Primer relato (La noche)

A modo de introducción

Bueno, Comunidad Poringuera, esta vez postearé algo distinto. Quienes alguna vez hayan visto mis otros posts o leído mis comentarios e intervenciones, notará que para mí Poringa es un espacio donde puedo ser libre de todas las presiones sociales del trabajo, el estudio y demás. A lo largo de mis aportes me dediqué al mero arte visual, ya por imágenes, ya por videos. En esta ocasión, y movido por varias razones de índole personal, les traigo un primer relato que intenta ser no solamente erótico, sino literario. Me confieso amante de la literatura, y por consiguiente, he intentado torpemente escribir alguna que otra cosa, y uno de mis intentos involucra la narrativa de este tipo. Sepan disculpar mis errores técnicos, mis climas mal construidos, o lo que fuere que esté poco pulido. Espero sus críticas, insultos, apreciaciones, etc. La idea es postear más relatos conforme avance el tiempo porque tengo al menos tres ideas esbozadas...ya verán...
Antes de empezar con el relato, quiero darte, Raveon, mi más profundo agradecimiento por el aliento que me has dado para animarme a publicar, aunque timidamente, mis escritos, se han hecho desear pero llegaron. Espero tu crítica te guste o no lo que leas jaja..un gran abrazo con toda mi admiración.
Y ahora, sí. venga mi primer cuento...enjoy yourselves 😉 😉


Noche...

Apoyada sobre el barandal de la galería que da al patio trasero, Claudia observa una vez más cómo la tarde muere lentamente mientras la dueña de los hombres, la noche, avanza sobre toda la existencia. Sus ojos recorren cada palmo de aquel patio que ignoró hasta ese momento. Ese patio no se parece al patio de la casa donde la señora Aida la había criado, allí se sentía libre porque todavía era una niña y nadie podía arrebatarle la felicidad de correr entre los frondosos árboles que en más de una ocasión fueron el refugio adecuado para llorar sus angustias. El patio que mira ahora es distinto, sus ojos lo adivinan: ya no es libre. Aunque la noche se cierne sobre toda la existencia de ese momento, Claudia siente que el agobiante calor de enero jamás mermará, respira con dificultad tratando de que el aire caliente que persiste le afecte lo menos posible, acaso la única prenda que lleva puesta la ayude a no sentirse pegajosa con el sudor que le recorre cada centímetro de su cuerpo. La bata de seda y encajes de color celeste apenas le cubre el torso y parte de los muslos. La delicada cinta que ciñe la cintura está a medio atar y sus senos son no sienten presión de ningún tipo, jamás los sintió tan libres, rozan imperceptiblemente la seda y se crispan levemente mientras los pezones comienzan a endurecerse. Pero no es el contacto de la seda con los senos lo que hace que Claudia empiece a sentirse mujer, no. Es la noche de enero que empieza a cubrir “su” existencia. Porque vuelve a recordar aquel patio tan feliz y recuerda que en él, una noche de enero, “su” hombre la descubrió suavemente, lentamente.
Apoyada sobre el barandal de la galería, Claudia ayuda a su mente con sus manos, porque sin reparos ha llevado la mano derecha hacia su entrepierna y la izquierda hacia los senos que ya están turgentes y duros. Los dedos de la mano derecha se han detenido a percibir íntimamente la delicadeza de los vellos escasos que cubren la vagina que aun no ha sido penetrada, que será, en cuestión de minutos, poseída por “su” flamante marido, pero no por “su” hombre, porque éste no está cerca, no, está físicamente lejos, pero su mente junto con su mano lo han traído nuevamente hasta su entrepierna, como aquella noche que será siempre todas las noches. Desde la habitación solamente se oye cómo su flamante marido se baña antes de consumar el acto que marcará con sangre su nueva existencia. El día ha sido excesivamente caluroso y la tierra colorada que los caballos levantaron en la procesión que celebró su boda aun empolvan el traje blanco de novia del que Claudia se ha despojado minutos antes mientras su marido entraba a la ducha y ella desempacaba la bata de encajes que la señora Aida misma había elegido como ajuar. Sin embargo, aquella prenda le permite ser libre por algunos últimos momentos. Su mano derecha ya no está quiete en los vellos, sino que se mueve lentamente mientras los dedos buscan la calidez de los fluidos que empiezan a estremecerla. La mano se mueve y Claudia, que ha entonces cerrado los ojos, gime tiernamente, aprieta los dientes. La mano izquierda frota cada pezón pequeñito, levemente rosado. El ligero dolor que sintiera aquella noche lejana le impide introducir sus dedos con mayor profundidad; teme que ella rompa aquello que era prerrogativa de su esposo. No continúa, triste, frustrada, no continúa. Desea llorar, pero el sonido del grifo cerrándose en el baño se lo impide. Abre los ojos y mira el patio que acaba de ser consumido por la noche, y siente que ya no existirá como existe ahora, porque dentro de la habitación, una “noche” muy distinta se avecina decidida a abarcar “su” existencia. Se seca las escasas lágrimas involuntarias, se ciñe la bata y entra en la noche...

