Diario de un Incesto III

Introducción

La historia que a continuación relatare es totalmente verídica, las situaciones y los nombres han sido modificados y omitidos por razones obvias, pero en esencia la historia se apega a los hechos tal y como sucedieron realmente.
Antes de empezar con mi confesión quiero aclarar que no me importa ser juzgado por mis acciones, ya que estoy plenamente convencido de que me eh dejado llevar por lo que mi corazón me dicta, pues es esta la razón por la que me anime a escribir mi historia, me eh enamorado de la persona menos indicada, un amor prohibido que jamas sera y me tendré que conformar con los recuerdos de lo que ella y yo vivimos alguna vez, es por ello que he tomado la difícil decisión de plasmarlo en esta historia, una historia de amor filial entre mi hermana y yo, un amor que fue y que nunca sera para mi. A continuación el tercero de seis capítulos.


Capitulo III
( Incesto en el cementerio )

Después de aquella noche inolvidable entre mi hermana y yo, nuestra relación dio un giro inesperado, al contrario de lo que yo supuse, nos comenzamos a llevar mucho mejor y nos mantuvimos en constante comunicación, nuestra charla de aquella noche sirvió para unirnos mas, con respecto al tema del sexo, ni lo tocamos siquiera, ya había quedado en el olvido, o por lo menos para ella por que de mi parte, debo confesarlo, aun existía ese deseo de volverlo a hacer, pero no me atrevía a insinuárselo, temía ser rechazado, también debo confesar que a partir de entonces mi hermana me pareció mas interesante, mas bella, mas sensual, mi deseo hacia ella creció, nos veíamos mas seguido, nos reuníamos en su casa para charlar y tomarnos algunas cervezas, ya sea solos o acompañados, mi obsesión por ella se hizo mas grande, ya no la veía como mi hermana, la veía como mujer, y ella lo sabia, comencé a darme cuenta que mientras mas tiempo pasaba con ella, mas sentía esta extraña atracción, pero muy en el fondo sabia perfectamente que esto era imposible. Una noche, cuando ya habían pasado aproximadamente cuatro meses, ella me hablo por teléfono, a mi papa le habían avisado que un familiar suyo había muerto, era una tía lejana, la verdad prácticamente no la conocíamos, nuestros padres no querían ir solos al velorio así que mi hermana se ofreció a llevarlos y a acompañarlos esa noche y me pidió que fuera con ella ya que no quería ir sola pues habría mucha familia que no conocíamos, acepte ir con ellos, ya en el velorio efectivamente, había demasiadas personas que no conocíamos, mi hermana llevaba puesto un vestido negro y unas zapatillas altas del mismo color, y aun que no era su intención se veía hermosa, el vestido permitía que luciera sus hermosas y bien torneadas piernas, traía el cabello recogido con una cola de caballo, su rostro angelical se iluminaba por si solo, llegamos y el clásico saludar a todo el mundo y presentarnos con casi todos pues como dije, prácticamente nadie ahí nos conocíamos, estando dentro, mi hermana y yo comenzamos a desesperarnos, no nos agradan mucho estas cosas, ella me pidió que saliéramos a tomar aire fresco y fumarnos un cigarro mientras nuestros padres se quedaban un rato y así despejar la mente, así que salimos y comenzamos a platicar mientras fumábamos, alguno de los dos dijo una tontería y comenzamos a reír, todo el mundo volteo a vernos, creo que no estábamos en un buen lugar para eso, decidimos que lo mejor era alejarnos un poco de ahí así que caminamos un par de cuadras hasta llegar a un pequeño parque que tenia una fuente, nos sentamos en una de las bancas y seguimos charlando, no se como o por que pero mientras platicábamos mi mirada se desvió de los ojos de mi hermana hacia sus piernas que en ese momento las tenia cruzadas, y las contemple, por un