Cuando se fue la luz-Final

Ahora estaba en un problema. Si no era ninguno de mis alumnos, entonces, ¿ Quién era?
Volví a recordar toda la historia. El comienzo, en la biblioteca. Lo que siguió en el baño de la sala de profesores. Las noches en mi casa. Y en cada uno de los actos, ellos tenían una coartada que los cubría de cualquier sospecha.
Fuera quien fuese el aprovechado, no podía ser mas inteligente que yo. Y además, seguro que no estaba guardando el secreto. Uno no se tira a una profesora y luego no lo comenta con sus amigos. Seguramente la mitad de la escuela sabía ya que me estaban cogiendo. Si no eran Damián y Osvaldo, seguramente sabían quien era. Creí llegada la hora de enfrentarlos.
Esa tarde, llamé a los dos a la sala de profesores, cuando estaba vacía, ya sobre el final de la hora de clases. Hice pasar a Osvaldo, dejando a Damián esperando afuera.
- ¿ Para qué me citó? Preguntó el desfachatado con su mejor cara de inocencia.
- No me digas que no sabes nada, dije poniéndome seria.
Se sonrió.
- Si no me dice de que, no puedo ayudarla, me desafió.
- Tu sabes que eres responsable, repetí mostrándome enojada.
Mi gesto comenzó a hacerlo titubear.
- Pero profe Mónica, no se ponga así.
- ¿ Te parece que no tengo motivos? Dije quemándolo con la mirada.
- Lo que pasa que sigo sin comprender de que me está acusando, dijo tímidamente, ya al borde de quebrarse.
- Te aprovechaste de mí cobardemente, dije jugando a fondo mis cartas.
- No puede culparme de eso, dijo, pero sin mostrarse sorprendido.
- Quiero el nombre del autor, dije con una voz cortante.
Silencio.
- Esta noche, a las 9, espero al responsable en mi departamento. Si no viene, mañana te acusaré con el director. Y ahora puedes marcharte. Sal por la otra puerta, le señalé, para evitar que se cruzara co Damián.
Me miró como decidiendo si mi amenaza era creíble, y salió por la puerta.
De inmediato hice pasar a Damián.
Frente al mismo planteo, se mostró mucho mas seguro, y por momentos dudé que tuviera alguna información, pero con la misma amenaza, le indiqué que quería al autor en mi casa a las 9 de la noche. Luego lo dejé ir.
Analicé lo ocurrido y quedé conforme. Con el apriete, seguramente alguno de los dos encontraría al responsable y lo denunciaría. Tal vez hasta lo traerían a mi departamento. Seguro que ninguno de los dos quería quedar libre en el colegio.
Me fui a mi casa y cené temprano. Luego me puse a corregir trabajos esperando la hora.
Cuando se hicieron las 9 nada pasó. Ya comenzaba a dudar de que vinieran cuando sonó el timbre. Y allí estaban. Osvaldo y Damián juntos y solos. No habían traído a nadie, pero seguramente me iban a dar información.
Los hice pasar.
- Adelante jovenes, dije severa.
- Permiso profesora, dijeron casi a dúo.
- Tomen asiento
- Gracias, dijo Osvaldo. Damián se mantuvo en silencio.
- Bueno, espero que traigan la información que les pedí.
Los dos se miraron, y ante un gesto de Osvaldo, Damián tomó la voz cantante.
- Profesora, solo podemos contarle lo que vimos y oímos. Espero que sea suficiente para que Ud. saque sus propias conclusiones. Nosotros no podemos acusar a nadie.
- Eso lo veremos. Ahora hablen.
Damián respiró profundo.
- Vea profesora, la verdad que desde hace tiempo Ud. ha despertado el deseo de nuestro curso. No hay uno solo de nosotros que no sueñe con Ud. Y por favor no se ofenda. Tiene que comprender que es un elogio, ya que si bien es mayor que nosotros, no por eso nos excita menos que las jovenes de nuestra edad. Por el contrario. Soñamos con su experiencia, y siempre comentamos cuando la vemos pasar.
Me moví en el asiento incómoda. Lo que decía era cierto. Yo me daba cuenta de las miradas lujuriosas de mis alumnos, y como me desnudaban con la mirada cuando pasaba. Pero nunca les había dado motivos para que pensaran que era una puta con experiencia. Sin embargo, preferí guardarme mi opinión. Además no dejaba de ser agradable que estos mocosos llenos de hormonas se masturbaran soñando conmigo...
- Sigue, y no te preocupes que no me ofendo.