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-Estás hermosa-dice toscamente el marido y la toma con un atisbo fallido de delicadeza mientras la mira con los ojos lujuriosos, primero el cuello, el pecho y se detiene en los senos delicados de pequeñitos pezones apenas rosados. Y habiéndola sujetado, empieza a lamerle lo que antes sus ojos habían escrutado y se detiene bruscamente entre los senos y allí los lame. La lengua humedece cada pezón y ellos se endurecen irremediablemente.

-.....-se abstiene Claudia de emitir valoración ya que nada puede hacer. Está quietecita e impávida ante los toscos movimientos de su marido pero su cuerpo no puede responderle como quisiera porque la crispación de la saliva del otro sobre los pezones que eran tan suyos hacen que el deseo la invada involuntariamente.

-Me encantan-murmura el marido mientras sus manos bajan hasta las nalgas de Claudia que quedan al descubierto en la “noche” de la habitación y son abarcadas en su totalidad. Los dedos van introduciéndose entre cada una y de a poco todo se calienta.

-Ss...-suspira Claudia y cierra los ojos.

-Mmmm, está apretado-dice el marido con un tono groseramente familiar mientras sube con su lengua por el cuello, las mejillas y empieza a besarle la boca desaforadamente. Ya sus manos dejaron de intentar infringir el acceso lateral y empiezan a sopesar los senos que ya están endurecidos. Una de ellas empieza a bajar y se apodera violentamente de la vagina sin detenerse en la suavidad sedosa del vello del pubis.

-Ay..-gimotea Claudia e interrumpe el beso que intentaba responder torpemente con su lengua inexperta.

-Shhh, mamita, todavía no empezamos y ya te quejás. Tranquila que tu macho te va a enseñar-blasfema el marido mientras sus dedos se abren paso por el cálido túnel húmedo que Claudia antes acariciara con delicadeza.

-Despacito, por favor-suplica Claudia mientras recuerda que “su” hombre la había acariciado con suavidad y le había enseñado a amarse con sus manos. Quiere llorar porque sabe que su marido no la amará jamás con las manos, no con ninguna otra parte de su cuerpo.

-Bueno, mamita, ahora despacito recostate-ordena con falsa ternura el marido mientras la despoja de la bata de seda y encajes de color celeste. Y antes de que ella se recueste se contradice-no, no...esperá; antes, empezá a conocer a tu marido completo-dice con saliva abundante en la boca su marido y toma una mano de Claudia y la dirige hacia su pene enhiesto.

-.....-observa Claudia aquel miembro silenciosamente y toca, agarra torpemente y pretende soltar.

-No...-amenaza con el dedo el marido mientras vuelve a poner la mano-Hay que acariciar, mamita, como yo te acaricié.

-....-vuelve a tomar entre sus dedos el miembro Claudia pero es incapaz de amarlo ni siquiera con las manos.

-Bueno, ahora si. Mejor vayamos derechito a lo nuestro-se impacienta lujurioso el marido mientras recuesta a Claudia en la cama y se arrodilla entre sus piernas al momento en que sus manos empiezan a separarle las rodillas, luego, una de ellas (la derecha) sube hasta su boca y los dedos son humedecidos con saliva abundante; la otra sostiene su pene erecto. Los dedos húmedos por la saliva lubrican el pene y el marido se dispone a consumar su poderío...abiertos los ojos que contemplan la desnudez de Claudia, abierta la boca pletórica de baba que se desliza por la comisura de los labios...erecto, erguido su pene que cual lanza en ristre se prepara para introducirse en la vagina que no sabe y acaso no sabrá amar..

