Coronando a mi familia (2da. parte)

Estaba saliendo cuando escuché que me llamaban
- Valeria, ¿ tienes un momento?
Me di vuelta y allí estaba Fabio con su sonrisa de siempre.
- Estoy apurada Fabio.
- Un par de minutos, Vale, ven conmigo, dijo tomándome de la mano y llevándome a su oficina.
Entramos y me invitó a sentarme en un sillón sentándose en el que estaba enfrente.
- Hace unos días que tenía ganas de hablar contigo. Hace rato que no lo hacemos.
- Es verdad, Fabio. Ya ni me acuerdo cuanto tiempo pasó.
- Dime Vale, ¿ Cómo anda tu matrimonio?
- Normal Fabio. Imagino que como todos. Tenemos nuestros días mejores y otros no tan buenos.
- Realmente me sorprende que hayan durado tanto, dijo sonriendo
El comentario me sorprendió.
- ¿ Porqué dices eso?
- Bueno un poco por conocerlo a Rogelio y otro poco por mis propias expectativas.
Me sentí molesta por las expresiones de Fabio, pero traté de mantener la calma.
- A ver, dime que conoces de Rogelio que hacía imposible que durarámos, dije molesta.
- No te enojes Vale, nada mas lejos de mi que molestarte. Lo que ocurre que a Rogelio siempre le gustaron todas las mujeres. No creí que fuera a cambiar y que tu toleraras que te engañara.
Un balde de agua helada no me hubiera pegado tan duro. Era cierto. Y ahora caía en que seguramente me había engañado siempre.
- La gente puede cambiar, dije ofuscada. Es mas, según recuerdo, tu eras igual, dije como venganza.
- Y lo sigo siendo. Por eso no me casé, Vale. No quiero comprometerme, ni tampoco dañar a nadie a mi alrededor.
Quedé muda, pero traté de contraatacar.
- Pero falta que me hables de tus expectativas.
- No te pongas mal. En realidad es un elogio mas que nada. La verdad es que siempre me gustaste y tuve la esperanza que cuando descubrieras como era tu marido, me dieras alguna posibilidad.
Ahí estaba. Ese hombre se insinuaba conmigo.
- No puedo creer lo que escucho. Pensé que Rogelio era tu amigo. No entiendo como piensas que me enredaría contigo.
- Justamente por eso, Vale. Cuando descubrieras los engaños, querrías vengarte, y que mejor que un buen amigo de tu esposo, dijo recostándose en el respaldo.
Y de pronto se hizo la luz. Lo miré desde otra óptica. Tenía razón. Que mejor que engañarlo con uno de sus amigos. Y como por casualidad, comencé a exitarme de nuevo. Allí, frente a mí, tenía un prospecto de hombre que no tenía nada que ver con el nene de antes. Este sabía lo que quería y no iba a conformarse con una paja. Creo que mi mirada delató mis pensamientos, porque Fabio, lentamente se levantó y se acercó hasta mi sillón.
Lo miré desde abajo sin atinar a reaccionar. Fabio, sin esfuerzo, me puso de pie y se apoderó de mi boca. El beso fue tan profundo y posesivo que me dejó sin aire. Nada que ver con los que había recibido de Leonel, hacía un momento. Evidentemente, cada hombre era diferente.
Sin pensarlo mas, decidí dejar que Fabio condujera la situación. Seguro que tenía experiencia en lidiar con mujeres casadas e histéricas. No iba a destruir este momento.
Pasaron varios minutos donde su lengua recorrió toda mi boca. Su perfume invadía mis papilas y me mareaba. Cerré los ojos para aguzar mis sentidos.
En un momento se separó de mí, y sentí como su manos, hábilmente me desnudaban de la cintura para arriba. Sus manos rozaron mis pezones y estos se endurecieron como piedras. Cuando bajó mis pantalones de gimnasia, y me sentó de nuevo en el sillón para quitarme las zapatillas deportivas, las medias y el resto de mi ropa, dejándome totalmente desnuda, recién allí abrí los ojos y lo miré.
Manteniendo mi mirada en sus ojos, se levantó y comenzó lentamente a desvestirse hasta quedar desnudo como yo. Allí bajé mi mirada y encontré una verga enhiesta, un poco mas corta que la de Leonel, pero bastante mas gruesa que la del joven y que la de mi esposo, que era bastante parecida en largo.
Volvió a arrodillarse y poniendo sus manos debajo de mis rodillas levantó mis piernas para luego agacharse y hacer que su boca trabajara ahora sobre mi sexo húmedo y caliente. Las sensaciones eran perfectas. Jamás había recibido ese tratamiento tan experto. Era evidente que esa boca había visitado muchas vaginas y había aprendido como enloquecer a las hembras.
Sentí una verdadera marea dentro de mi cuerpo, liquido que bajaba buscando mi sexo y de golpe, como si estallara, un orgasmo arrasador, que hizo que me tensara como una cuerda de violín.
- Vaya, vaya, Vale. Tenías energía acumulada, nena. Hoy vas a gozar como nunca, dijo poniéndose de pie.
Cuando me recuperé de mi climax, traté de tomar su verga, pero no me dejó.
- Sabes nena. En la sala de masajes hay cámaras, así que ya se que eres experta en hacer pajas, pero no es en lo que estoy pensando. Date la vuelta.
