seis por ocho (5): el entrenamiento especial de mi suegra




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Compendio I


Ese miércoles, la situación entre mis suegros era más normal. Aunque aun había un poco de nerviosismo entre mi suegra y yo, parecíamos retomar nuestras personalidades habituales.
Aparte de la conversación de la noche anterior, ver a mi cuñada con un pijama blanco veraniego, que dejaba ver lo desarrollada que estaba...

seis por ocho (5): el entrenamiento especial de mi suegra

y contemplar a mi suegra cómo acarreaba las bandejas, con ese mismo camisón que hacía bailar sus pechos con libertad...

tetona

Me estaba dejando con las ganas imperativas de hacerme una paja.
Mi suegro, afortunadamente, no parecía percatarse, leyendo el diario sobre la victoria de su equipo. Mi cuñada, en cambio, trataba de comer su desayuno rápidamente, ya que sus clases empezarían temprano.
Al ver cómo los restos de mermelada del pan manchaban las comisuras de su boca, no pude evitar imaginármela tragando mi leche. Fue peor al ver cómo se tomaba la jarra de leche al seco, sin dejar escapar una gota del líquido.

Sexo anal

Yo estaba petrificado y cuando mi suegra se sentó a desayunar, apenas había probado un bocado. Ella está en la onda de adelgazar, por lo que principalmente come frutas.
Afortunadamente, no come plátanos, porque mi cabeza habría explotado. Pero era igual de excitante verla morder la manzana con enormes mordiscos. Para colmo, también le pasaba la lengua cuando parte del jugo se escapaba por la superficie.

mamada

Repentinamente, mi cuñada se puso de pie, tomó la toalla y marchó al baño a ducharse. Mi suegro aun me contaba sobre la gloriosa victoria de su equipo, mientras yo trataba de comer mi desayuno, conteniendo mi líquido pre-seminal.
Mi suegra me preguntó cómo había dormido, mientras daba una mordida a su emparedado de huevo revuelto.
No supe qué responderle al instante, porque un pedazo de clara se había quedado en su labio superior y me recordaba lo que había pasado el día anterior.
Cuando pude balbucear algo, salió mi cuñada del baño, corriendo envuelta en la toalla y subiendo, con sus pechitos saltando, para vestirse con el uniforme escolar.

Suegra

Mi suegro se marchó y quedamos solos, nuevamente, mi suegra y yo, ya que tenía que ir al terminal de buses en tres horas. Me ofrecí a lavar la loza, mientras ella limpiaba la mesa, ya que necesitaba algo de agua fría para bajar mi circulación.
Nuevamente, me agradeció por haber sido tan comprensivo el día anterior y me prometió que no volvería a pasar.
Mi rabo estaba parado como antena y me armé de valor para preguntar la duda que se me ocurrió por la noche: ¿Qué tan excitante era el sexo anal?
Me respondió con franqueza. Dependía de cada mujer. A ella, le encantaba. Era algo difícil de describirme.
Era como ir al baño, pero mejor, porque era como algo que intentaba entrar y no podía y después se quedaba ahí pegado, echando líquido caliente.
Cuando se dio vuelta para botar las sobras, sus ojos se pusieron como platos al ver mi erección y era algo que no podíamos ignorar.
Se dio vuelta, como si tocara su pecho, diciendo que no era un buen tema, después de lo que habíamos hablado el día anterior.

seis por ocho (5): el entrenamiento especial de mi suegra

Pero mi pene pensaba por primera vez por su cuenta y me obligaba responderle a mi suegra que ella misma había dicho que no era ser infiel, ya que no nos amábamos.
Ella titubeó y me dijo que era cierto, que había dicho eso, pero que también le preocupaba si después no me arrepentiría de hacerlo.
Le dije que no, ya que mi cuerpo había decidido en mi lugar y que también extrañaba las mamadas matutinas que me daba Marisol.
Nuevamente, me miró con esos enormes ojos verdes, grandes como platos, preguntándome si Marisol en verdad me daba mamadas por las mañanas, a lo que respondí que sí.
Me bajó el pantalón del pijama y se sorprendió al verla tan gruesa y grande. Le respondí que a diferencia del día anterior, estaba demasiado excitado.

