Follándome a la mujer de mi amigo

Como tantos otros días nos habíamos reunido los del equipo de fútbol para celebrar que, otro año más, habíamos conseguido un nuevo título. Esta vez salimos de vinos con la intención de tomar unas raciones pero, como suele suceder en estos casos, ya había anochecido hacía tiempo y aun seguíamos por ahí festejando nuestra buena temporada futbolística.

De todos los miembros del equipo tengo especial amistad con seis o siete que son los que siempre nos juntamos e incluso hacemos alguna cena más íntima con las mujeres o novias de todos ellos. Entre las parejas de mis compañeros destaca Mary, la mujer de Xisco, con la que me une una amistad más especial que con las de las demás parejas. Mary es una preciosidad, un auténtico bombón, alta, de pelo rizado, esbelta y con un cuerpazo en el que destacan sus perfectas tetas y un culito muy alto y respingón. Todo en ella se me hace muy sexy desde su forma de caminar, pasando por una cara muy linda, hasta esa sonrisa tan adictiva que tiene.

Desde hace algunos meses solemos mandarnos correos y mensajes para saber cómo nos va la vida y, de vez en cuando, hemos tenido algunos subidos de tono con, incluso, envío de fotos bastante eróticas. El caso es que durante toda la tarde de la celebración había estado mandando y recibiendo mensajes de Mary y supongo que con los efectos del alcohol me estaba envalentonando y los mensajes pasaron a ser de contenido sexual. Ella, incluso, me envío un par de fotos muy insinuantes y eróticas, como ejemplo, en una de ellas se le veía sentada en un sofá, desnuda y tapada únicamente con un cojín. No se le veía nada pero dejaba que volara la imaginación y eso era mucho peor para mi calentura.

Como suele pasar en este tipo de celebraciones las copas ingeridas estaban haciendo efecto y algunos miembros del equipo ya andaban bastante tocados, sobre todo, Xisco que no estaba demasiado habituado a beber y ya llevaba algún tiempo tambaleándose y casi no se le entendía cuando intentaba hablar.

Lógicamente, como soy un buen amigo, me ofrecí a llevarlo a casa pero, con toda la intención del mundo, no le dije nada a Mary a través de los mensajes. Camino de su casa seguíamos poniéndonos muy cardiacos con los mensajes y las fotos, la última que me envió, justo cuando estábamos llegando al portal de su casa, fue una con la camiseta de Xisco del equipo de fútbol en el que jugamos. Estaba muy sexy tapada únicamente con la camiseta.

Le cogí a Xisco las llaves y cuando abrí la puerta de su casa notaba como mi corazón latía imaginando que todavía Mary iría con la camiseta de fútbol puesta. Justo cuando abrimos la puerta del amplio y luminoso salón, recibí otro mensaje suyo en el que decía que Xisco ya estaba en casa y que lo dejábamos hasta otro día.

– Te queda mejor la camiseta del equipo que a Xisco y mucho mejor al natural que en las fotos – le dije a Mary.

Recuerdo perfectamente su cara de alucinada cuando escuchó mis palabras. Se levantó del sofá, se acercó, me dio un par de besos muy cerquita de mis comisuras y miró a Xisco para decirle que siempre le pasaba lo mismo con la bebida en todas las celebraciones del equipo.

Decidimos acostar a Xisco en una cama porque casi no se tenía en pie y le ayudé a desvestirle. No podía ni quería evitarlo y se me iban los ojos a las piernas de Mary, ya que la camiseta apenas le tapaba y buena parte de su culito se le veía desafiante a continuación de la camiseta. Creo que no hay nada más sexy que una mujer vestida únicamente con una camiseta de fútbol.

– Javiiiiiiiiii que se te va la vistaaaaaa – me decía, mientras ambos reíamos.

Una vez acostado Xisco le dije que por qué no me invitaba a una copa mientras nos sentábamos en el sofá, como agradecimiento a haberme portado tan bien al traer a su marido, sano y salvo, a su casa.

