Descubriéndome - Soy tu creación (Episodio 2.1)

Descubriendome-Episodio 6

"Soy tus Deseos. Soy tus Fantasías. ¡Yo soy tu Creación!"

Esas palabras resonaban en mis recuerdos una y otra vez. Estaba convencida que nada había sido un sueño, pero dudaba mucho de qué tan reales habían sido mis vivencias. ¿Qué significaban esas palabras? "Soy tus deseos." ¿Yo deseaba todo eso que viví? No, definitivamente no. Yo no deseaba nada de eso... ¿o sí? ¿Acaso mi inconsciente escondía algo que yo conscientemente no podía (o no quería) ver? Esas preguntas dispararon una catarata de cuestionamientos personales muy profundos. ¿Cuando comencé a tener tantas fantasías y adónde sería capaz de llegar con mi imaginación?

Eran las 12:43 y ya tenía hambre. Era hora de almuerzo y miraba mi tupper con demasiada frecuencia. En el había una ensalada y una milanesa de soja que había cocinado la noche anterior. Seguramente era suela de soja o milanesa de suela por la dureza que debía tener unas 16 horas después de haberla cocinado. En fin... el menú a mí no me convencía demasiado, mucho menos a mí apetito. Me levanté del escritorio, tomé el tupper y me dirigí hacia la cocina. Lo abrí y nos miramos desafiantes mi almuerzo y yo. Unos segundos después volaban en caída libre en dirección al depósito de residuos orgánicos. Decidí salir a comer algo afuera. Quizás un sándwich y una bebida light sentada en el césped del parque más cercano me relajarían un poco.

Caminaba tranquila por la vereda con rumbo a un local de comidas rápidas en busca de mi almuerzo mientras escuchaba música en mis auriculares. Un sándwich vegetariano y un jugo de manzanas, la combinación perfecta. Al llegar al local no tuve que esperar demasiado, sólo un par de chicas y un hombre aguardaban delante de mí. En la pizarra que mostraban las opciones el sándwich vegetariano era uno de los menos tentadores, por lo que decidí cambiar mi elección y opté por un sándwich César de pollo. Ya con mi almuerzo en mis manos me encaminé al parque. El día estaba espléndido, si bien no hacía demasiado calor el sol se disfrutaba mucho. Apenas una leve brisa que aparecía por momentos hacía que me tuviese noción que estábamos en invierno. Me acomodé sobre el césped bajo el sol, tomé mi celu, elegí una playlist con mis temas preferidos y me dispuse a disfrutar de mi almuerzo. Le quité parte del envoltorio al sándwich y le dí el primer mordisco. En ese momento algo me hizo sobresaltar. Sentí una mano que se posaba sobre mi hombro izquierdo. Inmediatamente supe que era una mano de un hombre, no solo por su tamaño, sino por la firmeza al tomar mi hombro. Un escalofrío me recorrió la espalda. Con un rápido movimiento intenté ponerme de pie, pero estaba sentada en un área con bastante declive y mi torpe movimiento me hizo perder el equilibrio. Quedé apoyada con mis rodillas y las palmas de mis manos sobre el césped, apenas un par de metros del lugar en donde estaba Levanté la cabeza y pude ver a un hombre que se encontraba en cuclillas en el lugar donde segundos antes estaba yo. Él me miraba y se sonreía.

-¿Estás bien? -preguntó sin disimular su sonrisa.

Un tema de Baute sonaba en mis auriculares. No pude escuchar sus palabras, pero si logré leer sus labios. Aún así decidí quitarme mis auriculares. Seguramente la charla no terminaría allí.

-¿Si me lo preguntás a mí te diré que estoy bien, pero si te contesta mi orgullo... está destrozado? -respondí sin moverme.

Él se puso de pie y se acercó extendiéndome una mano para ayudar a levantarme. Lo observé bien y su rostro me resultó familiar. Extendí mi mano y tomé la suya. Era suave pero firme. Me incorporé y le agradecí.

