Por fin convencí a mi mujer Parte 3 (Continuación)

Después de descargar toda su leche en la boca y garganta de mi mujer, Esteban se recostó un momento sobre el lecho, para entonces yo me había corrido por segunda vez y aguantaba lo más que podía la respiración mientras me recargaba contra la pared para que no se distinguiera mi silueta detrás del closet. Sin hacer un solo movimiento, pude ver como volvían a los besos y cómo mi mujer se acomodaba en el centro de la amplia cama mientras Esteban ya recuperado blandía su dura herramienta acercándola a la empapada concha de mi Imelda. Enseguida comenzó a tallar su grueso glande a lo largo de la raja caliente de mi hembra quien con agitados bramidos empezó a girar sus caderas sintiendo como desde el nacimiento de la raja hasta el abultado clítoris, esa cabezota la hacía temblar de todo el cuerpo, pues eran talladas de abajo hacia arriba y viceversa, acelerando con firmeza hasta que, nuevamente apretando la almohada con sus uñas comenzó a explotar como una zorra….

-Aggggg….paaaa…piiiii…ooootra…veeeez…..siiii,. a….mor…..me mataaaas…..ahhhhh….Siiii…no pareeessss….aaam…..oooor…..Siiiii…

Mi corazón quería salirse del pecho, no podía creerlo pero enfoqué bien mis ojos hacia donde la enorme tranca se tallaba sin piedad contra la raja, y lleno de envidia, de celos, pero al mismo tiempo de lujuria y morbo deduje y escuché algo que fue música para mis oídos y una descarga eléctrica para mi verga……Estaba eyaculando!! …la muy puta estaba eyaculando como sólo lo había visto en algunos videos y pelis pornos, el chasquido que hacía la enorme cantidad de líquido que expelía su coño se escuchaba en toda la habitación. Esteban se acomodó, le abrió la vulva con los dedos y siguió restregando la gruesa y dura tranca, ahora un poco más adentro, me imagino que de tal forma de que los labios sintieran más atrapada la caliente brasa, pero sin entrar demasiado. Pude ver los enormes chorros que le caían a Imelda sobre las tetas y en el vientre, y pude ver como ella….mi amada, conocía la eyaculación femenina por primera vez en su vida.

Durante largo rato estuvo exprimiendo las entrañas de mi mujer y en un momento en que sintió venir otra descarga de su vulva, se acomodó sobre sus rodillas, colocó rápidamente las piernas de Imelda sobre sus hombros, y sin piedad……. sin siquiera un poco de delicadeza…….de un solo golpe, de una sola estocada y en el momento que ella iniciaba con el goce de otra eyaculación….hundió su enorme pedazo de carne en el caliente y hambriento coño de su hembra…..porque ahora era toda suya, la estaba poseyendo y estaba llenando todas sus entrañas por completo.

El grito que lanzó mi mujer estuvo a punto de hacerme salir de mi escondite, fue una mezcla de dolor y placer que yo nunca hubiera siquiera imaginado que iba a escuchar en boca de ella. Con la enorme y profunda estocada, Esteban atrapó el cuerpo de mi amada debajo del suyo, le tenía bien aprisionadas las piernas con sus hombros, sus manos a los lados sobre la cama, y su pelvis pegada al cuerpo lujurioso que, sin moverse y sintiendo aún la mezcla de dolor y deseo de la estocada, sintió como su amante, dándole un momento para que calculara la dimensión de todo lo que sus entrañas habían alojado, se quedó quieto girando solo un poco su cadera en círculos mientras acercaba sus labios a los de mi querida esposa…….y casi al borde de las lágrimas, gimiendo desesperada….Imelda…..mi Imelda se estaba corriendo….empalada por toda esa verga que la hería profundamente y al mismo tiempo la transportaba al paraíso.

Yo conocía sus orgasmos, sus gemidos ahogados me indicaban que se estaba corriendo de forma descomunal, arañó con desesperación los brazos de Esteban y durante casi dos minutos resollando, y adivino que con los ojos completamente en blanco estuvo regalándole un delicioso y sorprendente orgasmo a su nuevo amante.

-Es….pe…ra….a…moooor…….haaaa….tee….qui…eroooo…ca…..ri….ñoo….es…peraaaa-….duuuueeeleeee pa…piiii….Ahhhh….siii, si, sii…..-. Sollozaba con el cuerpo tenso y quemando con sus jugos el tolete encendido de Esteban.

-Estoy todo dentro de ti mamita…..ya eres mía Imelda….toda mía, dijo sosteniendo otro momento aquella posición embonando perfectamente con el cuerpo caliente de mi mujer.

Después de un breve respiro, sacando por completo su herramienta, volvió a hundirla con fuerza, volvió a tocar hasta la matriz de mi hembra y comenzó con penetraciones lentas pero firmes y profundas, y comenzó también el concierto de ayes, gemidos, sollozos y gritos de la puta de mi esposa.

