El delito del fin de semana IV

A quienes les interese, estoy recopilando mis historias en www.fantasiasdea2.blogspot.com. Allí podrán releerlas o tal vez encontrar alguna que no leyeron. Y ahora vamos a la última parte

Sabado a la noche

Esa noche, volvió su hija y los bandidos se quedaron en el dormitorio escuchando lo que hablaban madre e hija, y así evitaron las sospechas. La joven estaba cansada luego de un día de trajín así que fue a bañarse para acostarse temprano. El jefe puso entonces en práctica su nuevo plan.
Cuando la joven se acostó, la madre volvió al dormitorio y allí se pusieron los tres a mirar televisión y tomar whisky
- Toma Clarita, le decía el jefe mientras le llenaba el vaso, y vaciaba adentro un par de somníferos que había encontrado en el baño.
- No tomo mucho, dijo Clara
- Mejor porque esta noche te queremos follar toda la noche y no puedo cogerme a una mujer borracha dijo el joven, con toda la intención. Y lo consiguió. Clara al escuchar no se sorprendió,. Sabia que después de lo ocurrido en el día, estos degenerados estarían mas que calientes. Tomó despacio su whisky mientras miraba televisión, y sin darse cuenta sus ojos comenzaron a cerrarse hasta quedar produnamente dormida. Los dos la vigilaban de reojo. Cuando quedó dormida el joven se acercó y la cacheteó suavemente sin conseguir respuesta. Se levantó rápido, hizo un gesto con el pulgar hacia arriba a su cómplice y se dirigió a la habitación de la hija. Al entrar, le costó unos segundos distinguirla en la oscuridad. Estaba dormida, en posición fetal y tapada con una frazada liviana. Lentamente la fue destapando, hasta dejarla totalmente a la vista. Tenía una remera de algodón larga rosa, con dibujos infantiles, lo que la hacía parecer mas joven aún. El ladrón comenzó a relamerse por lo que iba a pasar. Rápidamente extrajo su navaja y se sentó en la cama. Despacio la movió para que despertara y cuando lo hizo, le tapó la boca y cuando abrió desmesuradamente sus ojos e intentó una resistencia le acercó la navaja a la cara.
- Quieta preciosa, si no quieres tener dos bocas, le dijo rozando su mejilla con el arma. La joven se paralizó.
- Tenemos un problema. Mis amigos y yo andamos buscando diversión. Tu madre está en su habitación con los otros, y decidimos que una de Uds. va a satisfacernos. Si eres buenita, tu madre se salvará, sino despídete de ella, ¿ entiendes? ¿si?, bueno ahora voy a dejar tu boca libre, si mis amigos escuchan un grito tu madre pasa a mejor vida. Y diciendo esto la soltó, la joven estaba aterrorizada.
- ¿ Qué buscan? Preguntó
- Vaya, eres una niña muy inocente. Pongámoslo de esta manera. Tienes algo que quiero, y yo tengo algo que vas a querer, le dijo sonriendo
La joven lo miró con curiosidad hasta que de pronto entendió. Su rostro reflejó miedo y asco.
- No haré nada de lo que piensas, dijo tratando de levantarse.
El joven la retuvo acostada
- Harás lo que yo te diga, y sin pensarlo, sino te quedará un recuerdo de tu madre bastante dramático. Ahora empezarás por desnudarte, y trata de hacerlo muy sensualmente, sino me puedo enojar. Se levantó de la cama y se alejó apoyándose en un escritorio que había en la habitación. La joven lentamente se sentó en la cama, y comenzó a sacarse las medias, lentamente.
- Bien, nena, así me gusta, comentaba el joven mientras se acariciaba lentamente la entrepierna.
Una vez que se quitó las medias, levantó su remera y la sacó por encima de su cabeza. Una lágrima corría por su mejilla, cuando quedó frente al ladrón vestida únicamente con una tanga, la imagen era sumamente excitante como lo reflejaba el rostro del atacante. Ella se quedó allí sentada.
