Una fiesta pasada de alcohol

Tras aquella última experiencia en casa de mi prima, seguí frecuentándola más a menudo, aunque intentaba tener la precaución de hallarla sola, para así gozarla sin tener que preocuparme de sus morbosas fantasías. Aun así, cuando lo hacíamos me recordaba al oído aquellas experiencias, de forma jactanciosa, poniendo en duda mi virilidad. Esas afirmaciones iban acompañadas generalmente de risitas malvadas, y morbosas miradas, lo que hacía que la penetrara con más fuerza y rapidez.

En muchas ocasiones, mientras me encontraba sobre ella en pleno acto, se mojaba los dedos sin dejar de mirarme a los ojos, y los deslizaba hacia mi ano, humedeciéndolo completamente. Yo siempre iba depilado completamente, sobre todo por cuestiones higiénicas, lo que facilitaba esa tarea táctil. Con ligeros y juguetones movimientos, me introducía con firmeza un dedo, y cuando me disponía a protestar me introducía otro, lo cual me dejaba a su merced. Al ver mi cohibida reacción, se excitaba muchísimo y, aumentaba la frecuencia con la que metía y sacaba aquellos resbaladizos dedos. Sin poder evitarlo, mis eyaculaciones eran inmediatas. Y ella lo sabía.

En una ocasión, recuerdo que me invitó a una fiesta en casa de unos amigos, que vivían en un piso de estudiantes. Me ofreció una “inolvidable mamada” si me presentaba. No podía faltar. Llegué después de cenar y el ambiente parecía bastante interesante. Había una buena proporción de chicos y chicas, un salón amplio con diferentes estancias, luz tenue (apenas un par de lámparas de noche encendidas), David Guetta sonando de fondo a un volumen alto pero que no molestara a los vecinos, y alcohol por todos sitios (había botellas de ron, whisky y refrescos, con sus correspondientes cubiteras de hielo, en varias mesas).

No conocía a nadie, pero al verme, mi prima se levantó del sofá donde se encontraba y vino a mi encuentro. Llevaba una minifalda blanca que transparentaba un poco y un escote de infarto (siempre tuvo un buen par de tetas, seguramente una talla 100 o similar). Estaba algo achispada por cómo me saludó, ya llevaba unas horas allí. Me presentó a la gente, unos diez o doce chavales, todos muy simpáticos, con pintas extrañas (extrovertidos) y algo achispados ya por la bebida.

Mi prima me llevó al sofá de tres plazas donde estaba sentada, en una zona algo más oscura y apartada del salón. Estaba orientado hacia un gran ventanal con bonitas vistas de la ciudad. Me presentó a un par de amigos, que eran los inquilinos del piso, Antonio y Salá, de origen marroquí. Me fijé que Salá me miraba igual que miraba yo a mi prima cuando me la follaba. Me comentaron que eran pareja, pero que tenían una “relación abierta”. Me senté en el sofá, cubata en mano, junto a mi prima, y ellos enfrente de pie, y comenzamos a charlar.

Mi prima no dejaba de parlotear y beber. Se inclinaba de forma que parte del pezón derecho quedaba a la vista. Ella lo sabía pero disimulaba. Que caliente me ponía eso. Por mi parte, me hice dueño y señor de una botella de whisky cercana, y gracias a la colaboración de Salá, mi vaso se rellenaba solo. Cualquiera diría que me estaban emborrachando.

Mi prima me decía al oído de vez en cuando, cómo sería la mamada que me iba a hacer, mostrándome un generoso escote, lo cual me excitaba sobremanera, y en mis pantalones podía notarse. No pude evitar fijarme cómo Salá me miraba el paquete y se tocaba disimuladamente el suyo. Al tenerlo en frente de mi cara (seguían de pie y cerca de nosotros), pude notar que su miembro estaba semi-erecto y se dirigía hacia el muslo. Salá llevaba un pantalón corto blanco de algodón, un chaleco de tirantas ajustado y unas zapatillas de playa. El algodón de la tela no camuflaba la longitud del miembro que podría rondar los 20 cm y sin estar empalmado. Cada vez que se tocaba la polla (esperaba el momento que lo miraba disimuladamente), dejaba ver su grosor y longitud insinuada en el muslo. La situación, en la que parecer sólo éramos participes él y yo, comenzaba a ser extraña (y excitante). Con el alcohol, mis miradas fueron cada vez más descaradas, y en una de ellas, mi prima se dio cuenta. “¿Vaya paquete se gasta Salá, eh? He oído que si se la agarras con las dos manos aun te sobra un trozo de tronco y cabeza, para chupar. Además, también te mira disimuladamente el paquete. Demos un poco más de jugo a la situación”.Conociendo a mi prima, sabía que esa situación comenzaba a excitarla. Ahora éramos tres en el juego, porque Antonio apenas se daba cuenta de lo que pasaba.

