un toro salvaje, dándome tales embestidas contra mi culo que en otra situación me haría llorar de dolor, pero aquella situación era diferente:
Él me tenía totalmente caliente, entregada a él, y como me había prometido, me estaba haciendo el culo riquísimo, provocándome un placer que jamás un hombre me había dado por mi culo.
Aquello era maravilloso, y en pocos segundos comencé a sentir que me llegaba el segundo orgasmo, el primer orgasmo que iba a sentir follando por el culo desde hacía muchísimo tiempo
Seguí gritándole le dije a Gerardo, sigue, rómpeme el culo como a una puta
Qué rico, qué bien, lo haces de maravilla, grité.
A un rato le oí decir casi quebrado
Te gusta cómo te cojo el culo, putita mía
Si cógeme te di el culo, amor para que lo goces y te sientas bien soy tu puta amor tu puta le grite:
A un tiempo cuando adivine que se venía en mi cola

Sigue, me voy a correr, dos polvos amor me sacaste sigue muévete rómpeme el culo
Dale amor que acabo amor, le oí decir
Y yo amor le respondí
II
Aquel orgasmo, largo e intenso, me dejó totalmente transpuesta, como he dicho, era la primera vez que había acabado por dos veces en menos de una hora.
Amor le dije cuando sentía que corría por mi cola al sacar la pija de mi culo su líquido:
Que leche caliente que tenes
Semejante boludez lo puede decir una mina ya entregada para siempre que había sentido follándome el culo
Y ciertamente no iba a ser el último, ni de mi vida, ni el de aquella tarde noche.
Paso un tiempo yo estaba ambiente de que el me lo volviera a hacer por el culo
Como Gerardo había predicho, tanto me gusto cómo me había follado el culo, que yo misma le pedí que siguiera haciéndolo, pero esta vez yo cabalgándolo.
Le dije que se sentara en el sofá y me subí sobre Gerardo, de espalda a él.
Agarré su pija y me la llevé a la entrada de mi culito, para acto seguido, ir dejándome caer lentamente disfrutando de cómo aquella rica verga se iba abriendo paso por mí:
Sentía que ya mi culo no estaba tan estrecho
Una vez la tuve toda dentro, comencé a moverme sobre Gerardo, primero despacito, deleitándome de cómo aquel pincho me abría el culo por completo, como ninguna polla lo hacía hecho antes.
Poco a poco, fue incrementando el ritmo y las fuerzas de mis rebotes sobre la polla de Gerardo.
En cuestión de segundos, estaba trotando sobre su polla como una loca, como una yegua desbocada.
Loco sabes, qué bien, qué buena pija tienes y como la usas
Me partes, me partes amor, le gritaba a Gerardo.
Te lo decía, putita, que ibas a disfrutar de lo lindo, a qué te gusta cómo te cojo por el culo, agregando cuando yo bramaba por la calentura:
Tienes razón, Gerardo, me encanta tu pija en mi culo,
Me encanta, si amor
Grite cógeme rómpeme ese culo que ya es tuyo Gerardo como una loca sin importarme que alguien me oyera y nos descubrieran.
Pero a él no le importaba, solamente me limitaba a moverse de abajo hacia arriba
Y yo a bramar, de placer

Todo igual me daba, no pensaba en mi esposo en mi hijo ni en nada, Solo yo quería disfrutar de aquella polla al máximo.

Continuamos cogiendo así en esa postura hasta que Gerardo me agarró las piernas por debajo de las rodillas tirando hacia él, maniobra que hizo que me quedara totalmente enterrada en su polla.
No estaba apoyada en nada, todo mi cuerpo estaba descansando en la polla de Gerardo a través de mi ano, mis piernas estaba al aire y mis pies buscaba el sofá para apoyarse pero sin encontrarlo, por lo que la penetración de aquella polla en mi trasero se hizo mucho más intensa, llegando hasta los últimos rincones de mi culo.
Gerardo comenzó a follarme en esa postura, de una manera absolutamente brutal, sin importarle si me dolía.
Definitivamente me estaba partiendo el culo.
Mientras Gerardo continuaba martilleándome el culo con su poderosa verga, no tardé en sentir que me llegaba un nuevo orgasmo. El tercero en menos de una hora y media
Me corro otra vez, le dije
Qué bien Ana, pero éste fue el más maravilloso de todos.
Además como Gerardo aún no se había corrida, me alegré que siguiera follándome el trasero con fuerza, algo que permitió alargar mi corrida más de lo que podía haber deseado.
El tiempo se me hizo eterno y cuando Gerardo parecía que se iba a correr me dijo que me saliera de él.
Así lo hice, él se levantó del sofá y me dijo: - Vamos nena, agáchate. Entonces me metió su polla en la boca y me dijo que se la chupara. También Gerardo me ordenó que me tocara las tetas, y así, mientras yo le mamaba su verga, mis manos acariciaban mis grandes tetas pellizcándome los pezones, algo que al parecer a Gerardo le excitaba ver.
Me puse a chupar su verga con deleite, maravillándome de cómo palpitaba en mi boca.
Yo sabía que se proponía Gerardo, algunos novios míos anteriores ya me lo había pedido: correrse en mi cara, en mi boca o en mis tetas. Continué mamando su polla que parecía querer explotar, hasta que de pronto Gerardo se agarró él mismo su verga y comenzó a eyacular en mi boca.
Su primera descarga me llegó hasta el fondo de mi garganta. Luego me sacó su polla de la boca y continuó eyaculando sobres mis tetas. Luego de que terminar de echarme todo su abundante semen en mi boca y en mis tetas
A un tiempo poco de eso, Gerardo colocó su pija entre mis tetas apretándola con sus manos
Y me dijo que le hiciera una paja
Entonces agarré mis tetas y comencé a pajarle su pija entre mis tetas apretándole a medida que él se calentaba más mis tetas en su pija que pajeaba.
Capitulo III

Al otro día cuando dormía en mi cama una siesta breve me masturbé pensando por primera vez en la relación que aún no había existido, con ese hombre.
Yo no quería seguir engañando más a mi marido, pero ansiaba saber cómo Gerardo se las ingeniaría, para intentar llevarme a la cama de nuevo ya que mi perro seguía internado
Y que diría él cuando yo me negase.
Nada de ello, ocurrió en nosotros
Cuando al día siguiente me llamo cuando acepté a ir a su veterinaria nuevamente a las diez y seis
Me besó con toda la pasión del mundo y me llevó a la habitación.
Me senté al borde de la cama, esperando que fuera él quien siguiera tomando la iniciativa.
A un tiempo, se quedó de pie y comenzó a desnudarse.
Lo hizo de un modo tan natural que casi me pareció erótico.
No era la primera vez que le veía desnudo, pero la forma natural que lo hizo sin presiones y tan desinhibido que ello ayudó a mis pensamientos lujuriosos.
Tenía un cuerpo agradable, casi atlético.
Sin barriguita por las cervecera y los asados.
Pectorales algo marcados.
Y cuando al fin se quitó la ropa interior, me quedé completamente absorta en su miembro.
En alguna película porno había visto algo tan grande.
Pero jamás al natural.
Y lo admito, me encantó y me excitó ver una pija así (es esa la palabra) tan grande al natural.
Es obvio que no perdí el tiempo midiendo; pero puedo asegurar que aquella maravilla medía más de diez y siete cms y que tenía un grosor que me impuso bastante respeto al hacer dos días me había introducido en mi concha.
Incluso llegué a exclamar algo así:

"-¡Epa es grande..., qué gorda la tenés!

Gustavo Gabriel
Almagro
Buenos Aires
Octubre del 2015

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