Natalia, la amiga morbosa de mi madre (Primera Parte)

Por fin me he decidido a contar la historia que me ocurrió cuando cumplí 19 años. El verano empezaba a calentar y yo, como era de esperar, me encontraba en plena efervescencia hormonal.


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Por fin me he decidido a contar la historia que me ocurrió cuando cumplí 19 años. El verano empezaba a calentar y yo, como era de esperar, me encontraba en plena efervescencia hormonal.

Lo primero de todo que quiero hacer es presentarme, mi nombre es Mikel, soy un chico normal que vive en Bilbao, alto, moreno y por qué no decirlo, resultón.

Siempre he sentido una fuerte atracción hacia las mujeres maduras, la verdad que no sé qué es lo que me llama de ellas, no me atrae una mujer madura con los cánones de belleza estereotipados americanos (mujeres bellas, rubias, con tetas siliconadas bien puestas…), no, lo que realmente me pone son las mujeres que vemos en el día a día, tu vecina de enfrente, la amiga de tu madre, una mujer normal y corriente; a los que les gusten este tipo de mujeres supongo que me entenderán.

La historia que quiero contar trata de ese tipo de mujer, una amiga de mi madre. Ella se llama Natalia, una mujer de Málaga que por motivos de trabajo se trasladó de joven a vivir a Bilbao. Natalia, como digo, es una mujer normal, por aquel entonces tenía 49 años, es bajita y un poco rellenita sin estar gorda, media melena rubia y ojos marrones, piernas bien torneadas, y aunque como digo es un poco bajita, tiene unas piernas esbeltas ya que siempre anda en tacones y con faldas por encima de las rodillas. Natalia es una mujer coqueta, que le gusta ir siempre bien arreglada, siempre de peluquería y ropa elegante.

Natalia enviudó de joven y ya recordaba yo de verla con más de un novio, con el que al final no llegaba a ninguna parte. Como digo, Natalia era una buena amiga de mi madre, salían juntas de compras, a tomar un café, al teatro etc…. Era normal verla por nuestra casa, ya que mi madre trabaja a jornada completa en una oficina y Natalia se prestaba voluntaria para preparar la comida y cuando volviese yo de estudiar no me faltase el plato encima de la mesa.

Los hechos ocurrieron un día de finales de Junio, yo hacía una semana que había terminado las clases y me dedicaba a vaguear con los amigos y a perder el tiempo viendo la tele. Un día, como digo, al volver a casa de la piscina me encontré con Natalia que venía a dejar la comida en la cocina, nos saludamos y me dijo que había preparado lentejas para comer, aunque con el calor que hacía le comente que no sé si me entrarían, a lo que ella me contestó que me las tenía que comer que tenían mucho hierro, a lo que seguido sugirió con voz sinuosa que no me hacía falta, que se notaba que tenía mucho hierro.

Ese comentario me dejo un poco helado, ¿a qué se refería?, ¿Qué quería decir con ese tonito?, como he dicho antes, siempre me han gustado las mujeres maduras, pero la verdad, nunca había mirado a Natalia con ojos de deseo, hasta ese día.

Durante la noche no hice otra cosa que pensar en el comentario que había dicho Natalia, y como no puede ser de otra manera deje volar mi imaginación, hasta que de repente descubrí que me había empalmado pensando en lo buena que estaba Natalia y cómo no me había dado cuenta antes, y sin saber cómo, acabé haciéndome una paja y acabando en una espléndida corrida.

A partir de ese momento decidí que quería montármelo con esa mujer, la veía con otros ojos y empecé a estudiar sus movimientos cuando estaba en mi casa, Natalia se dejaba querer, esa es la verdad. Cuando estaba en mi casa y sobre todo cuando no estaba mi ama, Natalia venia más arreglada que nunca, y se mostraba más cariñosa de lo normal.

