Capítulo 4: La despedida

Hola poringueros!
Volví después de un buen tiempo. Sigo escribiendo el libro, pero me lleva su tiempo y estuve un poco complicado. Ahora voy a tratar de subir algunos capítulos para los que estén aburridos en vacaciones. Gracias por los comentarios y los puntos. Me encanta que les vaya gustando el libro.
Por si no vieron los otros post, estoy escribiendo un libro porno sobre 5 amigos que se van contando distintas historias (de sexo obviamente).
Les dejo los links de los otros capítulos:
Cap 1: http://www.poringa.net/posts/gay/2351515/Capitulo-1-Ex-novio-amante-nuevo.html
Cap 2: http://www.poringa.net/posts/gay/2367338/Capitulo-2-Viejos-amigos-que-vuelven.html
Cap 3: http://www.poringa.net/posts/gay/2426520/Capitulo-3-La-espera.html


Capítulo 4: La despedida
- ¿Más violento?- Le pregunta Rodrigo a Fede.
- Sí ya saben chicos.- Nos explica Fede.- Coger con más ganas. Fue su primera vez y fue medio tonto. La pasé bien, pero me gustaría algo con más sexo desenfrenado.
- ¿La pasaste bien nomás? Te hizo acabar con la pija adentro.- Le digo para que no se haga el boludo.- Vos siempre nos decís que no es fácil hacerte acabar a vos con la pija adentro. Y yo lo sé por que cuando estuvimos juntos tuvimos que pajearte entre los dos para hacerte acabar.
Una vez cogí con Fede, y con otro chico más. Fue la noche en la que lo conocí y no éramos amigos así que fue una cogida normal. Y debo confesar que entre los dos, no podíamos creer como costaba hacerlo acabar.
- Bueno Luciano.- Me dice Fede excusándose.- Vos sabes a lo que me refiero. Quería sexo más salvaje. Solo hicimos dos poses.
- Y sí, porque vos acabaste.- Le dice Germán cegándose de la risa.
- Váyanse a la mierda.- Nos dice Fede dándonos uno de sus correctivos a cada uno.- ¿Por qué no hablamos de vos Lucho? Contanos de la última vez que cogiste.
¿Por qué yo? Si Fede sabía que hacía bastante tiempo que no cogía, sabía que hacía meses que no podía pensar en alguien más que en él, que nadie me parecía lo bastante bueno.
- ¿Tu última vez fue Sebastián?- Pregunta Martín.
Y no le puedo mentir. Le digo que sí con la cabeza y me quedo mirando al piso. No sé si quiero hablar de mi última vez con Sebas. Fue muy especial para mí, no fue solo una noche de sexo como las tres que habían contado recién los chicos. Ni siquiera todos los sentimientos que había puesto Germán en su historia con Joaquín se parecían. Yo me había despedido para siempre de mi novio.
- ¡Dale contá!- Me dice Fede desafiante.
- No seas boludo Fede,- Le dice Germán.- no fue una boludez para él como fue Leandro para vos.

Fede le respondió algo, pero no estaba escuchando. En mi cabeza estaba Sebas, los 7 meses que estuvimos juntos, la primera vez que lo hicimos, las noches que nos quedamos despiertos juntos, la última vez que lo hicimos. ¡La última vez que lo hicimos! Y caí en la cuenta de que había sido la última para siempre (a menos que algo pasara, lo cual dudaba mucho).
A Sebas lo conocí una noche que salimos a bailar a un boliche gay, era una noche normal con los chicos. Pero dejó de ser normal cuando terminamos en su departamento. No lo hicimos, no se dio. Nos quedamos hablando hasta las 6 de la mañana y después cada uno hizo la suya por un tiempo. Hasta que nos volvimos a encontrar de nuevo en el mismo boliche y ahí nos dimos cuenta que había algo entre nosotros. Esa vez nos matamos en su cama, pero al día siguiente no nos fuimos cada uno por su lado.
Esto fue hace 15 meses, ahí empezamos a salir. Nos pusimos de novios a las pocas semanas y formalizamos muy rápido, es que nos sentíamos tan bien el uno al lado del otro. Fueron 4 meses hasta que me enteré que estaba planeando un trabajo en Europa, y que se iba a ir en solo 2 meses. Le pregunté por qué me había hecho eso, ¿por qué me había enamorado si me tenía que dejar ir al poco tiempo?
- No lo pude controlar. Yo también me enamoré de vos.- Me respondió.
Fue una relación muy corta, donde todos los sentimientos pasaron juntos. Me quedaron 2 meses que los pasé completamente con él. Todos los días nos veíamos, nos juntábamos a la mañana, a la tarde o a la noche. Lo hacíamos donde teníamos oportunidad. Hacíamos lo que queríamos, siempre juntos.
Y se fue. Una mañana se tomó un colectivo a Buenos Aires y no lo vi nunca más. Seguimos en contacto por mails y por facebook, pero él ya hizo su vida, ya empezó a relacionarse con otra gente y se dio cuenta de que se tiene que olvidar de lo que dejó acá. A mí me cuesta. Cada vez que me quiero olvidar de él me acuerdo de la noche anterior a la que se vaya. Mi última noche con él.
- Les puedo contar si quieren.- Le digo a los chicos.- Lo único, si me pongo a llorar después no me digan nada.
- No hace falta Luciano.- Me dice Rodrigo.
Pero no le hice caso y les empecé a contar:

