Asumiendo mi papel de cornudo I

Siempre tuve la fantasía de ver a mis parejas cogiendo con otros hombres, y también fantaseaba con ser poseído por un hombre.
Pasaron los años y distintas parejas, pero aquellas fantasías solo quedaban en mi cabeza ante la dificultad de compartirlas con mis novias de turno. Con mi actual esposa, con quien estamos juntos dese hace quince años, empecé de a poco relatándole mis fantasías, pero aunque se excitaba muchísimo escuchándolas mientras cogíamos, nunca quería hablar del tema fuera del momento sexual en sí.
Pasaron algunos años y mis fantasías se transformaron en un deseo muy fuerte. Conversaba por internet con hombres que me contaban como se cogerían a mi esposa, ya que les enviaba fotos de ella desnuda o en distintas poses sexuales, y muchos se excitaban por demás cuando les decía que también me gustaría que me cogieran a mí. Fui descubriendo el morbo que despierta a muchos hombres la posibilidad de poseer sexualmente a una mujer casada y también al marido (al que disfrutan llamando cornudo, o cornudo sumiso, en algunos casos).
Finalmente, luego de mucho conversar, le fui confesando a mi mujer que esas fantasías ya eran un deseo y realmente quería realizarlas.
Ella sentía una contradicción muy fuerte al respecto. Por un lado conversábamos por internet con hombres y nos mostrábamos por skayp teniendo sexo, situación que la ponía como loca, y por el otro se negaba a concretar un encuentro argumentando que no se veía con un tercero entre nosotros.
Hasta que en una ocasión, se sintió particularmente seducida por un hombre con el que nos conectábamos habitualmente por skayp, y se entusiasmó con la idea de conocerlo personalmente pero aclarando que no aseguraba que se animara a ir más allá de un encuentro en algún pub.
Antes de continuar describo cómo somos. Vivimos en la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Mi mujer se llama Mariana, 37 años, con una cola hermosa, tetas chicas con pezones grandes muy linda de cara, con ojos azules y expresión angelical. Pese a tener dos hijos pequeños se mantiene muy bien físicamente.
Yo soy Darío, de 40 años, 1, 80, con un buen cuerpo con el que me ha favorecido la naturaleza, y al cual fortalezco haciendo natación, por lo cual tengo muy buena espalda y buena cola. Una verga de 17 x 4,5 que se porta muy bien, y que deja más que satisfecha a mi mujer.
En cuanto al sexo en la pareja hacemos de todo y disfrutamos un montón. Muchas caricias y besos, masajes, sexo oral, y cada tanto sexo anal (en este caso ella también lo practica conmigo utilizando vibradores).
A diferencia de la mayoría de experiencias que he leído en esta página, en nuestra pareja yo soy mucho más activo sexualmente que mi mujer. Si por mí fuera tendríamos relaciones todos los días, en cambio mi mujer necesita más espacio entre polvo y polvo.
Esta aclaración es para destacar que la idea de incorporar a un tercero no responde a la necesidad de dejar satisfecha a mi mujer porque yo no pueda complacerla, sino más bien al morbo que me provoca imaginarla entregada a otro en mi presencia.
También aclaro que la fantasía de verla con otro es solamente en la intimidad de la pareja. No pretendo que mi esposa se la pase calentando machos por la calle o en el trabajo.
Volviendo al primer encuentro entre nuestra pareja y un hombre, finalmente quedamos para vernos en un pub de nuestra ciudad con Nicolás, de 48 años, una persona muy amable y paciente, además de caballero y ubicado.
Previamente dejamos a los niños con los abuelos donde se quedaría a dormir, por lo cual aseguramos tiempo libre por si prosperaba el encuentro.
Cuando llegamos al pub, Nicolás se encontraba en una mesa, así que llegamos, nos presentamos y nos sentamos con cierto nerviosismo. Mi mujer se aferraba a mi mano todo el tiempo y luego de un par de mojitos nos fuimos relajando y sintiéndonos muy cómodos con él. Era muy raro estar conociéndonos con alguien que ya sabía todas nuestras fantasías y que nos había visto cogiendo por webcam.