Un día al llegar a casa estaba Natalia calentándome la comida y al sentarme en la mesa esperando a que me sirviera se le cayó un poco de sopa en mis pantalones cortos, como es de suponer, puse el grito en el cielo por la quemada que tenía en la entrepierna. Natalia, apurada como estaba, no hizo más que disculparse e intentar limpiar y aliviar el desaguisado, sin reparar que lo que estaba haciendo realmente era restregar el trapo de cocina en mi bragueta. Al ver lo que estaba pasando, los dos estallamos en una amplia carcajada dejando paso a un momento que no olvidaré en mi vida, nos miramos los dos a los ojos y durante un breve espacio de tiempo salto una txispa de deseo entre los dos. Para relajar la situación del momento sin dejar de aprovechar mi oportunidad le dije:

- Natalia, por poco me dejas sin futuro, jejeje…

- Huy!, ya puedes perdonar cariño, ha sido sin querer.

- Bueno, no ha sido para tanto, no está muerta, con el frote del trapo no veas como me has puesto. Jajaja...

- Pero bueno, ¿serás descarado?, jajaja.., ¡madre mía que calor!, ¿no?

Se notaba que no sabía que decir ni dónde meterse, pero fui yo el sorprendido cuando dijo;

- No creas que no me he dado cuenta cómo te has puesto, he notado tu erección, se nota que estas bien dotado.

En ese momento fui yo quien no sabía dónde meterse, pero consciente de que no podía dejar pasar mi oportunidad continué con la conversación:

- Natalia, ¿Qué estas insinuando?

- ¿Tú qué crees chiquillo?

He de reconocer que me encanta su acento andaluz…

- Con lo listo que sois los jóvenes de hoy en día para unas cosas y lo parados que sois para otras.

Acto seguido, se volvió a acercar donde yo me encontraba, sentado en la silla de la cocina y acercó su cara, abrió su boca y me beso como nunca me había besado ninguna chica con las que había estado, supongo que será la experiencia de la mujer madura, no lo sé. Natalia, al comprobar que yo no reaccionaba no cejó en su empeño, agarró una de mis manos y se la acercó a uno de sus grandes pechos. Yo que en ese momento pareció que me venía de golpe toda la excitación que tenía acumulada reaccioné como un resorte, agarré a Natalia y de un tirón fuerte hice que se sentara a horcajadas en mis piernas sin dejar de morrearnos, pasión desmedida, me comía la boca como si se acabara el mundo, me mordía la lengua, yo aproveche como pude para desabrocharle, sino arrancarle de cuajo la blusa que llevaba y comencé a besar y chupar sus enormes tetazas.

- Uhmmm!!, que rico, cariño, chúpalas que son todas para ti.- Me decía entre jadeos, se notaba que le gustaba que le magreasen las tetas-

Natalia no dejaba de retorcerse y restregarse en mi entrepierna, a estas alturas tenía la falda por encima de las caderas, y con solo las bragas conseguía sentir mi polla en su coño.

- ¿Te gusta cariño?, ¿te gusta cómo me muevo?

Apenas podía contestar, tenía mi boca ocupada comiéndole las tetas;

- ¡Sí!, me gusta, ¡me gusta mucho!

- ¿Quieres más?, ¿quieres que te la chupe?

No daba crédito, me la iba a chupar Natalia, la amiga íntima de mi madre me iba a hacer una mamada.

Seguidamente, serena y tranquila como si fuera un plan que tenía perfectamente estudiado se levantó y de una manera sexy se colocó delante de mí, y con las tetas al aire como las tenía metió sus manos dentro de mi pantalón y con total naturalidad dejo salir mi polla dura como un hierro, note que se mordía el labio inferior mientras miraba la amplitud de mi erección.

- ¡Ozú, mi alma, vaya secreto que tienes aquí escondido! – Decía mientras observaba mi polla.-

La verdad, creo que exageró un poco, no es que sea nada del otro mundo, 20cm más o menos, lo que me hizo pensar que quizás no hubiera estado con tantos hombres como yo me había imaginado, sea como fuere, me gustó.

- ¿Qué vas a hacer con ella? – le decía yo con el corazón a mil por hora.-

- Tú déjame a mí, sabré hacerte pasar un buen rato, lo único, como comprenderás, esto tiene que ser un secreto entre nosotros dos, nadie puede enterarse jamás y mucho menos tu madre.

La duda ofende, pensé yo para mí, ¿cómo iba a decirle nada a nadie?, y mucho menos a mi madre.

