Llevabamos varias semanas tonteando, echandonos miraditas, roces no muy casuales, sonrisas pero sabíamos que no era posible. Tus padres no querrían. Mi pareja tampoco!
Eramos amigos desde hace tiempo y yo sabía que tu cuerpo ya pedía sexo. Tu calentura se notaba cuando tus pezones se marcaban en tu vestido. O cuando jugabamos inocentemente a los ojos de los demás pero vos sabías que no era tan así, te sentabas en mis piernas delante de tus padres y mi pareja y te hacías la nenita y todos reían pero vos sentías mi verga crecer y te acomodabas disimuladamente para sentirla mejor. Luego la charla variaba entre todos y vos ya no te movías de arriba mío. Sentía tus piernas desnudas por tu vestido corto rozarme despacito, delatando la calentura que sentías y como te gustaba sentirme la verga en medio de tu culo
Esa noche la calentura nos quemaba, el fuego entre los dos se notaba en las miradas. Y llegó la salvación. El vino se acabó y me ofrecí a ir a comprar más. Claro que vos intuiste algo y dijiste -Te acompaño-. Ni siquiera fue una pregunta, sino que lo decidiste.
Salimos del departamento y aunque eran 5 pisos y ya eran las 10 de la noche, ni bien cerramos la puerta tomé tu mano y te arrastré diciendo -Vamos por las escaleras-. Vos me seguiste sin decir nada, dejandote arrastrar.
Ni bien llegamos a la escalera te apoyé contra la pared y te comí la boca agarrando tu cara y enredando mis dedos en tu nuca y tus pelos. Vos no te negaste, aunque te sorprendiste. De repente frenaste y me miraste como interrogandome. Pero ambos sabíamos la calentura que llevabamos entre nosotros. Así que seguiste sin pensar nada mas.
Mi verga se sentía dura a traves del pantalón y yo la frotaba contra vos que abrías las piernas sin pudor. Mis manos entraron bajo tu vestido y sin dudarlo ni un instante arranqué tu bombachita de un tirón. Rompí el borde de la cintura y la dejé caer al suelo. De un empujón te senté en las escaleras un par de escalones arriba mío y me arrodillé entre tus piernas para sentir, por fin, el sabor de tu concha mojada. El sabor de tus jugos calientes. El olor a sexo de tu conchita
Mi lengua saboreaba cada rincón tuyo y vos gemías muy despacio para no alertar a nadie en el piso. Tus dedos jugaban en mi cabeza y cada tanto me apretaban mas contra tu sexo. Mi lengua rozaba tu clítoris, jugando, presionando, lamiendo, mientras mis dedos penetraban tu concha ya empapada. Resbalaban hasta el fondo de ella. Estabas abierta, caliente, eras toda una putita en celo. Tan diferente a la nenita inocente que tratabas de mostrar a tus padres, pese a tener ya 19 años.
Sentí tu orgasmo en mi boca. Saboreé todos tus jugos con mi lengua. Tus labios abiertos rodeaban mi boca y te refregabas contra ella para sentir mas placer mientras acababas pero no me detuve ahí. Sino que seguí chupandote hasta tenerte caliente de nuevo. Entonces me senté en la escalera y te subiste encima mío, sacando mi verga del pantalón. Te sentaste sobre ella sintiendo como se metía en tu conchita. Tu concha se apretaba contra mi verga y eso me hacía delirar, sentías los latidos de mi pija dentro tuyo.
Bajé los breteles de tu vestido para chuparte las tetas. Las bañé con mi saliva. Chupé y mordí tus pezones ya hinchados, duros, mientras te movías encima mío. Subías y bajabas sobre mi verga y te frotabas contra ella para sentir la presión sobre tu clítoris.
Cuando ya no aguanté mas, ni siquiera tuve la lucidez de pensar que hacer, solo me dejé llevar y exploté adentro tuyo Sentía mi leche mezclarse con tus jugos. Sentía mi verga sacudirse dentro de tu sexo que quemaba, ardía y me apretaba para disfrutar mi leche correr dentro tuyo.
Así nos quedamos unos minutos, abrazados, dentro tuyo aún, hasta sentir que la leche chorreaba de tu conchita, resbalando por tus piernas
Nos levantamos, nos arreglamos como pudimos tratando de no hablar, sin saber que nos diríamos a nosotros mismos solo sabíamos que nos dejamos llevar Salimos a buscar el tan famoso vino y, a pensar un poco y aclararnos las cosas. Pero eso es otro tema...