A medida que nos fuimos relajando, la conversación se centró de lleno en las fantasías sexuales, por lo que la excitación empezó a crecer rápidamente. En un momento Nicolás fue al baño y le pregunte a mi mujer cómo se sentía. Me dijo que se sentía rara, pero excitada.
La abracé y suspiró cómo liberando tensiones. La besé suavemente y acariciándole el lado interno del muslo le pregunté si quería continuar (estaba con una pollera de tela muy fina y una tanga abajo, que a esa altura estaba empapada), me dijo que si pero con la condición de parar todo si se sentía algo incómoda.
Enseguida llegó Nicolás, quien seguramente se retiró a propósito para dejarnos hablar en intimidad, y directamente nos propuso avanzar con el juego, a lo que le respondimos que deseábamos continuar.
Nos dirigimos, cada uno en su vehículo, a su departamento que quedaba a unos quince minutos en auto desde el lugar de encuentro. Al llegar, mi mujer y yo nos sentamos en un sillón muy cómodo en su amplio living, y Nicolás fue a servir unos vasos de whisky y a poner música suave.
Mientras tanto comencé a besar suavemente a mi mujer en la nuca y a masajearle los hombros. Ella suspiraba a raíz de la excitación mezclada con los nervios del momento. La senté en mis piernas, comencé a besarla más apasionadamente, y a acariciar nuevamente la cara interna del muslo, muy lentamente.
En ese momento levanté la vista y vi que Nicolás nos observaba disfrutando del momento. Le hice un gesto con la mirada invitándolo a acercarse. El se sentó al lado nuestro y también comenzó a acariciar a Mariana muy suavemente, primero el pelo y la cara, también los hombros, hasta que fue acercando su cara y la beso en los labios. Ella lo recibió con los ojos cerrados y efectuando un suspiro profundo que daba a entender que estaba disfrutando de la situación.
De a poco comenzó a besarla y acariciara más intensamente, atrayéndola hasta que quedó sentada sobre sus piernas abrazándolo y devolviéndole los besos con mucha pasión.
En ese momento mis sensaciones eran una verdadera revolución. La excitación que sentía era indescriptible, pero también sentía una mezcla de celos y asombro ante el abandono de la pasividad en mi mujer, luego de tanto tiempo fantaseando con algo que ahora se daba en lo real, así que di un gran sorbo de whisky que me sacó del estupor y me puse a observarlos muy excitado.
Las caricias de Nicolás se intensificaron. Le agarraba descaradamente el culo a mi mujer con una mano, y con la otra le sobaba las tetas sin ningún reparo frente a mis narices. Era extraño, porque me sentía muy excitado pero mi verga no reaccionaba, estaba flácida pero totalmente mojada.
Mi mujer suspiraba ante los besos y las caricias, y se animo a manosear su bulto sobre el pantalón que sugería una erección importante de nuestro amigo.
A partir de ahí todo se fue dando más rápido. Nicolás comenzó a desnudarla hasta dejarla en hilo dental y corpiño, mientras ella me miraba como buscando aprobación en lo que sucedía.
Yo me acerqué y luego de besarla nuevamente le dije al oído que disfrutara mucho, que yo lo estaba haciendo. Eso fue el detonante para que ella tomara la iniciativa y arrodillándose, desabrochó el pantalón de Nicolás, bajo su calzoncillo y sacó una verga parada y muy húmeda, muy similar en tamaño a la mía, aunque un poco más larga.
Lo masturbó un rato, observando maravillada la verga que tenía en sus manos, y luego de acariciarle los huevos, me miró sonriente, con una cara de pícara como diciendo: “¿así querías ver a tu mujer?”, y la empezó a lamer, saboreando todo el líquido pre seminal que empapaba la verga de Nicolás.
