Ya hacía varios años que mi mujer me venía metiendo los cuernos y yo disfrutando de esas situaciones. Nuestro sexo empezó a mejorar mucho más y yo cada vez me ponía más pretencioso y ansioso de poder ver en vivo y en directo como se la cogían.
María es de festejar sus cumpleños a lo grande, con muchos amigos y familiares. Desde que empezó con los preparativos empecé a idear la manera de que alguno/s de los invitados le llenaran la concha de leche pero para eso debía estar muy bien preparado, sobre todo con bebidas porque sin esto como ya conté antes mi plan no iba a resultar.
Lo bueno de sus cumpleaños es que siempre pasaba lo mismo, todos comían y bebían hasta el hartazgo, los primeros que se retiraban eran su familia directa como sus padres y uno de sus hermanos al que pedí amablemente si podían llevarse nuestros hijos para nosotros poder disfrutar de la noche (sin problema accedieron). Después se fueron los amigos casados y siempre se quedaban hasta muy tarde un hermano menor (de 35), 2 amigas íntimas, el primo Javier y sus compañeros del secundario y amigos Nacho y Raúl.
Durante toda la velada me encargué de que María bebiera lo suficiente sin que despertara sospecha que la quería emborrachar, mientras tanto le iba diciendo cosas tales como “que lindas te pusiste hoy”, “que ganas de cogerte delante de todos”. El caso fue que la fui calentando de a poco y en un momento que la crucé en la cocina y con sus 2 amigas detrás de la mesada metí mi mano bajo su vestido y le toqué la concha la cuál estaba empapada. Haciéndome el tonto la cogí con dos dedos mientras no dejábamos de conversar, los saqué me los chupé delante de sus amigas y me fui. María se acercó mientras hablaba con su hermano y me dijo al oído que no lo vuelva a hacer que la había dejado temblando. Su voz ya daba indicios del estado en el que se encontraba. No pasó media hora que su estabilidad empezó a tambalear y la agarré y llevé hasta la habitación disculpándola con el resto de los invitados. La acosté y desvestí completamente, le coloqué un camisón rojo transparente y corto, que con el tamaño de mi mujer quedaba muy corto dejando más de la mitad de su culo afuera, la puse boca abajo y le empecé a meter hasta 4 dedos, la estuve cogiendo un rato así y le dije que no se durmiera, entre balbuceos me dijo que la cogiera ya y que si quería todo su culo era mío, yo le dije que me tenía que esperar pero para que siguiéramos jugando tenía que usar las anteojeras para dormir y saqué un consolador de buen tamaño y se lo inserté en la concha, le pedí que me esperara que estaba despidiendo a nuestros invitados. Salí pero dejé la puerta medio abierta. Cuando volví al comedor los muchachos se querían despedir pero les dije que María ya se había dormido y que me esperara, salía a comprar más bebidas y volvía para que termináramos la noche. Javier salió hasta la puerta y se ofreció a acompañarme pero le dije que se quedara y le dije medio en confianza “prefiero que te quedes porque Marías está con un leche bárbara y yo hoy no doy pié con bola y esta capaz que se quiere tirar alguno de sus amigos”, Javier abrió los ojos enormes y no pudo disimular la calentura, me despedí y salí. Pero no llegué ni a media cuadra y volví (la bebida ya la tenía preparada), entré por una puerta de servicio que da al fondo y me metí en el lavadero que la pared se comunica directamente con la de mi habitación y que oportunamente hiciera un agujero lo suficientemente grande para ver qué pasaba adentro con una luz de velador que ayudaba.
