El contador...

No se me ocurre mejor forma de comenzar este relato que diciendo: ¡Que buen polvo me echaron! Imagínenme con una sonrisa de oreja a oreja, los ojitos centelleantes, y los brazos extendidos al cielo, agradeciendo a Dios por el buen momento que acabo de pasar. Y eso que no lo busque, eh, fue algo impensado, ya que ni por las tapas imagine que llegaría a encamarme alguna vez con esa persona.
Todo empezó bien tempranito cuándo recibí un mensaje de mi ex. Quería verme para hacer las paces, y de paso consolarme por lo de Huracán. Ya sabía que no podíamos tirar por la borda una relación de dos años y pico. Pasamos tantas cosas juntos que lo nuestro se merecía un mejor final. Le contesté el mensaje y entonces me llamo. Hablamos un rato, me enterneció, quedamos en vernos a la tarde para tomar algo, charlar y ver que onda. Nos despedimos con un beso. Un poquito más motivada que los días anteriores, me levanté, me duché, me vestí y me fui a trabajar.
La mañana transcurrió normalmente, como cualquier otra, con la plena indiferencia de Raúl siempre presente. Me tiene completamente alejada, tanto es así que si necesita algo se lo pide a cualquiera de las otras chicas y no a mí, lo cuál me pone en una situación incómoda, ya que quedo como que me mande alguna macana y no confía en mí, la macana me la mandé, pero no en el ámbito laboral, cosa que solo él y yo sabemos, por lo que para los demás pareciera como que no cuento con su confianza. Igual trato de tomármelo con calma, y no hacer mayores reclamos al respecto. Será el derecho que tengo que pagar por el error cometido. Si es así, lo pagaré con gusto.
A media mañana me llama el Dr. C..., contador principal del estudio, uno de los dueños. Pongo el nombre porque esta separado no una, sino varias veces, y tiene más minas que Berlusconi. Me sorprendió el llamado, ya que tiene su propia secretaria y unos cuántos asesores que lo siguen a sol y sombra. Admito que temí lo peor, ya que no me hubiese extrañado que Raúl le haya contado lo que paso entre nosotros y bueno, decidió cortar por lo más fino. Sin embargo no fue eso, sino que me pidió un favor muy especial. Me pidió que fuera a buscar un sobre a una dirección del centro, un sobre, según me dijo, muy importante y que apenas lo tuviera en mis manos lo llamara para confirmárselo. Pero que no llamara al estudio, sino a él, personalmente, para ello me anoto su número de celular en un papel. Le dije que no había problema, me agradeció por anticipado y salí a cumplir con mi misión. Obvio que fui con cierto malhumor, ya que esa era una tarea que no me correspondía, lo único que me faltaba era que me agarraran de cadeta, después de todo quizás había existido el reclamo de Raúl y en vez de echarme me mandaban a trabajar a la calle… ¡para no verme! Iba puteándolos mentalmente a los dos, cuándo llegué a la dirección indicada. Toque el timbre, me abrieron, subí, retiré el sobre y bajé todo en menos de cinco minutos. Ya en planta baje saque el celular y llame al Dr. C...l.
-Si doctor, soy yo, estoy llamándolo para confirmarle que ya tengo el sobre, tal como usted me dijo-
-¡Perfecto!- exclamó con cierto alborozo -¿Todavía estás en el edificio?- me preguntó.
-Si, en el hall de la planta baja- respondí.
-OK, esperame ahí que voy para allá, ese sobre es muy importante y no confío en otra persona- me indicó.
-Bueno, lo espero- contesté.
Otra no me quedaba, él era el jefe. Me senté en uno de los amplios sillones que había en el hall de entrada y comencé a mensajearme con mi ex. ¿Estaríamos en vísperas de una reconciliación? Ya lo sabríamos a la tarde cuándo nos viéramos. Sentía que en el momento que volviera a verlo, sabría si lo nuestro podría continuar o no. En eso llega el contador.