Ver eso me excito terriblemente, y mi verga reaccionó por completo, parecía que iba reventar el pantalón de lo dura que se me puso. Nicolás le acariciaba la cabeza a Mariana mientras ella, abriendo la boca, se metía hasta la campanilla esa barra de carne caliente, comenzando una mamada impresionante, poniéndole mucha pasión y haciendo gemir a su amante.
A esa altura yo ya me había sacado el pantalón y me masturbaba lentamente disfrutando del espectáculo, hasta que mi mujer se sacó la verga de la boca, se acercó y me dio un beso profundo y muy húmedo con gusto a verga, con toda la intensión de que sintiera en su boca el sabor de la pija que acababa de comerse.
Esto nos puso como moto a los tres, y Nicolás, acercándose a nosotros, nos hizo arrodillar y puso frente a nuestras narices su verga parada diciéndonos que quería vernos a los dos chupando y lamiendo su verga. Mi mujer agarró la pija de nuestro amigo y mirándome me dijo: “date el gusto, si te estás muriendo por chuparla”. Eso me calentó muchísimo y la empecé a lamer sintiendo todo sabor y el olor a pija. De más está aclarar que ¡me encanto! Inmediatamente me la metí entera en la boca intentando no rasparlo con los dientes, y comencé a mamar esa verga como si me fuera la vida en ello.
Un gemido de mi mujer me hizo levantar la vista para ver que, mientras yo me tragaba la verga de Nicolás, este aprovechaba para masturbar y besar apasionadamente a Mariana, y cada tanto, dejaban de besarse y me miraban los dos muy excitados, mientras él le decía cosas a oído que la hacían reír.
En un momento, Nicolás nos invitó a pasar a su Habitación donde volvió a abrazar y besar a mi mujer, acariciándole todo el cuerpo, para luego hacerla acostar boca arriba y comenzar a comerle su concha empapada. Mariana gemía muy a gusto agarrando la cabeza de Nicolás y yo me acomode como pude y seguí mamando la verga de nuestro amante.
De pronto escuché a mariana pidiéndole a Nicolás que la coja, cosa que no dejó de sorprenderme viendo que rápido tomaba la iniciativa mi mujer. Entonces Nicolás me miró y me dijo: “Darío, parame bien la verga porque me voy a coger a tu esposa”
Al escuchar eso mi calentura fue tal que casi acabo sin tocarme. Inmediatamente comencé a mamarlo como desquiciado, metiéndomela hasta atragantarme. Cuando la tuvo bien dura, yo mismo le coloqué un condón y, luego de que Nicolás se acomodara encima de mi mujer, guié su verga hasta la concha de Mariana.
Nicolás se la fue metiendo de a poco, lentamente, mientras ella gemía diciendo “mmmm, siiiiiiii, que lindo!!” Y el le decía “¿te gusta, la sentís?”
“Sii” decía Mariana, “¡¡me encanta tu verga!!”
De a poco fueron aumentando el ritmo, gozando de una cogida espectacular. Ella lo abrazaba, le acariciaba la espalda, la cola, y él la besaba constantemente mientras la penetraba hasta el fondo!
Yo miraba extasiado como se cogían a mi amada esposa en mi propia cara, y cómo ella, que hasta hacía muy poco tiempo decía que no se veía con un tercero entre nosotros, gozaba como una marrana sin cortarse ni un pelo.
El le decía, “¡te voy a coger como nunca te cogieron, vas a gozar cómo nunca!”
“Siiii, cógeme toda, dame toda esa verga hermosa que tenés!!” respondía mi esposa.
Estuvieron un rato más cogiendo en esa posición hasta que ella quiso montarlo (su posición preferida). Cuando se separaron para cambiar de posición yo le saqué el condón a Nicolás, y se la volví a chupar un rato más, luego le puse otro y se acomodó para que mi mujer lo montara.
