Mi nombre es Lilith II

Se que había dicho que la historia estaría dividida en dos partes pero resulto que tenia mas material para hacerla un poco mas larga que la disfruten, y esperen el fulminante final.

Llegando a mí casa, después de desempacar todas las cosas y hacer un par de cosas, me di cuenta de que ya eran las seis y media de la tarde, era momento de irme a arreglar, debía lucir mejor que nunca esa noche. Aunque el evento de era de etiqueta, tampoco era informal, por lo que me tarde unos cuantos minutos en elegir mi conjunto de prendas para la noche, pero al final me decidí por un vestido de negro con zapatos abiertos, el maquillaje, unas sombras marrón con un poco de delineador quedaría perfecto, y bien arreglado mi cabello rojo con unos aretes y collar que hacían juego, estaba lista para aventúrame a ir a su casa.

Para pasar el poco tiempo que me sobraba me puse a leer un libro muy aburrido para calmar los nervios, sin darme cuenta el tiempo comenzó a volar, sin previo aviso me di cuenta de que ya eran las 8:45. Recogí mis cosas, me puse perfume y salí de mi casa, cerré la puerta, y me fui caminado, atravesé la calle y toque a su puerta.

No pasaron ni quince segundo antes de que Sebastián abriera la puerta, portaba un traje de buena marca, con una camisa semiabotonada que dejaba notar unos bíceps muy bien esculpidos, me invito a pasar a lo cual yo accede un tanto nerviosa.

Mis ojos no daban crédito a lo que ahora contemplaba, la habitación estaba un tanto vacía para considerarse fiesta, como máximo cinco o seis personas, eran tres chicas y tres hombre incluidos Sebastián, cuando pase a su sala a saludar a sus compañeros apareció de la nada un hombre, que por extraño que parezca, tenía la noción de su nombre, su nombre era Gabriel. Sin dejar que esto me perturbara Sebastián comenzó a presentarme a sus invitados.
-Lilith quiero que conozcas a mis amigos, él es Mark-era un hombre ostentoso, se dejaba ver muy bien sus gustos por la pintura y la buena música, pues tenía ese toque singular que poseen los buenos críticos de estas ramas de creatividad humana- y esta es su novia Judith-mujer bastante voluptuosa debo decir, las tetas que ostentaba esta mujer, prácticamente se desbordaban de su vestido verde que traía.

Sin inmutarme mucho los salude con gesto amable, continuo con la presentación de sus amigos.
-El muchacho que está a la izquierda se llama Mauricio y viene con una amiga, Michell-Dios mío, pensé, eran realmente hermosos estas dos personas, Michell se dejaba ver que poseía una nobleza equiparable al de una flor y Mauricio era un muchacho que sin duda alguna, era todo un caballero, con un el cabello bien peinado y oliendo a buena colonia, se veía que era un hombre amante del buen vivir y la cultura, en pocas palabras eran icono de belleza de la Grecia clásica.-Y por último ella es Samanta-Era una mujer rubia, con una belleza despampanante, su rasgo más resaltante era el culo que poseía, sin duda, ella lo sabía, y lo hacía resaltar aún más con el apretado vestido azul que usaba.

Cuando termine de estrechar la mano de ella, sentí una presencia, que no era oscura pero que tampoco era blanca…
-Sebastián, ¿No me vas a presentar a tu invitada?
-Oh si, lo siento Gabriel, ella es Lilith
No sabía que pensar, se me había helado completamente la espina, tenía razón su nombre era Gabriel.
-Mucho gusto es conocerte Lilith-Tocando mi mano con mucha dulzura
-El gusto es mi Gabriel- Y vaya que lo era, el único capaz de competir en sensualidad con Sebastián, era Gabriel. Era un hombre alto de tés ancha y con un cabello hermoso negro, un cuerpo igual de divino al de Sebastián, pero con algo más que aún no había tenido el gusto de comprobar en Sebastián, Gabriel era poseedor de un pene bastante grande, su pantalón de vestir lo apretaba de un modo que era tentador de mirar, sin llegar a ser exagerado. Sebastián me presento a todos como su vecina de enfrente, además de decirles que apenas estaba conociendo el barrio y que yo era la primera mujer con la que había hablado.