-Toma perrita!!, Ahhhh, toma!, todo para ti, uffff….que rica estás ¡! Eres una puta…….ahhhhh.

-Ahhh, siii, no pares Estebannn, Cógeme papiiii!!...AYyyy, Siiii. Así!, Así!!, du…e..leee papiii…cógeme, soy toda tuya ¡!

-Te gusta nena?, toma! Toda para ti, te la voy a dar siempre, ahhh, que rico coño!!.

El maldito se levantaba por completo sacando sus 23 centímetros de las entrañas de mi mujer, y con toda su fuerza los volvía a hundir con precisión llenándola por completo mientras ella llenaba nuestro nido de amor con sus desgarradores gritos y sus orgasmos. Nunca se había corrido de esa forma ni tantas veces seguidas, lloró, gimió, suplicó y pidió más, me di cuenta que había despertado la fiera que mi hembra llevaba dentro al meter en nuestra cama a ese macho, y ahora me estaban dando solo una probadita de lo que iba a ser nuestra caliente vida sexual de ahí en adelante.

-Ahora venía lo más fuerte, yo sabía que de un momento a otro la iba a poner en cuatro, la iba a poner como una perrita en celo para follarla empinada. El no sabía que mi Imelda tenía vicio por esa posición, era la que más disfrutaba y siempre, en nuestras noches de lujuria fantaseaba con que un hombre muy dotado como aquél la poseyera de a perrito, que la cogiera con fuerza y la hiciera llorar de placer……. sus deseos ahora se iban a hacer realidad….y los míos también.

Después de interminables minutos encima de mi esposa, Esteban aminoró la intensidad de sus estocadas y dejándola temblorosa y adolorida, se levantó un momento para tomar aire, luego con sus manazas la tomó de la cintura y la hizo ponerse boca abajo, con sus manos nuevamente la tomó de la cadera y la hizo ponerse en cuatro.

-Ayyy papi, me vas a matar así, te juro que no sé si aguante, me vas a volver loca-.

Mientras la acomodaba a ella, se acomodaba él y acomodaba su enorme herramienta en la hendidura hambrienta de Imelda el moreno le dijo con lujuria.

-Así que te gusta empinada zorrita?-

-Sii mi amor!- contestó emocionada mi golosa mujer.

Y nuevamente como al principio, con una perfección maestra, con sus grandes manos atenazando las voluptuosas caderas de mi mujer, Esteban taladró de un solo golpe con su verga aquel tesoro divino. Imelda mordió la almohada, quiso retirarse un poco al sentir el castigo delicioso de la verga de Esteban, quien sabiamente entró hasta el fondo y estático, dejó que nuestra hembra sintiera por primera vez lo que es estar llena por completo.

-Ahhhhh!!, Es……peeee….raaaa!!. Ahhhh, Ahhhh…MJm,….Ahhhhh. Espe…ra cariño, no te muevas……A…y…….Siiii, es…pera….tan….titoooo. Chi…quittooooo….Siii papáaaa.

Y comenzó a bombearla de forma por demás increíble, fuertes estocadas que ella recibía con desgarradores aullidos, olvidándose del cuidado de que se filtrara al exterior de la casa. Como posesa mordía y apretaba fuertemente las almohadas, luego, fue levantando el cuerpo poco a poco y sin dejar que su macho se despegara de sus calientes pliegues, tomó con fuerza los barrotes de la cabecera para sentirse más sodomizada ante cada embestida. Para mi fué la gloria ver entre las sombras como aquel pedazo enorme de carne salía por completo y se volvía a meter con fuerza dentro de la golosa almeja de mi amada.

-Arggg.....Papaaaaa.....Ahh! Ahh! Ahhh! Siiii!!, Más papi!!...Asiiiiii...Ahhhh. Arggg....-

La cosa no terminó ahí, mi mujer tal vez sintió calambres en las piernas de tantas corridas y el aguante maravilloso de ese semental. Se fue enderezando poco a poco y llenándolo de besos se apoderó nuevamente de esa fascinante tranca y así, en el centro de nuestro lecho, le prodigó otra deliciosa mamada al moreno hasta hacerlo correrse como un potro desbocado.

Y la noche no terminaba, en la parte final les contaré de que forma la zorra de mi mujer cabalgó a su amante, mientras yo, aunque parezca increíble, seguía agazapado entre la pared y el closet sin que ellos, de verdad, se los juro, se dieran cuenta de que no estaban solos en la habitación, algo que constaté cuando me escabullí nuevamente a la salida mientras ellos se comían a besos.

2 comentarios - Por fin convencí a mi mujer Parte 3 (Continuación)

jhose422
que calentura .....es hermosa tu mujer y muy puta