La amiga de mi Diosa

Era, bha, es todavía pero como ya no es parte de mi historia tiendo a hablar en pasado, preciosa, hermosa, indescriptiblemente bella, sensual, erótica. Perfecta.
Pensé que yo le pasaría desapercibido, pero resumiendo, para llegar a lo que quiero contar, un hecho muy intenso en mi vida, simplemente diré qué esa diosa terrenal se fijo en mi y algo empezó. Algo en lo que yo era una suerte de objeto que mas que nada servía para reafirmar su belleza, saber que yo era otro mas que me tenía a sus pies. Otro mas por que estoy completamente seguro que cualquiera que viese una oportunidad con ella simplemente le sería imposible negarse, sin importar preferencias ni gusto. Entre esos su novio.
Este ultimo dato, que tenia novio, fue un elemento que permitió que pase esto que casi mi vuela la cabeza. Para poder vernos, recurríamos a una amiga, que nos hacía el favor respaldar las mentiras que ella inventaba para escaparse. Yo estaba totalmente perdido por ella, entregado, no podía ver nada mas a su alrededor, era casi su esclavo. Esa obsesión me llevaba a querer verla una y otra vez. Para ello tenía que recurrir a su amiga una y otra vez. Una de las cosas que no veía en ese estado de alineación constante en el que entre desde la primera vez que nos relacionamos (en realidad desde la primera vez que la vi) era a su amiga. Pero bueno, tantas veces va el cántaro a la fuente mas la sensación media confirmada de que “lo nuestro” no tenia nada de espacial, no era algo tan fuerte que a pesar de su relación quería estar conmigo. Yo era uno mas, no solo aparte del novio sino del sucesor de su novio y estoy seguro de de alguno que otro mas. Pero aún así, quería estar con ella. Mañana, tarde y noche, en cada oportunidad que tenía quería estar con ella. Mañana, tarde y noche, tenia que recurrir a la amiga para rogarle que quería verla. Y empecé a verla a la amiga. Era (o es también) otro tipo de belleza, pero realmente preciosa también. No un belleza tan universal, pero mas que hermosa. Al pasar la dos, los hombres no sabíamos como distribuir nuestras miradas entre ellas.
Una tarde de un verano muy caluroso, que por fin la diosa accedió a darme parte de su tiempo, y estábamos los tres – por separados –, la amiga pidió permiso para entrar en la habitación en la que estábamos. Yo en medio de la excitación de estar saboreando el sexo de mi preciosa debilidad (que llamaré María), y que interrumpí, me encontré con esa amiga (llamaré Gloria) en topo, con un short de jeans cortado, el boton desprendido y el cierre medio abierto, dejando ver el comienzo o la parte superior de su concha que se adivinaba depilada. Cuando se fue y yo volví a lo mío, mi cabeza ya estaba peor de desquiciada que antes. Disfrutaba de lo que estaba haciendo, mas del recuerdo de lo que había visto. Pero bueno, paso.
Luego, una noche, de una reunión con amigos y mucho alcohol, la obsesión por ver a maría estaba descontrolada. Era madrugada y probé llamar a Glora a ver si por esas casualidades estaban juntas o – mas improbable aún - si siendo las tres de la madrugada me haría el favor de sacarla de la casa de su novio. Marqué el número y mi borrachera me permitió dar cuenta del horario así que atiné a cortar. Para mi sorpresa, atendió al segundo timbre. Y nos pusimos a hablar. Le explique que quería ver a Maria, que quería seguir tomando y quería compartir el trago que estaba tomando. “¿Y que estas tomando?” me preguntó Gloria. Le respondí y le dije si quería que vaya a su casa a beber juntos. Me respondió que en la casa estaba su familia durmiendo, pero como me notaba muy triste por lo de María, si la buscaba me acompañaba a pasear un rato hasta que se me pase (la borrachera y la tristeza).
Así lo hice, dimos unas vueltas y en vez de dejar de tomar compramos mas. Me dijo que no le gustaba mucho lo que estaba tomando pero dada la situación tomaría conmigo. Ya no teníamos donde ir, por que en mi casa también estaba mi familia, asi que le propuse ir a seguir tomando en un motel. “Esta bien, pero solo a toma, que te quede bien en claro que entre nosotros no puede pasar nada” – “¿Por qué?, ¿Tan poco atractivo te resulto?” pregunte. “No, nada que ver, pero aunque no lo creas y no parezca, Maria te quiere mucho, no puedo hacerle esto”. Lo que me decía me mezclaba los sentimientos. Por un lado frustración, no solo no había podido ver a María sino que encima era rechazado por otra belleza. Pero a la vez me reconfortaba la ingenua satisfacción de que Maria me quería. En esos pensamientos estaba cuando llegamos al motel. “¿Entramos?” pregunte. “Si!!! Ya te dije las condiciones pero si, ya estoy cansada de dar vueltas y estar en el auto. Además, quiero ir al baño ja ja”.
