Mi primera vez con una mujer

-Y como buena anfitriona, aquí está la comida –reí apoyando la bandeja sobre la cama. Tostadas saladas con fetas de jamón cocido y algunos manís saborizados eran los tentempiés con los que había decidido agasajarla.

-Guau, gracias! –sonrió llevándose el aperitivo a la boca mientras todo su cuerpo yacía recostado contra la pared, de manera perpendicular a mi cama.

Me temblaba absolutamente todo de los nervios, hasta las botas. Desde siempre me había sabido bisexual pero mis contactos con mujeres se habían limitado a besos robados en una noche de boliche. Esta era la primera vez que descaradamente había invitado a una chica con toda la intención de… seducirla? Ay por dios… tan cursi y anticuado, y aun así, era el término que mejor se ajustaba a lo que intentaba hacer.

Y ella parecía tan… pequeña. Delgada, de cabello lacio color chocolate, anteojos… se me asemejaba al estereotipo de ratón de biblioteca. En algún otro contexto no hubiera intentado nada con ella; no porque no me atrajera –esos labios, por dios, esos labios -, sino porque la hubiera tildado quizás de demasiado pudorosa… pero la mirada que me había dado el día que nos conocimos al sacarme una foto no había tenido nada de pudorosa.
Nunca me había sentido deseada por una mujer, probablemente por eso es que había resuelto intentarlo con ella. De no ser mutuo, bueno… al menos tendría una nueva amiga.

Con la bandeja entre nuestros cuerpos, empezamos a hablar de todo y de nada: familia, series favoritas, anécdotas. La finalidad supuestamente era mirar una película muy buena que había conseguido en DVD –la tenía, lista para usarla como salvavidas- pero quería hablar con ella, quería tantear el terreno. El mantra que se repetía en mi cabeza era ‘al menos consigue un beso, al menos consigue un beso’. Era mi meta. Así que con ese pequeño pájaro carpintero picoteando mi psiquis cual propaganda de tostaditas, aparté la bandeja ya medio vacía y recosté la cabeza en su hombro.

-Sos muy cómoda… podría dormirme acá… -susurré acurrucándome lo más posible cerca de su cara, sintiendo su respiración muy muy cerca.

-Siempre que no te moleste que juegue con tus rulos –sonrió enredando uno de ellos entre sus dedos.

-Mmm… para nada – retruqué feliz de sentir sus manos cerca de mí.

-¿No te molestan los anteojos…? –preguntó ella y yo sentí el calor de su aliento aún más cerca.

-Tenés razón –concedí quitándomelos y volviéndome a acomodar. Al instante ronroneé al sentir sus dedos largos y finos acariciando suavemente la curva de mi mandíbula. De a poco, como si dispusiera de todo el tiempo del mundo, despejaba mi cara de los mechones de cabello, rozaba mis mejillas, mi cuello, mis labios...

Mis ojos estaban tercamente cerrados. El corazón me latía muy fuerte ante la expectativa. ‘Al menos consigue un beso, al menos consigue un beso’.

Y justo cuando preparaba el impulso para levantar el rostro, ella lo bajó y devoró mis labios.

Dios, sí. Gracias.

Con un suspiro, me rendí a los besos de esos labios carnosos y suaves; a las mordidas que ejercían dominio sobre mi labio inferior; a la pericia de esa lengua que llenaba mi boca. Me rendí a las manos para nada tímidas que me empujaron contra el colchón, que acariciaban mi cintura, que levantaban mi remera, que acunaban mi cara.

-Qué hermosa sos… -la escuché susurrar al tiempo que se sentaba sobre mí, se sacaba los anteojos de montura gris y dejaba caer su cabello como una cortina sobre mi rostro. Estábamos frente a frente, y mi pecho subía y bajaba, agitado ante el deseo que quemaba con saña dentro de mí –que linda boquita… - alabó bajando nuevamente su cuerpo para volver a besarme.

-Amo tus labios desde que los vi –reconocí justo antes de que su lengua volviera a invadir mi boca.