Me saluda, me agradece de nuevo, y agarrando el sobre me ofrece alcanzarme hasta el estudio. Salimos juntos del edificio y subimos a una imponente 4 x 4 que esta detenida en la vereda. Tira el dichoso sobre hacia el asiento trasero y se pone en marcha. Estamos a pocas cuadras de la oficina, por lo que antes de llegar rompe el silencio y me dice:
-La verdad es que es algo temprano para volver, ¿Qué te parece si vamos a comer algo?-
Me quedo sorprendida ante tal invitación. Él, el jefe supremo, ¿invitándome a almorzar?
-No quisiera causarle ninguna molestia, además en la oficina hay trabajo para hacer- le digo tratando de zafar de aquel compromiso lo más diplomáticamente posible.
-No es ninguna molestia, además me gustaría agradecerte de alguna manera esto que te pedí, que se que no está dentro de tus responsabilidades- me dijo más extensamente.
-No fue nada, además me dio la posibilidad de salir un rato de la oficina- repuse.
-Exactamente por eso, hace un lindo día como para volver tan rápido a la oficina, ¿no te parece?- insistió.
Miramos ambos por nuestras respectivas ventanillas, los nubarrones cubriendo el cielo, la gente abrigada refugiándose del frío, entonces nos miramos y nos reímos.
-Bueno, acá dentro del auto si esta lindo- corrigió.
-Eso no se lo discuto- asentí.
Pasamos de largo el estudio. Siguió algunas cuadras más hasta que volvió a decir:
-¿Sabés una cosa? Me parece que no tengo hambre-
-Es temprano todavía- comenté.
-Igual conozco un lugar por acá cerca, es bastante agradable, podemos estar cómodos y relajarnos un poco, tomar algo… - repuso entonces.
¡WHAT! ¿El supremo quería estar cómodo y relajarse conmigo? Mi cara de sorpresa debió de alertarlo al respecto.
-No vayas a tomarlo a mal, te aseguro que no va a pasar nada que vos no quieras- dijo y… ¡¡¡Entro a un telo!!!
¡¡¡Si!!! Como lo están leyendo, me llevo a un telo, así, sin anestesia, sin previa consulta, ni nada que sugiriera que yo estaba de acuerdo con lo que estaba haciendo. No dije nada pero me empezó a carburar la cabeza. A este algo le dijo Raúl, eso seguro, porque no me va a llevar a un telo así porque si, y justo a mí, y no a ninguna de las otras chicas, o a su propia secretaria, que están mucho más buenas. Este tenía una fija, hasta me imaginaba al mismo Raúl diciéndole: “Jugátela que a esta te la cogés seguro, cae al toque, y no sabés como coge”, palabra más, palabra menos, intuía que alguna conversación así debió de haber existido entre ellos, porque… ¡llevarme a un telo a mí!, cuándo jamás me había dado ni la hora.
Además, pensaba, en la oficina no doy el perfil de puta como para que me tire los galgos de esa manera. En la cama si, soy flor de trola, pero en el laburo me portó correctamente, y con el único que había troleado un poco (bueno, si, bastante) fue con Raúl, así que… era obvio que el guacho me había mandado al frente.
Detuvo el auto en la cochera, apagó el motor y volvió a decirme que no iba a pasar nada que yo no quisiera. Entonces me di cuenta que, con toda seguridad, los pormenores de aquel encuentro llegarían a los oídos de Raúl, mi ex amante, el que ya no me daba más pelota, el que no quería saber más de mí, por lo que debía considerar seriamente que me convenía más. Quedar ante él como que lo nuestro había sido único y especial, y que no volvería a entregarme a otro hombre como me entregue a él, o como una trola sin remedio, a la que cualquier poronga le viene bien. Aunque la opción correcta era la primera, opté por la segunda… y bueno, será que soy una trola sin remedio.
Aunque sabía que lo nuestro había sido distinto a todo, iba a demostrarle que no estaba dispuesta a llorarlo por los rincones. Así que me baje con el contador.
-No le prometo nada- le dije.
-Todo bien- asintió.