tetona

Con timidez, sacó su lengua y la palpó. Sus ojos se cerraban, como si disfrutara el sabor y lentamente, se iba perdiendo mi verga dentro de su boca.
Cuando vio mi cara de alivio, trató de meterla más adentro, pero con suerte metía la cabeza, quedando más de la mitad afuera.
Fue una sensación distinta a la de Marisol. Mientras que ella me chupaba con amor y despacio, mi suegra parecía decidida a succionarme los jugos, casi con violencia.
No tardé mucho en avisarle que iba a venirme, pero ella, en vez de sacar la cara, me chupó hasta el final, mientras mi primer, segundo y tercer chorro impactaba su lengua.
Trató de bebérsela toda, pero no pudo y parte de mis jugos cayeron sobre su camisón, manchando sus enormes pechos y destacando sus excitados pezones.
Aunque se ahogó un poco y tras ver que mi pene aun seguía parado, me preguntó si aun quería saber sobre el sexo anal, a lo que respondí que sí.
Ella pone la misma mirada de excitación que su hija y sin pensarlo demasiado, se apoyo sobre la mesa, presentándome su agujero.

Sexo anal

Aunque me decía que debíamos aprovechar que mi pene estaba lubricado, en realidad yo imaginaba que lo estaba deseando desde antes.
Su agujero era estrecho y ella daba algunos gemidos. Me decía que no la metiera de golpe, que fuera avanzando despacio.
Mi cabeza daba un avance y luego, retrocedía. Mi suegra me iba coordinando el ritmo. Entraba un poco más adentro, luego para afuera. Un poco más adentro, luego para afuera.
Estuvimos así unos cinco minutos y me preguntó si acaso me faltaba mucho para meterla entera y le dije que apenas iba en la mitad. Ella exclamó algo y nuevamente, me empezó a coordinar.
Se sentía extremadamente bien. Aunque a ratos, salía un olor sospechoso, el placer que sentía era demasiado. Incluso ella parecía disfrutarlo, ya que sus caderas empezaban a moverse solas.
Entonces me pregunté cómo estaría su vagina. Si acaso estaría húmeda por excitación. Y sin avisar, deslice mi mano por su cintura, sin perder el ritmo.
Cuando llegué a mi destino, ella preguntó que qué estaba haciendo y le dije que sentía curiosidad. Entre enojada y apasionada de placer, me dijo que sacara la mano de ahí. Pero ya sabía la respuesta favorable a mi duda y me pregunté si podría hacer algo para mejorar la situación. Entonces, encontré su botón y empecé a acariciarlo.
Una nueva exclamación y una orden para que retirara mi mano, pero ella no hacía nada más al respecto. Estaba por venirme y le pregunté qué hacía: si la sacaba o no.
Me dijo que no la sacara, que mancharía el piso y que no moviera mi mano, porque ella también podría mancharlo.
Aguante unos segundos y me descargué en su interior. Por lo que sentí, ella también hizo lo mismo por su otro orificio.

mamada

Unos tres minutos después, pudimos despegarnos. Mi suegra miraba, todavía sorprendida, a mi aun dura polla. Me dijo que tenía poca resistencia y que probablemente, tendríamos que practicar nuevamente. Que si quería, podía entrenarme para cuando lo hiciera con su hija, a lo que acepte con gusto.
Miré el reloj y habían pasado dos horas. Tenía que empezar a arreglarme para el trabajo. Mi suegra se alegró y tomándome de la mano, me llevó al baño, ya que todavía no me había duchado y que podía intentar otra chupada para bajar mis ánimos…


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