momento no puse atención a lo que ella decía y me perdí en la blancura de su piel y en la suavidad de sus piernas, por supuesto ella lo noto, para cuando reaccione ella ya estaba en silencio contemplándome divertida, rió ligeramente mientras subía una de sus piernas por encima de las mías y siguió con su platica, puse atención a lo que decía mientras mi mano se deslizo por sus muslos, guau, su piel estaba muy suave, ella comenzó a mirarme y a sonreírme con coquetería, no dude mas y me acerque a sus labios buscando un beso suyo, pero ella volteo la cara sin dejar de reír divertida, “nos pueden ver” me dijo mientras quitaba mi mano de sus piernas y las bajaba de nuevo, no le di mucha importancia y seguimos platicando, después ella me dijo “ven, caminemos un rato”, nos levantamos y caminamos otras dos calles, la tome de la mano y parecíamos un par de novios, llegamos a un cementerio que estaba justo detrás de donde estaban velando a nuestro familiar, mi hermana y yo recordamos que en un par de ocasiones, cuando eramos mas jóvenes, pretendimos entrar a un cementerio por la noche para mostrar nuestra valentía, no nos atrevimos en aquel entonces, pero decidimos hacerlo en ese preciso momento, no estábamos muy seguros pero lo hicimos, entramos y estaba oscuro, el panorama era bastante tétrico, ella me tomo de la mano y avanzamos por entre las tumbas viejas, avanzamos unos cuarenta o cincuenta metros hasta que no veíamos mas allá de nuestras narices debido a la intensa oscuridad y la nula iluminación de esa zona, nos detuvimos un instante, mi hermana reía, pero esta vez era de nerviosismo, yo me hice el fuerte pero la verdad es que por dentro estaba aterrado, para entonces habrían sido ya poco mas de media noche, y así estuvimos, en completo silencio, nuestra vista se acostumbro a la penumbra y lográbamos ver las tumbas que estaban a nuestro alrededor, mi hermana por fin rompió el silencio con una pregunta, “y ahora, que hacemos”, creo que yo estaba esperando esa pregunta por que nada mas termino la ultima silaba me lance sobre ella e intente besarle, pero ella de nuevo me rechazo y volteo la cara, por alguna razón que no entendía ella no quería besarme, pero mis labios se toparon con su cuello y comencé a besarle, a lamerlo, a morderlo, la tome por la cintura y ya no la deje moverse, ella lo intento, entre empujones y manotazos quiso zafarse pero yo no se lo permití, temí que pudiera gritar, pero quien la iba a escuchar allí, no había nadie a nuestro alrededor, por lo menos nadie vivo, mis besos subían y bajaban a lo largo de su cuello, me detenía unos instantes a la altura de su oreja solo para mordisquearla y susurrarle “te deseo hermana”, y así seguimos, ella intentando apartarse de mi y yo buscando sus labios, hasta que por fin, mi hermana comenzó a ceder, sus manotazos y empujones fueron bajando de intensidad y se fueron transformando poco a poco en caricias a lo largo de mi espalda, ella se rindió, yo seguí besandole el cuello y baje muy despacio hasta posarme en sus pechos, los tome con mis manos y los acaricie suavemente por encima de su vestido negro, ella tomo mi cabeza con sus manos y comenzó a dirigir mis movimientos mientras me apretaba hacia sus pechos, gemía ligeramente, de pronto me soltó y haciendo sus brazos hacia atrás fue bajando el cierre de su vestido y bajando poco a poco este hasta dejar sus tetas de fuera, tomo de nuevo mi cabeza con sus manos mientras yo me devoraba ese par de deliciosas tetas, ella no dejaba de gemir de placer, deje descansar por un momento sus pechos y subí de nuevo a su cuello, lo besaba y lo mordía con suavidad, mi hermana seguía acariciando mi cabeza y gimiendo, mis manos bajaron por su espalda y comenzaron a acariciarle las nalgas por encima de su vestido, ella