El telo era de primera, todo un lujo, seguro que ahí lleva a sus amantes, ¿sería yo una más o se trataba tan solo de un polvo al paso? Un toco y me voy, como se dice habitualmente. Me inclinaba por lo segundo, ya que no daba para que fuera su amante. No estoy a su nivel. Además estaba lo de la diferencia de edad. Debía de tener como 50 años, canoso, con una incipiente calvicie, podía pasar tranquilamente como su hija… o su sobrina. Pero estábamos ahí, donde la edad no importa y el tiempo se detiene solo para hacerse cómplice de nuestra pasión. Pero además de todo eso, ya se lo que puede rendir un veterano, así que…
Nunca había estado en una habitación como esa, con un lujo impresionante, Jacuzzi, sillas adecuadas para practicar en ellas las más variadas posiciones, y una botella de champagne esperándonos en una mesa. El contador destapó la botella, haciendo saltar el corcho y sirvió hasta rebalsar las dos copas.
-Porque sea un lindo momento para ambos- me dijo proponiendo un brindis.
-Porque lo sea- le correspondí, chocando mi copa con la suya.
Nos miramos por un momento, me relamí el labio inferior, saboreando el champagne, pero quizás lo tomó como un gesto lascivo hacia él, porque enseguida se acercó y con la copa todavía en la mano me besó en la boca. Me agarró de sorpresa, así que lo único que hice fue contestarle, besándolo también. Entonces dejo su copa sobre la mesa, agarró la mía dejándola también junto a la suya, y aferrándome de la cintura me atrajo hacia él. Esta vez el beso fue más intenso, más jugoso, más apasionado, una mezcla de saliva, champagne y calentura. Mientras nos besábamos, nos frotábamos el uno contra el otro, sintiendo la excitación de nuestros cuerpos.
-¿Estas dispuesta Gise a pasar un lindo momento conmigo?- me preguntó casi en un susurro.
Acepté con un asentimiento de cabeza, volviéndolo a besar ahora por mi propia iniciativa. Deslicé mis manos por su espalda, hacia arriba, llegué a su cabeza y le despeiné el cabello… el poco que tiene, jeje… no sé porque pero me resultaba especialmente delicioso besar a este hombre, en tales circunstancias lo frecuente es que a esa altura ya este apurada por chuparle la pija, pero con él todavía no, aún quería seguir disfrutando de esa boca, de esos labios, de esa lengua que se sacaba chispas con la mía.
Sus manos tampoco se quedaban quietas, me acariciaba la cola, los pechos, me frotaba la cintura, me tocaba por acá, por allá, apoderándose de a poco de este cuerpo que ya muy pronto habría de poseer por completo.
Siempre despacio y con los modos de un verdadero caballero, me fue acostando de espalda en la cama, se tumbó al lado mío y empezó a desvestirme. Yo estaba como hechizada, dejándome hacer sin intervenir para nada, solo suspirando y disfrutando de las caricias que me iba prodigando por distintos lugares. Cuándo me bajo la blusa y me soltó el broche del corpiño, se apoderó de mis pechos, agarró uno con cada mano, los apretó con frenesí y comenzó a comérmelos con una gula descontrolada. Me chupaba las aureolas, me mordía los pezones, me pasaba la lengua por todo en derredor, me volvía loca con esa forma que tenía de disfrutarme. Entonces volvió arriba y buscó de nuevo mi boca, la abrí para recibir toda su lengua y chupársela con el mayor de los anhelos, mientras sentía como una de sus manos dejaba en libertad condicional a uno de mis pechos y se enterraba en mi entrepierna. Separé mis muslos de inmediato, permitiéndole una entrada total y absoluta y aunque lo sentía todavía sobre la ropa, la humedad de mi tanguita confirmaba la efectividad de sus caricias.
Con la misma delicadeza de antes, me desnudó de la cintura para abajo, todo lo hacía él, yo era su nena, su “Barbie”, y así me dejaba tratar, entregándome por completo a sus lascivos instintos. Me sacó los zapatos, me acarició por un momento los pies, ¡hasta me los besó!, me arrancó de un suave tirón el pantalón y la bombacha, y zambulléndose entre mis piernas comenzó a jugar con ese chiche que tanto lo atraía: mi conchita.
