Soy su esclava II: Que comience el entrenamiento parte 1

El consolador salía de mi culo lentamente, no podía pedir una sensación más agradable y placentera, tenía el mío propio pero era uno sencillo, media catorce centímetros de largo y era lo suficiente mente grueso para rodear lo con una mano, pero este, era de por lo menos veinte centímetros, tenía unas protuberancias en todo el largo de su cuerpo, vibraba y tenía un grueso bastante considerable, tenía las manos atadas y una correa con un aro que evitaba que cerrara la boca, al principio dolió, pero conforme pasaba el tiempo me acostumbre a su dulce y sádico tamaño, me había corrido, si como toda na putita, el semen había salido de mi pene después de unos minutos de haber iniciado con ¨La espada Africana¨ el nombre que le daba mi maestra a aquel consolador, por cierto, mi maestra era aquella mujer que me había rasurado, pero descubrí que no era mujer, era como yo, mientras me sodomizaba me contó que ella había sido comprada hacia cinco año, era alemana, y que desde entonces había sido la puta del Amo, o mi dulce, dulce Amo, pero que a ella no le gustaba tanto ser quien recibe los castigos si no quien los da, se veía en su hermosa cara una mueca de satisfacción cada vez que me nalgueaba, su piel contrastaba con la mía, ella era pálida, como estar viendo a una escultura de nieve moverse, su cabello era rubio platinado, largo y liso, al contrario del mío que llegaba a los hombros, era negro y quebrado, sus ojos miel contrastaban con mis ojos negros, también había una gran diferencia en cuanto a nuestros penes, no en el tamaño, eran solo unos dos centímetros de diferencia con el mío, el mío media diecinueve centímetros, pero la diferencia era que ella tenía piercings a lo largo de la parte baja de su pene, todos negros.
El entrenamiento se llevaba a cabo durante dos horas, pero a decir verdad, no lo necesitaba, yo ya era adicta a esas cosas, recibí un nuevo uniforme que consistía en un leotardo de cuero negro, que tenía un agujero en la parte baja del culo, en donde se insertaba una cola de diablita, unida a un consolador que vibraba, tenía una di adema con cuernos, unos guantes hasta los codos, y unas botas de cuero hasta los muslos, tenía una abertura en a la altura de los pecho, pero a diferencia de mi traje de sirvienta, este tenía un cierre para agregarle la parte faltante, era mi uniforme para cuando entrenaba, aun el Amo no me cogía, llegue a pensar que no le gustaba tanto como Edvige, el apodo de mi maestra.
Edvige disfrutaba enseñarme y yo aprender de ella, -vaya, que puta mas sumisa nos han trraído- su acento alemán se notaba, -ahora te meteré mi verrga, ¿lista?- solo dije que si con la cabeza, no lo había hecho antes, peo cuando entro, me estremecí, no recordaba la sensación de una verga, la última vez, fue la de mi profesor de literatura, quien me pidió que usara el uniforme femenino y me dejara correrme para pasar su materia, el tipo se corrió a los pocos minutos de empezar, me quede caliente, fue ese ida que compre mi consolador, y el mismo día que use uno por primera vez, pero el pene de Edvige era diferente, los piergcings no me lastimaban, se sentían cuando metía su erecta verga dentro de mí, los podía sentir a lo largo de mi recto, cuando se corrió, me sentí incapaz de mantenerme con el culo hacia arriba, así que lo baje y sentí como, un líquido caliente baja por mi recto, y al mismo tiempo, como otro poco salía de mi pequeño pene, me quede dormida.
Había pasado una hora desde aquella sesión cuando desperté, estaba en una silla, sentí un dolor en mi pecho, cuando comprobé sentí unos pequeños aros en mis pezones, moví la cabeza y pude ver que me los habían perforado, también tenía aretes en las orejas, Edvige apareció con un vestido de sirvienta parecido al mío, solo que de látex en las partes negras en lugar de tela, pero conservando las demás parte blancas, pude ver sus pezones rosas que también estaban perforados, una cadena colgaba de uno de ellos, el final se perdía donde finalizaba aquel vestido peculiar, de dio la vuelta y alzo la falda de látex, tenía un cinturón de castigo, -tiene un vibrrador por dentrro, se intrroduce y se enciende con esta cadena, como si fuerra una lamparra de techo- se acercó con sus nalgas expuestas, giro y su cara era bella, lágrimas de extacis rodaban por su cara, sus ojos se iban hacia arriba, sus jadeos hacían que hilos de baba cayeran de su boca, -ya me he corrido varrias veces, al parrecer a el Amo no le gusto que follarra, me ha castigado, perro seguirre con tus clases- sus temblorosas piernas no lo soportaron y cayo sentada, gimo de dolor o placer, no sé, pero se quedó tirada mientras el vibrado hacia un sonido de zumbido, daría todo lo que fuera por estar en su lugar, con eso en mi culo, vibrando, haciendo que me corra, -oye putita, tu entrrenamiento apenas comienza
(Hola, soy la escritora de esta historia, como deben de suponer, el personaje principal esta basada en mi, sumisa, algo masoquista y amante de los disfrazases de chica, hago por aquí la petición a mis lectores, que compartan, si les gusta, estos relatos, así me darán mas ganas de escribirles secuelas, de antemano gracias mis lectores) a cualquier duda, pregunta sobre los capitulos, mi Skype es Darcky44, agreguen me y pregunten,también por Mensaje privado o a mi mail, dead_man_art@hotmail.com NO OLVIDEN COMENTAR SI LES HA GUSTADO EL CAPITULO, besos.

2 comentarios - Soy su esclava II: Que comience el entrenamiento parte 1

lobo316 +1
Hola exelente post megusto mucho siempre eh querido terner un o una putita sumisa para darme placeres .practicaremo com mi sra ..gracia y siguiendo