Le devolví la gentileza a Mariana y le di un beso con gusto a la verga de Nicolás, y le pregunte si le gustaba coger con otro delante mío. A ella le gustó el jueguito y me dijo, “me encanta, Me gusta cómo me coge Nicolás ¿y a vos te gusta mirar cómo se cogen a tu mujercita? ¿cómo disfruto con la verga de otro?” Esto lo decía mientras cabalgaba a nuestro amante acariciándole los brazos y ella misma llevando las manos de el hasta sus tetas.
“Siii! Me encanta”, respondí muy excitado y sorprendido por la iniciativa de mi esposa en el juego. “me gusta ver cómo esa verga desaparece en tu concha, y me gusta que me cuentes cómo lo disfrutas”
Nicolás también intervino en la conversación, “¿así que te gusta que me coja a tu mujer? no sabés cómo la estoy disfrutando, qué bien que se mueve”, “esta hembra merece más de una verga” “Después de la cogida que le pegue hoy te va a vivir pidiendo que quiere probar nuevamente mi verga ¿no es así Mariana?”
“Siiiiii, dijo ella al borde del orgasmo ¡quiero que me cojas siempre, que me llenes de verga! ¡Cogeme bien que a mi marido le gusta! y diciendo esto acabó con el orgasmo más largo e intenso que yo había visto en ella.
Luego de reponerse, cambiaron de posición, mi mujer se puso en cuatro patas y el la penetró desde atrás. Antes de comenzar con el mete saca, Nicolás me dijo, “Darío ¿no traes algo fresco para beber de la heladera?”
Yo medio desconcertado accedí a su pedido por cortesía, ya que no estaba en mis planes dejar a mi mujer a solas con un macho cogiéndola como un toro en celo.
La cocina estaba en la planta baja, por lo cual debía bajar las escaleras y atravesar el living comedor hasta la heladera. Mientras buscaba una botella de champaña empecé a escuchar el golpeteo de su pelvis chocando contra el culo de mi mujer. Entre los gemidos de mi mujer y el golpeteo de la cogida, se escuchaba que Nicolás le hablaba, y ella como podía le respondía, aunque nos se distinguía qué decían desde donde yo estaba. Pero lo que es seguro es que la conversación excitaba a mucho a Mariana ya que comenzó a gritar de placer, cosa que jamás había hecho conmigo.
Eso me provocó un morbo terrible y me demoré a propósito en subir con las copas. Al llegar, la escena que vi correspondía con los sonidos que escuchaba desde abajo. Mi mujer estaba colorada, con la cara desencajada de placer y me miraba como queriendo disimular la calentura que tenia, Su mirada tenía un brillo que desprendía sensualidad y calentura.
De pronto Nicolás me hizo una seña para que me acercara, y me dijo al oído que deseaba encular a mi mujer, pero quería que yo se lo pidiera a ella en voz alta.
Nuevamente quedé desconcertado ante el pedido de nuestro amigo, pero ante la imposibilidad de negar que el jueguito me gustaba cada vez más, con un morbo increíble le dije a Mariana, “mi amor, quiero que le des la cola a Nicolás”
Ella me miraba excitada y asombrada, como no dando crédito al nivel de sumisión al que me prestaba con nuestro amante. Entonces, sumándose al juego y aumentando el morbo de la situación me dijo, “¿estás dispuesto a dejar que le rompan el culo a tu mujercita en tu propia cara?”
“Siii” respondí, “quiero verlo”.
“Bien, dijo ella poniendo el culo en popa ofreciéndoselo a Nicolás, “es todo tuyo”, pero hacelo con delicadeza. Ya que mi maridito lo disfruta, te ofrezco mi cola para que la goces”. Y mirándome con cara de zorra me dijo, “ vos mira bien cómo le rompo el culo a tu mujercita”.
“¿Viste?” dijo Nicolás a mi mujer, “te dije que no sólo lo aceptaría, sino que él lo pediría” Yo nuevamente quedaba desconcertado ante el lugar en el cual me ponía Nicolás, pero lo permitía, consciente de que disfrutaba un montón esas pequeñas humillaciones en aquel contexto. Esto me hizo pensar en qué otras cosas habrían hablado en complicidad sin mi presencia.
