Levantada en el minisuper - parte 1

Era una tarde bien entrado el verano y yo me cocinaba en el estudio trabajando en un proyecto que tenía que presentar en un par de días, pero para esa hora no podía pensar del calor y mucho menos diagramar con las manos sudándome y jodiendome el trabajo.

Decidí que iba a salir por un helado, hay un minisúper cerca de la casa y de paso tenía que sacar algo de plata del banco. Había estado rondando la casa en ropa interior no más, y pensé que bien hubiera podido salir así tal cual. Encontré un vestidito de playa que me habían regalado hace tiempo. Casi no lo usaba porque no tenía espalda y me daba tiempo de ir a la playa una vez cada año lo más, pero me dio pereza buscar otra cosa y no tenía que salir muy lejos. Me lo planté sin corpiño puesto, el que me quité quedó empapado de sudor en el piso del cuarto.

Aún dudé en llevármelo cuando me vi en el espejo que el vestido de seda se me pegaba al cuerpo húmedo y bueno, mejor me llevé la tanguita rosada que recién me compré, como por jugar y verles las caras de pasmaos a los vecinos de verme pasar.

Al fin salí a la calle y no faltaron los piropos vulgares y más de uno casi detiene el carro para verme de cerca y ofrecerme de todo. Llegué al minisúper después de caminar tres cuadras; vi que el banco estaba lleno y me adelante a la tienda a comprar el helado y otras cosas. Al salir le pregunté al guarda del banco (que se tardó un poco en contestarme porque no le quitaba la vista de encima a mis pezones libres entre el vestido.

-Perdone, ya cerramos, no puedo dejarla pasar. – me le quedé viendo con ojos coquetos y estaba a punto de decirle algo sugerente cuando del banco salió otro hombre, se miraba de unos treinta, medio trajeado, como saliendo de la oficina. Desde que abrió la puerta me inspeccionó de arriba abajo y nada lento ni perezoso me dijo:

-Si necesita de urgencia el banco señorita, yo la puedo llevar a otro, o si necesitara plata prestada… - lo último casi lo murmuró dándole la espalda al guarda que no me quitaba los ojos de encima. Se me quedó viendo sonriente, y me di cuenta de que no estaba nada mal, no era un adonis, pero tenía el cabello negro morocho, medio largo, alto, ojos café y sonrisa simpática. Me vió sonreir por su entrada dramática a la conversación. Me apuntó a su carro, que tampoco estaba nada mal, notar lo espacioso de la parte de atrás, e insistiendo me dijo:

-¿Querés que te lleve nena? Al banco o a dónde querrás.

-Ya, es que me dijeron que no salga con extraños, no sé si confiar en vos – me acomodé el vestido un poco, pasándome las manos por las caderas suavemente, él hasta se mordió un poco el labio dándose cuenta del coqueteo.

-Confiá en que si seguís así te llevo al cielo, a un hotel o acá en la calle, porque te gusta mostrarlo todo verdad putita- esto ya me lo dijo al oído mientras largaba el brazo a mi cintura, me llevó hasta la puerta del copiloto, la abrió y antes de dejarme entrar me manoseó el culo y me pellizcó.

-Bienvenida al Danimóvil- me dijo emocionado. Me salió una carcajada de lo idiota que sonó, si estas subiendo a una mina al carro que te vas a garchar en los próximos minutos, te sentís batman nene, le pregunté cuando se subió del otro lado, y apretándome una teta se me acercó y me largó un beso increíble y dijo –Y mirá que suerte encontrarse a la gatúbela tan dispuesta en la calle.

-Mi apartamento no está muy lejos- me dijo- a menos que de verdad lo querrás en la calle… ahhhh

Le maté la palabra en la boca cuando le agarré la pija durísima bajo el pantalón de oficina, y no tardé en encontrarle el cierre para bajárselo y liberar una chota rosada palpitante y hasta un poco húmeda entre su ropa interior.

-Manejá entonces – le dije mientras me sacaba las tetas del vestido y empecé a acariciarle la pija primero suavemente, después me lamí toda la mano mientras le hacía cara de puta y volvía a apretarle la chota y matarlo a pajazos. En los momentos en que se detenía el tráfico me acariciaba las tetas o me volteaba la cara para comerme la boca con sabor a pija. Al poco rato, en un semáforo, me agarró la cabeza y aterricé de boca abierta y calientita en su pene voluptuoso. Con la otra mano me levanto el vestido por atrás y me manoseó las nalgas, y siguió mi tanguita, ya empapada, hasta mi concha, y jugueteaba con las puntas de sus dedos.

Le recorrí la pija de raíz a la punta con la lengua hasta atraparle con los labios el glande y bajar de nuevo mi boca por su pija mientras le daba vueltas con la lengua en la punta. Lo miraba de reojo cuando me soltaba un poco la cabeza para verle la cara de que se derretía en mi boca y me decía –cométela toda hija de puta, mirá lo que te pasa por salir así de zorrita, ¿te gusta nena?- y yo por respuesta se la chupaba más fuerte por momentos, para darle escalofríos de placer.

Seguí chupándosela y alternando a pajearlo de nuevo con la mano cuando se me dormían los labios de la seria mamada que le estaba dando. Al fin, luego de pajearlo una vez más y meterme su pija resbalosa ya de tanta saliva a la boca de nuevo, le di un chupón largo sin dejar de mover la lengua alrededor de su glande que ya sacaba unas gotitas de lechita, cuando sentí que se estremeció desde la espalda, me agarró fuerte la cabeza contra su pija que me estallaba y me llenaba la garganta de leche, y al mismo tiempo timoneó el carro para evitar que se yo que, y metió el freno de golpe.

-Hija de puta, hija de puta, mirá cómo me hiciste acabarte toda y en mi traje nuevo, sos una leona, ahhh si, tragátela toda zorrita.

Terminé de limpiar y tragarme todo el semen que me había regalado mi batman, y sonriente me levanté a darle un beso de lengua.

-¿Ya llegamos?- le pregunté con ojitos de nena.

-Sí, conocé el lugar en donde te van a partir la concha pendeja.



¡Continuará!
Contáme qué te pareció, es mi primer post en la comuna 🙂