pareja sumisa 2

Hola les treje la segunda parte del relato de sumision, para que puedan entrenerse durante el fin de semana.

En la anterior cita con ellos les prometí que habría una sorpresa y la sorpresa se llamaba Enesto. Ernesto es un amigo cubano de los que vuelven locas a las mujeres. Es mulato pero de piel clara, no tiene rasgos de negro salvo los labios, ya que los ojos son más bien achinados. Es guapo, alto con un cuerpo estilizado, una muy cuidada musculación ya que fue nadador. Imberbe y muy morboso.

Yo ya había estado con él en algunas sesiones con otras chicas y vi que era un superdotado para el amor, un follador nato, un maestro en volver locas a las mujeres Tenía una polla no demasiado larga pero si gruesa, muy bien formada y al contrario que el resto de la piel de su cuerpo, la polla y sus dos gordísimas pelotas eran totalmente negras y estaba siempre rasurado.

Le propuse que si quería formar parte de mi siguiente sesión con mi pareja y le encantó la idea.

Como la vez anterior, los cité en la misma discoteca y le ordené a ella que llevara la misma ropa, medias con liguero, tanga minúsculo, falda corta y una camisa negra ajustada sin sujetador. Todo rigurosamente negro.

Estábamos mi amigo Ernesto y yo al fondo de la barra cuando aparecieron los dos. Nos vieron y se acercaron con una sonrisa nerviosa y estúpida. No sabían que hacer al verme con Ernesto, no sabían si era un amigo ocasional o estaba allí por algo. Primero agarré a ella y le di un beso en la boca y le dije delante de Ernesto y de su marido: que buena estás cabrona, ¿vienes preparada para obedecerme en todo lo que te pida, zorra? En seguida se le quito la sonrisa y se le trasformó la cara, ya se dieron cuenta de que mi amigo no estaba allí de casualidad, se les rompieron los esquemas. Se quedó callada mirándome como queriendo que le explicara de que iba esto y sin más le hablé fuerte y le dije, contesta coño, ¿ya se te ha olvidado como te tienes que comportar cuando estés conmigo? Con miedo, verguenza y sorpresa me dijo que si. Yo le dije que si también había olvidado como me tenía que llamar y antes de contestar miró a Ernesto y me dijo perdona Amo.

Entonces di paso a las presentaciones y le dije a Ernesto, como abrás adivinado, esta es la zorra de la que te hablé y este es el cornudo de su marido. Mi amigo se rió y la miraba de abajo a arriba como observando la mercancía que se iba a beneficiar muy próximamente, después se dirigió a él y le dijo, tu mujer está muy buena y me lo voy a pasar de puta madre con ella.. Me dirigí a ella y le dije, quiero que trates a mi amigo, como si de mí se tratase, entiendes zorra? Y si como me defraudes, te doy una ostia que se te escapa la cabeza. Mientras charlábamos mi amigo y yo sobre nuestras cosas, él solo escuchaba y miraba y yo le tenía echado el brazo por encima y le tocaba las tetas con total descaro.

Es una discoteca donde se baila música latina y mi amigo me dijo que si podía sacarla a bailar y le contesté, amigo mío, esta zorra está a tu total disposición y si tuvieras alguna queja dímelo que se llevará su correspondiente castigo, has con ella lo que te salga de los cojones y sin esperar más, la cogió de la mano y se la llevo a la pista. Una vez allí se les veía a los dos un poco cortados pero pronto Ernesto supo romper el hielo y entre su encanto personal, su atractivo físico y su experiencia con las mujeres, no tardó mucho en tenerla totalmente rendida. Con el pretexto de enseñarle a bailar se agarraba a ella, le apretaba, se restregaba y no tardo mucho en ponerle sus manos en el culo y sobarla por todos sitios. A ella ya parecía habérsele pasado el miedo y estaba totalmente entregada, ajena al resto de la pista.

Yo le iba comentado a mi amigo cornudo como el cubano se estaba poniendo morado. De repente los perdí de vista y eso me desconcertó, empecé a buscarlos y los vi besándose como descosidos en una esquina de la discoteca, un sudor frío recorrió todo mi cuerpo, yo había provocado esto, pero no calculé la reacción que eso me produciría, me estaba dando un ataque de celos. Mi amigo estaba besando a mi zorra delante mía y yo solo podía mirar. Entonces comprendí lo que podía sentir su marido, en ese momento estábamos los dos en la misma situación y sin poderme controlar, esto me produjo una fuerte frustración y curiosamente, una terrible erección.