– Es lo menos que puedo hacer porque, además, te has perdido parte de la noche de juerga por su culpa – me dijo.

Estuvimos un rato hablando y comentando cómo habíamos pasado la tarde y contando algunas anécdotas graciosas de las ocurridas durante toda la celebración. Lo que, en principio, iba a ser una copa fueron algunas más y entre copa y copa, con la calentura de tenerla vestida únicamente con la camiseta, le sugerí que por qué no le hacía yo algunas fotos con mi móvil.

– ¡De eso ni hablar, Javi! – sentenció Mary

– Pero, ¿qué diferencia hay entre hacértelas tú y mandarlas, con hacerlas yo en mi móvil? – le pregunté.

– Venga, dispara – me dijo tras dudar unos instantes – Total, tienes razón, no hay mucha diferencia.

Entonces se subió al sofá y comenzó a poner poses a cada cual más sexy. En una de esas poses, cuando se apoyó en la pared dándome la espalda y subiéndose la camiseta un poquito, me mostró ese pedazo de culito que tanto me excitaba. En principio pensé que no llevaba nada debajo pero luego me fijé que tenía un tanguita minúsculo. La sesión de fotos se estaba animando y no paraba de hacer fotos. Los pezones de Mary habían reaccionado, parecía que casi traspasaban la camiseta y mi polla ya no entraba en el pantalón de lo cachondo que estaba. En una de las fotos en las que me mostraba, literalmente, su precioso, alto y respingón culito, noté que le colgaba un hilo de la camiseta. Me acerqué con la intención de quitárselo y de paso rozar ese culito que tanto me enloquecía. Fue un roce pero lo suficiente para notar que se estremecía un poquito. Creía que iba a reventar pero quería seguir disfrutando del momento, no quería que se acabara. Sin pudor alguno tras algunas fotos me volvía a acercar a ella y aprovechaba para seguir con los roces. Unas veces rozaba los pezones por encima de la camiseta y otras el coñito por encima de ese tanga negro con puntillas en la parte superior y minúsculo a más no poder.

No sé cuánto tiempo pasó pero sí sé que hice no menos de doscientas fotos. Nos sentamos en el sofá a verlas en mi móvil, muy juntitos. Podía sentir su respiración agitada y, seguramente, Mary notaría mi excitación en cuanto desviara su mirada a mi pantalón vaquero. Estaba muy empalmado, me dolían los huevos. En lugar de mirar las fotos estaba mirando directamente sus tetas y saboreando en la distancia esos pezones tan erectos que se intuían bajo la camiseta. No aguanté más y empecé a rozar sus muslos mientras ellaseguía pasando y comentando las fotos de mi móvil. Mary no decía nada de mis roces y, consecuentemente, yo me iba animando y cada vez rozaba más. Puse la mano encima de uno de sus muslos y lo empecé a acariciar.

– ¡Javiiiiiiiii! – me dijo mirándome fijamente, dejando mi móvil sobre el sofá.

Me acerqué más y le di un pico pequeñito. Se quedó callada y le di otro más grande hasta que abrió la boca y empezamos a morrearnos. Mis manos no se quedaron quietas y buscaron sus tetas. Al principio por encima de la camiseta pero enseguida decidí meterlas por debajo para descubrir unas tetas perfectas, muy redonditas, de piel suave y coronadas con unos pezones muy tiesos. Ahí estaba, en casa de mi compañero Xisco, tumbados en su sofá y metiéndole mano a su preciosa mujer.