-...-cierra los ojos Claudia y siente que aquél segundo jamás acabará. Las manos se han aferrado a unas sabanas. Sus senos no desean ser observados por ojos lujuriosos, su cuello no desea ser besado por labios húmedos de baba, y su vagina, que ha sabido “ser amada” no quiere ser penetrada. Pero nada cambiará, la noche, que no es como aquella otra noche que sí merece ser eterna, abraza su existencia y poco a poco nada queda de ella. Se consume...

Tomatis...

14 comentarios - Primer relato (La noche)

LordDiego
Muy bueno che! Felicitaciones
antohot
lo guardo para leerlo tranquila esta noche.
😉
Raveon
Lo primero es agradecerte la mención, te hiciste de esperar pero sin duda alguna ha valido la pena.
Si te enviaba mps metiéndote caña (espero se entienda ^^) es por que sabía que algo así de bueno iva a llegar a mis ojos.
Por supuesto ante esta calidad los siguientes los espero ansioso 😃
Tu expresión es magnífica, después andas comparándome con escritores profesionales, yo a vos no tengo con quien compararte 😬
Las imagenes que creó en mi mente tu relato fueron algo difícil de interpretar:
Todo me lo imaginé como si una escena de hentai se tratara. Y no soy aficionado a ese tipo de porno, es más, llevo meses sin ver algo de ese tipo.
Que raro, tal vez algun indicio? Ahh... tal vez la sumisión, si señor.
Viste? Cosas como estas son las que me hacen perder la fe en P!:
1154 Visitas 4 comentarios. Difícil de creer que al menos 300 de esos 1154 no tuvieran la posibilidad de comentar. Además seguro que lo leyeron.
Que mal che, una lacra estos sinteclado.
No despegué la vista ni un segundo del relato, normalmente en casi todos los que leo me voy a ver videos al youtube o hago otra cosa mientras escucho música. 😛


\"Sus senos no desean ser observados por ojos lujuriosos, su cuello no desea ser besado por labios húmedos\"


Sublime. 🙌

Magnífico relato amigo, un abrazo. 😉

PD: Yo si que se lo haría suavecito 😬 😬 😬

(Creo que no) 🙎‍♂️


Primer relato (La noche)
leeesandro
tomatis dijo: Me confieso amante de la literatura, y por consiguiente, he intentado torpemente escribir alguna que otra cosa, y uno de mis intentos involucra la narrativa de este tipo. Sepan disculpar mis errores técnicos, mis climas mal construidos, o lo que fuere que esté poco pulido


cuento

Si este es tu primer intento de relato, no me imagino los otros tres que tienes entremanos 😳 . La verdad tendria que haber pasado antes, el amigo Raveon me dijo sobre este interesante relato pero me olvide de pasar 🙄. Sinceramente no se mucho sobre literatura, pero me parecio un excelente relato. La descripcion de la cosas, cada sensacion de Claudia, el aparato que tenia por marido, me llevaron a imaginarme toda la escena.

No sos el unico que se siente libre de hacer y decir lo que quiera sin que reciba ningun tipo de jucio alguno. Lo es para mi tambien 😀

La verdad el comentario que hiciste en el post de \"gusaboitis\" me trajo a la memoria sobre lo que me habia dicho Raveon. Muy bueno chavon y si haces otro invitame que vengo a leerlo. Saludos!!!

sexo
antohot
Que mal lo mío no te he leído
tomatis dijo:Antohot, gracias por guardar en favoritos, espero no te arrepientas...jaja, por cierto, también revisaré tu relato...gracias nuevamente
🙂 :)

Acá volvícomo lo prometí, a leerte. y agradecerte por regalarnos tu \" 1er RELATO
Saludos y espero invitación para los próximos 😉
etito
gracias por el relato!
fionnahoty80
Tomatis, me encantó. Me puse en la piel de Claudia y se me puso la piel de gallina, la entendí.
Seguí escribiendo, manejás muy bien el lenguaje y el ir y venir en el tiempo.
Te repito, me encantó.

Besos.

F.
hokidoki
grax por compartir 😀
mujerfantasiosa
Excelente, me quedé con ganas de leer que había pasado en esa otra noche