Ofuckcina ( parte 6)

Gloria encuentra , valga la redundancia la gloria, y su esposo también.

CAPÍTULO 13

Gloria, la homenajeada, se sentía realmente defraudada. Su ropa había sido elogiada por todos, pero, sin embargo a la hora de la diversión, nadie se acordó de ella. Y no era fea. Vestía con ropa muy clásica, pero desnuda, su cuerpo era interesante y muy sensual.
Vio , aunque no dijo nada, a Adolfo y Griselda contra el árbol.
Cuando se quedó sola, salió a buscar al resto de la gente y al pasar por el vestuario observó a Marta empalada por dos hombres y gozando como una perra. Y en el estacionamiento, la forma en que se movía el auto de Nico no le dejó dudas sobre lo que estaba pasando adentro, aunque no sabía entre quienes, hasta que vio a éste y a Ana volver juntos, muy sonrientes.
De más está decir la excitación que tenía. Estaba toda mojada, y su marido, retenido por una reunión de negocios en otra ciudad, no estaba esa noche en su casa.
No había regresado para festejar su cumpleaños, quedándose a resolver cuestiones de trabajo. Era evidente que ya no le importaba como antes. Dudaba de si todavía era deseable para los hombres. Le había llamado por teléfono, pero eĺ estaba en un hotel en otra ciudad.
Era demasiado. Ya se veía en la bañera llega de agua caliente, masturbándose como hacía cada noche que su marido era incapaz de satisfacerla plenamente.
Aunque sus compañeros de trabajo se ofrecieron a llevarla, prefirió caminar. Necesitaba el fresco de la noche para aclarar sus ideas.
En la oficina todos se cogían a todos. Ella lo sabía. Conocía las excursiones a los baños, y las urgencias del gerente, aunque a ella nunca la había molestado, cosa que entendía, pues si bien en el fondo le hubiera gustado sentirse acosada por ese sádico, su educación le impedía liberar su lascivia. Si hubiera aceptado o no, no lo sabía, aunque esa noche estaba dispuesta a aceptar cualquier cosa que tuviera una verga.
Para colmo, su marido que siempre la acosaba tratando de cogerla, esa noche no estaba en casa, y esa situación la enojó mas.
Salió del restaurante y comenzó a caminar.
A mitad de camino, se topó con tres hombres que, sentados en la oscuridad estaban fumando y tomando cerveza. No los conocia. Evidentemente mucha gente andaba por las calles, y se corría el riesgo de toparse con caras extrañas.
- Vaya, vaya, muchachos, es nuestra noche de suerte. Encontramos compañía.
Gloria siguió caminando, en contra de sus deseos que le ordenaban quedarse con estos machos a sacarse el gusto. Sin embargo, sus prejuicios le impedían hacer esto. Había aprendido a no mostrar nunca su naturaleza y simular una frialdad frente al sexo, que hacía que todos se mantuvieran a distancia.
Sin embargo, no apuró el paso, y siguió caminando como si nada, aunque el movimiento de sus cadera se acentuó como invitando a sus interlocutores a avanzar.
Uno de ellos, el más valiente, o quizás el que había tomado más, se le acercó, y parándose delante dijo:
- Tenemos unas latas de cerveza, y sólo queremos conversar. Hace rato que no vemos una chica linda como tú, y nunca hubiéramos esperado encontrarla a esta hora y en este lugar.
- Te agradezco pero no bebo, contestó e intentó esquivarlo.
El la tomó del brazo y acercándose con los ojos brillosos agregó:
- Se buena. Solo queremos conversar un rato. ¿ Qué vas a ir a hacer sola a tu casa a esta hora?
Gloria lo miró. Sentía la presión en el brazo, y por un momento tuvo miedo que su rechazo lo volviera violento, así que agachó la cabeza y se dejó llevar.
Cuando llegó junto a los otros, se quedó allí de pie mientras uno de ellos iba a buscarle una cerveza. La vereda era estrecha, así que el primero la tomó del brazó y metiéndola en la casa la sentó en una silla en un pequeño comedor que daba a la calle.
Cuando le trajeron su cerveza, el que se la alcanzó acercó una silla y se puso a conversar con ella. Gloria, apurada para responder y concentrada en el diálogo, no notó que los otros dos, también entraron y despacio cerraron la puerta con llave.
- ¿ Que ibas a hacer en tu casa a esta hora?, le preguntaron
- Mi esposo me está esperando, mintió, confiando en que la mención de que era casada la protegiera.