Previamente al encuentro, durante una conversación por internet entre Nicolás yo, el me dijo que le gustaba mucho el juego de humillar al marido tratándolo de cornudo sumiso. Yo le dije que no soportaría que me dijera cornudo delante de mi mujer, y que el juego de la sumisión lo toleraba, siempre y cuando no fuera degradante ni grosero, tanto con mi mujer como conmigo. Esto incluía la aclaración expresa de mi mujer de que no le gusta para nada que la trataran de puta, por más que así se comportara; directamente le causaba mucho rechazo que la llamaran así.
En síntesis, la idea del encuentro era que él se comportara cómo el amante de ambos con algún toque de sumisión en el juego.
Nicolás se movía muy bien en ese límite acordado ya que tenía mucha experiencia con parejas, e inclusive de a poco transgredía lo acordado, con tanta delicadeza, que ni mi mujer ni yo deseábamos pararlo. Nuestro amigo jugaba con nuestros límites como probando hasta donde éramos capaces de llegar, y yo disfrutaba con el vértigo que me provocaba ese juego del cual ya no sabía si podría controlar o parar, y por lo que veía, mi mujer también.
Volviendo al encuentro, mi mujer se acomodó con la cabeza sobre los brazos, en la almohada, y levantando el culo en popa, abriendo bien la piernas.
Nicolás contemplaba el culo de mi mujer mientras acariciaba lentamente sus nalgas. Sin prisa se fue acercando a su agujero, aspiro profundo por su nariz para disfrutar su aroma, y comenzó a lamerle ese sabroso agujero que yo tan bien conocía, y del que tantas veces había disfrutado de la misma manera. Pero ahora era otro hombre el que disfrutaba de esa parte tan intima de mi mujer, era otro el que estaba a punto de gozar ese culo que Mariana resguardaba cómo si fuera un tesoro, y que sólo en ocasiones muy especiales me permitía gozar. En el primer encuentro con Nicolás, mi amada esposa le entregaba todo lo que a mí me había permitido gozar de a poco y a lo largo de los años.
Ella no pudo evitar un fuerte suspiro cuando la lengua de Nicolás comenzó a hurgar en su apretado agujero. El intercalaba los lametones entre el palpitante culo y la mojada concha de mi mujer. Por momentos se separaba de ella y amasaba sus nalgas, separándolas bien, y mostrándome cómo tenía su culo a disposición.
Seguidamente me pidió que le alcanzara el lubricante, y que se la mamara un rato mientras él se dedicaba a dilatar el ojete de mi esposa.
Yo a esa altura respondía ciegamente a todo lo que me pedía, como si fuera el asistente del macho que le estaba por reventar el culo a mi mujer, ya que me sentía extasiado con ese juego. A esa altura su verga había perdido algo estabilidad, así que me dediqué a lamerla y chuparla bien hasta que de a poco fue recobrando firmeza, y sintiendo un profundo placer de asumir el papel de cornudo sumiso.
Cuando tuvo bien dilatado el ano de mi mujer me pidió que le pusiera otro condón y lentamente comenzó a penetrar su ano. Mi mujer siempre tuvo buena dilatación en su culo, por lo cual, una vez que entra la cabeza se la come toda hasta el fondo, tal cual lo hizo esta vez, como es habitual en ella, con la diferencia que cuando Nicolás noto como ella misma empujaba el culo hasta chocar con sus huevos, casi acaba por la calentura que esto le provocó.
“¡pero qué zorra tenemos acá!” Dijo Nicolás, totalmente fuera de si por la calentura, “ese culo está hecho para recibir verga, y se la voy a dar hasta que se harte”, mientras le metía y sacaba su verga lenta pero profundamente, aumentando el ritmo a medida que mi mujer se iba adaptando a la culeada!