-Perdoname. No quise asustarte. Es que vos tenés algo mío. -hizo una pausa. Yo lo miré con absoluta desconfianza y calculo que él se dio cuenta de mi expresión porque inmediatamente aclaró: -...es que en el local de comidas cambiaron los pedidos y creo que a vos te dieron mi sándwich. Yo tengo el tuyo.

¡Mí sándwich! Rápidamente miré a mi alrededor y allí lo ví. Mi sándwich, o lo que quedaba de él, estaba desparramado sobre el césped. Del susto lo solté y su suerte fue peor que la mía. Los dos lo observamos unos segundos en silencio y luego nos largamos a reír.

-Creo que mi sándwich explotó. -dijo mientras reía.

-¡Ay! Perdón. -le contesté. Es que del susto yo...

-¡Tomá! Este es el tuyo. Pediste un César de Pollo. ¿no?

-No, por favor no. Quedate con ese sándwich. ¡Mirá lo que le hice al tuyo! -le dije muy apenada. No sólo me lo había comenzado a comer sino que además lo esparcí por todo el parque.

-No te preocupes. Yo vuelvo y me compro otro. -me dijo mientras observaba su reloj. -No, creo que no voy a hacer tiempo, tengo compromisos y no podré esperar a que me entreguen mi pedido. Viste que no son muy veloces en ese local.

-Entonces comete este. Yo tengo tiempo disponible.

-No. Fue mi culpa que ese sándwich terminase como almuerzo de hormigas y otros insectos.

-Ok. Eso es cierto. Pero te propongo que compartamos este entonces.

Él aceptó y nos sentamos uno al lado del otro observando el verde paisaje del parque que contrastaba con el gris cemento de la avenida por la que circulaban centenares de autos a unos pocos metros. La charla posterior fue amena. La disfruté mucho y creo que él también. me contó que se llama Antonio, pero me dijo que de chico todos lo conocen como Tony. Es publicista y trabaja a cuatro cuadras de la plaza. Es de escorpio y se describió como un tipo sincero, directo, que vive de muy buen humor y que es un buen amante. ¡Fanfarrón! pensé. me contó que no suele salir a comer al parque porque siempre almuerza con clientes y proveedores, pero que hoy un cliente le canceló el almuerzo y por eso decidió salir a tomar aire. Yo le conté un poco de mí, no mucho, sobre todo le conté sobre cosas muy superficiales. Compartimos una agradable charla, pero también compartimos silencios hermosos. Hay circunstancias en las que los silencios se tornan incómodos, pero con él los silencios eran distintos. El más largo de los silencios fue el último y fue el que menos disfruté porque en el mismo momento en que me percataba de lo plácido del momento él decidió despedirse.

Suspiró y simplemente dijo: -¡Debo marcharme!

-¿De verdad? -dije sin darme cuenta de mi expresión de sorpresa. Quizás mi rostro haya demostrado también lo poco feliz que me hizo su decisión.

-Es una pena, pero debo hacerlo. -dijo él. -Muchas gracias por compartir tu almuerzo conmigo.

-No, por favor. El sándwich era tuyo.

-No me refiero al sándwich. Este momento para mí fue maravilloso y un quiebre en mi aburrida rutina. Me encantaría volver a encontrarte para compartir nuevamente una charla y también tus silencios.

"¿También disfrutás de los silencios? ¡Qué divino que sos!" pensé. Pero no podía decírselo. Deseaba volver a encontrarlo mañana mismo. ¿Pero cómo hacía? En esa zona había centenares de edificios con oficinas.

-Si la casualidad nos vuelve a cruzar... -dije, tratando de poner una distancia entre sus pretensiones y mis deseos. Creo que medio segundo después me quise matar por mi expresión.

-No creo en las casualidades y tampoco considero que sea correcto ser manipulados por lo que algunos llaman "destino". Soy de los que creen que todos somos capaces de escribir nuestro propio destino. Nuestro futuro es nuestra creación.