Ella parecía extasiada, lo besaba como si le fuera la vida en ello, lo abrazaba y se restregaba a él como una perra en celo, el hijo de puta, la había puesto como una moto, había caído como todas, en sus redes y parecía haberla sacado de control.

Ya no podía soportar esa imagen más y mandé al cabrón a que fuera y les dijera que nos marchábamos. El se acercó a ellos y vi que no le hacían ni puto caso, seguían pegados el uno al otro y él insistió hasta que lo miraron y le dijeron que ya iban. Se acercaron agarrados y Ernesto con cara de satisfacción me dijo, menuda zorra esta hecha, ¿de donde has sacado a la guarra esta? mírala, está temblando la cabrona, no te imaginas como me ha puesto.

Salimos los cuatro de la discoteca y esta vez nos fuimos en el coche del marido, sentándome yo en el otro asiento delantero mientras la parejita no paraban de besarse y sobarse en el asiento trasero. Llegamos al hotel y entramos directamente desde el parking a la habitación. Ernesto dijo que se quería dar una duch y mientras, desnude al cornudo y lo até a una silla para que no perdiera detalle de lo que íbamos a hacerle a su mujer. Después me dirijí a ella y le dije, ya hablaremos tu y yo, ahora haz lo que has venido a hacer. Salió Ernesto de la ducha con una bata y se sentó en la cama mientras le decía a ella: ven aquí putita, que te voy a follar como nadie lo ha hecho y besándole se echaron los dos en la cama. Yo estaba sentado en un sillón al lado de la silla del cornudo y veía como la iba desnudando hasta que la dejó solo con el liguero y las medias blancas. Al descubrirle el coño me fijé que se lo tenía rasurado y con los pelos del pubis había dibujado una "J" mi inicial y eso me hizo sentirme bien. Ella le abrió la bata y descubrio su pecho imberbe y besando cada centímetro de su piel fue llegando hasta su hermosa polla. He de reconocer que tiene una polla con un aspecto impresionante, poderosa, tiesa y muy bien formada.

Se le iluminó la cara cuando vio tan cerca una cosa tan impresionante. La besaba, la engullía, se la metía hasta encajarla en la garganta. Nunca vi a una mujer adorar de esa manera a una polla. Me excitaba mucho el contraste que hacía una polla como esa y tan negra con la piel tan blanca de ella. Le chupaba y se metía sus gordas y negras pelotas en la boca, yo no pude aguantar y me desnudé también mientras me pajeaba. Eché un vistazo al cornudo y estaba empalmado y sin poder tocarse debido a sus ataduras. Estaba disfrutando como yo de tan hermoso espectáculo. El viendo como disfrutaba la zorra le agarró de los pelos y separándola le preguntó, te gusta mi polla, no guarra? y ella sin querer perder mucho tiempo le dijo, mucho e intentó volver a chuparla, le volvió a dar otro tirón de pelos y le dijo, ¿habías visto algo parecido? Y ella le contesto, Ernesto por favor, déjame chupárltela, el de un fuerte tirón le gritó, mira puta, no se te vuelva a ocurrir llamarme por mi nombre. Perteneces a mi amigo Javier y él es tu Amo pero ahora me ha ofrecido a su puta para que yo la disfrute y por lo tanto ahora soy tu Amo, llámame Amo negro, quiero que me llames Amo negro, ¿entendido zorra? Ahora quiero que me la sigas comiendo, quiero ver como una puta blanca me come la polla. Ella le contestó si Amo negro, haz conmigo lo que quieras.

El la agarró de los pelos y se la quitó de encima y tumbándola boca arriba se sentó encima de ella y empezó a manosearle las tetas, se las estrujaba y pellizcaba los pezones, Me encantaba ver unas manos tan grandes con dedos muy finos, manoseando unas tetas tan pequeñas . Después le metió dos dedos en la boca y los sacaba y metía como si de una polla se tratase. Le manoseaba toda la cara y se la apretaba y cogiéndola del mentón le dijo, nunca habia visto una blanca tan puta como tú.

