Goce del cornudo - Parte 1 (Real)

Volvimos al ruedo con mi novia.
Luego de nuestras primeras experiencias (que pueden conocer a través de mis relatos anteriores), bajamos el nervio y el nivel de calentura. La fantasía volvió a su estado original y nos satisfacíamos como en un principio, sólo entre ambos, sin participación de terceros. Hasta que hace alrededor de un mes, mes y medio, un Sábado por la noche, nos vimos envueltos en una situación que nos impulsó a darle una vuelta de tuerca a nuestro juego.
Desde ya saldríamos. Teníamos entradas de trasnoche en el Hoyts Abasto. Pero la noche estaba tan linda que decidimos darnos el gustito a pleno, y salimos a comer y tomar algo antes de ir al cine. Como siempre, ella se vistió sugestivamente. No de calientapija, sino porque así es naturalmente. Tiene ropa y calzado llamativo, además de sus atributos naturales: 111 de gomas (difícil que algo no le quede escotado), sus piernas y culito de jugadora de hockey (aunque ya no juega profesionalmente), sus labios carnosos, sus ojos, su pelo largo y negro.
Decidimos ir a un pub que yo frecuentaba años atrás y que me parecía acorde a la noche que pretendíamos pasar, allá por la zona de Corrientes y Callao. Llegamos, pedimos unas birras y algo para picar. La previa al cine se iba consumiendo muy agradablemente entre cervezas, comida y nuestras conversaciones. De a poco el lugar se comenzó a poblar, aumentando el clima de joda.
Si bien no teníamos nada especial en mente, el sexo siempre es protagonista en nuestras charlas. Y esta vez no fue la excepción. Además el hecho de salir nos daba la posibilidad de fantasear con los cuernos de otra manera, nos tocaba otra fibra. Por ejemplo, nos divertíamos descubriendo a aquellos tipos que lascivamente relojeaban a mi hembra. Seguimos conversando, riéndonos, tomando. Ya estábamos algo mareados, y los pensamientos y las palabras comenzaban a fluir de otra manera. Ella fue al baño, y yo me quedé sentadito en esa mesa de bar, embarullado entre la gente, el ruido y mis pensamientos. Estaba muy caliente y sentía unas lindas ganas de que esa noche sucediese algo. Miraba a los chabones que había en el lugar e intuía quién le podía llegar a gustar a mi novia, y fantaseaba. Tenía la pija muy dura y sentía ya la punta con una capita de leche, esa que ella me saca masajeándome el glande con su pulgar. Volvió y la encaré de una: le pregunté si sentía ganas de que esa noche pasase algo. Se sorprendió, se sonrió, y esbozó un ‘sí’. Pero luego me recordó que un par de horas teníamos que enfilar para el cine, por lo cuál no tenía ganas de hacerlo así, arrebatadamente. Me la bajó, pero comprendí.
A los pocos minutos comenzó a tocar una banda en el subsuelo y mucha de la gente que nos rodeaba bajó allí. Ella creyó que era momento de cantar retirada, pero aún era temprano y la animé a ver la banda. Pedimos una última cerveza y fuimos. La sala se encontraba a media luz, la banda realizaba su performance y unas 40 personas disfrutaban de ello, entre ellas mi chica que a sorbos bebía su cerveza. Yo mientras seguía jugando a observar a los chicos del lugar, y seguía descubriendo como miraban a mi nena.
Teniendo en cuenta que ella no pretendía que algo sucediese, decidí auto-fabricar las condiciones de un mínimo encuentro entre ella y un tercero para mi entera satisfacción y morbosidad. Le dije que iba al baño. Subí, y en vez de eso fui a la barra, saqué una latita de birra, y me dispuse a tomarla en la calle, en la puerta del bar. Saqué mi celular y le envié un mensaje. Cómo me gustaría ser tu amigo por esta noche… Me respondió con un guiño. Seguí tomando mi cerveza. A eso de los 20, 25 minutos le vuelvo a enviar otro mensaje preguntándole en qué andaba. Me respondió que hablando con un flaco. La verga me noqueó la pera. Apuré la birra y fui hacia el subsuelo. Se encontraba en el mismo lugar, pero ahora hablando con este chabón: alto, flaco pero formado, tatuado, pelo de jopo desarreglado y rapado a los costados, barba, musculosa, chupines, borcegos. Conversaban animadamente. Irrumpo en la escena, y me presenta como su amigo. Si bien me calentó, también quedé algo desconcertado, ya que no sabía cómo actuar, en el sentido literal del verbo. En eso ella va al baño y me quedo sólo con el flaco. Palabras van, palabras vienen, me pregunta si yo tenía onda con mi ‘amiga’. Me sonrío y le digo que no, que nada que ver, que somos como hermanos y que además yo tenía novia. Me pregunta si ella tiene novio y le digo que no. Vuelve mi 'amiga'. Seguimos conversando durante un rato más hasta que van a buscar una cerveza. 