paraba mas el culo al sentir mis caricias, fui subiéndole el vestido hasta dejar sus nalgas al descubierto, traía una tanga en color negro, ella subió una de sus piernas alrededor de mi cintura y mis manos recorrieron la suave piel de estas desde sus pantorrillas hasta los muslos una y otra vez, era una delicia, ella no dejaba de gemir, sus manos se aferraban a mi espalda mientras le restregaba mi miembro, una de mis manos fue bajando y se poso en su vagina por encima de su tanga, la acaricie, mis dedos fueron buscando hasta encontrar su clítoris, que estaba muy mojado, y se fueron introduciendo poco a poco mientras mi hermana soltaba unos ligeros suspiros de excitación, mientras mis dedos jugueteaban con su clítoris, ella no dejaba de acariciar mi espalda, sus uñas casi traspasaban mi camisa, ambos estábamos muy excitados, yo ardía en deseos de penetrarla así que me desabroche el pantalón y saque mi pene, ella, al ver mis intenciones, dijo “aquí no se puede, esta muy incomodo”, pensé en llevarla a un motel, pero no quería arriesgarme a que se arrepintiera en el camino, así que mire a mi alrededor y la tome de la mano, la guié hasta una de las tumbas, era plana, perfecta, me senté en ella y saque de nuevo mi pene y le hice señas a mi hermana, ella, sin mas, subió su vestido hasta la cintura e hizo a un lado su tanga dejando ver su hermoso clítoris, acto seguido se monto sobre mi y tomando mi pene con sus manos lo acomodo y lo introdujo en su vagina, me empujo hacia atrás y caí de espaldas mientras ella comenzó a moverse de arriba a abajo, primero lento y luego con mayor intensidad, mi pene entraba y salia de la vagina de mi hermana una y otra vez mientras ella no paraba de gemir, nuestros rostros quedaron muy cerca, casi chocaban, sentí su aliento y ella el mio, nuestros labios se rosaban entre si, pero ninguno de los dos se atrevió a besar al otro, no esta vez, mis manos se aferraban a su cintura mientras ella se movía con intensidad, de vez en cuando bajaban un poco mas para acariciar sus nalgas y sus muslos, seguimos así un buen rato hasta que ya no pude mas y explote, me vine dentro de mi hermana, ella al sentir mis fluidos comenzó a bajar el ritmo, yo disfrutaba el correrme dentro de ella, era una sensación deliciosa, nos quedamos totalmente exhaustos e inmóviles en la misma posición un par de minutos, en un acto inesperado, ella roso sus labios con los míos dándome una especie de picoreto, lo agradecí con una leve sonrisa, finalmente y aun con mi pene en su interior, logramos recuperar la respiración mientras ella me decía “hermanito, lo que me haces hacer, y en un pinche cementerio”, reímos ligeramente y nos levantamos, acomodamos nuestra ropa y salimos inmediatamente de ahí, regresamos al velorio sin decir una palabra en el camino, esta vez no note ninguna señal de arrepentimiento por parte de mi hermana, ni tampoco de parte mía, llegamos y nuestros padres estaban esperándonos con cierta desesperación, acompañe a mi hermana a dejarlos en su casa y luego ella me llevo a la mía, no hicimos comentario alguno en el trayecto de lo que había pasado entre nosotros esa noche, pero me sentí incomodo, la cruda moral atacaba de nuevo, pero esta vez con menor fuerza, nos despedimos y ya estando en mi cama, analice un poco la situación y me dije a mi mismo “esta vez estuvo mejor que la anterior”, y efectivamente, lo disfrute un poco mas y creo que ella también, y el sentimiento de culpa por haber cometido incesto no fue tan intenso en esta ocasión, por lo menos no para mi, y me preguntaba, si la segunda vez fue mejor que la primera, como seria la tercera?, si es que esta se llegaba a dar, pero esta duda no seria despejada si no hasta casi un año después.

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