Encontré el diario de mi vieja (Episodio final)

El lugar no era el apropiado para que embadurnara mi cara, entonces, ofrecí esperarlo en unos minutos en la antigua estación junto al carromato del cuidador de trenes… Quería impacientarlo para que su calentura pudiera dominarlo… escondida …lo ví llegar acomodándose la entrepierna …. una música suave comenzó a sonar desde el viejo carromato…



A medida que él se acercaba, yo sentía sonrojarme… un escalofrío intenso me recorría entera y a pesar de creerme una trola con historias, por alguna extraña razón, tenía inocentes sensaciones.

Su actitud era la de alguien que deja que otro lo sorprenda, eso me calentaba porque comencé a sentir que era yo quien tendría el control esta vez, aunque supe también que indudablemente él, de esa manera, podría someterme hasta convertirme en su esclava más puta y obediente. Eso también me gustaba y más aún cuando de arrodillarse se trataba.

Se dejó guiar por la melodía tanguera de los vagos atorrantes, la puerta estaba entreabierta… descubrió mi escondite por ese perfume que tanto lo cautiva.

De sólo recordar lo que hace apenas unos instantes habíamos vivido con el público del carnaval, la calentura podía más que las pausas y el romance… Lo tomé por detrás, le ofrecí caricias… mientras besaba y recorría con mi lengua ancha y pegajosa su cuello y su espalda…. aprovechando que de mil amores él se dejaba, comencé a inclinarlo sin dejar de acariciarlo, pude apreciar sus muslos firmes y trabajados… ese macho de cuerpo atlético, ahora tenía mi lengua babosa dentro de su orto sorprendentemente dilatado. Era excitante tenerlo sosteniéndose de una vieja silla, con sus piernas bien abiertas, moviéndose y gimiendo mientras yo lo penetraba más profundamente con ayuda de mis dedos juguetones.

Darle ese placer, hacía empaparme como una yegua alzada, podía sentir como mi vulva hinchada chorreaba mis piernas humedeciéndolo todo.

Así con dos de mis dedos metidos en su ojete, lo conduje hacia el sillón desvencijado casi tan viejo como aquel carromato, supongo que estaría allí desde que se inauguró la estación. Lo tumbé sobre los anaranjados almohadones, me paré sobre ellos y le pedí mirara por debajo de mi cortona pollerita, nada llevaba… a Poro le fascinó descubrirme así, creyó se trataba de un regalo para él, el muy boludito no tenía idea que eso en mí, era ya una costumbre. Lo dejé que lamiera mis piernas saboreando toda mi humedad, gocé increíblemente cuando chupó con ternura y succionó luego con hambre mi concha cada vez más hinchada y excitada. Fue inevitable el primero de mis orgasmos mientras subía y bajaba a través de la dureza de su lengua. Con la voz entrecortada apenas pude pronunciarle a ese turro hijo de puta que se sobara bien la pija y la frotara entre sus manos mientras yo, como loca jineteaba sobre su cara. Miré al techo agradecida!!


De pronto, un ruido extraño que parecía provenir desde afuera, nos alarmó por un segundo; pero… el sólo hecho de pensar que alguien podía estar observándonos nos excitaba aún más… Queriendo dar un magnífico espectáculo dentro y fuera del carromato, comencé a bajar suavemente, rozando el lampiño pecho desnudo de mi mejor amigo, me senté sobre su terrible verga dura como estaca… quiso ponérmela de una, pero le dije que todavía no era tiempo… que eso vendría después… ahora deseaba que me sometiera, que me convirtiera en su puta, que me diera su costado más salvaje e hiciera de mí lo que quisiera…
Poro, me pidió que acomodara mi cabello hacia un costado y lo dejara caer sobre mi rostro, mientras me hacía jugar con una bombilla de un mate…dijo no contener sus ganas de besarme; de más está decir que muy gustosamente dejé que partiera mi boca juguetona, que succionara mis labios y mi lengua como si fuera a devorarlos; entendí que de igual forma debía chuparle yo su nabo empalmado.
Vaya si lo había interpretado!!! Tan sólo dos segundos después exclamó:
- dale puta del orto, arrodillate y mamamela bien… chupá la chota de tu dueño, de tu verdadero macho; es una orden yegua! Hacelo ya!
Con aparente actitud sumisa, tocaron mis rodillas el suelo, abrí sus piernas y tuve frente a mí su tremenda pija venosa y cabezona… sus huevos tirantes y repletos… el espectáculo nublaba mi razón!!! Será que me reconozco una yegua gordita mamona!! Durante un buen rato no hice más que obedecer, me dijo “ sos tremenda”, supongo que será por las veces en que lamí sus huevos y su orto, por como escupí la cabeza de su verga y jugué luego con mi lengua reculando su cuerito, por como me atragantaba hasta las arcadas cuando con fuerza inclinaba mi cabeza hacia abajo para poder chuparla y meterla hasta el fondo de mi garganta. Pajearlo de esa manera con mis manos, mi lengua y mi boca salivada fue sublime…. Impecable… mi grata recompensa… el increíble chorro de suave leche espesa que me obligó a dar tres tragos sin respiro. Ante sus movimientos estremecidos y temblorosos de placer…sólo osé seguir besándolo suave y delicadamente, acariciándolo íntegro…



Acurrucados en el sillón prendimos un cigarro…me sorprendí riendo con intensa ternura… sentir que, a pesar del tiempo y las vivencias, ambos fuimos y seremos siempre únicamente amigos del alma…
Mientras sin hablar, pensaba que el amor se trataba de otra cosa, detrás nuestro se escuchaba un ahhhh shhhh ahhsshhhh , era don Pete… el cuidador de trenes que esa noche no había hecho uso de su día de franco!!!!!!!!

2 comentarios - Encontré el diario de mi vieja (Episodio final)