Mi viaje a Mardel.

Tenía que ir a Mar del Plata por trabajo y, el día antes de viajar, se rompió mi auto.
Mi esposa me llevó a hasta Liniers, saqué un pasaje en el primer micro que iba a mi destino y me senté en el bar a esperar el anuncio de la partida. Ella se fue a trabajar. En la mesa de enfrente a la mía, se sentó un señor mayor, de unos setenta años, pero de excelente porte que, para mi sorpresa, me saludó. Respondí el saludo y seguí en mi lectura del diario.
Cuando llamaron a embarcar y me senté en mi butaca, segunda sorpresa, el señor tenía la contigua. Tuvimos una breve charla de cortesía acerca de quien prefería pasillo o ventanilla y nada más.
Me acomodé para tratar de dormir y, si bien no lo hice profundamente, pude dormitar hasta pasar Chascomús. Miré a mi compañero y éste estaba con una tablet, y haciendo extraños movimientos con su mano por debajo de una manta que había colocado en su regazo. Lo observé haciéndome el distraído... se estaba pajeando. Traté de ver qué miraba en la tablet y eran videos de hombres teniendo sexo.
Me calenté mucho. Tanto como para, sin preguntarle nada, deslizar mi mano bajo la manta. El tipo me sonrió y corrió la suya. Una verga estándar pero de seductor grosor me regaló su suave piel.
Miramos algunos videos mientras lo pajeaba lento por unos diez minutos, hasta que el micro entró en un parador. Fuimos al baño y, como había gente, me pidió en voz baja que lo siga. Me llevó detrás de la estación de servicios. Se metió debajo de un alero que nos reparaba de miradas indiscretas, se bajó los pantalones y se apoyó contra la pared.
- Chupámela, putito.
Por supuesto, me arrodillé y le hice caso. Tenía una pija exquisita, pero lo que más me gustó fue que la tenía dura como un fierro, a pesar de su edad. Y tengo experiencia porque me encanta que me cojan tipos grandes, saben cómo hacerlo.
Habré estado cinco minutos y me la sacó de la boca.
- Desnudate, vas a ser mi puta.
- Hay gente…
- ¡ Callate y hacé lo que te digo!
No sé bien porqué le hice caso. No me gusta la autoridad, no tengo ese morbo, pero el viejo, con su pija paralela al piso, sus ojos encendidos, me tenía bien caliente. Me saqué todo.
- Ponete de frente a la pared y mostrame el culo. Lo hice.
- Abrí las cachas con las manos, hembrita… Escupite la mano y lubricame ese orto hermoso que te voy a romper. Volví a hacer lo que me pedía.
Se acercó seguro, bien macho. Me tomó con su mano izquierda de la frente y, con la derecha, guió su pija dura y firme hasta mi culo. Me puso la cabeza, solamente. Me besó y mordió el cuello, los hombros. Luego retiró su torso para atrás un poco, y escupió en su verga.
- Pedime que te la ponga toda, putita… Me dijo al oído.
- ¡¡ Ponémela toda, por favor!!
Lo hizo despacio, pero entró toda, mientras te tomaba de la cintura. Me empezó a bombear lento y fue aumentando el ritmo hasta alcanzar el que era exactamente correcto para acabar en cinco minutos, o se nos iba el micro.
Cuando estaba por irse, me la sacó, y me llenó la espalda de leche.
- Vestite, mami, que tenemos que subir.

Subimos al micro, se acomodó en su butaca y me dijo que me girara hacia la ventana y me aflojara los pantalones. Metió la mano por debajo de mi ropa y me puso dos dedos en el culo. Comenzó a cojerme con los dedos y me ordenó pajearme. Acabé rápido en mi mano.
- Tomate tu leche, zorrita. Me susurró al oído. Claro que lo hice.
Se durmió en cinco minutos, sin pronunciar palabra.

Al llegar a la terminal, mientras el ómnibus atracaba en la dársena, me dio una tarjeta personal, muy amablemente. Me preguntó si podía ir al día siguiente a eso de las 18hs para tener otro encuentro, que era su casa. Le dije que sí.

4 comentarios - Mi viaje a Mardel.

aleqp
me encanto tu relato y me calento
tamyali
Muy bueno tu relato, muy caliente!!! Besitosss
kramalo
me imagino que te recogió en su casa, no..? muy bueno..!!