La imagen que tenía era muy clara, María seguía con su consolador (puede pasar horas con ese aparato) y efectivamente como me imaginaba la puerta de la habitación no tardó en abrirse. Javier primero se quedó parado mirando de reojo y a su vez al pasillo controlando que no viniera nadie, después se empezó a tocar el bulto y no se aguantó más, cerró la puerta, se bajó los pantalones, le sacó el consolador y así en pelo se la metió hasta el fondo, mi mujer gimió de la alegría e intentó sacarse las anteojeras pero Javier se lo impidió, la acomodó bien en 4 y se la siguió garchando. Yo me estaba dando una de las mejores pajas de mi vida cuando pasó algo que no me esperaba, la puerta se volvió a abrir apenas y pude divisar la silueta del hermano de mi mujer. En un momento se me paró el corazón pensando en el quilombo que se iba a armar, se ve que este fue hasta el baño que da frente a mi habitación y sintió la cogida, estaba por saltar de mi puesto de observación cuando la pija casi me estalla al verlo tocarse el bulto primero, pelarla después y pajearse viendo como se la comían a la hermana. No hizo falta más de 3 tocadas y acabé de manera furiosa. Cuando Javier estuvo por acabar el hermano salió rápidamente con la poronga todavía en sus manos. Javier le acabó en la concha, se limpió con una sábana, se vistió y se fue no sin antes volver a poner el consolador en su lugar. Debe haber pasado no más de 3 minutos cuando otra silueta entró en la habitación y por supuesto que era su hermano, bajó sus pantalones hasta cerca de sus rodillas y se lanzó sobre el cuerpo de María que claramente le dijo “rompeme el orto, quiero los 2 agujeros llenos”, el hermano miraba como buscando algo (lubricante me imagino) pero se escupió los dedos, le paso por el orto y se lo mandó. María empezó a decir “hay mi amor, parece que la tenés más grande que recién!!!!”, “Me duele pero dame fuerte, lléname el culo de leche!!!”. La escena era tremenda, María mordiendo la almohada y queriendo destrozar las sábanas, el hermano desenfrenado dándole con todas sus fuerzas y yo que no paraba de acabar. No duraron mucho, tal vez 4 minutos y él se derrumbó sobre la espalda de su vejada hermana, rápidamente se vistió y se fue. María quedó tendida sin siquiera poder moverse.
Me incorporé como pude, tomé la bebida que tenía guardada y volví como si nada a la reunión. Ni Javier ni mi cuñado pudieron verme a los ojos en lo duró la fiesta hasta que amaneció.
Relato ficticio dedicado a @martinpresente
María es de festejar sus cumpleños a lo grande, con muchos amigos y familiares. Desde que empezó con los preparativos empecé a idear la manera de que alguno/s de los invitados le llenaran la concha de leche pero para eso debía estar muy bien preparado, sobre todo con bebidas porque sin esto como ya conté antes mi plan no iba a resultar.
Lo bueno de sus cumpleaños es que siempre pasaba lo mismo, todos comían y bebían hasta el hartazgo, los primeros que se retiraban eran su familia directa como sus padres y uno de sus hermanos al que pedí amablemente si podían llevarse nuestros hijos para nosotros poder disfrutar de la noche (sin problema accedieron). Después se fueron los amigos casados y siempre se quedaban hasta muy tarde un hermano menor (de 35), 2 amigas íntimas, el primo Javier y sus compañeros del secundario y amigos Nacho y Raúl.
