Siete por siete (79): El sueño del pibe (VIII)




Post anterior
Post siguiente
Compendio I


¡Me desperté temprano y quise escribir yo!
😍
Aun me duele todo, pero tengo una sonrisa que me durara hasta el lunes.
😆
Cuando él se pone así, desearía que me prestara su casco y sus botas, porque me hace trabajar duro.
😍
Recuerdo que cuando empezamos a vivir juntos, pasábamos 2 o 3 horas así…
Pero ahora…
😂
¡6 horas me dejan muerta! XD
Me gusta que me dé por la cola, pero ahora me arde un montón. XD
El miércoles lo ordeñé, como todas las mañanas. Pero estaba tenso por lo de su trabajo.
“¿Te molesta si hacemos el amor?” me preguntó, con esos ojitos a los que soy incapaz de rechazar.
Y nos empezamos a besar, y me la empezó a meter y sacar, mientras mis pechos se derretían en sus manos y sus labios…
¡Fue una bonita manera de empezar el día!
Pero para él, no era suficiente…
Y mi cola estaba disponible…
😂
¡Me he dado cuenta que me corro el doble por la cola!
😳
Entonces, salimos de la ducha, me empiezo a poner la falda…
¡Y sigue tenso! XD
Cuando logramos salir del baño (tras hora y media de estar en él), no me hago ilusiones de usar ropa interior.
Preparo el desayuno… ¡Y se mete entre mis piernas!
😛
¡Es un bandido! 😛
Y me pasa la lengua, hasta que la cafetera hierve y tengo pedirle que pare, pero no me deja en paz hasta que acabe.
😃
Desayunamos, tomando té con tostadas y sigue achacado, porque le preocupa su trabajo.
Lavo la loza… y otra vez mi cola…
😛
Para el mediodía, ¡Quería paz!
¡Me siguió por la casa y me hizo de todo!
Pero vi esos ojos tristones y tuve que esforzarme con mi boca y con mis pechos, una vez más.
Y recién para las 4, quiso acurrucarse y descansar…
Por un rato. Luego les di pecho a las pequeñas, nos duchamos para sacarnos la transpiración…
¡Y de vuelta a empezar!
Pero aunque me moleste un poquito darles leche a las pequeñas y sienta esa punzada en el trasero, vale la pena.
Porque recuerdo los días que lo extrañaba, cuando se iba a trabajar. Que quería que me diera su cariño.
¡Y por eso, acepté, jejeje!
Él me da ánimos. Dice que no importa lo que digan en la universidad. Que esto debo verlo como un descanso.
Una oportunidad para expresarme como yo desee.
Y es por eso que quise escribir hoy, por lo que pasó esa tarde, cuando Susana y yo nos quedamos en la playa.
Por la mañana del sábado, lo mandé a sus lecciones de surf. Me aseguré que me diera mi desayuno antes, y volvió antes del mediodía, ya que los vuelos a la isla salían a la 1.
Lo esperé con el almuerzo listo.
Simplemente eran fideos con salsa, pero para él, era manjar de los dioses y me agradeció con muchos besos.
😓
Pero creo que me estafaron con sus lecciones de surfeo, porque mi marido me contó que ni siquiera llegaron a tocar el mar.
XD
Lo acompañé al aeropuerto y de no haber sido por mi marido, no habría distinguido cuál era cuál, porque decidieron cambiar de ropas, para jugarnos una broma.
Pero él las reconoció al instante y tras despedirnos, Susana y yo nos fuimos en la camioneta de mi marido, ya que no sé conducir…
(Pero pronto tendré que aprender, jijiji)
“¡Aun no entiendo cómo podés estar tan tranquila, Mari!” me decía Susana, mientras metíamos las piernecitas de las pequeñas al mar. “¡Te conté que mi hermana es una trola!”
😆
“Y yo te dije que confío en mi marido…”
“¡Mari, no seas boluda!” me dijo, muy exaltada. “¡Esa mina se parece, pero no es como yo!”
Me hizo sonreír, porque ella misma ya lo había probado.
“¡Tal vez, Susana!” le dije yo, muchísimo más calmada. “Pero también es una chica buena…”
Ella seguía frustrada y me daba gusto verla, porque no sabía cuidar a las pequeñas y fue muy entretenido enseñarle.
