La rivalidad es mala consejera

Esta historia la iré publicando por partes, mientras la escribo. La primera no tiene demasiada acción, pero es fundamental para disfrutar del resto. Espero que les agrade.


Nunca pensé que me pasaría.
Me llamo Carmen . Tengo 40 años muy bien llevados. Morocha, 1,70 , buen cuerpo, y felizmente casada hace 15 años.
Mi marido, con 45 años, también es atractivo y muy bueno. Trabaja en una empresa de fertilizantes, y por su trabajo, estamos radicados en una pequeña comunidad en el centro de una región agrícola donde los productos son muy demandados. Tenemos una buena vida y dos hijos de 13 y 11 años .
Como mi debilidad ha sido siempre el canto, que estudié desde muy niña, al trasladarnos a esta pequeña comunidad, durante mucho tiempo no pude practicarlo, hasta que en la parroquia local se decidió armar un coro, y aprovechando esa oportunidad pude volver a practicarlo.
Somos un matrimonio feliz, y sin duda un ejemplo para toda nuestra comunidad. Por supuesto, jamás me pasó por la cabeza engañar a mi esposo. Realmente soy muy feliz.
Y sin embargo....
Hace un par de meses, se realizó un encuentro de coros en la ciudad cabecera de nuestra región, y el nuestro fue invitado a participar.
La actividad preveía una actuación el sábado por la noche en un teatro , y al día siguiente una actuación en una plaza al aire libre. Esto nos obligaba a quedarnos una noche en la ciudad. Se hicieron las reservaciones y al distribuir las habitaciones me tocó con Raquel, lo que me desagradó.
Nada tenía en común con ella . Viuda, rubia de unos 35 años, era famosa por las historias de cama que se contaban. Tenía una voz muy bonita, pero jamás entendimos porqué había ingresado a un coro parroquial, cuando su conducta era de todo menos espiritual.
Traté de cambiar mi lugar con otra compañera, pero ninguna aceptó, y con toda la furia, me despedí de mi marido y mis hijos y subí al micro que nos trasladaría.
El viaje fue muy lindo, ya que íbamos practicando las canciones con lo cual el ambiente se había vuelto muy divertido y tranquilo.
De reojo observaba a Raquel, divertida y riéndose, siempre tan sensual y provocativa. Los hombres del coro la comían con la mirada pero nadie decía nada porque todos nos conocíamos. Yo tenía que ponerle bien en claro que esa noche íbamos a descansar. No quería que mi cuarto se transformara en un burdel, ni pensaba facilitarle oportunidades para que hiciera locuras que nos iban a marcar a todos los integrantes del coro.
Luego de dos horas de viaje llegamos al hotel y nos instalamos rápidamente. Faltaban 4 horas para la primera actuación, así que fue llegar y comenzar a prepararnos. En nuestra habitación había dos sommiers muy cómodos, separados por un pasillo. Un gran espejo en la pared en el centro de las dos camas, buena iluminación, y un frigobar bien equipado.
- Si estás de acuerdo, me ducharé primero, dijo Raquel.
- No hay problemas,
- Lo que pasa Carmen es que me lleva más tiempo arreglarme, entonces me ducho y luego mientras tu lo haces puedo aprovechar. Tu en cambio acostumbras a ir de cara lavada así que no te lleva mucho arreglarte, dijo en un tono que me molestó. Bah, nada de lo que dijera podía no molestarme.
- Me gusta arreglarme, pero trato de ubicarme en la actividad que corresponde. Una cosa es cuando voy a una fiesta con mi esposo, y otra cuando actúo en el coro parroquial, contesté amoscada.
- No te enojes. No lo dije con esa intención. En realidad eres muy atractiva y lo serías más si aprovecharas tus virtudes. Pero comprende que tu vuelves a tu casa y allí está tu esposo dispuesto a hacerte feliz. Yo en cambio cada vez que salgo a la calle, tengo que tratar de conseguir a alguien con quien divertirme, dijo riendo, mientras se metía en el baño.
