Seis por ocho (108): La semana anterior al turno…




Post anterior
Post siguiente
Compendio I


Esa última semana, antes de entrar a trabajar en la faena, fue extremadamente tensa. Discutíamos constantemente con Marisol, porque no aprovechaba las oportunidades con Fiona.
Llegamos a tal punto, que para el miércoles, habíamos parado nuestra rutina de hacer el amor por las noches y el sexo en general, sólo para que yo estuviera de ganas. Como era de esperarse, no fuimos los únicos en darse cuenta…
“So… how are things between you and your wife?” preguntó Fiona, el jueves, mientras le enseñaba a freir papas.
(Así que… ¿Cómo están las cosas entre tú y tu esposa?)
“Well, they are all right… we just had a couple of fights…” le respondí.
(Bueno, están bien… sólo hemos tenido algunas peleas)
“Is it… because of your job shift?” Me preguntó, sumergiendo las papitas en aceite. Ella ya sabía que a partir de la próxima semana, las clases serían semana por medio.
(¿Es por… tu turno laboral?)
La puesta en marcha del yacimiento ha sido relativamente difícil. Aunque originalmente, me dijeron que tendría que esperar 4 meses, ha sido un poco más por la adquisición y colocación de los equipos y sistemas en el yacimiento. Incluso el martes de la semana que fui a Ayers Rock, me llegó un correo informándome que mi ingreso se dilataba una semana, dado que durante una detonación programada, se desajustó la red interna comunicacional.
Consideré que el retraso de mi ingreso era una estupidez, ya que si estaban haciendo detonaciones, yo ya debía estar en el lugar, puesto que soy supervisor de faena de extracción.
Pero las órdenes eran las órdenes y uno debía acatar…
“No, some other stuff…”suspiré. “How are things going between you and Kevin?”
(No, algunas otras cosas… ¿Cómo están las cosas entre tú y Kevin?)
Ella se avergonzó un poco…
“Well… after you guys moved… things have been going pretty great between us…” me respondió.
(Bueno… después que ustedes se mudaron… las cosas han estado bastante bien entre nosotros)
“Really?” pregunté, pensando que toda esta tontería que Marisol había planeado fue innecesaria…
Pero claro, si ese fuera el caso, yo no estaría escribiendo ahora…
“I really shouldn’t tell you… it’s a kind of secret we’re keeping…” me dijo, bien avergonzada.
(No debería contártelo… es algo como un secreto que hemos mantenido…)
“Oh! Ok! Don’t tell me then! I understand!” le dije, enfocándome en freír la carne.
(¡Oh! ¡Está bien! ¡No me lo cuentes! ¡Yo entiendo!)
Pero ya conocía un poco más a Fiona y tiene 2 leves defectos: el primero, que es algo chismosa; el segundo, que le gusta llamar la atención.
No pudo resistir la tentación y me lo dijo.
Desde que llegamos, habían empezado a hacer el amor nuevamente. Me contaba que antes, la relación entre Kevin y ella era muy distante, pero esa noche, a diferencia de las anteriores, no fue muy silenciosa.
Como les digo, aunque el patio es grande y la separación entre nuestras casas es grande, por la noche, el aire es más frio y calmado y el sonido se propaga bastante bien… entre estos, los gemidos de Marisol.
Fiona se avergonzó al admitir que nos estaban escuchando por la noche. Al principio, lo encontraron gracioso y pensaron escuchar hasta que termináramos, pero esperaron un buen rato… y naturalmente, se empezaron a calentar.
Me contó, bastante excitada, que desde esa noche, Kevin y ella hacían el amor 2 veces seguidas, cosa que nunca había pasado durante de sus años de casados. Y se habían dado cuenta que algo debió habernos pasado, para que paráramos en seco.
“I guess Marisol must really like it…” Me dijo Fiona, suspirando. “I mean, It’s the only answer for why she yells a lot every night… unless…”
(Supongo que Marisol le debe gustar mucho… es decir, es la única explicación de por qué grita tanto cada noche… a menos que…)
“Oh! I think our fries are done!” le dije, tratando de esquivar sus ojos… pero era demasiado tarde. Ya tenía esa mirada…
(¡Oh! ¡Creo que nuestras papitas están listas!)
Ella me entendió. No era bueno seguir conversando ese tema, aunque la tensión entre nosotros cada vez nos iba acercando más y más…
Por la noche, otra noche de discusión…
“¡Marco, de verdad no te entiendo!” me discutía Marisol. “¿Por qué quieres hacerlo?... sé que te pondrá muy triste…”
Ella lloraba y trataba de consolarla.
“Porque es la única oportunidad que tengo para que sientas lo que siento yo…” le expliqué.
“Pero Marco… ¡Yo te amo a ti!… Kevin tiene buen físico… no lo niego… pero no quiero que te duela…” me decía, llorando en mi pecho.
“¡Escucha, Marisol!” le dije. “Más que nada, lo hago por ti. Sé que todo esto ha sido tu idea… pero no quiero que algún día te arrepientas y me culpes. ¡Créeme, estoy más que consciente que me dolerá!... pero por lo menos, ahora tengo la oportunidad que veas las cosas con mis ojos…”
“¡Tonto!” me dijo ella, acariciando mi cara. “Yo no quiero ver las cosas con tus ojos… me contento con sólo verte a ti…”
“¡Está bien, Marisol!” le dije, poniéndome a llorar. “¡Me rendiré y no te lo pediré más!... pero te dejare libre, como lo haces tú... Ahora, podrás actuar como yo contigo… No estaré toda una semana… y si algo llega a pasar entre tú y Kevin… pues… sólo te pido que me lo digas… al igual que te he contado todo a ti…”