“¿Y qué pasa si se mete con tu marido, Mari? ¿No te preocupá ser cornuda?”
😕
¡Es una lástima que no exista una mejor palabra!
No me siento una cornuda, porque él es muy honesto y es él mismo que me pide serme fiel.
Incluso, “serme fiel” está mal usado en mi caso, porque él ya me es muy leal.
“No. ¿Te preocupa a ti?” le pregunté.
Ella estaba impactada…
“¡Claro que me preocupa!... ¡Mari, vos sos mi amiga!...” respondió, muy perturbada.
“…Y te gusta mi marido, ¿Cierto?”
“¡Mari, cómo me decís eso!”
😆
Puso una cara entre sorpresa y lástima.
Le hice un cariñito en la cabeza.
“Te gusta mucho, ¿Cierto?” le pregunté.
Se puso a llorar.
😔
¡Me dio mucha pena!
“¡Si, Mari!” Respondió, llorando. “¡Me gusta mucho!”
“¡Está bien! ¡No pasa nada!” le dije, tratando de calmarla.
“¡Disculpáme, Mari! ¡No fue culpa de él!” me explicó. “él me robó un beso… pero fue para agradecer… si no lo hubiera hecho, lo habría besado yo…”
XD
¡Yo estaba muy divertida!
“¿Te robó un beso?” le pregunté, muerta de la risa. “¿Y cómo pasó?”
Se extrañó al verme tan tranquila.
“¿No estás enojada?”
“¡Claro que no!” le dije, secando sus lágrimas. “Te conté que mi marido es incapaz de serme infiel y que la única manera que me engañara es que una chica se le tirara encima o que yo se lo pidiera…”
Y ella me miraba, igual de sorprendida.
XD
“¿Y no estás enojada?” me volvió a preguntar.
☺️
Le mostré mi sonrisa.
“Fueron sus ojos, ¿Cierto?”
XD
Su mirada parecía como si le hubiese hecho un truco de magia.
“¿Cómo… sabés?”
“Tú lo quieres, porque lo conoces un par de días.” Le respondí, acariciando sus hombros. “Imagínate yo, que lo conozco casi 4 años…”
“Pero… ¿Cómo no te enojás?”
Y le di una sonrisa, tomándole las manos.
“¡Porque eres una chica buena!... al igual que tu hermana.”
Seguía sin entenderme y por eso quería escribirlo, porque siempre me cuesta explicarlo.
XD
“Yo sé bien que mi esposo es especial. Lo amo más que la vida misma y él me ama igual… Pero hay momentos que quiero que se canse conmigo. Que nos volvamos uno y que reposemos, satisfechos, lado a lado.” Le dije, tratando de poner la voz más calmada que tengo. “Y es ahí donde tu hermana y tú entran en nuestras vidas.”
“¿Mi hermana y yo?”
“Debiste darte cuenta, ¿Cierto? Él te miró a los ojos, de una manera especial, cuando te hizo el amor. Te sentiste única y lo más importante en su mundo, ¿Verdad?”
“¿También… lo sabés?” me preguntó, asombrada y secando un poco sus lágrimas.
XD
“¡Yo misma se lo pedí!” le respondí. “Cuando supe que tenías novio y vi que andabas sola, supe que algo andaba mal y por eso, quise prestártelo…”
“¿Prestármelo?”
😆
“Para que vieras que un novio puede ser mejor.” Le respondí. “Yo sé que tú lo quieres, pero no serías capaz de quitármelo, ¿Cierto?”
“No… porque vos estás casada con él… y es el padre de estas nenas.” Me respondió, a pesar de estar confundida.
¡Se había ganado uno de los primeros lugares en mi amistad!
“¡Y eso te hace una chica buena, Susana!” le dije, muy contenta. “Yo te lo presto, porque necesitabas ver que alguien que te ama de verdad, te acompaña siempre y no te deja sola.”
“¡Esperá un poco, Mari!... ¿Estás diciendo que tu marido me ama?”
XD
¡La pobrecita no se había dado cuenta!
“¡Por supuesto, Susi! ¿Por qué crees que te robó un beso?”
Ella no lo podía creer…
Yo, siendo su esposa, diciéndole que mi marido la amaba.
😉
Y tenía que contarle otras cosas más…
“Ustedes no son las únicas…”
Me miró, anonadada.
“¡Lo he prestado varias veces!... pero él las ama, a cada una de ellas… y no es como la mayoría de los chicos. Si tú lo necesitas porque tienes un problema, él te va a ayudar…” y me puse a reír. “Y si lo quieres para lo otro… también…”