- ¿ Hace mucho que estás casada?
- 10 años, contestó mirando alternativamente a los tres hombres. En el vistazo general notó que la puerta estaba cerrada, y su corazón se aceleró.
- Oh, bueno, ya estás en la etapa de la rutina. Seguramente te aburres de hacer siempre las mismas cosas.
- Quiero mucho a mi marido y no me aburro de las cosas que hago, contestó sintiendo que su voz temblorosa carecía de la seguridad suficiente
Una mano grande y poderosa, la tomó suavemente del cuello.
- Hay otras cosas que podemos hacer. Realmente creo que alguien escuchó nuestras plegarias, pues estamos bastante calientes y necesitamos una mujer.
Intentó soltarse y amenazó con gritar, pero como si el hombre la conociera profundamente dijo:
- Nena, tuviste tu oportunidad de escapar. Me parece que te está haciendo falta lo que te vamos a dar. Y tomándola de la cintura la obligó a levantarse de la silla y girar y le tapó la boca con la suya. Cualquier intento de gritar, si hubiera querido, hubiera sido en vano. Y además, realmente no quería gritar. Iba a tomar todo lo que estos hombres quisieran darle. Tenía 35 años y ya era hora de que empezara a gozar. Sintió como una música estridente comenzaba a sonar con toda fuerza.
Seis manos se perdieron en su cuerpo, la recorrieron por todos lados, con diversos grados de suavidad o brutalidad, según las características de cada uno de ellos.
La llevaron prácticamente en volandas hasta una habitación interior y la arrojaron sobre una cama.
La desnudaron, la acariciaron, la besaron por todas partes, y perdió el poco control que le quedaba.
Los hombres, ya desnudos, se organizaron para sacar el máximo placer de este regalo inesperado.
Uno de ellos parándose de un lado de la cama la obligó a recibir su pija en la boca, mientras otro del otro lado, arrodillado en la cama esperaba para que ella fuera cambiando de una dureza a la otra. El tercero arrodillándose a sus pies comenzó a lamerle el clítoris y meterle la lengua en la concha y el culo con una maestría que la hacía temblar de deseo.
Llegó un momento en que se perdío desesperada por no dejar de chupar las dos vergas , sintiéndose llena y satisfecha, y tan entretenida estaba en esta tarea de succionar, que no notó que quien estaba a sus pies, dejo su tarea de chupada, y avanzando sobre ella, peló su vara, y dirigiéndola a su sexo la penetró con un solo empujón. Comenzó allí un juego de bombeo que le impedía ocuparse como hubiera querido de las vergas que habitaban en su boca, pero estas sacudidas no hicieron más que apurar el desahogo de su violador quien acabó dentro suyo sin ningún miramiento, y la arrastró a un poderoso orgasmo..
- Ahora me toca a mí, dijo otro de los participantes, aunque mis gustos son más exquisitos, y diciendo esto tomó el lugar de su socio. Hizo que se diera vuelta. La joven en cuatro patas esperó la penetración mientras seguía chupeteando la pija y los huevos de quien todavía quedaba intacto.
Sintió que su nueva pareja le acariciaba el sexo, embadurnandola con los líquidos que manaban, y gozó de sus dedos penetrando alternadamente sus agujeros. Y luego de unos minutos notó que el macho se acomodaba a su grupa y empezaba a empujar. Sin embargo la sensación que la invadió, la sorprendió. Entre el orgasmo que estaba por arrastrarla, perdida por el deseo, sentía algo nuevo que no podía identificar. Hasta que se dio cuenta. La estaban penetrando por el ano.
Quiso oponerse, pero quien estaba usando su boca, previendo esa intención la había tomado de la nuca y empujaba su pija dentro de su garganta, impidiendo cualquier reacción. El tercero, satisfecho a medias, se había ubicado a un costado disfrutando del cuadro de sodomización que iba a ver.
- Puta, que apretado que tenes el ojete, pero culos mas estrechos que este me he comido, y escupiéndole el culo y su propia pija, seguía empujando dentro de ella una voluminosa cabeza que no era fácil de acomodar. Sin embargo, despacio, la verga corrió, y cuando pasó la cabezota la puerta de su culo, corrió adentro como si toda la vida hubiera estado allí.
Gloria no podía creer que tanto placer fuera posible. Cada nueva posición, cada penetración le arrancaba un nuevo orgasmo.
Fue poseída de todas las maneras posibles y por todos los agujeros de su cuerpo.