La vela transcurrio bastante normal, con tragos y algunas historias el tiempo paso bastante rápido. Pero abruptamente empecé a escuchar una melodía… era la melodía de un violín que estaba tocando Judith. La melodía la podía reconocer se llama “Demons”, de un autor reconocido en sus tiempos, la música me era atrapante, era como una danza para mis oídos, y todos en la habitación lo supieron cuando voltearon a ver mi cara de estupefacción. Para romper con el silencio incomodo, dije que yo también tocaba el violín y que me fascinaba la canción que estaba interpretando. Todos en la habitación parecieron aceptar este comentario. Sin embargo Judith se quedó impresionada de mi respuesta y con una gran energía, me dijo: “hagamos un dueto”. Yo no sabía que decir, me había congelado la sangre por segunda vez en la noche, era una vergüenza para mi esta situación, pero para no dejarme intimidar ni mucho menos que Sebastián y Gabriel me vieran así, acepte con gusto su propuesta.

Trajeron un violín extra de la habitación trasera, y me lo dieron. Sin embargo, de repente tuve la grandiosa idea, de tocar en una sobre una mesa para darles un espectáculo a todos en la habitación, sino fuera por esta actitud a veces altanera a veces creativa no hubiera llegado hasta donde estaba como gerente. Todos aceptaron mi propuesta, acercaron la mesa más grande que tenían para que Judith y yo estuviéramos arriba con espacio entre nosotras para poder hacer lo que nos viniera en gana.

Las dos subimos… el ambiente empezaba a oscurecer, nos tuvimos que apoyar de las luces de los focos, con una iluminación cálida, cuando subíamos las sombras que hacíamos parecían reflejarse en toda la habitación, era un deleite para los ojos de los observadores, si uno le prestaba atención a esas siluetas, uno podría pensar que las músicas estaban desnudas. Cuando subimos las dos y nos preparamos para tocar, pusimos el arco sobre las cuerdas y al mirarnos fijamente la una a la otra antes de iniciar dimos un vistazo rápido al público y finalmente rompimos el silencio.

Al empezar yo a tocar la cuerda, no pude contener mis ansias de dar una danza muy especial a mis espectadores, una danza erótica en todo el sentido de la palabra. Me agachaba dejando notar en todo su esplendor mis pechos, alzaba las piernas de manera sensual una y otra vez, yo misma me deleitaba al saber que esta era mi oportunidad de demostrar mis dotes como músico y mi cuerpo a Sebastián y a Gabriel. Meneaba mis nalgas de un lado a otro, de vez en cuando movía mi cadera y cintura, en una forma que recuerda a la danza árabe. Todo fue un espectáculo para mis dos espectadores especiales, y aun mas lo fue porque Judith se me único en la danza, ella haciendo sus propios movimientos, los cuales eran más de mover el violín, sin olvidar de menear muy bien esas tetas que la naturaleza le había dado. Todos estaban hipnotizados por el baile y la música. Cerca del final di un giro que dejo ver visiblemente mi culo, pero termine dominando al público con mi energía y mi sensualidad. Tenía que cerrar esta pieza con broche de oro, y lo hice, justo en el momento antes de tocar la última nota hice porte de la mirada más sexy que poseía, clavando como estacas mis ojos azules sobre Sebastián y Gabriel, dejando todavía el arco sobre las cuerdas, me quede en esa posición unos instantes para luego retirar mi arco con total suavidad y sensualidad, mis estaban firmes sobre el suelo, estaba seguro de que había imperado en todo el evento. Cuando mi arco estaba lo más alejado del violín y ceca de mi pierna mire a Judith y ella me miro a mí, sus pechos seguían en su lugar, con el excitante detalle de un poco de sudados que salía de ellos, que no hacia más que la ilusión de estar aceitados.

Era la ganadora indiscutible.

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