Cristina y Ana

Cristina y yo nos seguimos viendo con frecuencia. Una o dos veces por semana y pasaba por su departamento, tomabamos unos mates, charlabamos de cualquier cosa y terminabamos revolcándonos en su cama. Era muy permisiva, casi sumisa, aceptando y cumpliendo cada uno de mis mandatos conocí, recorrí y me apoderé de cada milímetro de su piel y de su interior. También gustábamos de hacer planes, idear historias y situaciones y contarnos fantasías. Una tarde, en el “tiempo de meseta”, me dejó de una pieza cuando me dijo “Tengo fantasías con mujeres, creo que soy lesbiana”.
Cuando me recuperé de la sorpresa pudimos hilvanar una charla casi psicológica en la que traté de quitarle la idea de que sus sensaciones eran pecaminosas o degeneradas. La apoyé, sinceramente y sin segundas intenciones en sus emociones y hasta me ofrecé a ayudarla a buscar alguien para concretar sus deseos.
- Está bien. Pero quiero que vos estés
Escuché eso y la cabeza me estalló de júbilo y deseo. Al fin iba a estar con dos minas.
Comenzamos la búsqueda y algunos días despues me contacté con Ana.
Ana era de esas mujeres que, si le cabe la pierna con alguien, no tiene reparos en explorar su cuerpo, su sexualidad y la de su partenaire del momento. Al igual que Cristina era muy sumisa, se dejaba llevar por los caminos que su hombre (o su mujer) la llevaban.
Como Ana es de otra ciudad, no de Rosario, convinimos en encontrarnos una mañana en el departamento de Cristina. Primero llegue yo, y al sonar el portero, bajé a buscar a Ana. Era bajita, como de 1.60 o menos, morocha de rulos, grandes ojos marrones, una silueta delicada, con buenas caderas, tetas no muy grandes pero apetitosas. La saludé con un beso ante la mirada atenta del portero y en el ascensor la observé en detalle, disfrutando las cosas que iba a hacerle.
Desayunamos charlando de cosas triviales, como desatando la tensión.
Yo estaba sentado en un sillon de dos cuerpos; cuando Cris se fue a cambiar y ponerse más comoda, le ordené a Ana sentarse a mi lado. Obedeció con una sonrisa tímida y se entregó a mis besos y caricias. Su boca era muy cálida, su lengua juguetona, su cuelo despedía un aroma dulzon y ante mis primeras caricas sus piernas ya no pudieron mantenerse unidas.
La di vuelta y la recosté sobre mis piernas. Mientras la besaba me fue sencillo abrir su pantalon y sentir en mis yemas los inicios de su creciente humedad. Advertí que desde un rincón nos observaba Cristina, se había puesto un camisón transparente y una tanga muy diminuta; tenía el gesto contraído, el ceño fruncido, las imágenes que veía la habían cargado de erotismo y deseo y no pudo contener sus manos que se dirigieron a su sexo. Ana la vio y quiso levantarse, pero apoyé mi palma en su frente y con leve presión la hice volver a su posición. Ese gesto de dominación agudizó su entrega, su espalda se arqueó, gimió y tuvo su primer orgasmo.
Nos levantamos y fuimos al dormitorio. Desnudé a Ana y las acosté una junto a la otra, besándolas y acariciándolas a su turno. Pensé a cual atacar primero, y le di el derecho a la dueña de casa. Abrí sus piernas, le corrí la tanga y la penetré con total facilidad, estaba empapada.
Comencé un pistoneo lento y profundo, como a mi me gusta. Sus ojos estaban completamente cerrados, de su boca nacían gemidos que fueron apagados por un beso de Ana, el primer beso lésbico de Cristina, que luego se dirigieron a sus pechos, mordisqueando sus pezones y pellizcándolos con suavidad. Corrí a Ana y la acosté para poder masturbarla, comenzaron a gemir a duo.
- Esperá---no me hagas acabar todavía…por favor…., rogó Cristina
La vanidad me ganó en ese momento, aceleré el ritmo y selo hice insoportable.
- No, no….todavia no…por favor…noooo….aaahhh…aaaaaahhhhhhhhhhhh. Cristina se derramó en su orgasmo como ella solía hacerlo, casi en un desmayo.
Con ella semiinconciente monté a Ana. Con una mano atrapé sus muñecas sobre su cabeza, con la otra apreté y pellizqué sus pezones, mientras la penetraba de un golpe y me retiraba lentamente, para volver a atacarla.
A pesar de su orgasmo inicial, no pudo retener el segundo mucho tiempo, la situación nos exedía a los tres, ellas no podía resistirlo mucho, y a mi no me quedaba mucho margen.
- No puedo mas…quiero acabar….ya….dale!!! suplicó.
Aceleré, profundicé mis movimientos y el grito gutural denunció el final de su resistencia. Inundó la cama con fluidos y el ambiente con sus jadeos y gemidos. Cristina la miraba abstraida, posesa.
Era mi turno…me acosté en medio de ambas y ellas, de rodillas sobre la cama, bajaron sus cabezas y comenzaron a lamerme la verga, como compartiendo un helado, en toda su extensión primero, metiendoselas en la boca alternativamente, matizando con roces de labios y besos pronfundos.
Pocos momentos me han resultado mas placenteros q esas dos bocas recorriendome la pija, los huevos, las piernas….me retuve todo lo que fui capaz, hasta q acabé con todas las ganas, inundándoles las bocas. Me lamieron delicadamente, me limpiaron, y luego se lavaron los labios entre ellas, intercambiando saliva y semen, hasta que se tragaron todo.
Nos tomamos un respiro, y luego el resto de la mañana transcurrió plagado de sexo y lujuria.
Fue la única vez que vimos a Ana, se puso de novia a los pocos días, pero nos dejó un recuerdo imborrable

4 comentarios - Cristina y Ana

poringgers
altooo trio se mandaron che... ojala algun dia pueda hacerun trio... mi fantasia es cojerme ados hermanas.... ojala mi novia algun dia traiga a su hermana a una fiestita.. jeje
poringgers
mi novia y la hermana estan una mas buena qe las otras... lastima qe mi novia es muy celosa y no quiera compartirme... jjjaja pero si alguna ves se da.. obvio qe voy a sacar fotos y compartirlas.. vos tenes fotos de tu experiencias?