Me levanté y subí mis rodillas al sillón dándole la espalda a mi semental. Se pegó a mí, y sentí como su verga frotaba mi entrepierna de abajo hacia arriba, lubricandome con mis propios líquidos.
De pronto sentí que su mano habría mis labios vaginales, y la cabeza de su verga se ubicó en una posición inmejorable. Sus manos recorrieron mi espalda, hasta llegar a mis hombros y se aferraron a ellos.
- Mi sueño se va a cumplir en este momento Vale. En este momento. Vamos a gozar juntos perra, juntos, me decía mientras lentamente comenzaba a rellenarme con su poderosa verga. Hasta que por fin nuestros cuerpos se fundieron en uno solo.
- Ahora si eres mía, perra. De ahora en adelante no podrás vivir sin mi verga, te lo garantizo, me dijo comenzando a bombearme.
Aferrada con una mano al respaldo del sillón para no caer hacia adelante, mi otra mano, buscó su pierna y me aferré a ella. Sentir sus músculos tensos trabajando como una maquinaria perfecta mientras me penetraba me enloqueció, y en cuestión de minutos estuve nuevamente al borde de otro orgasmo. Fabio se dio cuenta y tomando una de mis tetas comenzó a juguetear con mi pezón.
- Acaba, perra, acaba, dame el gusto, me decía al oido y consiguió que subiera un peldaño mas en mi calentura, para terminar cayendo en un orgasmo mas lento que el anterior, pero igual de profundo. Hacía años que no tenía dos orgasmos en una misma encamada. De hecho pasaban muchas veces en que no llegaba con mi marido. Lo de hoy era inolvidable.
Cuando terminé de acabar, Fabio se retiró e hizo que me diera vuelta. Cuando estaba arrodillada sobre el sillón frente a el, me tomó de la cintura y levantándome me pegó a su cuerpo.
- Acomodala, me ordenó.
Mi mano buscó su verga y la apuntó al centro de mi sexo. Cuando Fabio sintió que estaba en posición me bajó un poco para ensartarme, mientras yo me aferraba a el con mis brazos y piernas como si fuera una planta trepadora.
Así, ensartada, Fabio caminó hasta apoyarme en la pared y allí comenzó nuevamente a bombearme con lujuria. Nuestras bocas se fundieron también.
No podía creer que tuviera tanta resistencia. Yo estaba allí en el aire, soportada únicamente por los riñones de mi macho,mientras sentía como me trabajaba y me perforaba.
Por fin, retrocedió hasta el sillón y se sentó en él sin dejar de clavarme, para luego caer hacia adelante arrastrándome con él quedando los dos acostados en la alfombra, el encima mío, y mis piernas hacia arriba bien abiertas para facilitar la penetración.
- Ya no puedo aguantar mucho mas, me dijo al oído.
- Dame todo, todo, todo, le supliqué, y sentí como se tensó y un chorro caliente golpeó el fondo de mi vagina, seguido de varios mas que me regaron por completo cada lugar de mi sexo, mientras Fabio se iba aflojando lentamente.
Quedamos allí, hasta que Fabio giró y quedó a mi lado.
- Tengo que irme, dije, me esperan en casa.
- El baño está allí, me indicó.
Fui al baño a asearme. Me senté en la taza y deje que colara el semen de Fabio. La cantidad que salió fue increíble. Nada que ver con mi marido, que echaba unos polvos raquíticos.
Cuando salí, Fabio seguía en la alfombra apoyado ahora en uno de sus codos mientras me miraba vestirme.
- Lo que no entiendo es que pasó con tu amiguito en la sala de masajes.
- Es amigo de mi hijo, y mi hijo es cómplice del padre en sus engaños. Lo voy a usar para darle una lección.
Fabio sonrió.
- Eres mala Vale.
- Fabio, sobre lo de hoy, quiero pedirte un favor.
- Ya sé, Vale, nadie se va a enterar, dijo condescendiente.
- Al contrario, quiero que se lo cuentes a todos. Necesito que llegue a los oídos de mi marido.
Fabio se rió a carcajadas.
- Y vas a tener mucho para contarle, porque estos encuentros van a repetirse seguido.
- Puede ser, mientras no me pidas exclusividad, le dije ya vestida.
- Para nada Vale, todo lo contrario. Si entusiasma verte enfiestada con varios hombres en honor de tu marido.
Lo mire con sorpresa. No había pasado por mi mente el sexo grupal, pero ¿ Porqué no? Si eran todos como Fabio sería muy interesante.
- Después lo charlamos, ahora me voy.
- La próxima vez que vengas, espero que guardes un rato para mí y pases a visitarme. Tengo unas cuantas cosas para enseñarte todavía, dijo con una mirada de lujuria indescriptible.
- La próxima vez, y ahora adios, dije saliendo y cerrando la puerta tras de mi.
Cuando llegué a casa estaba feliz. Me quedé un buen rato bajo la ducha mientras recordaba lo ocurrido y soñaba con lo que iba a ocurrir. La vida es bella....

3 comentarios - Coronando a mi familia (2da. parte)

kramalo
muy bueno...!! podrias poner una fotito del orto que debés gastarte...van puntos.