- Vamos, falta algo, le insistió el joven. La niña metió sus dedos en los costados de la tanga y la bajó lentamente. Luego levantó sus pies alternadamente y se la quitó.
- Eres realmente hermosa. Ahora ven aquí.
- Te daremos lo que quieras, rogó la joven
- Tu eres lo que quiero, ven o te voy a buscar.
Lentamente la joven desnuda se levantó y se acercó al delincuente.
Cuando llegó se quedó parada frente a él. El ladrón, sin cambiar su postura apoyada en el escritorio, acarició el cabello de la joven, bajo por su mejilla, su cuello, recorrió sus pechos pequeños pero llenos, bajo por su estómago y tomo posesión del triángulo del amor. La joven se estremecía ante el roce de esa mano y bajaba la cabeza para no mirar la cara de lujuria del delincuente.
- Eres tiernita y dulce. La vamos a pasar la mar de bien, preciosa. Solo tienes que relajarte y gozar. Vas a aprender cosas que tu novio me agradecerá en el futuro, le decía mientras seguía con sus posesivas caricias , ahora me vas a desnudar preciosa.
La joven, sin mirarlo a la cara comenzó a desabrocharle la camisa, para luego bajarla por detrás de su cuerpo. Cuando se acercó para hacer esto el joven aprovechó para adueñarse de sus labios y con un beso depredador meterle la lengua hasta la garganta. La joven inmóvil lo dejó hacer.
Cuando quedó sin aire la soltó.
- Puedes seguir, le ordenó
La joven desabrochó su cinturón y bajó el cierre del pantalón, luego se agachó y le quitó las zapatillas y las medias. Se levantó y despacio le bajo el pantalón. El joven agilmente salió de la prenda.
- Vamos, ven por tu premio, le dijo
Carla tomo el slip por los costados y lo bajó sin mirar. Se agachó para sacarlo por debajo de sus pies. Cuando se iba a levantar el joven la retuvo por los hombros.
- Quédate allí, le dijo
La joven levantó la cara, y allí, frente a ella, una verga dura y caliente estaba a centímetros de su cara.
- ¿ Te has comido alguna verga, niñita?
La joven nunca lo había hecho. Había visto alguna película porno, y por supuesto ya no era vírgen, pero el sexo rápido que había tenido en el asiento trasero del auto de un amigo, solo le había quitado su virginidad. Apenas si había tocado esa verga, y la calentura del muchacho había hecho que se vaciara a los pocos segundos de penetrarla. Realmente había sido una decepción, pero al menos dejo de tener el peso de su himen, que la distanciaba de sus amigas ya iniciadas.
- No. Y me das asco, le contestó altanera.
- Mejor así. Lo voy a disfrutar mas. Ahora abre la boca, o te la abro yo a golpes, le dijo amenazante, mientras jugaba con su navaja.
La joven separó sus labios y se acercó a esa verga que la esperaba húmeda y caliente. Apoyó sus labios en esa cabeza turgente, y comenzó a besarla en el costado.
El joven la tomó del cabello tirando dolorosamente su cabeza hacia atrás, haciéndola casi caer al suelo.
- Metela en la boca y deja de juegos, que esta noche eres mía, o sino mañana alguien no verá la salida del sol.
En esa posición acercó su verga a la boca abierta de la niña y se la metió hasta la garganta. Una arcada denunció lo profundo de la intromisión, y el joven se retiró un poco para no ahogarla.
Despacio Carla comenzó a succionar. Luego de unos minutos, el la levantó y la llevó a la cama. Se acostó y le indicó que volviera a chuparla, poniéndose invertida sobre él, aprovechando esa posición para iniciar un 69 perfecto que sorprendió a la joven que nunca lo había experimentado. Esa lengua recorriendo su sexo le provocaba sensaciones inexplicables. Sin darse cuenta esas sensaciones la llevaron a profundizar la fellatio brindando mucho placer al joven, que a la vez aceleraba su cunilingus.