Dejé de sobarle las tetas cuando decidí comérmelas, le subí lentamente la camiseta sin dejar de morrearnos, nuestras lenguas pujaban por conquistar terreno dentro de la boca del adversario, bajé hacia abajo para con mis manos pellizcar suavemente un pezón y chupar la otra teta. Posteriormente fui bajando hasta su ombligo dándole besitos, con una mano deslicé hacia un lado la parte del tanga que tapaba su coñito totalmente depilado. Notar que no tenía ni un pelo me puso mucho más cardiaco así que comencé a rozarlo con un dedo mientras ella, con los ojos cerrados, se mordía el labio inferior y soltaba gemidos callados. Al rato, seguíamos morreándonos pero ya Mary, con las piernas bien abiertas, recibía dos dedos míos dentro de ese coñito encharcado. Tumbada completamente en el sofá con la cabeza recostada en un brazo del mismo, se dejaba hacer mientras mi polla parecía que traspasaría el pantalón, con lo que yo mismo, sin dejar de meterle dos dedos en el coño y con otro rozándole el clítoris, me desabroché el vaquero y lo bajé hasta mis rodillas.

– Me gustaría que abrieras un poco más las piernas – le decía al oído

– Mary tienes un coñito muy jugoso y mi polla está a reventar – añadía también susurrándole.

Ella enseguida obedeció y abrió todavía más las piernas, sus gemidos cada vez eran más fuertes. Le volví a introducir, esta vez, tres dedos mientras con el dedo gordo le acariciaba el clítoris y el meñique jugueteaba con la entrada de su ano.

– Javi, esto no está bien. No sigas, por favor, déjalo aquí – gimoteaba sin dejar de gemir.

– Estás deseando que siga, Mary – volví a susurrarle al oído.

– Noooo, Xisco está en la habitación de al lado. No me hagas esto, Javi. Para, por favor – protestó entre gemidos.

– Mary, golfa, tienes el coño como una fuente. ¡Lo estás deseando! – le dije mientras mis dedos seguían moviéndose rítmicamente dentro de su coñito húmedo.

Decidí quitarle el tanga y ver ese coñito tan rico desde más cerquita, aprovechando para abrirlo con mis dedos, soplarlo y darle pequeños lametones en el clítoris. Tenía su coño a menos de diez centímetros de mi cara viendo cómo mis dedos se introducían una y otra vez en ese coñito tan sabroso.

– Javi, por favor, por favor… – gemía Mary – no me hagas esto – suplicaba mientras tenía las piernas abiertas como unas tijeras.

Decidí comerle el coño, enterito. Cuando metí la lengua dentro de su coñito, esta explotó en un gemido enorme y comenzó a agarrarme el pelo y traer mi cabeza hacia su coñito rico. Yo lamía su clítoris con la puntita de mi lengua para, al rato, follarle el coño también con mi lengua. Ella gemía y se sobaba las tetas.

– Esto no está bien, Javi… – me decía Mary varias veces mientras negaba con la cabeza y, en unos segundos, explotaba en un sonoro orgasmo en mi boca. Se corrió en mi boca. Mientras yo aproveché para quitarme el pantalón y dejar libre mi polla de esa atadura y de la de los calzoncillos.

– Ahora te toca a ti – le dije mientras me levantaba y le ponía mi polla en su boca.

– No, Javi, no – repetía mientras yo intentaba meterle la polla – Xisco puede levantarse.

– Mary, preciosa, sabes tan bien como yo que te voy a follar – le dije al oído a la vez que me levantaba para ponerle la polla otra vez en la boca.

– Hijo puta – me dijo mientras engullía mi polla hasta las pelotas y me proporcionaba la, sin duda, mejor mamada de polla de mi vida. Mary me mamaba la polla como la auténtica golfa que era. Parecía que se la iban a quitar. Estaba como loca, me tocaba y chupaba los huevos. Estaba ansiosa, como si deseara mi polla desde hacía tiempo. Me metió un dedo en el culo y eso fue como explotar por dentro. La muy golfa me estaba follando el culo con un dedo y yo no paraba de sobarle todo el cuerpo, era un pulpo y ella me correspondía meneándome la polla y morreándome con pasión, casi violencia.

– Mary, golfa, las chicas buenas no comen las pollas de esta manera – le dije, mientras ella seguía comiéndome la polla y taladrándome el culo con un dedo.

Perdimos la noción del tiempo. Hicimos un 69 perfecto mientras aprovechábamos para introducir un dedo en el culo del otro.