- Ese día en la biblioteca, cuando se cortó la luz, rápidamente apostamos a ver quien conseguía acariciarla, sabiendo que Ud. nada iba a poder decir por la presencia de todos los alumnos. Luego de un rato, cuando Ud. salió para terminar con el magreo a que la habían sometido, quien la había estado tocando, comentó que estaba mojada y que la iba a seguir, cosa que hizo. Después me contó con pelos y señales todo lo ocurrido, y la verdad que quedé muy caliente.
- El mismo compañero, tomó de su bolso las llaves de su casa, diciendo que podría visitarla cuando le dieran ganas de repetir. Cuando Ud. volvió todos estábamos flipando. Por suerte la luz volvió y todo se normalizó.
Al recordar la secuencia, debo reconocer que me mojé toda. Pero me mantuve firme y seria sin dejar traslucir nada.
Damián calló, y ahora fue Osvaldo quien tomó la palabra.
- A mi me contaron la primera visita a su casa. Como el perpetrador apagó la luz y al verla dormida comenzó a acariciarla hasta conseguir que acabara, para luego, una vez despierta penetrarla.
Ya mi sexo estaba muy mojado. Crucé mis piernas fuertemente para controlarme, pero estaba segura que los colores en mi rostro, indicaban claramente lo que estaba pasando entre mis piernas. Los jovenes, sin embargo nada dijeron.
- La segunda vez, me la contaron a mí, terció Damián, en esta oportunidad, se que entró antes que Ud. llegara, descubrió la linterna que tenía bajo la almohada, la inutilizó y se ocultó esperando que se durmiera, para luego volver a poseerla.
- Profesora, no se enoje, pero en todos los casos ha resultado que Ud. ha gozado mucho, y si bien al principio se opuso, luego parece que no fue tan así, dijo Osvaldo con inocencia.
- ¿ Pero tu crees que puedo disfrutar que me violen? Dije enojada, lo que ocurre es que no podía oponerme porque no sabía ni siquiera cuando eran y si estaban armados, completé.
Ambos jovenes se miraron sin esbozar ningún gesto, y quedaron en silencio.
- ¿ Qué piensa hacer con el responsable? Preguntó Damián, luego de un rato.
- Lo voy a exponer ante las autoridades de la escuela, por supuesto. No creo que de para una denuncia penal, porque no tendré pruebas, pero al menos conseguiré que lo echen de la escuela, dije como si pensara en voz alta.
- Perdón profe, ¿ Tendrá algo para tomar? Tengo la garganta seca, dijo Osvaldo.
- Si, disculpen. Es que con esta historia, ya hasta me olvidé de atender debidamente a las visitas. Ahora les traigo un jugo, dije levantándome y dirigiéndome a la cocina.
Ya los tenía donde yo quería. Era solo cuestión de tiempo para que les sacara el nombre del abusador. Y era evidente que lo conocían dada la exactitud de los relatos que habían oído.
Saqué las bebidas del refrigerador, las dejé sobre la mesada, y me dirigí a la alacena a buscar unas copas.
Cuando iba hacia ese lugar, se fue la luz completamente, quedando todo a oscuras. Me quedé quieta tratando de ubicarme en el lugar, cuando unas manos acariciaron mi cuello y descendieron por mi espalda. El estaba allí. Traté de llamar a mis alumnos pero una mano tapó mi boca, mientras un cuerpo se apoyaba a mi espalda.
- Se ha cortado la luz, Profe, escuché que decía Osvaldo desde la sala. Nos quedaremos quietos hasta que regrese así no corremos el riesgo de chocarnos, no se preocupe, dijo para tranquilizarme. No sabían que yo no estaba sola.
- Shhhh, me dijo un susurro en el oído, si gritas será peor, me dijo mientras su otra mano entraba por mi escote y se apoderaba de mis tetas. Despacio, apoyado en mi cuerpo me llevó hasta la mesa, donde me recostó hacia adelante, sin dejar de hacerme sentir su dureza entre mis nalgas. Levantó mi pollera por encima de mi cintura y su mano comenzó a recorrer mi ano y mi sexo. El muy cabrón sabía como calentarme, y para colmo después de los recuerdos de lo ocurrido que había tenido con mis alumnos estaba mas que sensibilizada. Comencé a gemir quedamente y separé mis piernas. Me abandoné una vez mas a mi abusador. Tanta virilidad, juventud y fortaleza, era lo que necesitaba todos los días, aunque me negara a reconocerlo. Su mano corrió mi bombacha y ahora su piel rozaba la mía directamente. Arrancó mi camisa de un tirón haciendo que los botones volaran por toda la cocina, y luego fue el turno de mi corpiño, el cual desabrochó hábilmente con una mano. Bajó el cierre de mi pollera, la cual lentamente cayó al suelo, y allí quede yo, prácticamente desnuda. Si bien tenía mi bombacha, al haberla corrido era lo mismo que no tener nada.