Primero me la olió, llenándose los pulmones con ese intenso olor a calentura que brotaba de mi más recóndito interior. Luego comenzó una especie de exploración vaginal… ¡si hasta se parecía a mi ginecólogo!... me separó los labios, recorrió con sus dedos la circunferencia de los mismos, los apretaba y los soltaba, le dio varias vueltas al clítoris, y entonces empezó a meterme los dedos, primero uno, luego dos, metiéndolos y sacándolos casi hasta los nudillos, todo esto mientras miraba lo que hacía con ojos curiosos e interesados. Entonces empezó a lamerme, al sentir el primer lengüetazo me estremecí, el cambio de textura me conmovió, tanto que comencé a acariciarme yo misma las gomas mientras soltaba jadeos de la más variada intensidad. Enseguida los lengüetazos se hicieron chupadas, y hasta mordidas, suaves, adecuadamente dosificadas, aplicadas en los puntos de mayor tensión sexual. En un arrebato lo agarre de la cabeza, lo mantuve sujeto contra mi cuerpo y comencé a frotarle la concha por toda la cara, él no se resistió, abrió la boca para beberse todo ese jugo que salía de mi interior como un persistente goteo, saboreándome con extrema avidez.
Me dejo con el clítoris tan hinchado y erecto que hasta me dolía, fue entonces que decidí tomar cartas en el asunto, ahora fui yo la que lo recostó a él de espalda en la cama, me saque la blusa que había quedado enrollada en mi cintura y me tiré de cabeza sobre su pija que apuntaba soberbia hacia el techo. No me anduve con vueltas, nada de lamiditas, ni besitos, ni cariñitos, me la comí de una, me la mandé hasta la garganta de un solo bocado, chupándosela con frenesí, saboreándola de arriba abajo, masticándola, metiéndola y sacándola de mi boca prácticamente en toda su extensión. Se la chupaba un rato, se la soltaba, le chupaba las bolas, se las mordía, volvía a comérmela, todo esto sin desperdiciar ni un solo pedazo de tan consistente volumen. Se la chupaba mientras me ponía en una posición tal que él pudiera meter la mano por entre mis piernas y acariciarme la conchita. Sentirlo ahí en el medio, hurgando, explorando, era el complemento ideal para la mamada que le estaba dando.
Tenía la pija bien dura e hinchada, ostentando un tamaño descollante, así que sin dilatar más el momento, me le subí encima, a caballito, y acomodándola por mí misma en el sitio exacto, me fui dejando caer… si, ya sé, no le puse forro, es que en esos momentos la calentura puede más que el sentido común, y como él tampoco me lo reclamo, me la empalé sin mayores problemas. Cuándo la tuve toda adentro, eché la cabeza hacia atrás, arqueé la espalda y solté un exaltado suspiro, meciéndome plácidamente sobre esa complaciente poronga que se me clavaba hasta lo más hondo. Desde abajo el contador se aferró de mis gomas y comenzó a moverse, empujando hacia arriba, haciéndome temblar con cada empuje, complementándose con mis propios movimientos, los que yo realizaba con los ojos cerrados, la boca abierta, entregándome por completo a tan devastador disfrute.
-¡Si… si… si… así… ahhhhhhh… ahhhhhhh… que rico… ahhhhhh…!- me estremecía, sintiendo como la verga entraba y salía de mi concha, así, en carne viva, derrochando vigor y virilidad.
-¡Que buena estás, pendeja… y que bien te movés!- me decía el contador entre roncos y excitados jadeos, sin perderse ninguna de mis muecas.