Entramos y mientras ella estaba en al baño, pedí otra botella, a pesar de darme cuenta que mi estado ya era patético, insostenible. Casi no podía hablar.
Salio del baño y seguimos brindando. No recuerdo bien como fue la secuencia. Solo recuerdo que a pesar que hablábamos, a pesar del alcohol, no dejaba de sorprenderme cuanto me gusta esa mujer con la que había compartido tanto momentos, muchos mas que con María, tan profundo e intensos y cuanto nos conocíamos el uno al otro. Mi estado era calamitoso por lo que tal vez eso me dio el coraje de abalanzarme y darle un beso. Ese mismo alcohol que a mi me dio coraje a ella le hizo bajar la guardia y el beso no acabo.
De su boca baje por su cuello. Mis manos trataba de librar su ropa. Torpemente acaricié sus pechos pero al rozar sus pezones sentí como su cuerpo vibró. Esto me desesperó mas. El sabor de su piel me embriagaba aún mas – si eso era posible. Su respiración aumentaba mi excitación, a su belleza física le sumaba la belleza de una mujer que sabe gozar de su cuerpo, del sexo y del momento. Esa respiración la pude percibir aún mas a medida que mi boca se aproximaba a sus tetas. Respiración y sus manos presionando mi cabeza al llegar al primer pezón que pude desnudar confirmaron esa mujer deseosa de placer y dispuesta darse y recibir placer, mas despojada de incómodos pudores que de ropa. Si su piel me embriagó el sabor y la textura de su pezón entre mis labios fue como la mas potente de las drogas. Estaba extasiado. No solo no me había dado cuenta de la belleza estética de esa mujer, mujer con mayúscula, sino que me podría haber perdido la belleza de una mujer gozando. Yo estaba gozando al sentirla gozar, al comprobar como ese torbellino de sensaciones nos arrasaba a los dos. De alguna forma iba accediendo a distintas partes de su cuerpo por entre la ropa que corría o sacaba. El otro pezón llego a mi boca y el primero fue presa de mis dedos. Perfecta, sencillamente perfecta, fue sentir su mano sobre la mía, acariciando ella también su teta, tomando su pezón entre mis dedos. Cuando baje por su vientre y sentí su cuerpo retorcerse solo con mis labios creo que tuve un orgasmo psicológico. Me sentía un super hombre dando placer solo con el roce de mis labios sobre su piel. Tambien me perdía de placer el solo saber que me aproximaba a concretar uno de los mas grandes placeres que me gusta disfrutar de una mujer además de su cola… saborear su sexo. Si mal no recuerdo, ni logré terminar de sacar sus pantalones que quedaron arrollados un poco mas debajo de sus rodillas, lo suficiente para permitir que ella abriera sus piernas y yo accediese a mi destino. De lo que si estoy seguro que ni bien mi lengua apenas separó sus labios mayores, en camino ascendente, y rozó apenas su clítoris, todo su cuerpo empezó a temblar y me regalo otro placer mas: gimió, un gemido una exclamación que no fue hecho, fue liberado. No podía contenerme, su sabor era perfecto, como su cuerpo y como todo su ser. Estaba fascinado como gozaba. Y yo gozaba con todo ello. Me atrevo a decir que podría haber terminado la noche allí y me hubiese sentido realizado. Pero me aguardaban mas sorpresas aún.
“Hacelo ya” escuche que me decía. Me desvestí como pude. El alcohol producía sus efectos y además de complicarme el proceso de desvestirme no permitía que mi miembro exprese la excitación que tenía en el momento, pero bastaba para seguir adelante y pode ponerme el profiláctico. El momento de la penetración fue también supremo. Mas adelante comprobaría que en realidad me gustaba todo su cuerpo, todo. Pero en el momento pensé que era consecuencia de toda la situación extrema. Fue como una inyección de adrenalina inyectada directamente en mi cerebro.
Cuando la clave completamente, sentí sus uñas que se hundieron en mi espalda y a la vez que decía a mi oído “hay no tengo que dejarte marcas” me dolió mas dejar de sentir sus uñas que la lesión que estas producían. Apenas me movía por que estaba a punto de acabar y quería que el placer se prolongase lo mas que pudiese. Respiraba profundo y hasta trataba de no sentir todo el placer que me estaban prodigando.
“Ya por favor, ya” fue su aviso de que terminaba otra vez y recuerdo que eso me incentivo a tratar de provocarle otro orgasmo mas, pero tanto me esforcé en no acabar yo que empecé a perder la erección. Ella se dio cuenta y me dijo “ya esta bien, ¿o vos no acabaste?”. Le confirme que no lo había hecho mientras me retiraba de ella. No me importaba, mas allá del orgasmo físico había recibido una sesión de placer increíble. “no la chupo, no me gusta, bha, no disfruto” me aclaró como descartando algún tipo de ayuda para volver a recuperar la dureza de mi pija. “Esta bien, la pase muy bien y estoy muy borracho” estaba diciéndole cuando me interrumpió “si conseguís vaselina quería algo mas”. ¡¡¡Bueno amigo!!! Sin haber tenido que tratar de convencerla, como me ocurría habitualmente, me parecía que me estaban ofreciendo mi gran debilidad “la cola”, encima esa cola que era un monumento, ¡perfecta!.