La fiesta seguía ya de madrugada, pero la gente poco a poco se iba marchando. Ya sólo quedaba una pareja enrollándose apasionadamente en un rincón apartado de nosotros, algunos en una habitación (a saber que hacían), y nosotros cada vez más borrachos. Ellos dos seguían de pie, hablando y bailando, aunque Salá parecía un poco más cerca de mí; y nosotros en el sofá. Mi prima cuando se inclinaba para decirme guarradas al oído se apoyaba con la mano libre (la otra sostenía la copa) en mi paquete. Parecía un acto fortuito pero bien sabíamos que era intencionado. Eso hacía que mi paquete creciera y se marcara aun más. A su vez, ella miraba a Salá que respondía con un apretón y masaje del suyo, más descarado cada vez, marcando (por no decir ofreciendo) su miembro en el muslo.

Un poco después, Salá comentó que se iba a dar una ducha y ponerse cómodo. Ya sólo quedábamos los cuatro en el piso, pero el ambiente (música, luz, alcohol, …) seguía igual. Cuando Salá regresó, llevaba puesto sólo unos calzoncillos de licra CK, color celeste. Tenía un cuerpo moldeado en el gimnasio, y parecía completamente depilado (muy metrosexual). Se colocó otra vez delante de mí, con su copa en la mano, y se incorporó a la conversación. Ahora sí se le notaba bien el miembro. Aún parecía más grande que antes, alargado y con la cabeza casi al final del calzón. Mi prima también se fijó. Y me miró con esa mirada que ya empezaba a temer.

Antonio comentó que se daría un relajante baño y que, si queríamos, había habitaciones para quedarnos a dormir. Habíamos bebido demasiado para conducir, por lo que aceptamos. Cuando nos quedamos sólo los tres, dio comienzo la sub-realista (por el efecto de la bebida) escena que describiré.

Al instante de irse Antonio, mi prima se inclinó hacia mí y me dijo, “si quieres que te haga esa inolvidable mamada, ya sabes que me tienes que obedecer. Así que pórtate bien, y la conseguirás”. Esto me lo dijo acompañado de un apretón de mi miembro, que estaba casi erecto. Acto seguido le dijo a Salá que se acercara más a mí, porque me gustaban esos calzoncillos y quería verlo en detalle. Salá, cubata en mano, piyó la idea y no se hizo derogar. Me puso el paquete a una cuarta, se notaban hasta las venas que se alargaban por la polla. “¿Esto es lo que quieres ver?”, me dijo Salá. Mi prima se anticipó a mi respuesta, y bajándole los calzoncillos dijo, “ésto, es lo que quiere ver”.

Esa reacción de mi prima me cogió desprevenido pues con el alcohol todo parece ir más lento. Salá se dejó exhibir, y su polla me golpeo en la mejilla y en los labios. Me quedé paralizado, sin saber qué hacer. Mi prima al verme estático, me quitó el botón de los pantalones y dejó salir mi miembro, ya bastante erecto. Me la cogió con su mano, y empezó a pajearme. Con su otra mano, cogió la polla de Salá y me la puso en los labios. “Tú se la comes y yo te la como a ti. Así que abre la boca, zorrita” (era la manera ofensiva de llamarme cada vez que me sodomizaba). Lo hice, abrí la boca, saqué la lengua y empecé a lamerla. Era enorme, y con cada lengüetazo parecía crecer más. Mi prima empezó a darme fuertes mamadas. Salá se acercó un poco más y me introdujo la cabeza en la boca (tuve que abrir la boca al máximo), “así zorrita, como la come tu prima. Sé que no parabas de mirar mi gran polla, así que ahora la vas a ver en acción”.