Durante toda la velada me encargué de que María bebiera lo suficiente sin que despertara sospecha que la quería emborrachar, mientras tanto le iba diciendo cosas tales como “que lindas te pusiste hoy”, “que ganas de cogerte delante de todos”. El caso fue que la fui calentando de a poco y en un momento que la crucé en la cocina y con sus 2 amigas detrás de la mesada metí mi mano bajo su vestido y le toqué la concha la cuál estaba empapada. Haciéndome el tonto la cogí con dos dedos mientras no dejábamos de conversar, los saqué me los chupé delante de sus amigas y me fui. María se acercó mientras hablaba con su hermano y me dijo al oído que no lo vuelva a hacer que la había dejado temblando. Su voz ya daba indicios del estado en el que se encontraba. No pasó media hora que su estabilidad empezó a tambalear y la agarré y llevé hasta la habitación disculpándola con el resto de los invitados. La acosté y desvestí completamente, le coloqué un camisón rojo transparente y corto, que con el tamaño de mi mujer quedaba muy corto dejando más de la mitad de su culo afuera, la puse boca abajo y le empecé a meter hasta 4 dedos, la estuve cogiendo un rato así y le dije que no se durmiera, entre balbuceos me dijo que la cogiera ya y que si quería todo su culo era mío, yo le dije que me tenía que esperar pero para que siguiéramos jugando tenía que usar las anteojeras para dormir y saqué un consolador de buen tamaño y se lo inserté en la concha, le pedí que me esperara que estaba despidiendo a nuestros invitados. Salí pero dejé la puerta medio abierta. Cuando volví al comedor los muchachos se querían despedir pero les dije que María ya se había dormido y que me esperara, salía a comprar más bebidas y volvía para que termináramos la noche. Javier salió hasta la puerta y se ofreció a acompañarme pero le dije que se quedara y le dije medio en confianza “prefiero que te quedes porque Marías está con un leche bárbara y yo hoy no doy pié con bola y esta capaz que se quiere tirar alguno de sus amigos”, Javier abrió los ojos enormes y no pudo disimular la calentura, me despedí y salí. Pero no llegué ni a media cuadra y volví (la bebida ya la tenía preparada), entré por una puerta de servicio que da al fondo y me metí en el lavadero que la pared se comunica directamente con la de mi habitación y que oportunamente hiciera un agujero lo suficientemente grande para ver qué pasaba adentro con una luz de velador que ayudaba.
La imagen que tenía era muy clara, María seguía con su consolador (puede pasar horas con ese aparato) y efectivamente como me imaginaba la puerta de la habitación no tardó en abrirse. Javier primero se quedó parado mirando de reojo y a su vez al pasillo controlando que no viniera nadie, después se empezó a tocar el bulto y no se aguantó más, cerró la puerta, se bajó los pantalones, le sacó el consolador y así en pelo se la metió hasta el fondo, mi mujer gimió de la alegría e intentó sacarse las anteojeras pero Javier se lo impidió, la acomodó bien en 4 y se la siguió garchando. Yo me estaba dando una de las mejores pajas de mi vida cuando pasó algo que no me esperaba, la puerta se volvió a abrir apenas y pude divisar la silueta del hermano de mi mujer. En un momento se me paró el corazón pensando en el quilombo que se iba a armar, se ve que este fue hasta el baño que da frente a mi habitación y sintió la cogida, estaba por saltar de mi puesto de observación cuando la pija casi me estalla al verlo tocarse el bulto primero, pelarla después y pajearse viendo como se la comían a la hermana. No hizo falta más de 3 tocadas y acabé de manera furiosa. Cuando Javier estuvo por acabar el hermano salió rápidamente con la poronga todavía en sus manos. Javier le acabó en la concha, se limpió con una sábana, se vistió y se fue no sin antes volver a poner el consolador en su lugar. Debe haber pasado no más de 3 minutos cuando otra silueta entró en la habitación y por supuesto que era su hermano, bajó sus pantalones hasta cerca de sus rodillas y se lanzó sobre el cuerpo de María que claramente le dijo “rompeme el orto, quiero los 2 agujeros llenos”, el hermano miraba como buscando algo (lubricante me imagino) pero se escupió los dedos, le paso por el orto y se lo mandó. María empezó a decir “hay mi amor, parece que la tenés más grande que recién!!!!”, “Me duele pero dame fuerte, lléname el culo de leche!!!”. La escena era tremenda, María mordiendo la almohada y queriendo destrozar las sábanas, el hermano desenfrenado dándole con todas sus fuerzas y yo que no paraba de acabar. No duraron mucho, tal vez 4 minutos y él se derrumbó sobre la espalda de su vejada hermana, rápidamente se vistió y se fue. María quedó tendida sin siquiera poder moverse.
Me incorporé como pude, tomé la bebida que tenía guardada y volví como si nada a la reunión. Ni Javier ni mi cuñado pudieron verme a los ojos en lo duró la fiesta hasta que amaneció.
Relato ficticio dedicado a @martinpresente
1 comentario - El cumpleaños de mi mujer