“¡Que buen culo tiene tu esposa!” me decía Nicolás mientras aumentaba lentamente el ritmo de la culeada. “No sabes lo que estoy gozando dándole verga a tu mujercita por el culo”.
Los comentarios de Nicolás me llevaban a un nivel de excitación increíble, al nivel de que solo deseaba que continuara hablando de esa manera mientras se culeaba a Mariana.
Como pude me acomodé debajo de mi mujer, con la boca debajo de su concha chorreante de excitación. Así podía saborear su calentura y tenía un primer plano exclusivo de la verga de Nicolás taladrando el dilatado culo de mi amada esposa. Ella mientras tanto, gemía constantemente, masturbando y chupando mi verga cuando las embestidas de Nicolás se lo permitían, y estimulándose el clítoris con la mano libre.
Estuvimos en esa posición un buen rato hasta que Mariana empezó a gemir y gritar cada vez más fuerte, explotando nuevamente en un orgasmo que la dejó exhausta. Al instante, Nicolás nos avisó que iba a acabar, y nos pidió que nos arrodilláramos los dos para recibir su leche.
Inmediatamente obedecimos a su pedido, y mientras se masturbaba a centímetros de nuestras caras, empezó a acabar emanando gran cantidad de leche, empapándonos, e intercalando los chorros de semen entre nuestras bocas, y las tetas de mariana. Nosotros inmediatamente empezamos a besarnos apasionadamente y lamernos las caras mientras saboreábamos su leche, hasta que no quedó nada en nuestros rostros. Yo me agache hasta sus tetas y limpié lo que quedaba en ellas. Finalmente Nicolás me dijo, “¿querés limpiar la verga? Yo inmediatamente comencé a lamer y chupar esa pija ya medio flácida, limpiando hasta el último resto de leche, mientras él, con un morbo increíble me decía, “si, eso es, limpia bien con tu boca la verga que acaba de romperle el culo a tu mujer”.
Y mientras yo seguía limpiando y disfrutando de complacerlo, se fundieron en un beso apasionado hasta quedar exhaustos en la cama.
Fin de la primera parte……..


Este es el primer relato que publico, así que agradeceré los comentarios al respecto!

19 comentarios - Asumiendo mi papel de cornudo I

fortunaten
Tremendo!!!!!!!!. Puedo yo con tu señora
Blacknaked
Tengo la pija que me explota!!!! Felicitaciones!!!!
MartinZan +1
Que buen relato . No ser Nicolas lpm q suertudo
AlexScarla +1
Qué bueno que eres dándole tu mujer a otro que se la goce en tu presencia! Bravo por mamársela y parársela bien que la empotre!!
Cuando quieras me la mamas y me prestas a tu mujer, que te la dejo bien contenta.
Elpndjomacho +4
muy buen relato!!! recien te descubro tengo la pija a full!! muy bueno..te sigo a partir de ahora
pirilampo674 +1
la verdad, te felicito...a mi me pasa lo mismo.....no puedo creer la cantidad de maridos que pensamos igual...me encantaria contactarme...abrazo
128L_76 +1
Me re calento tu relato, muy bueno!
rikimad +1
LA VERDAD ES EXTENSO PERO ES MARAVILLOSO, LOS DETALLES DEL ACTO NO TIENEN DESPERDICIO SIGO CON LOS OTROS PORQUE ES UN DELEITE LEERLO
raulin54 +1
buenisimo y muy caliente ,a mi tambien me gustaria ver a mi mujer asi
qoqopelado +1
Me encanta como actuararon en la entrega de tu mujer a este hombre y como lo masturbaste con tu boca. Debe haber sido una gran satisfacción para vos, ver y escuchar a tu mujer y mamar esa hermosa verga ppr la cual te envidio infinitamente!!!
swingcuckold +1
Excelente. Me parece estar viviendo los momentos similares que vivo con mi mujer. Algunos los he contado aquí y seguiré haciéndolo. Felicitaciones