La apreté con fuerza contra mi cuerpo, intentando sentir sus pechos pequeños contra los míos más grandes, queriendo acabar con cada pequeña partícula de aire que hubiera entre nosotras.
Sentí una de sus manos tironeando de mi cabello, haciendo que expusiera mi cuello. Cuando me tuvo donde quería, sus labios bajaron por mis mejillas dejando un rastro leve de saliva por mi mandíbula. Me rasguñaba suavemente con sus dientes y después mordisqueaba los lóbulos de mis orejas.

A esto se referían, pensaba en un segundo plano, cuando decían que sólo una mujer sabe cómo tocar a otra mujer.

Su otra mano subía y bajaba por mis costillas, por mi estómago, levantándome la remera y empujando el corpiño negro hasta que sentí a mis tetas ceder, liberadas y erguidas, esperando…

Levanté mis manos y cubrí mi cara, avergonzada. El mostrar mis pechos frente a otra persona siempre me causaba esa sensación irrefrenable de pudor.

Antes de darme cuenta, sentí sus labios apretando mis pezones, chupándolos, mordiéndolos, logrando que la timidez volara por la ventana como si nunca hubiera estado allí.

-Mmm… si… -jadeé arqueando la espalda al sentirla tironear suavemente de esa pequeña porción de piel. La quería sentir por todos lados, pero ella estaba aún demasiado vestida, así que moví mis manos desde su cabello –donde la tenía bien sujeta para que no dejara de chupar mis pezones –hasta su espalda y empecé a levantarle el sweater.

En lugar de sacarse algo de ropa, prefirió acomodarse a mi lado, bajarme la calza negra hasta las rodillas –donde quedó atascada por las botas - y hacer un recorrido total sobre mi torso. De mi cuello a mi pubis, ida y vuelta, apretando mis tetas en el camino, regando por mi estómago la humedad que ya se había formado entre mis piernas. Era casi como si estuviera adorando mi piel, la curva de mis caderas, el declive de mi vientre. Estaba jugando conmigo, tentándome con cada bajada que hacían esos dedos, cada vez más adentro… más adentro.

Tomé su rostro entre mis manos y volví a besarla, hambrienta de sus mordidas, de su lengua, de su saliva, de lo esponjoso de sus labios, de lo suaves que eran. Aprovechando nuestra cercanía, se recostó sobre mí, metió una de sus piernas entre las mías y empezó a empujar.

Oscilamos juntas, sintiendo como centellas bajando por mi espalda ante el roce de sus jeans contra la húmeda piel de mi concha. Me mordí los labios ya desesperada, resultándome casi imposible mantener el ritmo. Disfrutando los gemidos de ella que iban a parar directamente a mis oídos. Gemidos que yo causaba al estirar las manos y tocarla, al doblar la rodilla y rozarla contra su entrepierna.

Concentrada en absorber todas aquellas sensaciones y no aullar de placer en el intento, no la sentí bajar hasta que tuve su lengua entre mis piernas. Mi respiración se agitó aún más y empecé a jadear, perdida toda intención de no hacer ruido. El sentirla chupar mi clítoris, lamerlo, rasparlo, mientras clavaba sus dedos en mi vagina era demasiado. Apartaba mis labios y chupaba fuertemente, metía la lengua, la sacaba, la volvía a meter, la giraba; me penetraba con los dedos, los curvaba dentro de mí y tiraba.

-Dios… sí… -me escuché gemir rasposamente, como si tuviera burbujas subiendo por mi garganta.

Chupaba con tanta fuerza que podía escuchar como un ruido de succión y mi flujo se derramó por mis muslos, como si hubiera rebalsado un cántaro dentro de mí.

Un dedo, dos dedos, tres dedos. Me estaba volviendo loca.

-Por favor… por favor… -supliqué moviendo mi cabeza de un lado a otro.

Y cuando creí que iba a morir, que nada más podría superar las sensaciones que estaba experimentando; sin dejar de comerme, serpenteó una de sus manos por mi torso hasta mi cuello y apretó. Eso me envió fuera de este mundo. Esa mano de dedos largos y delgados, dominándome, me obligó a firmar mi rendición.