Y como algunas, antes que ella, me preguntó lo de siempre.
“Pero Mari… ¿Cómo lo prestás?”
“Cuando era niña, Susi, mi papá era un tacaño y las pocas cosas que tenía, me las daba mi mamá. Siempre tuve que compartir mis juguetes y mi ropa y nunca tuve algo que fuera solamente mío… hasta que lo conocí a él…”
😚
Sentía como me ardían las mejillas. 😛
“¡Créeme, Susi, que lo que tú sientes por él es solamente una parte de lo que siento yo!...” le expliqué, llorando de alegría. “¡Si supieras las cosas que hemos vivido y todo lo que nos ha pasado hasta acá, tal vez pudieras entenderme!... y es por eso que te lo presto. Porque cuando nos vayamos, tu vida se pondrá mucho mejor… y me lo devolverás.”
“¡Mari!” me dijo y nos abrazamos las 2, llorando.
Me contó toda su vida y cómo se fue enamorando de mi esposo. Yo le conté lo que podía contarle (porque contarle que mi familia ha estado con él es un poco difícil de entender XD) y hablamos de cómo nos hace sentir, que es una de las cosas que más disfruto.
Porque hace cosas que me encantan y pienso que soy la única que lo siento. Pero me doy cuenta que no es así y por la forma de contarlo, más feliz me siento que él sea mi marido.
“¿Entonces, Mari… lo de los Dragones de Komodo…?” Me preguntó, con un poco de tristeza.
“¡No, Susana! Lamentablemente, es cierto…” le dije, esforzando la sonrisa. “A mi marido le gustan esas cosas… pero tienes que creerme que cuando él te ama a ti de una manera, sin importar que Nery y tú luzcan iguales.”
“¿Tú… creés?” preguntó, todavía avergonzada porque fuese yo la que se lo dijera.
“¡Claro, Susi!” le respondí. “Mi marido siempre dice que a él no le gusta tener sexo con las mujeres y que prefiere hacerles el amor… hay algunas que no les importa… pero chicas buenas, como tú, les gusta… ¡Y no te sientas mal, Susana! ¡Sé que te cuesta entenderme, porque nunca has conocido a un chico así, pero yo estoy muy contenta de prestártelo!”
Ella lloraba.
“¡No, Mari!... ¡Creo que te entiendo… porque me pasa lo mismo con la tabla!”
Me respondió y le di un beso en la mejilla.
Alrededor de las 6, empezamos a guardar nuestras cosas.
“Entonces… ¿Él y mi hermana?...”
“¡Es lo más seguro, porque a Nery también le gusta!... y yo la dejo, porque él es genial…”
😛
“¿Y qué pasará con vos?”
“¡Nada! ¡Que dormiré como reina!... porque le haré el amor y quedará cansado… y se acostará conmigo, acariciándome, hasta la mañana, que lo despierte con la mamada de las mañanas y lo mande a tus brazos…”
Ella se rió.
“¿Y de verdad, a vos no estás molesta?”
“¡No, Susana! ¡Porque me lo tienes que devolver!” y le expliqué una vez más. “¡Yo sé que lo quieres y sabes también lo importante que él es para mí! ¡Y es por eso que no puedes quedártelo, porque sabes que tienes que devolverlo!”
“¡Sos la primera mina que conozco que prestá su marido!” me dijo ella, sonriendo.
“¡Lo que si te pido es que le enseñes a surfear un poco más!” le encargué. “Cuando tú me hablaste de la tabla ese día, lo dijiste muy parecido a como lo dice él… y eso lo hace más hermoso.”
“¡Tratare, Mari, tratare!” me dijo, abrazándome muy fuerte. “¡Pero vos sos una mina muy especial!”
😊
Si, lo sé. Porque estoy casada con él….
XD


Post siguiente

1 comentario - Siete por siete (79): El sueño del pibe (VIII)

pepeluchelopez
Wowww la desarmaste! Jamas se espero eso ella y nadie mejor que vos para contar este capitulos, ahora esparemos mas y la vista de el, a ver si mi cell lo publica xD
metalchono
Por el momento, hemos tenido problemas subiendo el siguiente post. Pero en cierta forma, le sirve como ayuda memoria. Hemos conversado de ellas un montón durante estos días, porque nunca estuvo segura con quien estuvo.