Luego de un buen rato, era evidente que la jovencita estaba preparada así que la hizo desmontar y la acostó en la cama. Ella entendió lo que iba a pasar.
- Por favor, no lo hagas, le suplicó
- Es tarde para evitarlo. Tengo que tenerte, dijo con firmeza
- Al menos protegete, le pidió
Lo lamento, no tengo nada
- yo si, dijo ella
- Ahh, bueno, siempre lista como los boy scout. Está bien, si eres buena conmigo yo seré bueno contigo. ¿ estás de acuerdo? Bien dámelos.
Ella se levantó y sacó de su cómoda un par de condones que siempre llevaba por las dudas, y se los alcanzó. Rápidamente el violador enfundó su pistón y la volvió a acostar en la cama. Pero de pronto cambió de idea. Se levantó y la hizo levantarse. La llevó hasta el escritorio, y la hizo colocarse frente al mueble. La inclinó sobre el hasta que sus manos se apoyaron, le separó las piernas y colocó su verga entre sus piernas, comenzando a frotarla lujuriosamente.
La joven se quedó quieta para tratar de evitar que él utilizara la fuerza y le hiciera doler. Esa verga le parecía grande y tenía miedo que le hiciera daño.
Luego de un rato de refregarla se quedó quieto
- Ahora, es tuya, enséñale el camino, le dijo
Al principio ella no entendió pero la mano del joven tomó la suya y la llevó hasta la verga.
- Vamos, abre tu cuevita, le insistió, y ella ahora sí tomó la verga con una mano y con la otra separó los labios de su sexo, apoyando la cabeza en la entrada.
Cuando el joven notó que la posición era la correcta, la tomó de los hombros y se afirmó bien en el suelo.
- Ahí voy muñequita, y de un empujón le endiñó la mitad de su aparato
- Ahh, gimió la joven al sentirse empalada, y llena como nunca.
Una pequeña pausa, respiró profundo y con un nuevo golpe de riñones la guardo toda en el cuerpo de Carla.
- Ahora si la tienes adentro hasta los huevos muñequita, en un ratito voy a empezar a bombearte y que me maten si no te hago gozar como la zorra que eres, porque tienes un gran futuro comiendo vergas, te lo aseguro yo que de esto sé mucho, decía mientras soltaba su cuello para apoderarse de sus tetas y especialmente de sus pezones que comenzó a frotar y pellizcar. La niña mujer, con los ojos cerrados tenía sensaciones encontradas. Por un lado estaba al borde del pánico por la violación, y por otro estaba comenzando a disfrutar de ese pistón de carne que la vapuleaba sensualmente. Despacio el joven iba tomando un ritmo de posesión absoluta, convirtiéndola en una muñeca sexual.
- Como me gusta, bebé, como me gusta. Mis huevos se están llenando como nunca. Si no fuera por el forro te hacía trillizos te lo aseguro. Te preñaba para toda la vida, nenita, le decía mientras continuaba con el bombeo.
Todo ese tratamiento fue descontrolando a Carla que en contra de su voluntad llegó al borde del clímax, un clímax que nunca había alcanzado cogiendo, solo cuando se masturbaba. Por fin se dejó llevar por las sensaciones y cruzando sus piernas comenzó a correrse sollozando de placer.
- Bien muñequita, te dije que ibas a gozar, y ahora te lleno, puta, te lleno, dijo el joven clavándola hasta el fondo y vaciándose con empujones repetidos. Cayeron los dos sobre el mueble y quedaron allí recuperando el aire. Luego de unos minutos el joven se retiró.
- Arrodillate,, le dijo y la joven obedeció. El joven se quitó el condón.
- Mira lo que me hiciste, le dijo mostrando el forro que contenía gran cantidad de leche, ahora te la vas a tomar toda
- no, me da asco, dijo ella, y el joven la tomó del cuello hasta casí ahogarla. Cuando estuvo con la boca abierta inclinó el preservativo y fue vaciando en su boca el contenido. Cuando terminó la tarea la besó con furia, obligándola a tragar todo lo que tenía en la boca, cuando la soltó, le introdujo la verga en la boca.