– No aguanto más. Te voy a follar, Mary – le dije mientras me incorporaba y le abría las piernas buscando con mi polla ese coñito sabroso.

– No, Javi, no. Follar noooooo – imploraba – lo que quieras pero follar noooo, por favor, además no llevas condón, hijo puta – gemía, mientras me arañaba y empujaba.

Yo no le hacía caso. Estaba muy cardiaco. Quería follarla a toda costa. Necesitaba follármela. Y sabía que ella, realmente, quería que me la follara.

– Mary estás deseando que te folle, no grites que vas a despertar a Xisco – le dije.

– Javi, sin condón... Javi, sin condón... ¡Javi sin condón, no! – me repetía una y otra vez mientras gemía al tiempo que se defendía empujándome y arañándome.

A estas alturas yo suponía que Mary quería aparentar lo contrario, pero estaba cachondísima y seguro que quería que me la follara. Sabía que en cuanto le metiera la puntita de mi polla iba a abrirse como un compás pero no me dejaba con tanto empujón y arañazo. Eso me estaba poniendo más cachondo todavía, tenía mi polla a reventar. Quería follarla a toda costa. Necesitaba follármela. Y sabía que ella, realmente, quería que me la follara.

– Mary, estás deseando que te folle, ¿a qué sí?

– Noooooo, follar noooooo – suplicaba a la vez que me morreaba y me masturbaba.

Era acercar mi polla a su coñito y empezar de nuevo la guerra de empujones y arañazos. La verdad es que estábamos muy cachondos.

– ¿Me dejarías jugar con mi polla encima de tu coñito sin metértela? – le pregunté cambiando de estrategia.

Fue sólo un atisbo de duda en su cara. Puse mi polla sobre el coñito y comencé a recorrérselo desde el culo hasta el clítoris. Ahora se encontraba abierta de piernas tumbada en su sofá con mi polla rozándole el coño depilado y gimiendo como una loca.

– Así está bien, Javi. ¡Ya no más, por favor! – gemía y me suplicaba.

No le hice caso y en una de las pasadas, apenas sin empujar, le metí la polla. El gemido, casi grito de Mary, vino acompañado de nuevos arañazos.

– Javi, cabrón, me has engañado. Sácala que no llevas condón. Hijo de puta, por favor, no te muevas. – me gritaba mientras comenzaba a follármela.

– No me folles – gimoteaba mientras, cada vez con menos ímpetu, seguía defendiéndose.

Habrían pasado menos de diez segundos desde que estaba follándome a Mary cuando se cambiaron las tornas y pasó de los empujones a agarrarme de la cintura y atraerme hacia sí misma.

– Fóllame fuerte, cabrón. No pares, qué bien lo haces, hijo de puta – Me insultaba

– ¿Te gusta, eh, putita? – le preguntaba mientras le sobaba las tetas.

– Soy una golfa. Trátame como una puta – gritaba ya sin importarle que Xisco estuviera en la habitación contigua.

La puse a cuatro patas, me situé detrás de ella y empecé a meterle y sacarle la polla a empujones limpios.

– Dame también por culo. Destrózamelo – me exigía mientras me sacaba más el culo.

Estuve dándole por culo mientras ella se metía los dedos y acariciaba su clítoris hasta llegar a otro sonoro y descomunal orgasmo que la quedó, literalmente, desmayada sobre el sofá.

– ¡Me voy a correr, Mary! – ¡Hazlo en mi coño, córrete dentro. Quiero sentir cómo te corres dentro de mí! – me suplicó.

Escuchar eso fue demasiado para mi así que, tras unos segundos follándole el coño, me corrí dentro mientras tenía el orgasmo más bestial de mi vida.

Estuvimos unos minutos recuperando la respiración hasta que me pidió que me fuera no sin antes prometerme que, cuando se volviera a terciar y sin forzarlo, repetiríamos experiencia.

Ya estoy deseando que empiece la temporada.

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