Estos hombres, jovenes y fuertes se turnaron durante mucho tiempo para satisfacer sus deseos, y también , sin saberlo, satisfacieron los suyos.
Cuando, por fin, mientras uno la penetraba por el culo y otro por la vagina, y el tercero usaba su boca, sintió a los tres correrse dentro suyo, y no aguantando más perdió el conocimiento.
Sus compañeros, luego de terminar de acabar a voluntad, la levantaron, la ayudaron a vestirse no sin seguir manoseándola y la arrojaron fuera de la vivienda rápidamente.
Durante diez minutos caminó sin rumbo, hasta que pudo reaccionar sobre lo que le había ocurrido. Se dio cuenta que le dolía todo el cuerpo como si la hubieran molido a palos, y sonriendo, reconoció para sus adentros que eso era lo que realmente le había pasado. ¿Vale la pena agregar que fue su mejor fiesta de cumpleaños?.




CAPÍTULO 14

Raúl, el marido de Gloria, había terminado esa tarde su trabajo. Sin embargo decidió quedarse una noche más, a pesar de que era el cumpleaños de su esposa.
Después de 10 años de casado, las cosas no habían mejorado como el pensaba.
Gloria, una joven atractiva y simpática lo había atraído desde que la conoció, aunque le costó mucho llegar a una cierta intimidad con ella.
La muchacha tenía muchísimos prejuicios, y veía el sexo como algo sucio, casi una obligación de vivir en pareja. Es por esto que durante el noviazgo, sus contactos no llegaron mas allá de las caricias, y ya sobre el final del mismo, Gloria llegó a masturbar a Raúl para aflojar la tensión sexual que se generaba entre ellos. Jamás permitió que la penetrara.
Raúl, esperaba, confiado en que una vez casados ella se liberaría y podrían tener la vida que el quería. Su naturaleza hacía que necesitara tener sexo con bastante asiduidad, y sus esperanzas fueron desapareciendo.
En 10 años, Gloria nunca se soltó. Cada acto sexual era una pelea donde ella terminaba abriéndose de piernas para no discutir con su pareja. Para Raúl esto era como masturbarse acompañado. Sentía que Gloria le prestaba su vagina para que aliviara su deseo, y se dejara de molestar.
Su esposa hoy cumplía años, e iba a reunirse con los estúpidos compañeros de trabajo. Aunque había alguna zorra digna de verse, el estaba harto de estas reuniones y prefería no asistir. Este viaje de negocios fue la excusa justa.
Al llegar al hotel, esa mañana para dejar sus cosas, y salir a cumplir con su tarea, le llamó la atención una mucama que se retiraba del establecimiento. Morocha , alta, al pasar lo miró de arriba abajo, se sonrió y siguió su camino. Esa mirada lo calentó como hacía tiempo que no le pasaba.
Una vez en el hotel, y mientras el botones le ayudaba con su valija, le preguntó el nombre de esa chica.
- Leticia, contestó el botones, sin cambiar su gesto impávido.
Ya en su trabajo se olvidó de este incidente y se dedicó de lleno a cumplir su misión.
Al terminar, luego de despedirse de sus clientes, regresó al hotel pensando en tomar algo, darse una ducha y descansar. Podía regresar a su casa a tiempo de acompañar a su esposa a la fiesta, pero realmente no tenía ganas.
Llegó al hotel, pidió la llave de su habitación, y al entrar en su cuarto se desnudó y se acostó en la cama, tapándose con una sabana, y dormitando un momento. Al rato, recordó que tenía sed, y pidió por teléfono un jugo bien frío.
Prendió el televisor y comenzó a hacer zapping. Noticieros, viejas películas, deportes extraños. Nada especial.
Cuando golpearon la puerta, estaba tratando de entender las instrucciones para conectar el sistema codificado por lo que alcanzó a gritar: ¡pase!.
La puerta se abrió, y Leticia, con un vestido corto rojo, delantal blanco, y bandeja en la mano con una copa alta llena de jugo de naranja, entró a su cuarto.
Al verla se quedó helado. No atinó a decir nada, hasta que ella se acercó.
- Buenas tardes, señor, dijo ella con la misma sonrisa que le había brindado esa mañana.
-Hola, dijo el, recorriendo su cuerpo con los ojos, y desnudándola con la mirada.
- ¿ Donde lo pongo?, pregunto con suficiencia.
Raúl, no entendió al principio y su imaginación cambió la frase para adaptarla al deseo que tenía. La sabana comenzó a abultar en su entrepierna. Y ella lo notó divertida.
