Mi vecinita calentona y virgen

Todos tenemos una amiga y vecina con la cual compartimos siempre en familia. Cuando llegamos a vivir al sector fue esta familia la que nos recibió muy bien y pronto hicimos buenas amistades. Pues bien, ellos tienen una hija de unos 19 años que recién entraba a la universidad.

Cuando los visitabamos, esta chica morenita, de un culito respingón, pequeñito, caderas delicadas no anchas, piernas bien parejas que me las imaginaba como una delicia, nos miramos haciamos caritas, yo lo veía con algo de ingenuidad, pero poco a poco fui dándome cuenta que nuestras miradas siempre terminaban pegadas un segundo más de lo adecuado.

La empecé a observar con mayor detención, sus ojos oscuros hacían buen juego con su piel tostada, su cabellera larga azabache bajaba hasta poco antes de sus caderas, tenía unos pechos pequeños pero levantados, su vientre era plano e interesante. Tengo que decir, que era muy agradable a la vista de un maduro como yo; no pensaba en terminar en la cama con ella; pero tampoco era una mala idea.

Un día fuí de visita en la tarde, entonces me abrió la puerta la muchacha y pegó sus labios húmedos en los míos y se dió vuelta para irse, entonces la alcancé a tomar del brazo y le dije:

- Eso es jugar con fuego.

- El fuego lo tengo dentro de mí. Contestó calentonamente y anunciar mi llegada.

Me quedé perplejo, pendeja caliente pensé. Entré a la casa de mis amigos, tuvimos una conversación bastante agradable de cosas intrascendentes. De tanto en tanto, me distraía viendo ese culito respingón que me meneaba frente a mi vista. Un poco más de conversación, unos tragos y a mi mente se venía esa cabellera que tapaba por completo su espalda, sus miraditas, sus movimientos. No sé si estaba mareado por los tragos o por lo caliente que estaba. Evidentemente no era ni la ocasión ni la oportunidad, pero estaba decidido a cuenta de la provocación de la muchacha.

Esa noche me fuí, sabiendo que pasarían solo unos cuantos días antes que se consumara tan alucinante deseo.

El jueves siguiente en la noche, me llegó a un mensaje al inbox de facebook:

- Debieras quedarte en casa mañana por la mañana. No tengo universidad.

Vaya, sin duda las cosas serían más rápido de lo que pensaba.

Así el viernes, partí a la oficina me presenté y luego regresé a casa. Abrí mi facebook, para ver si tenía algún mensaje. De pronto suena el citófono y era el conserje, me dijo que venían a dejarme un paquete, le comenté que no esperaba nada, pero que de todos modos subiera el mensajero, entonces el conserje dijo: es su vecina.

Ohh!! dije y preparé todo para esperarla.

Abrí la puerta antes que llegara, salí a esperarla al ascensor, venía con un abrigo largo, un tanto abrigada para la época, su gracioso andar me puso calentón de inmediato. Venía con una cajita pequeña en sus manos.

Entramos al departamento, nos dimos un beso muy pegado y mojado; su respiración estaba a mil, igual que yo. Me entregó la pequeña cajita, era una botella de un lubricante, me quedó mirando y abrió su abrigo, debajo traía una transparencia que dejaba ver un pequeño sostén y una tangita negra. Lo dejó caer y en instinto animal me saqué la camisa que llevaba y solté mi cinturón para quedar en solamente en ropa interior.

La llevé a un gran sofá de cuero rojo de mi living, hacía juego con el moreno de su piel.

Empecé a lamer sus senos por sobre la transparencia, quería cogerla rapidamente, pero esta niñita se merecía una buena calentada antes de penetrarla. Le peseé mi pene por todo su cuerpo, por la espalda.

La puse en cuatro, su culito respingón ahora esta completamente para mí. La repasé por atrás sin penetrarla. Tomé sus caderas y me metí debajo de ella, lamiendo su pequeña concha. Sentí sus suspiros y sus movimientos recogiendose. La tomé fuerte para que fuese a cerrarse ni se me escapara. La giré completamente, quedando con sus piernas en mis hombros y mi boca pegada en su clitoris. Intentaba abrir su concha rodeandola con mi lengua, pero era pequeñisima. Estaba imaginando cuando apretado entre mi miembro en su lugar tan pequeño.

Abrí el lubricante y bañé mi fierro completamente.

Le dí una mirada profunda:

- Ahora vas a saber lo que realmente buscabas.

Tomé sus delgadas piernas acariciandolas desde la rodilla y las subí por el interior de sus muslos. Con mis dedos pulgares rocé sus labios y los abrí suavamente, mientras mis otros dedos se enterraban en su piel. Pusé mi cabeza a su entrada, presione un poco y se quejó de dolor.

- Relajate, respira profundo tres veces, vamos.

Sus piernas tiritaban, era sin duda su primera vez. Mientras mantenía la cabeza de mi pene apuntando en su entrada.

- relajate, respira bien profundo uno, dos ....

Cuando soltó la respiración, en vez de decir tres... le dí un empeñon cayendo encima suyo y mi pene arrasando con todo lo que encontró a su paso. Tal fue la fuerza que llegó hasta lo más profundo, mis huevos quedaron pegados a su vagina. Y ella, dió un grito desesperado, sus manos arañaron mi espalda, quiso soltarse pero la abrazé fuerte. Mis piernas hacían presión para que no se soltara.

Bajé una de mis manos hasta sus gluteos, mientras mi cuerpo hacía presión sobre todo su cuerpo. Nuestros cuerpos empezaron a sudar.

Empecé a moverme sobre ella, una y otra vez en forma tan alocada, como lo caliente que estaba. Ella apenas soportaba los espolonazos, sentía su debilidad a cada movimiento. Sin duda, le dolía pero no tenía la fuerza para librarse de mí. La diferencia de experiencia, era evidente.

Su cuerpo temblaba freneticamente, sudaba.

- Sueltame por favor.

- Falta mucho para eso querida. Esto es lo que buscabas. Follar con un maduro. Ahora tienes que resistir.

- Me gusta, pero no tengo fuerzas para seguir.

- Eres joven corazón. Ahora sabes lo que es tener una verga dentro de tí. Te gusta?

- Si, me encanta. Estoy mareada.

- Te gusta así. siente cada centimetro, cada gota de mi semen. sientes lo duro que está.

- Si, es muy duro. Pero me duele.

- Si sé, eso me gusta. Quiero que te duela.

Entonces, le dí duro, casi violentamente hasta que reventé dentro de ella, cinco o seis eyaculaciones que llenaron su vientre.

Estabamos completamente mojados, el sillón rojo era una puta cama pasado a concha y sexo.

No quería salir de tan pequeña concha, quedamos tirados un buen rato. Nos hicimos cariño, pero ella no podía más.

Intentó levantarse y caminar pero sus piernas tiritaban por completo. Te tiró de guata sobre la alfombra.

La quedé mirando, la imaginé poniendola en cuatro y tomando su larga cabellera un poco en cada mano y penetrarla para cabalgarla como una yegua, pero habría sido demasiada maldad y tuve compasión de ella... pensando en dejar la idea para una proxima oportunidad, que sin duda sería muy pronto.

1 comentario - Mi vecinita calentona y virgen

Mariacandelaria +1
Buen relato. En la primera vez debe de ser gentil pues si duele. Asi sería placentero y memorable. Te doy puntos.