La Amiga Alejandra

La Amiga Alejandra.

Mi esposa (Susana) me avisó que este viernes a la noche saldría a cenar con su mejor amiga (Alejandra), la que se había separado hace unos cuantos meses. Ella me contaba que Ale estaba bastante decaída y prácticamente no salía salvo por su trabajo e intentaría levantarle el animo esa noche.

Algo que me sorprendió fue que ella me aviso, que había mandando a los chicos a dormir a los de sus padres, “así podes descansar tranquilo”.

Esa noche me quedé mirando la TV, hasta que me quede dormido en la cama. A media noche algo me despertó, una terrible excitación, me fui despabilando en sueños. Mi esposa había vuelto y estaba tocando la pija sobre el piyama. Cuando notó que me había despertado, me sonrió y me dijo directamente: “quiero que te la cojas a Alejandra”. Al principio no entendí y pensé que había escuchado mal, ella insistió, “Ale está muy decaída, hace meses que no está con un hombre, le va a venir bien que la <ayudemos>, no te parece?”. Ella seguía tocándome la pija, como para convencerme mejor.

Yo le dije “que yo quería hacerlo con ella no con Alejandra” y ella me contesto: “bueno, si querés hacerlo conmigo, primero tenés que hacerlo con Ale, sino te vas a dormir con la pija así. Además… (agrego), a mi me va a encantar verte con ella…”. Esto último le puso un condimento extra al juego. Alejandra no era una fea mujer, no era como mi esposa, pero tenía sus encantos.

“Lo que pasa es que me da vergüenza, vos sabes que yo soy tímido, si vos tuviste que avanzarme a mí para que yo me animara a hacer algo con vos la primera vez…”, le dije.

“No tengas miedo, yo lo hablé con Ale, además, yo voy a estar ahí y es mas… yo te voy a ir diciendo que tenes que hacerle, me va a excitar mucho verte cumplir con mis indicaciones y ver como Ale se calienta ante cada cosa que vos le hagas”. Me dijo mi esposa.

Así fue que en piyama fui al comedor y ahí estaba Alejandra, la salude como siempre y empezamos a charlar de cualquier cosa parados en el comedor. Alejandra era una mujer de unos 40 años, tenía puesta una pollera de jean y una blusa ajustada. No era flaca como mi esposa pero tampoco gordita, ni tampoco tenía los pechos como Susana, que sin ser grandes, eran muy lindos. Los pechos de Ale eran chiquitos, tal vez por eso, muchas veces no usaba corpiño y se notaba, como hoy.

Sabiendo mi timidez, Susana, puso un tema lento y romántico y nos dijo “que linda canción…y si bailan chicos?”.

Ale se acerco y me abrazo tomando la iniciativa. La imagen era extraña, yo descalzo en piyama y ella toda vestida con las botas puestas, la pollera de jean y su blusa ajustada.

Claro que mi erección no se hizo esperar y mi respiración a acelerarse. Alejandra también parecía estar excitada, podía sentir sus pezones duros sobre mi pecho.

Susana se acerco y por detrás mío me abrazo y me dijo al oído “besalé el cuello…”, cosa que hice. La reacción de Alejandra no se hizo esperar, ya que me abrazo más fuerte, podía sentir su excitación.

A continuación mi esposa, sin decir nada, me saco la parte de arriba del piyama y nuevamente al oído mientras seguíamos abrazados, me dijo “besalé la boca, anda subiendo lentamente, no tengas miedo…”. No besamos, Susana se alejo un poco para ver si podíamos “seguir solos”. Ale sin decir nada y mirándome a los ojos, se sentó en el sillón y se saco la blusa y me dijo “vení acá, arrodíllate y besame las tetas” yo obedecí y comencé a besarlas, ella se excitaba cada vez mas. Mi esposa volvió a acercarse, esta vez sin decir nada, me sacó el pantalón piyama y el bóxer, dejándome totalmente desnudo ante Alejandra.

Alejandra me saco de sus pechos, me agarró la cara, me dio un profundo beso en la boca y llevo mi boca dentro de su pollera y comenzó a refregarme su conchita que estaba cubierta por una bombacha blanca de algodón. Estaba húmeda y caliente, lo que me excito más.

Ale sin decir nada, se corrió la bombacha y me colocó la boca justo ahí para que le hiciera sexo oral, cosa que hice por un buen rato, si algo me había enseñado mi esposa, era que debía tomarme mucho tiempo a adorarle la concha y que primero estaba el placer de la mujer y después, bastante después mi propio placer.

Así, seguí besando su concha de distintas maneras, hasta que ella acabo. Una vez que acabó, me alejó, yo seguía arrodillado desnudo. Se saco la pollera y la bombacha. Me agarro la pija y me acerco. Susana que observaba todo, le acerco un preservativo. Ale me lo puso y me miro a los ojos y me dijo “seguro que querés entrar no?”. Asentí con la cabeza, ella me agarro la pija y se la puso. Y me indico que la cogiera, cosa que hice. Ale, ya estaba más relajada después de su orgasmo y a esta altura, ya hablaba con Susana y le decía cosas halagadoras como “…que educado que lo tenés…”, “…que bien que se porta tu maridito…”, “….me lo vas a prestar de vez en cuando?...”, “…y si le hacemos un clon para mí?…”. Lo que me daba un poco de vergüenza pero a la vez me hacía sentir bien.

Llegó un momento que Ale, se canso o quiso parar y me dijo, “anda con Susana, que ella también quiero que la atiendas…”.

Susana ya estaba en ropa interior, esto la había motivado mucho. Por otro lado, sabía que yo estaría cerca de acabar, así que se desnudo y aprovecho para hacerme hacerle sexo oral y prácticamente no uso mi pene, ya que sabía que si acababa se terminaba la “magia”, esa “borrachera” que me ponía en trance y me hacia mas sumiso, mas deseoso de complacerla.

Susana cuando se aburrió del sexo oral me agarró la pija, me saco el forro “conmigo no hace falta esto… “ y se rio. Me hizo acostar sobre la alfombra y comenzó a moverse sobre mí y hasta que me hizo acabar arriba mío dentro de su vagina. Siempre ante la mirada de Alejandra.

Una vez que acabe, ella quiso mostrarle hasta que punto ella me dominaba. Así fue que saco mi pija de su concha y chorreando de semen, me la puso en la boca y me dijo “me quede con más ganas de que me chupes”. Cosa que no podía negarme, ni tampoco quería hacerla quedar mal antes su amiga.

Así fue que seguí satisfaciéndola, hasta que ella me dijo que me fuera a lavar.

Todos nos lavamos y volvimos a vernos en la cocina, donde tomamos un café, ya era como las 3 de la mañana. Susana, me dijo que me vista y que la acompañe a Alejandra a su casa, cosa que hice.

Durante las cuadras que separaban nuestras casas, no hablamos nada del tema. Como si nada, hablamos de cualquier cosa.

Al volver a casa, mi esposa, me esperaba en la cama acostada. Me puse el piyama de nuevo y me acosté a lado de ella. Ella se acerco me abrazo y me dijo la oído “hoy te portaste muy bien”.


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