- Claro que si – conteste yo entre jadeos.-

Natalia, con mirada picarona se arrodilló delante de mí y sin mediar palabra me besó el glande y despacio, con suavidad, se fue tragando poco a poco mi polla, se introducía todo el grueso de mi polla lentamente, al llegar al final comenzó a subir lentamente y apretando con la comisura de sus labios volvía a subir muy despacio succionando todo lo que podía, notaba como pasaba su lengua por mi glande y luego volvía a introducirse toda la polla en la boca. Yo pensaba que poco iba a durar si seguía con esos lametones, pasaba y se recreaba en mi frenillo haciéndome perder totalmente la concentración, tanto era así que no tardé ni dos minutos en correrme;

- Natalia, ¿me voy a correrrrr…, diosss…, para, para por favor!

- ¡Córrete!, - me decía ella con una sonrisa, sin sacarse mi polla de la boca-

No me lo podía creer, estaba a punto de correrme en la boca de Natalia, la amiga de mi madre, y ella, como buena mamadora experta lo sabía, y no dejo que me zafara de mi posición, y preso como estaba, explote descargando una cantidad inmensa de esperma dentro de su boca, Natalia al principio trató de contener toda la lefa en el interior de su boca, pero tal era la cantidad que al final tuvo que abrirla y dejar escapar parte del semen por su boca y sus enormes tetas. Para mi sorpresa y felicidad, tragó toda la leche que pudo y sin parar de chupar y lamer mi polla la dejo limpia y reluciente mientras yo no dejaba de tener espasmos y retorcerme en la silla.

- ¡Que pasada Natalia!, siento haberme corrido tan pronto, no sé lo que me ha pasado, no creas que suelo tardar tan poco… -decía yo como para excusarme por mi pronta eyaculación-

- No pasa nada cariño, es normal, eres muy joven.

- Si me das unos minutos volvemos a repetirlo, y follamos, y hacemos lo que quieras… – decía yo apresuradamente-

- Tranquilo, tenemos mucho tiempo, además, tu madre está al caer y no es plan de que nos pille aquí en plena faena, como ya hemos quedado, esto debe de ser nuestro secreto.

- Ya, pero no quiero parar, ¡mira como estoy otra vez, déjame metértela, veras como aguanto ahora!

Ahora que lo pienso, ella debió notar mi inexperiencia, la verdad no sé qué pensaría, pero yo estaba muy salido.

- ¡No seas impaciente!, ya te he dicho que tu ama está a punto de llegar y no quiero que nunca sepa nada.

- Como quieras, pero espero que me des otra oportunidad.

No dijo nada, se levantó y me dio un casto besito en los labios, como el de una madre a un niño cuando se ha caído y le da un beso para curarle la herida. Yo, sentado todavía y con la polla como un mástil de barco observaba como se limpiaba las tetas de la lefa que le había caído y enjuagaba la boca en el grifo de la fregadera, ¡Madre mía!, que buena estaba, y me la había chupado a mí, no me lo podía creer.

- ¡Vístete! – me dijo con su pícara sonrisa mientras se volvía a meter las tetas en el sujetador y se abrochaba de nuevo la blusa.

En ese momento llegaba a casa mi madre, se sorprendió al ver todavía a Natalia en casa, pero esta supo salir del atolladero como una autentica profesional de la mentira.

- Maricarmen, te estaba esperando para hablar de lo del fin de semana en San Sebastian, ¿no te acuerdas?...

Y allí las deje, hablando de sus cosas, empalmado todavía como estaba me marche a mi cuarto pensando en lo que había sucedido, aliviado de no haber hecho nada más porque seguro que mi ama nos hubiese pillado, años después Natalia me reconoció que lo tenía todo planeado para que mi ama no nos pillara, pero eso es otra historia que contaré más adelante. Cómo me convertí en el amante de esta señora que me hizo cambiar totalmente la visión del sexo que hasta entonces tenía y, explorar mundos en los que jamás hubiera imaginado estar.

1 comentario - Natalia, la amiga morbosa de mi madre (Primera Parte)

horaclio
muuy entretenido el relato