- Ahora limpiala bien, le dijo y la joven llorando tuvo que pasarle la lengua en todo el aparato.
- Muy bien muñeca, ahora te vas a sentar en la cama y te vas a quedar quietita. Si escucho un solo ruido, tu mamita es historia, piensa que lo peor ya pasó. Rapidamente se vistió y se fue.
Carla se levantó del suelo y se metió en la cama. Se tapó y comenzó a llorar desconsoladamente.
Al rato sintió una mano que acariciaba su cabeza
- no llores, escuchó una voz que la consolaba.
Se destapó y allí había otro hombre mayor que el anterior.
- No tienes porque llorar, te viste forzada a aceptar esto, le dijo
- Dejeme en paz, por favor.
- No te haré daño niña, tranquilizate.
- Es que no entiende. Nunca había hecho estas cosas
- Siempre hay una primera vez, no te preocupes.
- Es que soy muy mala. Lo disfruté, dijo llorando.
- No tiene nada de malo nena.
- Si, es muy malo
- Lo importante es que no le cuentes nada a tu madre. Ella cree que no te ha pasado nada. Se pondria muy mal si se enterara, le decía mientras la acariciaba tiernamente.
- No le diré nada, dijo la joven.
- Me parece bien, y poniéndose de pie comenzó a desnudarse
- ¿ Qué hace?, dijo la joven sobresaltada.
- Voy a cogerte preciosa. Ya estás abierta y dispuesta así que solo te queda seguir gozando, dijo mientas terminada de desnudarse y se arrojaba sobre ella. Quiso resistir, pero el peso del hombre y sus labios comiendo los suyos la inmovilizaron. Cualquier resistencia era en vano. El peso del macho la aplastaba contra el colchón Sintió algo duro que presionaba su abdómen. Con curiosidad su mano buscó ese objeto y encontró con pavor una verga mas larga y gruesa que la que había atendido antes. Era demasiado para su cuerpo de niña, y cuando bajó mas su mano encontró dos pelotas grandes y duras que preanunciaban que iban a ahogarla en leche.
- Si, todo lo que está ahí adentro va a ser tuyo, pero no te preocupes, mi socio me dijo que usara condón, así que es lo que voy a hacer, dijo separándose un momento y tomando uno de la mesa de luz. Rápidamente se lo colocó, pero cuando terminó de enfundar se abrió de lado a lado, dejando la cabeza de su verga en total libertad. Sonrió y no dijo nada
- Ya esta bebita, ahora separa las piernas. La joven obediente se abrió.
El macho rápidamente levantó sus piernas y se posicionó en la entrada de su vagina. Apuntó y metió la cabeza en el agujerito. Carla dio un repingo.
- Tranquila que recien entró la cabecita. Ya vas a tener tiempo de moverte, le dijo riendo y volvió a empujar. Las paredes de su sexo se dilataron a pleno y envolvieron al intruso.
- La siento como si tuviera un guante perrita, que ajustada que la tienes. Cuando termine contigo va a estar bien flexible, dijo mientras seguía empujando, hasta desenrrollar toda la serpiente dentro de su cuerpo.
- Basta, por Dios. No puedo mas, suplicaba la joven.
- Ya falta poco. Un empujoncito más, ten paciencia y uniendo el dicho al hecho se zambulló por completo enredando sus vellos con la pelusa de la joven.
- Ahhhhm, ahora si que te clavé hasta el fondo, que placer, que apretadita que está, mi amor, le decía el violador, mientras la poseía por completo.
- Despacio, me vas a matar, por favor, suplicaba la joven, pero lo único que conseguia era excitar más al degenerado que cada vez la clavaba con más violencia. La sacudía como un peluche, solo pensando en su placer.
- Envuelveme con las piernas nena, vamos así te la comés toda, y cuando ella obedeció comenzó un pistoneo salvaje.