Esa frase hizo un click en mí. "Nuestro futuro es nuestra creación" "Yo soy tu creación" ¿Mi sueño y lo que me estaba sucediendo ahora tenían alguna relación entre sí? Quizás sea una simple casualidad... ¿lo era? Por un momento mi cabeza se desconectó del momento mientras esa frase seguía dándome vueltas en la cabeza, pero un instante después Tony me hizo volver a la realidad.

-¡Heeeeeyyy! ¿Hay alguien ahí? ¡Volvé Carolina! -Sus expresiones me hicieron regresar de mi abstacción. -Te decía que si me das tu número de celular te llamo y coordinamos para almorzar juntos algún otro día.

-Mmmmm... no sé si debería hacerlo. No te conozco.

-Es verdad, no me conocés. Entonces agendá el mío: 1584659957. Mi nombre es Antonio Blanc.


Agendé su número en mi teléfono. Cuando terminé me extendió su mano y yo le dí la mía para estrechar su mano, pero él la tomó con delicadeza y la besó como todo un caballero. Se puso de pie y se marchó.

Tomé mis cosas y regresé a mi trabajo. El resto del día transcurrió con normalidad y no volví a pensar en él, el trabajo se había encargado de mantener mi cabeza ocupada.

***

Había pasado ya más de una semana desde que me encontré con Tony y si bien había pensado en él un par de veces nunca me animé a llamarlo. Esa mañana me estaba sucediendo lo mismo. Tenía ganas pero me costaba mucho hacerlo. Hasta llegué a buscar su número en la agenda para llamarlo. Estuve a apenas una tecla de hacerlo. Si tan sólo apretaba esa tecla verde estaría comunicada con él, pero justo en ese momento suena mi interno y me ahorró el trabajo de sentirme culpable por mi falta de convicción. Era mi jefe que me encomendaba unos trámites que debía hacer en la escribanía. Me venía bien. El salir a la calle me daría un poco de aire y libertad y escaparía de eso que deseaba pero no me animaba a hacer. Fui a la oficina de mi jefe, me dio unas carpetas y unas indicaciones. luego de esas tareas ya me podía tomar el almuerzo, así que pasé por mi escritorio a recoger mi cartera y mi abrigo y salí a la calle. La escribanía quedaba a unas ocho cuadras de distancia y decidí hacerlas a pie. Así tendría tiempo de llamar a Juan y charlar un rato con él.

Ya en camino a la escribanía tomé mi teléfono para llamarlo a Juan y al tomarlo recordé que desde que hablé con él esta mañana no lo había vuelto a usar, así que directamente presioné dos veces la tecla verde y aguardé mientras escuchaba el tono de llamado.

-¿Si? -escuché del otro lado de la línea.

-¡Hola Amor! ¿Cómo estás?

-¿Carolina? -En ese momento reaccioné y me quedé congelada en la vereda. Esa voz no era de Juan. ¿A quien carajo había llamado? ¡Dios! Era Tony. ¿Cómo podía ser tan estúpida?

-¡Perdón! Equivocado. -y corté el llamado.

¿Qué boluda? Cómo fui capaz de llamarlo y para colmo decirle "Amor". En ese momento quería que la tierra me tragara por completo. Esperaba que no se hubiese dado cuenta. Pero sí, seguro que se dio cuenta. ¡Me llamó por el nombre! ¡¡Me quería matar!!

Busqué rápidamente en la agenda del teléfono el celu de Juan. Lo estaba por llamar cuando mi aparato comienza a vibrar y en la pantalla aparece "llamada entrante TONY".


Descubriendome - Soy tu creación (Episodio 2.2)

1 comentario - Descubriéndome - Soy tu creación (Episodio 2.1)

Pervberto
La creación vuelve a reclamar lo que es suyo. No hay marcha atrás.