Tuve miedo. Me estaba excitando con mi desconocido y a unos metros, dos alumnos míos podían oir lo que estaba pasando y todo el mundo se podía enterar. Traté de hacer silencio y dejé de ofrecer resistencia alguna.
Mi pareja circunstancial notó mi entrega. El ruido de una cremallera abriéndose me indicó lo que iba a pasar. Y pasó. De pronto una verga dura y caliente me llenó por completo.
- ¿ Querías conocerme, puta? Me decía un susurro en mi oído, mientras comenzaba a bombearme lentamente, suavemente, sensualmente.
- ¿ En verdad me vas a denunciar? Me preguntó mientras seguía con su posesión.
- No. Necesito saber quien eres. Solo eso, por favor, sigue, sigue, supliqué.
Una luz en la sala, me indicó que mis alumnos habían encendido el celular para ver, y con espanto vi que la luz se acercaba a la cocina. Traté de separarme de mi atacante, pero la manera en que me tenía ensartada sobre la mesa, hacía imposible cualquier huída. Mis alumnos iba a entrar y me iban a ver allí, sobre la mesa, salvajemente poseída y gozando como una perra.
Y de pronto, la luz entró a la cocina y alumbró la mesa. Me encandiló por un momento, para apagarse de inmediato. La mano soltó mi boca
- No es lo que piensas, atiné a decir a quien había observado lo que pasaba.
Una mano tomó mi cabello y me obligó a tirar la cabeza hacia atrás, y de pronto, una verga dura y caliente se introdujo en mi boca. Quedé petrificada. ¿ Qué estaba pasando? ¿ Qué era esto?
Lentamente esa vara fue tomando ritmo hasta poseer mi boca como si fuera mi sexo, entrando y saliendo con un buen ritmo.
Perdí la noción de lo que ocurría. Era incapaz de razonar. Me levantaron sin dejar de ensartarme por ambos lados y lentamente, en volandas, me llevaron a mi habitación, arrojándome sobre la cama.
Quedé allí perdida. Cuando la luz de mi mesa de noche se encendió. Todo quedó claro.
Allí estaban Osvaldo y Damián, desnudos, mostrando unas erecciones intimidantes y sonriendo endemoniadamente.
- Qué significa esto? Pregunté tratando de cubrir mi cuerpo con la sábana
Osvaldo se acostó encima mío separando la sábana y tomó posesión de mis pechos, de una manera salvaje.
- Nunca pensaste que era un trabajo de equipo, dijo Damián mientras se masturbaba lentamente.
- Nos turnamos para cogerte Moni, dijo Osvaldo en mi oído, pero ahora no hace falta. Hoy te vamos a gozar los dos juntos, dijo mientras se ubicaba entre mis piernas.
Damián se acercó lentamente y colocó su verga frente a mi boca.
- Quiero el tratamiento que le diste a Osvaldo en la cocina, dijo sonriendo.
Pensé en negarme, pero en ese momento quien estaba encima mío me clavó hasta las cachas y aullé de placer y dolor y Damián avanzando se adueñó de mi boca con su verga.
Esa noche fue terrible e inolvidable.
Mientras uno me poseía, el otro se recuperaba de la sesión anterior. Para colmo, ver a su compañero cogerme, y luego dejar que mi boca le endureciera la verga, hacía que la recuperación fuera muy rápida.
Primero fue el turno de Osvaldo que muy caliente, apenas pudo soportar unos minutos, y se vació dentro mío como un animal. Lo mismo pasó con Damián, pero ya la segunda sesión fue mas controlada y larga. Cada uno de ellos me bombeó no menos de 25 minutos, haciendo que acabara incontables veces, y obligándome a cambiar diversas posiciones.
La tercera me destrozó. Osvaldo bombeó y bombeó hasta que le rogué que acabara, y solo aceptó cuando me sometí a que acabara en mi boca. No soltó mucho semen, dadas las circunstancias pero el orgasmo que tuvo fue el mas profundo que le vi tener a un hombre en mi vida. Quedó boqueando sobre la cama como un pez fuera del agua. Damián no quiso conformarse con menos y luego de otro buen rato a todo dar, me entregó su verga para que la acunara en mi boca.
No se en que momento nos quedamos dormidos los tres, abrazados en mi cama.
A la madrugada, sentí que una mano me acariciaba , y me obligó a girar. Entre dormida, sentí que un cuerpo se deslizaba entre mis piernas, y una dureza conocida comenzó a taladrarme. No pude distinguir cual de mis alumnos era, pero no tenía importancia. En mi mente y en mi cama, a partir de ese día, sería un solo hombre, con dos penes, que solo existiría para hacerme gozar y descubrir en mí una lujuria que me permitiría recuperar el tiempo perdido... FIN

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