Cuentos para un albañil, Sin códigos - Parte tres..

Regreso al rato al salón Sandra, parecía no terminar de acomodarse la ropa nunca, no vino inmediatamente a la mesa conmigo, sino que anduvo de sociales con algunos invitados, hablaba con su hija, con Víctor, jugaba con su nieto, paso fácilmente como hora y media, mientras tanto estuve solo un rato en la mesa, después vinieron los hermanos de Víctor, volví a quedar solo y se acerco Sandra…
-estoy toda enchastrada culpa tuya, espero no tener manchada la ropa, me mire mil veces… ¿siempre haces locuras?
- la verdad que no
Un poco haciéndome el serio, estuve tentado a preguntarle en mi voracidad verbal si ella era de esas locuras, era innecesario, estuvo bueno el rapidito de la fiesta de bautismo, así no hubiera otro, por lo menos el recuerdo que sea bueno y dije…
-creo que es hora que me vaya…
Le cambio la cara,
-¿porque te vas?, te incomodo algo de lo que te dije ¿no?
-para nada, son las 4.30 am, estoy desde las 6 am de ayer y fusilado es poco
-y en que te vas
-en mi moto, vivo cerca como a 30 cuadras, deberías venirte conmigo a mi casa
No se sorprendió ni mucho menos, creo que su charla previa apuntaba mas bien a eso, casi de manual el histeriqueo, que no sé que voy a decir, con quien voy a dejar mi hijo… mañana si queres
-bueno dale…
-Espérame un rato no te vayas, si resuelvo algo me voy con vos
Resolvió, pasamos por la casa de Víctor donde se cambio y salió con esas calzas de cumbieras, zapatillas, remera pegada al cuerpo, camperita y una mochila, atuendo de tan pendeja como la hija y si me gustaba en su atuendo de fiesta, abuela re joven del trajecito, el peinado recogido con mechitas, verla con el pelo suelto lacio castaño, color de peluquería, una calza blanca con dibujitos que realzaba unas patas fibrosas de mucha gimnasia, cola paradita natural tragándose el hilo dental de la tanga, zapatillas tipo botitas rojas, remera pegada al cuerpo, dos pezones sugeridos paraditos y la camperita roja haciendo juego, una cumbierita algo crecidita, pero que te partía la cabeza de a cuadritos como un tablero de ajedrez, que mas puedo decir o escribir, quería decirle a alguien, pellízcame para saber si estoy vivo, no me despierten si estoy soñando, abriendo las piernas en un saltito se subió a mi moto, se prendió abrazándome y jugando, risas y esas charlas maravillosas nacidas de una travesura, enfilamos para mi departamento.
Mientras Sandra inspeccionaba curiosa mi departamento, aproveche para darme una ducha, tenía toda la transpiración del baile, del sexo frenético y recaliente, gracias al bautismo, la baranda a vino se resistía a abandonarme, cuando salí del baño, con la toalla puesta, Sandra había acomodado el dormitorio, a pesar de que soy ordenado, claro que no el fanatismo de las minas, en eso que me voy al ropero y me estoy poniendo desodorante, Sandra se acerca por detrás me abraza y con besos chiquitos explora mi espalda, me indica con sus brazos que gire, obvio que ya se me notaba la carpa de la toalla, me comió la boca y metió su mano suave, buscando la pija…
- mmm esta como si no hubiera hecho nada, se ve que no fui tan buena como pensaba… allá en la fiesta, ¿algo te suena?
- tengo problemas de memoria sabes, siempre tengo la tendencia de repetir “locuras”, es un problema, mis olvidos
Me regala una bella sonrisa Sandra, ese lenguaje sugerido, morboso, cómplice, sin grosería la enciende…
-Y me queres decir porque te fuiste a bañar…
-mmm adivina
Un juego histeriquito tan bello, pero que era evidente que haberme dado una ducha antes de... no fue para ella, un detalle menor.