Mi garcha reacciónó a la vez que yo pedía por el intercomunicador algún tipo de lubricante. Tenía miedo de preguntar si íbamos a donde yo deseaba y pensaba, pero no me quería arriesgar a arruinar mi ilusión. Volví con un miserable sobrecito de gel y se lo dí a ella, si es que ella se entregaría a mi yo me entregué a ella en ese momento. Le entregué las riendas del momento para ver como seguía. Ella dijo que era muy poco y yo me quedé esperando a que todo termine. Pero no. Abrió el gel y empezó a frotarlo en mi pija que con el roce de sus manos ya estaba lista para el combate, pero aún sin lograr su tamaño habitual. A ella parecía no molestarle. Incluso dijo “¿lo vas a hacer despecito si?”. No contesté y mientras ella terminaba de untarme el gel me fui a comer su culito. Al intentar llegar con mi boca a su cola ella sola se acomodo y se puso en cuatro, ofreciendo su cola. Estoy seguro que en ese momento experimenté un orgasmo sin acabar, o acabe y no me di cuenta, pero la escena era espectacular. Su cola dura, coronando esas piernas perfectas, se abría al medio, exhibiendo su concha aun chorreando flujo, inflamada, hinchada y un ano pequeño, perfecto. Me abalance con mi boca sobre el y gocé una vez mas al ver que era una mina que no entregaba el culo por compromiso. Le gustaba. Ni bien pose mi lengua en su ano volvieron sus suspiros y cuando logre penetrarlo apenas me volvió a obsequiar sus gemidos. Sabia culear, le gustaba culear. Era perfecta, un culo perfecto para usarlo. Ahora mi verga ya estaba casi con una erección normal y me dispuse a penetrarla. Mientras me acomodaba detrás de ella, vea su imagen en el espejo y verme allí me permitió saber que eso que estaba viviendo era real. Salí de mi estado de alucinación cuando volví a escuchar palabras que hasta el día de hoy me excitan “despacito si, despacito”. No hacía falta ni separar las nalgas y no por que fuesen pequeñas. Apoye el glande y otra vez “despacito, despacito”. Empuje y cuando la cabeza estuvo dentro sus manos se aflojaron y quedó con el pecho apoyado sobre la cama y la cola en pompa. Ver mi verga entrando en ese culo monumental, como su ano se dilataba paro rodeaba ajustadamente mi glande, hizo que al fin mi pija llegara a su tamaño normal. Seguí empujando y viendo como los pliegues de su ano se hundían siguiendo del tronco que se enterraba. Faltando solo unos centímetros empuje y se la calve hasta el fondo “Por favor, despacito” – “queres parar” pregunté, solo que ya estaba mas que agradecido de todo lo que estaba viviendo, sintiendo. “no, no, segui despacito, pero ahora esta mas grande”. Y empecé a culearla. Lentamente primero, retirándola casi por completo y luego metiéndola hasta el fondo , hasta sentir mis bolas chocar con su concha y mojarse con sus jugos. Sus gemidos se intensificaban y me incentivaban a intensificar mis acometidas. Cada tando otra vez “despacito, despacito”. Y esto me calentaba mas, y mas duro le daba. Todo simultaneo: “hay si” escuche decir antes de que enterrara su cara en el colchón y culito empezara a exprimir mi pija. De pensar que no podría acabar a no parar de acabar. Sentía que la leche me salía de mi cerebro y atravesaba todo mi cuerpo.
Cuando ya no hubo mas para exprimir me fui quedando quieto y volví a mirar mi pija clavada en ese otro único, y ahora orteado. Me pareció que mi pija estaba mas grande que de costumbre. Me salí lentamente y me quede obnubilado viendo como su orificio se cerraba. Ni bien volvi a la realidad me desesperaba por besarla, estaba agradecido. De la frustración y desazón pase a tener una de las mejores noches de sexo de mi vida. No se como habrá sido para ella pero nuestros besos eran igual de intensos. Cuando le dije “gracias” me respondió “si me agradecer yo también tendría que hacerlo, dejalo asi”. Pero estaba incendiado, aún no quería que la noche acabe, quería que ella quede satisfecha he hice algo que nunca lo había hecho, que ni imaginé que lo haría. Fue como si mi cuerpo tomase el control de la situación y me deliré hacia abajo, abri y levantes sus piernas, las puse sobre mis hombros y volví a comerle el orto. Con mi lengua penetré su orto y con mis dedos su concha. Y le di lengua y dedo hasta que todo su cuerpo volvió a temblar.
Así termino la noche y la deje en su casa.
Espero que le haya gustado tanto como a mi recordarlo

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