En pleno éxtasis, me dio la vuelta, quedando ahora yo debajo y él arriba, toda su verga en mi interior, pulsando enloquecida. Enlacé mis piernas alrededor de su cuerpo, y le susurré al oído:
-¡Cogeme… cogeme bien cogida…!-
Se lo debió de haber tomado al pie de la letra, porque enseguida empezó a embestirme con todo, haciéndome rugir de placer cada vez que me llegaba al fondo. No es que llegaba y salía, sino que al tocar fondo, como que pegaba otro empujoncito, una especie de rúbrica, que me estimulaba muy especialmente. Eran esos empujoncitos finales los que desataban el caos en mi cuerpo, los que me ponían en una especie de trance del cuál solo un polvo… un muy buen polvo me permitiría salir. En ese aspecto el contador la tenía clara, sabía muy bien como complacer a una mujer, sobre todo a una tan demandante como yo en ese momento, ya que no solo me gustaba todo lo que me hacía, sino que también el hecho de saber que aquella experiencia nuestra podría llegar a los oídos de Raúl me motivaba de una forma especial. Quería darle al tipo la cogida de su vida, para que se lo contara, para que lo hiciera sentir celoso, si ello era posible. Además, no solo lo hacía por despecho, sino porque la estaba pasando MUY BIEN en serio.
Me eché varios polvos en esa posición, mojándole la verga con mis fluidos, tanto que cada vez que la sacaba, brotaba una especie de espumita, que era lo que se formaba entre mi flujo y su líquido preseminal.
En cuatro me castigó sin piedad, embistiéndome como para demoler un edificio, pegándome con la palma abierta en la cola, haciendo resonar el estallido de la carne por sobre los chasquidos de la penetración. Pero lo mejor fue cuándo luego de unas cuántas sacudidas, quedo tendido sobre la cama, la mitad del cuerpo sobre el colchón, las piernas colgando en el borde. Con ganas de más, me levanté, di la vuelta y dándole la espalda a él, pero de frente al espejo de la pared, me acomodé sobre su verga, todavía dura y palpitante, y me fui sentando de a poco. Me la metí de una, obvio, después de todo lo que habíamos cogido ya tenía la concha recontra dilatada, de modo que empecé a subir y bajar mirando en el espejo como mis tetas rebotaban arriba y abajo a causa de tan frenéticos movimientos, seguí cabalgando hasta que el contador me dijo que quería acabarme adentro. Pensé que sería una buena forma de culminar tan buena sesión de sexo, aparte de que ya me imaginaba al contador diciéndole a Raúl: “La llené de leche a la pendeja esa”. Pero por adelante no podía, no me estaba cuidando, así que me salí un poquito y volviéndome a acomodar, deje que la pija resbalara por la raya de mi culito y se me clavara en el agujero del culo. Unas pocas subidas y bajadas bastaron para tenerla toda adentro, justo cuándo la leche comenzó a fluir con una fuerza devastadora, tanto es así que hasta la sentía regándome los intestinos. ¡Fue un polvo mortal!
-¡Ahhhhhhhhhhhhhh…!- gritó el contador a la vez que me agarraba de las tetas y me atraía hacia él, haciendo que me acostara sobre su cuerpo.
Me mantuvo bien pegada a él mientras la leche se escurría por todo el interior de mi culo, inundándome de hermosas sensaciones.
-Sos una muy buena empleada Giselle, de las mejores- me susurró al oído.