Jugamos un rato mas entre que te digo y me lo decís, hasta que vencida o queriendo dejarse vencer me dijo
-me encanto que te dieras un ducha antes de hacerme el amor, no sé cómo decirte es como que… importante o no se… no importa
En medio de su incipiente silencio me comió la boca, de un tirón me saco la toalla y me dio una mirada desvergonzada, caliente, se mordía suavemente los labios por momentos, como me calentó esa mina, mirarla mirarme de esa forma, me tomó de las dos manos, caminando ella hacia atrás, me llevo a la cama, mezcla de pasión, gozo y eso que tienen ellas indefinibles… de saberse mujer.
Al llegar a la cama, sin desatarse los cordones de las zapatillas y pisando con la punta el talón, se las saco, con esos soquetes cortitos, blancos, de un saltito se subió a la cama, me compraba su sonrisa, sus ganas de jugar, era una mujer madura, dos hijos, sintiéndose tan libre, tan sin prejuicios que jugaba como una nena, me acerco, quedaba ella un poco más alta, apoyo su brazos en mis hombros, con sus manos chiquitas revolvía mi pelo, hecha caricias y me beso pasionalmente y dulcemente, jugaba con su lengua en mi boca, su nariz se rozaba con la mía, por ahí se apartaba y su miraba se detenía en mis ojos, en mi rostro, mis dos manos abiertas, empezaban desde sus pantorrillas un viaje de caricias, encender los sentidos, recorrer sus piernas, los cachetes de la cola, las curvas de sus caderas, de su cintura, su espalda, su hombros, su cuello, recibo extasiado esos besos de pasión, me deja que le saque la remera, me deja que le saque la calza, esa blanca con los dibujitos, me deja mirar mientras me mira hacer y me sonríe, queda con sus zoquetes puestos y su conjunto de encaje de ropa interior negro, su piel blanca suave y perfumada me llama, recorre mi boca esa piel, esa “amalgama perfecta” como bien la describe la famosa canción, su cuello, sus hombros, bajo por el centro de sus pechos, mi boca recolecta ese sabor y ese olor, mis oídos se llenan de sus gemidos, de su sonidos que a veces se hacen mi nombre, se suelta el corpiño y lo deja caer al suelo, dos pechos hermosos levemente inclinados hacia los lados, blancos como leche, con aureolas enormes en sus puntas, de pezones chiquitos, rosados como el de una pendeja, detengo un instante el salvaje deseo de meterlos en mi boca para chuparlos, los beso, juego con mi lengua, Sandra me toma la cabeza con sus dos manos abiertas y me guía a uno, casi me lo mete en la boca, hecha un grito de placer, desesperado en mi caliente locura, chupo esos pechos maduros, bellamente blancos, le doy mordiscos suaves en sus costados y chupones, Sandra en su mirada, la presión de sus manos en mi cabeza, me habla, me cuenta del placer que siente, se pierde la noción del tiempo, hasta que me encuentro un poco agachado recorriendo esa pancita incipiente, con alguna marquitas de su maternidad, el ombligo como un pozo profundo oscuro me llama a que curiosamente meta la punta de mi lengua, buscando nada, pero sé que hay algo, algo me empuja más abajo, acaricio con mi lengua una cicatriz en forma de medialuna de casi 7 cm con una dureza, Sandra con un arrebato de vergüenza como quien quiere esconder un defecto quiere alejarme… quiero todo lo tuyo incluso la cicatriz (dicho en el tono gemido sentido) y me deja besarla, sigo hacia abajo, esa meca que tanto nos llama, un triangulo de tela con dos tiritas que salen hacia los costados, semitransparente negra con un estampado de un pimpollo de rosa rojo, vuelve a encender mis sentidos de una forma que mas no se podía, le pido que se acueste en el borde de la cama, me arrodillo, bajo suavemente esa tanga bella, me deja acariciarle las bellas piernas fibrosas, algunas arañitas, esos detalles que la hacen tan humana, tan mujer de éste mundo, tan real, hasta que echa una sonrisa me abre las piernas, me muestra, una conchita de labios grandes, rosados como sus pechos, un triangulo chiquito de vello púbico insipientes, pero tupidos, negros como su cabello, cerré los ojos y me deje llevar, abrí la boca y…………………………………. si pudiera describir con palabras lo que se siente, lo haría, pero no se puede, arquea su cadera Sandra, buscando que mi boca baje, que mi lengua explore, vuelve a tomar mi cabeza y me indica lo que desea, si exploro con la lengua, arquea en vaivén su cadera, recorriendo esa conchita húmeda, el penetrante olor que se impregna en mi cara , si apoyo mis labios o abro mi boca, ella hace presión acomodando su placer, hecha un gemido fuerte e intenso, busco aire desesperado en mi calentura, Sandra encendida me enciende, Sandra me lleva, Sandra…. vuelve a perderse la noción del tiempo.