- El jugo, ¿Dónde lo pongo?, repitió
- En la mesa de luz, por favor, dijo el recuperando el dominio.
La cama, matrimonial, tenía dos mesas de luz. Ella pasando frente al televisor encendido, se dirigió hacia la que estaba del otro lado, y con mucha sensualidad dejo el vaso sobre la mesa, inclinándose de manera que Raúl pudo ver su perfil iluminado por el televisor.
- ¿ Necesita algo más ?, dijo solícita.- -Tengo problemas con este control remoto. No puedo acceder a los canales codificados, dijo Raúl como para retenerla en la habitación.
Permítame, señor. Tomó el aparato y con habilidad el televisor cambió la lluvia persistente por una imagen clara y definida. Exactamente la imagen de una fellatio entre una rubia muy atractiva y un negro con un arma descomunal.
Raúl retiró la vista del televisor y miró a Leticia, sin saber que hacer.
Ella, no miró el televisor, y sonriendo le devolvió el control remoto.
¿ Necesita algo más?, preguntó con picardía.
Si, el necesitaba algo mas, y hacía tiempo que lo buscaba fuera de su lecho matrimonial.
La situación era insostenible. En la pantalla, el negro ponía en cuatro patas a la rubia y la penetraba con un vigor cinematográfico, comenzando a entrar y salir. Y Leticia estaba parada al lado del aparato, sin mirar las escenas que éste emitía, y él estaba desnudo en la cama, y con un bulto imposible de ocultar.
No necesito nada más, gracias.
Antes de irme voy a prepararle el baño, dijo la mucama, saliendo del dormitorio. Se escuchó correr la mampara , girar los grifos, y el ruido del agua de la lluvia cayendo como un verdadero torrente.
En la televisión, el negro había levantado a la rubia y sosteniéndola en el aire, la penetraba hasta los huevos.
Pasaron algunos minutos. El único ruido que se escuchaba era el agua corriendo en el baño, y los gemidos de la rubia en la televisión.
De pronto, se abrió la puerta del baño, y Leticia totalmente desnuda, se paro en el dintel.
- Apurate que en 20 minutos tengo que volver al trabajo.
El teléfono sonó. Sorprendido Raúl quedó unos segundos estático hasta que lentamente y sin poder dejar de mirar a la mucama desnuda, levantó el auricular.
- Hola ¿Raúl?, dijo Gloria a través de la línea.
Hola, mi amor, ¿Cómo estás?
Bien, quería saber a que hora volvías.
No vuelvo hoy, me han quedado cosas pendientes.
Que lástima, tendré que ir sola a la fiesta.
Si, disculpáme, otra vez será.
No hay problemas, el trabajo es primero. ¿ Que vas a hacer ahora?
"Estoy por tirarme una hembra" no parecía la respuesta que su mujer esperaba.
- En este momento iba a darme un baño, voy a relajarme y luego me iba a acostar a mirar televisión y dormir .
Bueno, nos vemos mañana, un beso.
Un beso , mi amor. Y colgó.

Leticia, desde la puerta del baño sonreía y esperaba. En la televisión, el negro llegaba al orgasmo y la regaba a su compañera en la cara y los pechos. Raúl, apartó la sábana, se levantó y caminó hacia el baño, luciendo una erección que nada tenía que envidiarle al actor del video.
Leticia lo miró caminar hacia ella, miro su verga enfurecida, y pasándose la lengua por los labios, entró al baño.
Dentro de la ducha, ella se arrodilló y le efectuó una buena mamada, que el compensó con un paseo por su vagina con su lengua, que mostró una gran habilidad para excitar a su compañera.
- Esta mañana me hice la promesa que te tendría, dijo ella, mientras el lamía su ano.
- Nunca imaginé que el servicio de este hotel era tan bueno. Voy a volver más seguido, dijo Raúl entre lengüetazos.
Se levantó, y haciendo que Leticia levantara su pierna derecha y la apoyara sobre la bañera, la penetró lentamente.
Una vez dentro de ella, comenzó a moverse, de manera que su pija, salía casi toda y entraba luego hasta la raíz.
Este vaivén era acompañado por gemidos de placer de la mucama, que se dejaba llevar por las sensaciones.
Después, sentándose Raúl en el borde de la bañera, hizo que su compañera se empalara en su verga y que fuera ella quien se moviera arriba y abajo dándose placer.