Eramos amigos desde hace tiempo y yo sabía que tu cuerpo ya pedía sexo. Tu calentura se notaba cuando tus pezones se marcaban en tu vestido. O cuando jugabamos inocentemente a los ojos de los demás pero vos sabías que no era tan así, te sentabas en mis piernas delante de tus padres y mi pareja y te hacías la nenita y todos reían pero vos sentías mi verga crecer y te acomodabas disimuladamente para sentirla mejor. Luego la charla variaba entre todos y vos ya no te movías de arriba mío. Sentía tus piernas desnudas por tu vestido corto rozarme despacito, delatando la calentura que sentías y como te gustaba sentirme la verga en medio de tu culo
Esa noche la calentura nos quemaba, el fuego entre los dos se notaba en las miradas. Y llegó la salvación. El vino se acabó y me ofrecí a ir a comprar más. Claro que vos intuiste algo y dijiste -Te acompaño-. Ni siquiera fue una pregunta, sino que lo decidiste.
Salimos del departamento y aunque eran 5 pisos y ya eran las 10 de la noche, ni bien cerramos la puerta tomé tu mano y te arrastré diciendo -Vamos por las escaleras-. Vos me seguiste sin decir nada, dejandote arrastrar.
Ni bien llegamos a la escalera te apoyé contra la pared y te comí la boca agarrando tu cara y enredando mis dedos en tu nuca y tus pelos. Vos no te negaste, aunque te sorprendiste. De repente frenaste y me miraste como interrogandome. Pero ambos sabíamos la calentura que llevabamos entre nosotros. Así que seguiste sin pensar nada mas.
Mi verga se sentía dura a traves del pantalón y yo la frotaba contra vos que abrías las piernas sin pudor. Mis manos entraron bajo tu vestido y sin dudarlo ni un instante arranqué tu bombachita de un tirón. Rompí el borde de la cintura y la dejé caer al suelo. De un empujón te senté en las escaleras un par de escalones arriba mío y me arrodillé entre tus piernas para sentir, por fin, el sabor de tu concha mojada. El sabor de tus jugos calientes. El olor a sexo de tu conchita
Mi lengua saboreaba cada rincón tuyo y vos gemías muy despacio para no alertar a nadie en el piso. Tus dedos jugaban en mi cabeza y cada tanto me apretaban mas contra tu sexo. Mi lengua rozaba tu clítoris, jugando, presionando, lamiendo, mientras mis dedos penetraban tu concha ya empapada. Resbalaban hasta el fondo de ella. Estabas abierta, caliente, eras toda una putita en celo. Tan diferente a la nenita inocente que tratabas de mostrar a tus padres, pese a tener ya 19 años.
Sentí tu orgasmo en mi boca. Saboreé todos tus jugos con mi lengua. Tus labios abiertos rodeaban mi boca y te refregabas contra ella para sentir mas placer mientras acababas pero no me detuve ahí. Sino que seguí chupandote hasta tenerte caliente de nuevo. Entonces me senté en la escalera y te subiste encima mío, sacando mi verga del pantalón. Te sentaste sobre ella sintiendo como se metía en tu conchita. Tu concha se apretaba contra mi verga y eso me hacía delirar, sentías los latidos de mi pija dentro tuyo.
Bajé los breteles de tu vestido para chuparte las tetas. Las bañé con mi saliva. Chupé y mordí tus pezones ya hinchados, duros, mientras te movías encima mío. Subías y bajabas sobre mi verga y te frotabas contra ella para sentir la presión sobre tu clítoris.
Cuando ya no aguanté mas, ni siquiera tuve la lucidez de pensar que hacer, solo me dejé llevar y exploté adentro tuyo Sentía mi leche mezclarse con tus jugos. Sentía mi verga sacudirse dentro de tu sexo que quemaba, ardía y me apretaba para disfrutar mi leche correr dentro tuyo.
Así nos quedamos unos minutos, abrazados, dentro tuyo aún, hasta sentir que la leche chorreaba de tu conchita, resbalando por tus piernas
Nos levantamos, nos arreglamos como pudimos tratando de no hablar, sin saber que nos diríamos a nosotros mismos solo sabíamos que nos dejamos llevar Salimos a buscar el tan famoso vino y, a pensar un poco y aclararnos las cosas. Pero eso es otro tema...
5 comentarios - La nena de mi amigo...