Me molestaron sus comentarios. Seguramente yo era más atractiva que ella, que tenía una belleza vulgar, de cabaret, pero no necesitaba exhibirme. Y luego pensé que era hora de demostrarle a esta golfa de que estaba yo hecha, y que aprendiera la diferencia entre una dama y una perra.
Salió del baño desnuda sin ningún complejo. Era hermosa . Sus tetas eran mas grandes que las mías, pero al estar un poco caídas afeaban su figura. Las mías en cambio estaban firmes y mis pezones apuntaban audazmente hacia adelante. Esto me envalentonó y me predispuso a darle guerra donde más le doliera. Iba a embellecerme como nunca , y la perra lloraría de odio.
Cuando terminé con la ducha salí envuelta en el toallón, y mientras ella se sumergía en el baño, yo me acomodé frente al espejo que había en el dormitorio. Me vestí eligiendo cuidadosamente la ropa que había llevado. Si bien no tenía ropa demasiado sensual, si tenía un vestido de seda negro largo. Tenía buena caída y sin pensar me lo puse directamente sin ropa interior. Se notaba que no tenía soutien y que mis senos se sostenían solos lo que resultaba muy incitante para el que supiera verlo, y estaba segura que Raquel sabría. Al no ponerme bombacha, el fondo del vestido caía contra mi cuerpo resultando el espectáculo muy atrayente.
Me peiné, me pinté con delicadeza, pero resaltando mis ojos y mis labios, y para cuando Raquel salió del baño, yo estaba lista esperando.
Me miró sorprendida.
- Vaya Carmen, da toda la sensación de que hoy es el día, dijo riendo con una mirada maligna.
- Solo luzco lo que tengo Raquel, contesté sin hacerle caso.
Al rato nos llamaron para que bajáramos, y todavía dudando si había tomada una buena decisión, fuimos al lobby. Las demás mujeres me elogiaron por estar muy bonita y lo mismo hicieron los hombres, cosa que no había pasado nunca. En verdad, me sentí muy halagada. Raquel había pasado al segundo plano, por lo menos hoy.
Llegamos al teatro y nos hicieron pasar a un sector donde estaban todos los grupos que actuarían. Había coros étnicos de diversas colectividades, de escuelas, y de fundaciones. Cada uno se dedicó a organizar su presentación, repasar el repertorio, etc.
Mientras estaba sentada repasando las canciones, sentí que una mirada me quemaba. Me quedé paralizada. Despacio, con disimulo, levanté la vista y allí a unos 20 pasos, un hombre muy elegante de unos 30 años tenía su mirada clavada en mí. Bajé la vista y seguí en lo mío, pero sentí que mi cuerpo temblaba. Ese hombre me estaba desnudando con la mirada. Hacía mucho que no tenía sobre mí una mirada tan depredadora. Volví a mirarlo y sostuve su mirada. El hombre entonces levantó su mano, y me saludó con un gesto, al cual correspondí con mi cabeza, para luego seguir en lo mío.
Era un hombre muy atractivo. En esta segunda mirada pude ver que tenía algo más de 30 años. Era alto, moreno, con ojos verdes. Una barba de un par de días que estimulaba su imagen viril, y un aplomo que decía mucho de él.
Raquel se acercó y se sentó a mi lado.
- Vaya que hoy tienes suerte. Estuve tratando de atraer a un hombre durante un buen rato y no conseguí su atención, ya que solo tiene ojos para tí, dijo con voz cortante.
- ¿ De qué hablas? Pregunté haciéndome la desentendida.
- Vamos, no me digas que no has visto a ese moreno que te está comiendo con la mirada, insistió.
- Yo estoy ensayando, y tu deberías hacer lo mismo.
- No te preocupes, no pienso competir. Allá veo un rubio que me está enviando señales de auxilio, dijo mientras se levantaba. Y rápidamente se acercó a un integrante de otro coro, de unos 40 años y también interesante. De inmediato comenzaron a charlar animadamente. Yo me sonreí. Estaba loca si pensaba que iba a dejarle mi dormitorio para que se revolcara con ese macho.
