El turismo nos cambia de aires

Un día paseando por Madrid haciendo turismo vimos con mi mujer un sex-shop en la calle del Arenal y nos decidimos a entrar, en un inicio solo era por curiosidad.
Empezamos mirando lencería, lubricantes y juguetes para ella (tengo que decir que juguetes ya tenemos algunos ya que sabe que me encanta jugar)
Al poco vi la puerta de la sala de mini cine X así que decidí preguntarle:
-¿Te gustaría que entremos a mirar una porno?
-Dale como quieras pero si no nos gusta nos vamos.
Entramos en la sala, se apagaron las luces y empezó la película, la verdad es que era realmente buena, sin decirle nada empecé a pajearme, al principio sin que ella se diera cuenta ya que estaba totalmente absorbida por la película. Ella movía las piernas constantemente ya que tenía el tanguita empapada como me percate más tarde.
Yo estaba disfrutando y mi mujer aunque parecía tener un poco de vergüenza también estaba encantada, en ese instante me fije que a tres o cuatro sillas de allí había un chico más joven que nosotros mirando. Evidentemente que se había sentado cerca de ella para mirarla.
Al poco mi mujer aparto la mirada de la película y me vio disfrutando con la escena de la película (un trío de 2 con 1 sola chica)
Tengo que reconocer que estas son las escenas que más me excitan, me encanta ver a una solo chica hacer disfrutar a 2 tíos.
Patricia me comento viendo lo bien que lo estaba pasando:
-¿Te gusta verdad?
Yo afirme que me lo estaba pasando muy bien con la película, ella sonrió y me susurro al oído; ¿qué pensarías de mí si te echo una mano y la gente me ve hacerlo? ¿Te gustaría que me vieran?
-Me encantaría la verdad, además allí ya tienes un espectador, si a ti no te importa a mí me gustaría que te vieran masturbarme.
Me agarro la pija y empezó a subir y bajar con su mano masturbándome además de acariciarme los huevos para ya hacer de esa paja algo impresionante. Estaba muy caliente , sin pensarlo mucho, decidí abrirle las piernas dejando su concha a la vista del chico para que disfrutara viéndosela y empecé a acariciársela, primero empecé tocándole el clítoris dándole pellizquitos a veces y acariciándoselo dando círculos como a ella le gusta
La escena acabo aproveche para sacarle las tetas y empezar a tocárselas asegurándome de nuevo que nuestro espectador no perdiera ningún detalle. Disimuladamente me fije como ya no podía dejar de pajearse mirando como mi mujer estaba totalmente caliente y disfrutando de la paja que yo le estaba haciendo.
Yo ya había perdido los papeles, decidí mirando al chico invitarlo discretamente a sentarse a nuestro lado para seguir con el espectáculo y cuando más se acercaba más crecía el morbo en mi interior por aquella situación.
Cuando por fin se sentó al lado de mi mujer me fije como esta de forma discreta miraba la polla que tenía a su otro lado hasta que finalmente se dio cuenta de que yo la había visto y por su reacción creo que entendió bien que le daba más que permiso para que mirara sin miedo.
En esta situación opte por decirle a mi mujer:
-¿Te gustaría masturbarlo a él también?
Lo estaba diciendo y casi me hacía acabar de solo en pensarlo, había imaginado alguna vez a mi mujer con otro tío, sobretodo lo imagino cuando la masturbo con consoladores, y eso me excita mucho.
Mi mujer al principio con un poco de vergüenza empezó a bombearle el miembro a nuestro nuevo amigo, me encantaba estaba pajeandonos a los dos.
Ahora yo ya no podía dejar de masturbarla pero viendo que el chico no dejaba de pasarle las manos por las piernas saque mi mano para que pudiera masturbarla como forma de romper un poco más el hielo y sin duda alguna funciono .Observe que cuando el chico empezó a tocarle el clítoris mi mujer se ensalivo dos dedos y se mojó de nuevo todo el chochito. Me encantaba ver como masturbaba a mi mujer, le acariciaba el clítoris dando círculos, le metía los deditos, le daba palmaditas en el conejito y mi mujer cada vez lo pajeaba más como si fuera una putita.
Viendo que sabía bien donde tocarle y que iba bien recaliente yo empecé a chuparle las tetas disfrutando con sus gemidos que hizo que algún otro hombre (un poco mayor) se diera cuenta de nuestra pequeña fiesta.
Aguantamos un par de escenas más hasta que cuando ya estaba a punto de acabar la película nuestro nuevo amigo hizo que mi mujer se corriera metiéndole los dedos para que así acabara con unos gemidos que hacían la competencia a los que salían de la película.
Ya lista no tubo compasión ninguna y fue tal la paja que nos hizo que creo que dejamos las butacas llenas de manchas.
Al salir de allí nos despedimos del joven y nos dirigimos para la salida pero antes me fije como varios hombres (mayores) la miraban con mucho deseo.

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