Cuándo me levante el semen me chorreaba por las piernas, igual me metí en el jacuzzi. Era la primera vez que estaba en uno y quería disfrutarlo, más con este frío. El contador sonrió al verme y se levantó para venir conmigo. Se acomodó a mi lado, me pasó el brazo por sobre el hombro y me volvió a besar. Mientras respondía sus besos, deslicé una mano por debajo del agua y le agarré la poronga. La sentí con ganas todavía. Adivinando mis intenciones, se irguió un poco y se sentó en el borde del jacuzzi, de modo que la pija, los huevos… todo lo hermoso de un hombre, jajaja, sobresalía por sobre el agua. Me acomodé entonces y me puse a hacerle un pete. Se la chupé como para sentar precedente de que lo de la petera de Soldati no es ninguna fábula. Me la metía casi toda en la boca, succionando, sorbiendo, disfrutando de toda esa carnosidad láctea y venosa que comenzó a crecer dentro de mi boca. Bien aferrada de sus bolas, se la chupé con ahínco, con gusto y devoción, puse primera y no paré hasta que empecé a sentir las pulsaciones que anteceden a la eyaculación. Ya lo sentía temblar, estremecerse, gemir con mayor intensidad, no me detuve, por el contrario seguí mamando, seguí peteando, sabía lo que él quería, sabía lo que yo quería, por lo que poco después ya estaba recibiendo una nueva descarga de su parte, aunque esta vez en la boca, sentí los chorros de semen golpeándome en el paladar, llenándome de efusividad láctea, esparciendo en mi garganta la delicia de su simiente… me tragué todo, hasta la última gota y hasta me puse a lamerle la pija y las bolas para saborear también lo que por ahí se había derramado. Entre agitados suspiros el contador me acariciaba la cabeza, haciéndome sentir lo mucho que le había agradado mi demostración oral. Cuándo ya no hubo más para tragar ni para lamer, levanté la cabeza y mirándolo a los ojos me tragué lo último que tenía en la boca, me lo tragué haciendo un fuerte ruidito con el esófago, relamiéndome después los labios. Mirándome embelesado se acercó para besarme, lo detuve por un instante.
-¿Vas a besarme así, aunque me haya tragado…?- no lo mencioné aunque se daba por sentado.
Me besó igual.
Luego del pete, salimos del jacuzzi, nos duchamos juntos y nos vestimos sin decirnos nada. Al rato ya estábamos saliendo del telo en su auto. Hizo unas pocas cuadras y se detuvo en la esquina del estudio.
-Al final no comimos nada- bromeó –Mira, yo ahora tengo una reunión, así que… (Sacó la billetera y me dio 200 pesos) vos andá y come algo, si en la oficina te preguntan algo deciles que tuviste que hacer un encargo personal mío-
Le di las gracias y me bajé del auto. Al final no comí nada, no tenía hambre, así que volví directamente a la oficina, por suerte nadie me preguntó nada, por lo que no tuve que andar dando explicaciones. Seguí con el trabajo que tenía pendiente, hasta que comenzó a asaltarme una duda: ¿el contador me había dado el dinero, tal como dijo, para que comiera, o me había pagado por los servicios prestados? ¿Me agarro de puta y ni cuenta me di? Quizás no debí aceptar la plata, pero ya era tarde. Igual, pronto me olvidé de tales disquisiciones y cuándo salí del trabajo me fui directamente al Shopping… jajaja. Ahí me encontré con mi ex, después de haber cogido con el contador, de haberme tragado su leche y de todo lo que ya conté, igual solo fue un primer encuentro, por ahora recién empezamos a hablarnos, ¿Qué pasará después?, solo Dios lo sabe. Besotes para todos.





Bueno, por Facebook me encuentran como la morocha de soldati...

14 comentarios - El contador...

Disco_Eterno
Te agregue al Face y al msn tambien 😛
Guybrush_threep
bue gise todo lo que opino te lo mando por privado en el face te pa? desde ya +10
PERCHA3
la verda que me gusto mucho el relato
sos muy buena en esto nena me gusta mucho tu laburo
saludetes del PERCHA3
jotajuanjo_336
[bmuy buen ralato gise pro ahi te tiene mas confianza ahora y hasta se entera raul.. muy buen trabajo el tuyo[/b]
jomauri
excelente ... gracias por compartir.... tremendo relato
thecau
quiero ser contador!
danny8019
ajajaja me gusto lo de q fuistes al shoping y te encontrastes con tu ex...sabes q a mi me paso algo asi jajajaj es rara la sensacion de haber cogido tan bien con un extraño, y despues encontrarte con tu ex, la persona con la q cogistes enamorada...me motivastes a contar bien eso q me paso...te djo puntos, pasate por mis post y contame q te parecen...algunoa sn fantasias, pero l mayoria es 100 por ciento real...besos
DODIPARRALENIO
MUY BUEN RELATO !!! 🤤 🤤 🤤 🤤 🤤
Fachelo
Excelente...la pasaste genial pendeja eh?...jeje
jhr2000
+10 excelente lo tuyo
El contador...