10, 15, 20 minutos. Disfrutaba, pero también pensaba en que querría hacer mi novia, además de que nuestra función no estaba muy lejana a comenzar. Le mando un mensaje y nada. Subo, y no los veo a primera vista. Me asomo a la puerta y tampoco. Ya me estaba comenzando a impacientar. Aguardo unos minutos en la barra y pido otra cerveza. Salgo a la puerta y al fin recibo su respuesta. Me decía que estaban a la vuelta, sobre una calle que cortaba Corrientes. Yo quería disfrutar, pero necesitaba preguntarle por la movida del cine. Me respondió que ya no le importaba, que quería quedarse con su ‘nuevo macho’. Esta última respuesta me puso a dos mil, y me dirigí al baño a manosearme la verga, sin acabar. Mientras, nos seguimos enviando algunos mensajitos bien calientes y morbosos. Encontrarme hiper mareado, manoseándome la poronga en el baño de un bar, con la música al palo y mi novia a metros apretando a morir con un cualquiera, me hacía estallar la cabeza.
A eso de la media hora regresó. Me encontró dónde me había dejado, en el subsuelo, aunque ya la primera banda de la noche había terminado. Al ver que estaba sola, la besé muy calientemente. Ella me correspondió. Por lo bajo me decía ‘cornudo’, me contaba lo caliente que estaba, lo mojada que tenía la concha, cómo le había manoteado el ganso a su Hombre de turno. Pocos minutos después regresó él, ya distendido, tomando a mi novia por el hombro o la cintura, besándola y manejándose como si nada, porque, claro, para él nada fuera de lo normal estaba sucediendo. Habíamos encontrando una nueva variante de goce: salir a cumplir nuestra fantasía en un ambiente social, mientras nos hacíamos pasar por buenos amigos. No fue lo que más disfruté, me sentía como un amigo aburrido. Y se lo dije. Creyó que estaba molesto, pero le expliqué que no. Me dijo que quería quedarse ahí, con él. Entonces salí a respirar un poco de aire fresco. La noche estaba hermosa. Decidí encarar sólo hacia el cine, a pesar de que la peli ya debería haber empezado hace unos 20, 25 minutos.
Comencé a caminar, a disfrutar de la belleza nocturna de la Ciudad, a oxigenarme un poco. Estaba muy mareado y mis pensamientos enmarañados. Fantaseaba distintos escenarios: el pub, sus baños, la calle, los umbrales furtivos, el cine. De un momento a otro llegué al Hoyts. Me dirigí a la sala correspondiente, y a pesar de que el film era lo suficientemente bueno como para capturar mis sentidos, esos mismos sentidos se encontraban todos concentrados en mi pene erecto, jugoso, y en mi mente invadida por las imágenes más perversas. Revisaba el celular cada dos minutos, hasta que note molesto al espectador a mi lado y salí raudamente de la sala. Como no tenía noticia alguna de ella, la llamé. Aún se encontraba en el bar. Ambos nos preguntamos que queríamos hacer. Yo acataría lo que ella propusiese, siempre y cuando no la tuviese que seguir jugando de boludo. Lo real era que en el bar se complicaba. Temíamos poder encontrarnos con alguien conocido. Si la encontraban a ella sola, vaya y pase; si nos encontraban a los dos, se podía saber sobre nuestros juegos.
Tomé un taxi y fui hacia nuestra casa. Decidimos que si algo sucedía, sería ahí, y no en la casa de un desconocido. Ella se quedaría en el bar y le explicaría la situación. Si aceptaba, genial. Si no, lástima y punto final.
Llegué, puse algo de música, destapé una cerveza, y me dispuse a tomar un poco de cocaína. Me encontraba gozando tremendamente, imaginando a mi chica y a su nuevo macho, que me resultaba ideal para ella. No podía dejar de pensar e imaginar cómo sería eso que le colgaba entre las piernas.

9 comentarios - Goce del cornudo - Parte 1 (Real)

ReLince
"La verga me noqueó la pera".
Estallé.
ximenalees
Ahora estoy intrigado, y quiero mas, mucho más
Renguero2001
Increible... hermoso relato! Queremos una 2da parte ya! 🙂
GastonCoq
espectacular loco !!

que caliente !!

esperando la 2da parte y algunas fotitos 😉