Están tu Amo y el cornudo de tu marido mirando y tú jadeando como una perra, pídele a tu Amo permiso para que tu Amo negro pueda follarte y volviendo por primera vez la cara hacia mí desde que entramos a la habitación del hotel me pidió permiso para poder follar, me dirigí al marido y le dije, pero que zorra es tu mujer y después miré a Ernesto y le hablé con voz severa, a ver si eres capaz de reventarla follando, me miró con una sonrisa cínica y me contestó, eso no es difícil con una perra como esta, mira lo caliente que está. Se colocó de rodillas delante de ella y le abrió bien sus piernas dejándole bien abierto el coño y poniéndole la punta de su polla en la rajal, empezó a jugar con ella, no quería metérsela, solo le introducía un poco y se la sacaba. Ella desesperaba intentaba arquear su cuerpo para poder tenerla dentro con urgencia, le suplicaba, no me haga esto, fólleme ya, fólleme por favor y llorando como una niña le rogaba que lo hicera, que la reventara de una vez.

De repente y muy despacio, se fue colando hasta el fondo y a ella se le escapó un gemido que hizo que me estremeciera, nunca un gemido significó un alivio tan grande como el que acababa de dar ella, un segundo más tarde y hubiera muerto de desesperación, no hubiera podido soportar no sentirla dentro de sus entrañas. Se echó encima de ella y con un ritmo lento pero sin pausa la fue follando con mucha maestría. Ella seguía llorando pero de gusto, temblaba a la vez que le decía que no parara, que no parara nunca que quería seguir así toda la vida. De repente se quedó exhausta, rígida y soltó un grito que tembló todo el hotel, se estaba corriendo como una bestia, Ernesto entonces aumentó el ritmo y le daba fuertes envestidas que se escuchaba el golpe de sus pelotas contra ella. Este frenesí dio paso a un momento de relajación, estaba destrozada, empapada en sudor pero la polla de Ernesto seguía dentro, inmóvil pero tiesa y dura. La miró y le dijo, esto no ha acabado y yo no me he corrido y con movimientos lentos, fue taladrando de forma firme el coño de la guarra.

Al rato ya estaba otra vez como si no se hubiese corrido y el seguía, follándola, estaban enganchados como perros y sin poder más, me acerqué para participar de tan excitante festa. Al tocarla note que ella no se inmutaba, me ignoraba. Mi zorra, mi puta, mi sumisa, en ese momento ya no me pertenecía, estaba hipnotizada, estaba poseída. Me senté otra vez en el sillón al lado del cornudo y seguí msturbándome. El se la sacó y le dio la vuelta, la puso boca abajo y empezó a chuparle su culo. Se tomó su tiempo, despacio y escupiéndole para lubricárselo, le fue metiendo muy despacio un dedo, entraba y salía muy despacio y seguía escupiéndole para facilitar la penetración.

Al rato fueron dos dedos los que entraban y sin prisas consiguió dilatarle el culo completamente. Cuando ya estaba preparado, se escupió esta vez en la mano y se lo restregó por su polla. Le puso la punta en el culo y solo empujaba unos milímetros se paraba y los volvía a retroceder, volvía a hacer la misma maniobra y así fue ganando centímetros hasta que consiguió que sus pelotas chocaran con sus nalgas. Entonces se quedó inmóvil con toda su herramienta hundida en su culo y me miró y me dijo: mírala, está que no se puede ni mover, la tengo atravesada, no puede ni pestañear, estaba llena de polla. Nos reímos de la cara que ponía y entonces fue sacándosela un poco y entonces recobraba un poco de su expresión. Volvía a enterrársela y otra vez se le desencajaba la cara. Ese movimiento lento fue haciéndose mas rítmico y dio paso a una mejor aceptación de ese tremendo objeto extraño hasta que empezó a gozar como una marrana. Otra vez volvieron los gemidos, otra vez volvieron lo gritos y las súplicas para que eso no se acabara nunca.

Yo no podía permitir que la situación se me escapara de las manos, yo era su Amo verdadero y tenía que recuperar mi propiedad. Tenía que participar y me decidí a ello. Me tumbé al lado de ellos y le dije a Ernesto que me dejara ponerme debajo de ella y que nos la follásemos los dos a la vez. Me tumbé boca arriba y ella se metió mi polla mientras por su culo volvía a entrar la polla de Ernesto.Tenía su cara enfrente de la mía y aproveché para recordarle que yo seguía siendo su Amo.