“¡Tonto!” me dijo ella, besándome. “Nada va a pasar entre nosotros… ¡Marco, tú eres el que amo!... yo sólo quiero que vuelvas…”
Yo sonreí.
“¡No, amor!” le dije, besándola con dulzura. “Está vez… seré yo el que espere que vuelvas a mi…”
Y empezamos a hacer el amor, nuevamente…
“¡Amigo, que idiota eres! ¡Podrías haberle dicho “no” y no serías miserable!” pueden pensar.
Pero no. Simplemente, no era justo. Habían sido muchas mujeres… más de las que me merecía y lo mínimo que podía concederle era que, al menos una vez, cambiáramos de lugar.
Cuando recuerdo esos días, me doy cuenta cómo he ido cambiando: antes, creía que con Marisol, yo sería feliz; Luego, creí que si nos casábamos y tuviéramos hijos, la vida se normalizaría; Luego, creí que con huir del pais, todo sería tranquilo; y en esos momentos, creía que, con saber que Marisol me estaba engañando, no sentiría remordimientos…
Pero a la vez, sentía que estaba renunciando a lo más preciado de mi vida…
El viernes, Kevin nos invitó a su casa, para un asado de despedida.
“No problem, Mate! I’ll look after your wife while you’re away!” me aseguró el lobo que cuidaría a caperucita…
(¡No te preocupes, compañero! ¡Yo cuidaré a tu esposa mientras estás fuera!)
“Thanks!” le respondí. “I would really love that you checked up on her at night!”
(¡Gracias!... ¡Me encantaría que la revisaras por la noche!)
Pude ver en sus ojos que así lo haría… tuve que contenerme.
“It’s the least I can do, after you started teaching my wife how to cook. Her fries were wicked!” me respondió.
(Es lo menos que puedo hacer, después de que le enseñaste a mi esposa a cocinar. ¡Sus papas fritas fueron sensacionales!)
“Thanks” le respondí. “How are the things between you two?”
“Great! She drains me every night, you know?... I mean, maybe she’s not as slutty as your wife… but still, she’s awesome…”
(¡Genial! Me vacía todas las noches, ¿Sabes?... es decir, no es tan puta como tu esposa… pero aun así, ella es genial…)
“And is she satisfied?” le pregunté.
(¿Y queda satisfecha?)
“With 22cm, she can’t walk well the next day, mate…” me decía, riendosé.
(Con 22cm, ella no puede caminar bien al día siguiente, compañero…)
No niego que me intimidó. Podía estar exagerando… lo sé… pero si decía la verdad, poco o nada podría hacer yo con mis 18cm…
Al menos, eso creía yo…
“There was something I wanted to ask you before you left, mate…” me dijo, llamandomé más en confianza.
(Había algo que quería consultarte antes que te fueras, compañero…)
Tuve miedo… mucho miedo…
“How did you do it to break your wife’s ass?” me preguntó, con bastante lujuria. “You’ve seen Fiona’s and I really want to pound hers, you know?”
(¿Cómo le rompiste el culo a tu esposa? Has visto el de Fiona y de verdad, quiero rompérselo, ¿Sabes?)
No soy tonto, comprendo los juegos de palabras y pude verlo en sus ojos… no me mentía, pero realmente, no se refería a Fiona… Sin embargo, debía hacerlo… si realmente quería devolverle las mismas libertades a Marisol… debía darle las llaves del reino a este sapo mastodóntico.
“Well, when I started, I did it by putting a finger in her ass, then 2, and then trying by myself… but now, that she likes it, I just caress her butt, kiss her and undress her…” le dije, como si no me diera cuenta de la información que le estaba dando.
(Bueno, cuando empecé, lo hice poniéndole un dedo en el ano, luego 2 y luego intentando por mi mismo… pero ahora que le gusta, solamente acaricio su trasero, la beso y la desvisto…)
Por lo que vi aparecer en su pantalón, sentí que se me pararía el corazón… ¡El ególatra bastardo no me había mentido!
“Great! You lucky duck! ...I guess the only thing left before doing it is just trying it out…” me dijo, saboreándose.
(¡Excelente! ¡Eres un pato afortunado!... supongo que lo único que queda antes de hacerlo es probarlo…)
Sin embargo, es mi Marisol y aunque sabía que ese bastardo cachondo, cachetón, canchero y casado no me escucharía, hice una última suplica…
“The first time, you have to pace yourself… since chicks never tried something that big… you have to be considered, so that she will enjoy it… otherwise, it will hurt her and maybe, never want to do it again…” le dije, bien apesumbrado.
(La primera vez, tienes que calmarte… como las chicas nunca han probado algo tan grande… debes ser considerado, para que lo disfruten… de otra manera, la lastimaras y probablemente, nunca más quieran hacerlo…)
Si antes tenía dudas sobre la seguridad de mi esposa, su respuesta me las aclaró de forma definitiva.
“It´s not something that really worries me, anyway…” me dijo, sonriendo bien caliente.
(No es algo que me preocupe mucho, de cualquier manera…)
El fin de semana, hicimos el amor varias veces durante el día. Ella sabía mi miedo y se creía capaz de enfrentarlo…
“¡Marco, tú sabes que te amo!” me dijo esa mañana, mientras nos despedíamos en el garaje.
No dude que me quisiera de verdad y que estuviera segura que no tropezaría…
Ella siempre me ha amado…
Nos besamos… y cuando salí a la calle, empecé a llorar.
No sería el único en probar el trasero de mi amado ruiseñor…


Post siguiente

0 comentarios - Seis por ocho (108): La semana anterior al turno…