Como sea, nuestra actuación estuvo bien. Al terminar cada uno podía hacer lo que quisiera, hasta la hora de marcharnos, y yo me ubiqué para escuchar los demás coros. Raquel sigilosamente se perdió fuera del teatro con su acompañante. No quise ni imaginarme lo que iba a hacer.
Por fin le tocó el turno al coro de mi admirador. No recuerdo que cantaron porque al comienzo el buscó por todo el salón y cuando me encontró, me clavó la mirada durante toda su actuación. Yo trataba de no mirarlo siempre, pero sentía su mirada. Y lo mas extraordinario es que sentí que volvía a temblar y con sorpresa, noté que comenzaba a mojarme. Estaba excitada como nunca y solo por la mirada de un macho. No podía evitarlo ni controlarlo.
Cuando terminaron de actuar, me quedé allí sentada, paralizada. Las piernas no me sostendrían si intentaba moverme, y al no tener bombacha, sentía mis líquidos correr por mis piernas.
Por fin, disimuladamente me levanté y busqué la salida, pero en lugar de salir por donde salía el público, fui al lugar por donde habíamos entrado, ya que el micro nos esperaba allí. No veía la hora de meterme en el bus, llegar al hotel, ducharme y acostarme a dormir, ante las sensaciones que no podía explicar.
Cuando iba pasando por el pasillo hacia la entrada de actores, una mano me tomó del brazo y me metió en un camarín oscuro. Antes que pudiera decir nada, una boca se apoderó de la mía y un beso salvaje, me paralizó. Una lengua pugnaba por entrar en mi boca y aunque la principio me resistí, por fin entró y jugueteó con la mía, mientras un cuerpo se pegaba al mío. Una dureza de origen indudable, se apoyó en mi vientre, y dejándome llevar por la excitación que tenía, abracé al hombre furtivo que me estaba sometiendo.
Y de pronto algo terrible pasó. Mientras sus manos acariciaban mis nalgas, su sexo chocaba con mi cuerpo y su boca me poseía por completo, el orgasmo mas violento que tuve en mi vida, cayó sobre mí. Me aferré al macho y me dejé ir. Mi tensión y temblores le indicaron claramente a mi circunstancial pareja lo que estaba pasando y, con tranquilidad me sostuvo hasta que completé mi orgasmo. Por fin , se separó, y allí frente a mí, estaba ese hombre que me había perseguido con su mirada todo el día. Me volvió a mirar como siempre, volvió a besarme rápidamente y se marchó, dejándome allí totalmente desmadejada, apoyada en la pared.
Tardé unos cuantos minutos en recuperar la respiración normal, y cuando pude salí de ese camerino, rumbo al micro. Afortunadamente, todavía no estaban todos. Subí y ocupé mi lugar y simulé estar cansada, para no hablar con nadie y que no notaran mi estado. Raquel subió de última y marchamos al hotel.
Sin preguntar entré al baño y me duché rápidamente. Me enjaboné como si el jabón pudiera sacarme lo que había sentido y que sabía que era sucio y prohibido. Por fin , la ducha me tranquilizó. Salí, le dejé el lugar a Raquel, y me vestí con un jogging turquesa cómodo como para bajar a cenar. Raquel en cambio, se vistió con una mini corta y escotada. Se notaba que la noche no iba a terminar con la cena.
Mientras ella se bañaba llamé a mi esposo. Hablamos largo rato. Notó mi voz extraña, pero le dije que estaba cansada por el viaje y todo lo que había corrido. En verdad todo lo que me había corrido, pero eso no se lo dije.
Hablé con mis hijos y en verdad el diálogo con mi familia me centró de nuevo en la realidad. Lo que había pasado fue un sueño. Nunca existió, y ya más tranquila, bajé al comedor. ( continuará)

6 comentarios - La rivalidad es mala consejera

Vasco1963
Guauuuuuuuuuuuuu muy bueno segui contando,,,
pulga53
Ya publiqué la segunda parte. Gracias por el comentario
luisgerardo25
tú muy bien.... +1 a leer la otra parte.
vergacorti
muy buen relato! quiero más