Ernesto marcada el ritmo que pronto fue endiablado, ritmo que yo trataba de seguir. Ella ya no pudo aguantar más y no podía dejar de ver su cara cuando explotaba en otro tremendo orgasmo, lloraba, gritaba, jadeaba, movía la cabeza como una loca y hasta se le escapaba la saliva de la boca. No pudiendo más me vacié dándole una fuertes embestidas. Ernesto tampoco pudo resistirse y también se vació dentro de ella. Caímos rendidos los tres, los cuerpos mojados en sudor, un olor a sexo impregnaba la habitación mientras el cornudo seguía mirando con su polla tiesa y sin poder moverse debido a las ataduras. Me dio pena y acercándome le cogí su polla y empecé a pajearle. Le miraba y le decía, eres un cabrón y tu mujer una viciosa y una zorra . ¿has visto como ha perdido la cabeza por la polla de mi amigo? ¿has visto como le suplicaba? Esta perra necesita más, necesita algo más de lo que tú y yo le podemos dar.

En la siguiente cita será una perra y como eso se ha de portar y en ese momento sentí como algo húmedo me mojaba mi mano. Se había corrido en mi mano el cabrón. Mientras esto sucedía ella ya estaba otra vez chupándosela otra vez. Parecía mentira que todavía le quedaran ganas a ambos de seguir follando y en cuanto la tuvo otra vez lista la puso a cuatro patas y esta vez sin compasión se la metió de un fuerte golpe y agarrandola de las caderas se la folló a un ritmo frenético, era un espectáculo diabólico.

Parecían dos animales, no parecieran ser humanosy cuando la zorra estaba apunto de correrse, se la sacó y le dijo, Guarra te vas a quedar con las ganas, así no te olvidarás de mí. Ella intentó abrazarse a él y le gritaba: no me dejes así por favor, no me hagas esto, deja que termine. Me abalancé sobre ella paraa sujetarla mientras él se vestía. No paraba de gritarle que no se fuera. Entonces con una sonrisa sarcástica se acercó y cogiéndole de la barbilla le dijo, eres una guarra, si me quieres volver a ver se obediente con tu Amo y haz que te merezcas estar otra vez conmigo.

Después se acercó al marido y le dijo, cuídanos bien a nuestra zorra, adiós mamoncete y guiñándome un ojo se marchó. Nos quedamos los tres un rato en silencio y cuando ya estaba tranquila la agarré de los pelos y la tiré al suelo gritándole, pero que coño te has creído, y cogiendo la fusta le di unos fuertes azotes en las nalgas. Yo soy tu Amo y solo a mí has de obedecer, me has dejado en evidencia, zorra, eres una marrana, una viciosa. Ella estaba llorando en el suelo y para mi sorpresa a la vez se estaba masturbando la muy guarra.

Me acerqué al cornudo y mientras lo estaba desatando le dije que él también le diera su merecido, Cuando estaba libre de las ataduras se fue directo a ella y directamente le dio una bofetada diciéndole:¿pero que has hecho imbécil? ¿como has podido desobedecer a tu Amo? Pídele perdón, pídele perdón ahora mismo. Se abrazó a mis pies rogándome que la perdonara y que no lo desobedecería nunca más y poniéndola boca abajo sobre la cama y ordenándole al marido que la sujetara le dije te voy a dar el castigo que te mereces y con la fusta le di otra vez azotes hasta dejarle el culo rojo.

La situación se había vuelto muy morbosa, yo azotándola y su marido sujetándola, esto me provocó otra erección y sin más, me tumbé encima de ella y ensartándosela me la follé como nunca había follado, por momentos pensé que la cama se desalmaba y que sus gritos provocarían que nos echaran de hotel y al unísono nos corrimos, Estaba rendido estaba agotado y el cornudo aprovechó que ella estaba tumbada inmóvil para correrse encima de ella. Me levanté, me vestí y les dije que la próxima sería un fin de semana completo en mi casa en el campo y que ella sabría lo que significaría ser, portarse y sentirse una perra e el más extenso sentido de la palabra. Me despedí diciéndoles que pronto recibirían nuevas ordenes

No olviden dejar sus comentarios sobre el relato espero les guste.

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