Tras decir eso, colocó sus manos sobre mi cabeza y me atrajo poco a poco hacia él, clavando su miembro cada vez más profundo. Tuve que controlar varios intentos de vomitar, aunque eso no parecía detenerlo en su intento de que me entrara entera. Cuando quedaban unos centímetros tuve que detenerlo, estaba en la garganta. Apenas podía moverme. El permanecía quieto, disfrutando el momento. Empecé a babear una densa saliva. Al notar la pausa, mi prima alzó la cabeza y se sorprendió al verme con semejante polla tragada casi entera, “joder primo, que guarra eres, te la ha metido hasta la garganta, ni yo me dejo tanto, que puta eres.” Dijo esto con esa sonrisa malvada, que en otras ocasiones os he descrito. Se acercó y empezó a lamer la baba que caía por mi boca y luego me la escupió a la mejilla. Un leve movimiento de Salá provocó otra avalancha de saliva. Esta vez, mi prima la succionó y me la vertió en mi propia polla. Luego empezó a pajearme con esa nueva lubricación. “Vamos Salá, muévete, que éste se lo traga todo”.

Fue como una inyección de energía para Salá, que empezó a sacarla hasta mitad y volver a meterla, cada vez más adentro. Cada vez más rápido. Mis mamadas sonaban como un desatascador de desagües. Mi prima al ver lo bien que la chupaba, se reclinó en el sofá con las piernas abiertas (llevaba una minifalda) y me desvió la cabeza con dulzura, “ven chupa-pollas, cómeme el coño que lo tengo chorreando porque me corrí cuando te la metió entera” (así hablaba ella). Puse las rodillas en el sofá y hundí la cabeza entre sus muslos. Ciertamente estaba chorreando, la zorra no llevaba bragas y había una enorme mancha en el cojín. Chupé con deleite ese rico y abultado coño. Con tanto flujo en mi sedienta boca, no reparé en que Salá, me había bajado disimuladamente el pantalón, siguiendo unas instrucciones que mi prima le iba dando a mis espaldas. Un líquido resbaladizo cayó por mi culo, en pompa con la nueva postura, y la mano de Salá, comenzó a extenderlo por mi ano con una mano, y por mis huevos y mi polla con la otra. Esto último me daba mucho placer. Metía uno y dos dedos por mi agujero, que se deslizaban rápidamente debido al lubricante. Yo seguía tragando todo la corrida de mi prima, que cada vez se abría más de piernas.

“Venga primo que estoy a punto de correrme otra vez, mete bien la lengua hasta el fondo. “ Con sus dos manos me sujetaba la cabeza y me la apretaba contra su coño. “Venga Salá fóllatelo ya, fóllate ese culo abierto de maricón”. Cuando iba a levantar la cabeza para protestar, lo noté, Salá había metido en mi ano la cabeza de su enorme miembro, y tras comprobar cómo se abría mi culo sin ofrecer resistencia, la introdujo entera lenta y decididamente. No estaba preparado para esa barra de carne en mi culo. Al ver mi cara, mi prima gimió de placer, y me obligó a bajar la cabeza de nuevo. “¿Qué te ha parecido? Así se siente cuando te la meten por el culo maricón, aunque tu pollita apenas se nota cuando la metes en mi culo”. Decía esto entre gemidos, con el balanceo de mi cabeza ocasionado por el movimiento de Salá. “Joder, a ti están follando con una polla gigantesca… y te la meten entera por el culo… joder, me corro otra vez… sigue lamiendo zorra. Dale más fuerte Salá, follatelo bien”. Al ver lo excitada que estaba mi prima y cómo me trataba, se excitó muchísimo, me separó los cachetes del culo con ambas manos, y empezó a follarme el culo con fuertes embestidas. Sus tremendas envestidas hacían que mi boca se aplastara en el coño de mi prima, lo que le producía a ésta aun más placer. “Joder Salá así, así, clávasela bien, pártele el culo, vas a hacer que me corra otra vez”. Salá la sacaba entera, para comprobar cómo de abierto estaba dejando mi culo y la volvía a meter hasta el fondo sin contemplación. No dejaba ni un cm fuera. No pudo aguantar más esa morbosa situación, y empezó a acelerar el ritmo. Todo se aceleró de repente. Mi prima gritó que se corría, levantó la cintura y varios chorros de flujo me cayeron en la boca aun abierta y por toda la cara, era un orgasmo múltiple. En ese momento además, sentí un gran puntazo que me alojó la polla donde no cabía más, y un gemido de furia. Luego una sensación (que me recordaba algo…) paralela al notar toda la leche de Salá, que me rellenaba por dentro. Nunca había visto tanta cantidad de semen salir de una polla. Notaba sus palpitaciones previas a expulsar fuertes chorros de semen. Los dos se corrieron sobre mí a la vez. El experimentar cómo se corrían ambos en mí fue tan intenso que, sin tocarme, mi colgante miembro empezó a chorrear leche. Mis gemidos me delataron. Mi prima se dio cuenta, y con su natural forma insultante de decirme las cosas, señaló (con morbosa expresión) que me había corrido del placer proporcionado por la gran polla que se estaba vaciando dentro mi culo.