Muerde suavemente mis labios, estoy encima de ella, me recibe con sus piernas abiertas, acomoda en la puerta de su conchita mojada, mi pija dura, latiente, pone sus manos en mi cola y me lleva hacia ella, se penetra, arquea con maestría su cadera y la penetración es completa, profunda, sentida e instintivamente se sucede ese movimiento de penetrar y salir, ese placer inmenso de recorrer con la pija, ese espacio húmedo suave, ese espacio del olor tan especial, ese espacio que hace que tus gemidos tengan sentido, entro y salgo de Sandra, de forma frenética y embestidas con torpezas o solo a veces mirándome la pija, roja, mojada, venosa, aparecer y desaparecer, entrar y salir en Sandra… vuelve a perderse la noción del tiempo.
Me besa con presión, abriendo la boca, buscando aire, lleva encima de mí un rato largo, con las piernas abiertas los necesarios, su conchita saca o traga mi pija por intervalos, cuando arquea su cadera, nuestros pechos juntos y apretados, mojados de nuestra transpiración se rozan, sube y baja Sandra, mis manos exploran esos cachetes, mis dedos recorren esa raya fantástica, montañosa, esa que mordía la calza, esa que escondía la tanga sin ningún esfuerzo y saca o traga Sandra, somos un movimiento coordinado, único, perfecto, nuestros órganos son la conjunción perfecta, se acoplan, uno penetra, el otro lo esconde…
-Mario…. Mario...
-que corazón… decime, dame
Empuja con fuerza, le sale desde adentro, un enorme gemido mientras con su concha latiente, con contracciones espasmódicas, recorre más lentamente mi pija, recorriéndola de punta a punta, su humedad es más notable, quiero compartir ese momento, me concentro, siente Sandra la pulsación de mi pija, sabe, siente, intuye lo que va suceder
-Mario… dame la leche amor, la quiero toda
En ese tono… me sale, me vuelve a salir y me vuelve a salir, en el gemido más intenso, se vuelve abrazo, Sandra esconde su cara en mi cuello, nos vamos quedando quietos, nos hacemos el silencio, en el aire y en nuestros sentidos la mezcla del olor de nuestros cuerpos… y vuelve a perderse la noción del tiempo.
Sandra y Yo, nos hemos bautizado.

Continuara ...

2 comentarios - Cuentos para un albañil, Sin códigos - Parte tres..

jhr2000 +1
"...esos detalles que la hacen tan humana, tan mujer de éste mundo, tan real,"
EXCELENTEEEEEEE
Cuentos para un albañil, Sin códigos - Parte tres..
Mertus
Muchas gracias, los elogios siempre alientan para seguir...
galocasto +1
excelente
Mertus
Muy agradecido, cada vez que pongo un relato, se que voy a encontrar un comentario tuyo y un elogio, el agradecido soy yo.