Por último, cuando ella lo sintió al borde del orgasmo, se separó y arrodillándose le brindó su boca para que allí alcanzara el climax, cosa que Raúl hizo en forma ruidosa y total.
- Tengo que seguir con mi trabajo. Espero que recuerdes la atención del hotel, dijo ella sonriente.
Ella se vistió de prisa y Raúl se quedó bajo la ducha.
Raúl procedió a enjabonarse totalmente, y mientras se bañaba, pensaba en su mujer, que seguramente estaba aburriéndose en esa fiesta de oficinistas, y que seguramente nunca se había sentido transportada como esa sencilla mucama.
Se acostó, mientras en el televisor, dos muchachas paladeaban el pene de un joven que recostado en un sillón permanecía con los ojos cerrados. Bebió su jugo, y no sintiendo hambre, apagó el televisor y se durmió casi de inmediato, pensando en lo que acababa de vivir.
Tuvo sueños eróticos que lo excitaron. Soñó que lo acariciaban muy sensualmente, que la simpática mucama le acariciaba los huevos y tomándole la verga comenzaba a masturbarlo muy suavemente.
El sueño parecía real y el estado de excitación hizo que poco a poco fuera despertando.
- Mi turno terminó, ahora es el tuyo, dijo una voz en su sueño, y Raúl semidespierto, notó que alguien le succionaba el pene con mucha delicadeza.
Abrió lentamente los ojos, como no queriendo perder esa sensación de placer, y su sorpresa fue mayúscula al ver a Leticia sentada a su lado y ejecutando una fellatio dulce y cariñosa.
Se quedó acostado, boca arriba, respirando profundo y con los ojos cerrados. Una vez más pensó porqué su mujer nunca lo despertaba así, y lamentó que su educación le impidiera liberarse. No podía saber que en ese preciso instante Gloria estaba atendiendo con su boca dos durezas, mientras una tercera se introducía por su ano.
Leticia lo soltó, y siguió masturbándolo suavemente, mientras pasando una pierna encima suyo, y colocándose a horcajadas de su cuerpo, dándole la espalda, comenzó a frotar su verga en el clítoris, hasta que ,sintiéndola lo suficientemente dura, la fue introduciendo en su vagina muy despacio. Raúl permanecía inmóvil, tratando de adivinar hasta donde iba a llegar esta tarea.
Al alcance de su mano derecha estaba el control del televisor y lo encendió.
El cuerpo de Leticia a contraluz del aparato era realmente hermoso. Sus curvas eran muy excitantes. Torciendo un poco su cabeza pudo ver en el aparato dos muchachas caminando por una calle oscura. De pronto 5 hombres salieron de la oscuridad y tomándolas por sorpresa las introdujeron en un callejón. Allí, las amordazaron, les ataron las manos, y enseguida, comenzaron a arrancarles la ropa. Acto seguido, las sometieron a toda clase de abusos por todos los huecos de su cuerpo.
Estas escenas hicieron que comenzara a moverse, saliendo al encuentro de su compañera que subía y bajaba sobre él, y cuando ella alcanzó el orgasmo debió contenerse, para no llenarla.
- Hmmmm, que bueno, este polvo me lo debías de esta tarde, cuando no alcancé a acabar, dijo Leticia.
- Me gustas que goces, pero no creo poder contenerme por mucho tiempo, dijo Raul.
Ni falta que hace, dijo Leticia, que tomando un preservativo de una caja que trajo, desmontó y se lo colocó sobre el tallo. Hecho esto, se ubicó de frente a su macho, y volvió a empalarse hasta el fondo.
- Que lindo que se siente, dijo Raúl
- Y no te imaginás lo que siento yo, contestó Leticia sin dejar de cabalgar.
Raúl se dejo llevar inmóvil, sentía cada una de las maniobras de la hembra al subir y bajar, sentia como al mismo tiempo, mientras lo cogía, comenzaba a apretarle los huevos, y no aguantando más, flexionó las rodillas, y comenzó a bombear con todas sus fuerzas. Al sentir que se venía, ella le apretó con más fuerza los huevos y largos chorros de semen brotaron de la punta de la herramienta de Raúl mientras él poniendo los ojos en blanco, emitía gritos entrecortados.
Allí quedaron los dos por un rato, recuperando el aire. Se besaron y Leticia luego de vestirse, se fue como había venido. Al despertarse en la mañana Raúl pensó que había soñado, pero un preservativo lleno de semen era la prueba de que todo había sido realidad.

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