En esa postura nos quedamos unos minutos, vaciándonos completamente, sin fuerzas para movernos. Un repentino sonido en el baño, hizo que Salá despertará de su ensoñación y sacara su gran polla precipitadamente. Esto provocó un gran alivio y relajación de mi zona trasera, desde donde empezó a salir un continuo chorro de esperma, que llegaba hasta los huevos y goteaba en el sillón. Mi ano estaba rebosan leche. Yo no podía moverme, y allí seguí en pompa, con el agujero rebosante de leche y del tamaño de un vaso de tubo. Salá se apresuró en escabullirse hacia otra habitación. El sabía que el ruido anunciaba la llega de Antonio, que seguía hasta entonces en el baño.

Al aparecer Antonio en el salón con una toalla enrollada en la cintura, se encontró con una escena inesperada. Desde su punto de vista, veía mi culo en pompa y emanando leche, y mi prima abierta de piernas, con mi cabeza en su coño. Ambos exhaustos. Lo que pasó a continuación nadie lo esperaba. Se fue despacio hacia mi culo, metió sin preguntar dos dedos en mi ano, para mojárselo de leche, y luego se los llevó a la boca. “Reconozco este sabor”, acto seguido, se quitó la toalla, y una erecta polla apareció.

Mi culo quedaba a la altura de su cintura, por lo que no le costó ningún esfuerzo refregar su polla por el chorrito de semen que caía, esta quedar bien lubricada. Todo esto paso tan rápidamente que apenas pude reaccionar, sin embargo mi prima lo estaba contemplando todo en primera fila, y disfrutaba de la escena, pues su coño empezó de nuevo a mojarse. Antonio puso la cabeza hinchada de su polla en el rebosante agujero y miró a mi prima, “vamos, fóllatelo tú también, este maricón no va a olvidar esta noche”. De nuevo cuando iba a protestar, sentí como mi prima me inmovilizaba los brazos a la espalda y me hundía la cabeza en su coño. Fue la señal que necesitaba Antonio. La metió hasta dentro de un solo empujó, lo que provocó una catarata de leche de Salá hacia el sofá. Gimió de placer, muy abierto y rebosante de leche, estaba disfrutando. Estaba tan excitado que empezó a dar fuertes puntazos, que sonaban como palmadas en el agua. Pensé que me estaba metiendo hasta los huevos. Mi prima al ver ese ritmo y mi cara, entre placer y enfado, no pudo contenerse y volvió a correrse. Esta situación excitó de tal forma a mi castigador que, sujetándome las caderas con ambas manos, me dio tan fuerte que el rebosante semen salía disparado por todas direcciones. Los gemidos de placer de mi prima y el sonido acuoso de sus embestidas resultaron en unos intensos gemidos de placer, que Antonio empezó a emitir al correrse. Con grandes puntazos, los chorros de su caliente leche me inundaban y, junto con el esperma de Salá, salían a borbotones desde mi abierto ano. Todo volvió a ralentizarse. Miré a mi prima con cara de afligido y ella me dijo, “joder primo, vaya dos polvos te han echado. Me encanta ver cómo te follan. Y recuerda, yo mando, de lo contrario todos sabrán lo maricón que eres. Y ahora déjame el coño bien limpio” Así era ella ...

1 comentario - Una fiesta pasada de alcohol

arieljara
muy buena historia,capo...gracias
Una fiesta pasada de alcohol