Carla estaba totalmente sometida. Nada podia hacer ante ese salvaje, pero se juró a si misma no gozar esta vez, no dejarse vencer por sus instintos. No le daria el gusto a ese macho de verla acabar. Para ello se quedó quieta pensando en otra cosa, tratando de no sentir esa verga que la llenaba por completo y que cuando salía parecía llevarse su vagina pegada hacia afuera, para luego volver a llenarla por completo. Sintió como el macho aceleraba el ritmo. El final se aproximaba. Estaba satisfecha de haber podido resistir. Se sentía toda una mujer.
- Vamos acariciame los huevos que te voy a dar mi leche, le ordenó el macho y ella obediente y pensando que así aceleraría el final dirigió su mano hasta las bolsas de simiente. Cuando las tocó se asustó. Si antes estaban duras, ahora eran verdaderas piedras, imagino toda la leche que liberarían en un instante y su decisión trastabilló. Ese macho se había puesto así por ella e iba a darle toda su esencia viril en una gran explosión. De solo pensarlo se le secó la garganta. Jugueteó con sus bolas y esperó el resultado. Y no tuvo que esperar mucho. El macho empezó a gritar como un loco y algo extraño pasó. Un líquido caliente y espeso golpeó el fondo de su vagina, y a este siguió otro y otro y otro. Y reaccionó. El condón había fallado. La estaban llenando. La estaban llenando por primera vez. Toda la leche del macho estaba siendo inyectada en su cuerpo. Por suerte tomaba la píldora, y la calentura no la dejó pensar en la posibilidad de contagiarse alguna enfermedad. El calor la arrebató y sin poder evitarlo comenzó a acabar como una salvaje. Lloraba, gritaba, gemía, se retorcía y gozaba, gozaba como una perra en celo. Cuando el macho terminó de vaciarse, ella siguió un rato mas temblando y sacudiéndose para quedar al final totalmente destruída.
- Me llenaste hijo de puta.
- Tranquila que no pasa nada. El forro se rompió, pero fue una suerte, sino no te hubiera podido gozar de esa manera y tu no hubieras sentido lo que es ser inseminada por un macho. Ahora ya lo sabes. Como has sido tan buenita no te molestaremos más. Guarda el secreto y no nos volveremos a ver , le dijo mientras se vestía y se iba.
Carla quedó allí en silencio. Sentía como el semen brotaba de su sexo y se limpió con cuidado. Se quedó en la habitación sin hacer ruido.
Los ladrones se reunieron nuevamente en la habitación de Clara. Estaban satisfechos. Clara aún dormía. Sin decir nada, tomaron sus cosas, el dinero que habían reunido y se fueron como habían venido.

Al rato Carla no aguantó mas y salio del cuarto despacio, recorrió la casa sin ver a nadie y por último fue al cuarto de sus padres. Allí su madre estaba profundamente dormida y tranquila. Con alivio entendió que los ladrones se habían ido. Todo lo que había pasado sería una pesadilla que nadie debía saber. Se duchó y volvió a acostarse, durmiéndose al rato.
Eran las 4 de la madrugada cuando Clara despertó, Aun le duraban los efectos de las drogas , pero no vio a los ladrones en el cuarto. Los buscó por toda la casa, sin hallarlos y por un momento temió que estuvieran en el cuarto de su hija. Rápidamente fue hasta allí, pero al entrar vio a su hija dormida placidamente y nada extraño en el lugar. Respiró aliviada. Los bandidos se habían ido y todo habia terminado. Se alegró de haber actuado como actuó. Se duchó y se acostó. Antes de dormirse pensó que algo positivo había salido de esto. El padre de Leonardo había sido una grata sorpresa. Cuando se sintiera sola sabía a quien recurrir. Su esposo podía seguirla engañando. Ella tenía la solución.

1 comentario - El delito del fin de semana IV

Nikita_83
estoy leyendo todas tus historias. me calientan mucho. son muy buenas.

gracias por estimular nuestra imaginación con unos relatos bien calientes.

besito.