Saboreando el primer orgasmo de la noche, sintiendo mis muslos temblar, quedé anonada ante el cambio que se había realizado en ella en menos de dos segundos. De ratoncita tímida, con rostro angelical y modales pudorosos, había pasado a chuparme la concha como nadie jamás había lo hecho –excepto quizás cierta persona muy habilidosa con el hielo-, amasado mis tetas sin piedad y apretado mi cuello contra la cama, como marcando su poder sobre mí.

Siempre había sabido que era bisexual y si era sincera conmigo misma, admitiría también que de darme a elegir entre sumisa y dominante, me definiría como sumisa… pero de gustarme a excitarme de esa manera, de parecerme interesante a llegar al orgasmo con un simple apretón/amenaza/dominio era otra cosa…

-No podés ser tan genial… -exclamé con una mueca de idiota surcándome la cara de oreja a oreja. Mi primera vez con una mujer estaba superando cada una de mis expectativas por mucho.

Ella sólo sonrió como lo haría un criminal y acarició su nariz contra la mía, sin dejar de rozarme el estómago, los pechos, de golpetear mis pezones suavemente con sus dedos.

Quería devolverle el favor, así que me senté y empecé a tirar de su ropa. Logré sacarle el sweater, levantarle la remera e incluso a lamerle el estómago, pero en cuanto fui por sus pantalones, me detuvo.

-No… hoy es todo para vos. Yo no puedo.

Maldita naturaleza de mierda, pensé para mis adentros entendiendo perfectamente de lo que estaba hablando… y la verdad es que fue el último pensamiento coherente que tuve durante un largo rato, lo que tardó en ella en hacerme acabar otra vez. Y otra vez. Definitivamente, hoy era todo para mí.

-o-o-o-o-o-o-

Tratando de calmar los latidos de mi corazón, la mantuve abrazada contra mi pecho, besando su frente, acariciando su rostro. Tal y como ella había estado haciendo segundos antes.

Teníamos una particular obsesión con los labios de la otra. Habíamos delineado la suave carne de cada una, metido un dedo juguetón y obligado a la otra a chuparlo. Era el acto más sensual del mundo.

-Es la primera vez que me dicen que soy hermosa… cara a cara. – reconocí sin pretenderlo.

-¿Ah…? ¿Y eso por qué? –inquirió ella jugando aún con mi pezón, antes de volver a morderme los labios.

Sinceramente, no había una respuesta para ello, y si la había, yo la desconocía por completo, así que sólo me encogí de hombros y me dediqué por largo rato a devolverle cada uno de los besos y mordidas que ella me había obsequiado.

Terminamos la velada viendo la película, tomando vino blanco y besándonos… una y otra y otra vez.

14 comentarios - Mi primera vez con una mujer

aj15
Buenísimo, me encantó tu relato, muy caliente y muy tierno a la vez. Ojalá nos sigas contando todos los encuentros que están por venir.
jijijiji
Más por favor. excelente
quitokiki
Buenísimo 👏 👏 👏
Mi primera vez con una mujer
PICHONSKYWALKER
MUY BUEN RELATO!!! MUCHAS GRACIAS POR COMPARTIRLO! ESPERO LA CONTINUACIÓN...._
luly-ladylove
Que primera experiencia!!! Muy excitante la forma en la que lo relataste. 👏
Dejo besos y puntos 😘
Plantas_y_Flores +1
Muchas gracias!!
lalo_luthier
me encantó!!! aparte de excitante muuuy sensual
ferchus2008
sos una diosa como nos calentaste con mi mujer para un trio mhm,divino tu relato
mdqpablo
quedamos super quenchis , que buen relato , esperamos ver cómo sigue esto , gracias por compartir van pts
felizcorneadora +1
Excelente me encanto y te felicito por haber tomado esa hermosa decisión de vivir a pleno la bisexualidad, tan hermosa y placentera, besos Karina
Plantas_y_Flores
Muchas gracias!! 🙂 La verdad es que me tiré a todo o nada y me salió bien.
Hay que intentarlo más seguido jaja
pepelagarch
muy bien hecho ! pero no te olvides de nosotros los hombres por favor ! 🤤 🙎‍♂️ 😉
Plantas_y_Flores
jajaja, claro que no. Ya tengo cita con mi socio para esta semana que viene 😉