La última semana fue completamente nuestra. Avisé al trabajo que estaba enfermo y ellos me creyeron sin problemas, lo que me dio todo el tiempo del mundo para estar con Sebas. Nos instalamos en mi depto, ya que en el de él no había ningún mueble, y no salimos de ahí.
Nos bañábamos juntos, nos dormíamos juntos, hacíamos todo juntos. El último día el salió solo media hora para ir a comprar al súper unas cosas para su viaje del día siguiente. Cuando volvió le había preparado una cena, así que aprovechamos para comer y así poder internarnos en la cama por última vez. No es que solo pensáramos en el sexo, pero iba a ser nuestra última vez y queríamos que durara, para no olvidarnos nunca más. A las 11 ya estábamos acurrucados en mi pieza dándonos besos y mimos a más no poder.
- Sabes que siempre me voy a acordar de vos.- Me dice mirándome fijo a los ojos.
- ¿Qué dijimos?- Le digo. Habíamos acordado que esa noche no se iba a hablar de emociones. Que la íbamos a pasar como una noche más, con mucho sexo y pocas palabras de despedida.- Si vas a empezar ahora no vamos a poder disfrutar la última noche juntos.
- Tenés razón.- Me dice.- Perdón.
- No pasa nada.
- Me dijiste que me habías preparado una sorpresa para esto. ¿Qué es?- Me pregunta intrigado.
- Ahh es verdad.- Me hago el que me había olvidado, por más que me acordaba muy bien.- Cerrá los ojos y no hagas trampa.
Me levanto y voy a buscar su sorpresa al placar. Agarró una cajita y me siento en la cama al lado de él. “Mirá” le digo y abro la caja. Adentro había 2 esposas con un felpudo para que no hiciera mal en las manos y una botellita de aceite para masajes. Siempre hacíamos cosas parecidas. Solíamos atarnos, pero con pañuelos, cinturones o cordones, ya que no teníamos las esposas. Y también solíamos darnos masajes, pero sin nada o con crema.
- ¡Apa!- Me dice sorprendido.- ¿Y quién va a ser la víctima?
- ¡Vos obvio!
No me reprochó, en realidad le encantaba que lo ataran, la gran mayoría de las veces era él el que terminaba atado. Así que se sacó la remera y lo até boca arriba, un brazo a cada lado de la cama. Me acosté encima de él y nos empezamos a besar. Bien romántico al principio, con más ganas después. Le fui dando unos besitos en el cuello, en la nuca, en los hombros, hasta llegar a los brazos. Era nuestra regla que él que no estaba atado era el que podía dar besos y controlar la situación, el otro solo podía adaptarse. Pero lo habíamos hecho tantas veces que ya sabíamos que hacer.
Al pecho de Lea le dediqué un buen rato. Le gustaba que le dieran besitos ahí. En las tetillas, en la panza, mientras le hacía mimos en el cuello. Mi pecho que estaba a la altura de su pija, ya sentía que se le estaba parando adentro del pantalón. Así que me tomé mi tiempo para abrírselo mientras le daba besos en la cintura, y cuando se lo bajé su verga salió saltando a mi boca.
No era una pija muy grande, de unos 16 cm, pero me gustaba mucho chuparla. No sé por qué, ya que chupar no es lo que más me gusta del sexo, pero su pija me llama mucho la atención. Capaz que el hecho de que sea de él me emociona más. Además era lo que más podía hacer por él, ya que Sebas era pasivo, por lo que este era el momento de satisfacción plena para él. Así que se la chupé por un buen rato, cada milímetro de su pija entraba y salía de mi boca con cada vez más ganas.
Sebas me no decía nada, se limitaba a disfrutar de mi pete y de vez en cuando a moverse un poco en señal de placer. Yo no podía parar de chupársela, era como que sentía una atracción hacia su pija por parte de mi boca muy grande. Aunque también empezaba a excitarme y quería metérsela.
Fui bajando de la verga a los huevos y después a la cola. Sebas me ayudó levantando las piernas y la cintura, haciendo que su culito quedara más expuesto para que se lo pudiera saborear. Tampoco me gusta mucho chuparle la cola a alguien, pero a la hora del sexo son cosas que poco te importan. Aparte le estuve chupando la pija hasta recién y me había encantado. Pero ahora era turno de esa cola divina que tenía.
Como buen pendejo de 21, flaco y largo que es, tenía una cola espectacular. Aparte ser pasivo hacía que se le trabajara más de tanto recibir. Era súper durita y paradita, te daban muchas ganas de morderla solo con verla. Y la tenía completamente depilada. Cada 3 días, se depilaba y se ponía una buena cantidad de cremas para que le quedara bien suave. Era muy difícil resistirse a esa cola.
Le mandé mi lengua al instante que él levantó las piernas. Él lanzó un gemido muy despacito que combinaba sorpresa y placer, que hizo que me motivara un poco más. Se la fui chupando despacito hasta ir concentrándome en el agujerito. Ahí me ayudé con los dedos para poder ir abriéndosela de a poquito, aunque la cola de Sebas está muy abierta de tantas veces que cogió en su vida. Los dos dedos, el índice y el del medio, entraban y salían mientras que mi lengua se movía como loca desde el fin de sus huevos hasta su culo. Él callado, tratando de no hacer ruido. Era una condición tonta que pusimos un día, que el que está atado no tiene que hacer ningún ruido, o casi ningún ruido. Al principio era estúpida, pero después se volvió excitante para los dos.
Después de un rato con mis dedos adentro de su colita y con mi lengua que iba de acá para allá, sabía que él quería que se la ponga, pero quería disfrutarlo un poquito más. Me paré al lado de la cama y me desvestí por completo, dejando al aire mi pija de 23 cm bien dura de tanto besar y chupar a mi novio. Después me paré arriba de Sebas, a la altura de su pecho y con una pierna a cada lado, y fui bajando hasta quedarme arrodillado con mi pija a la altura de su boca.
- Ahora me la vas a chupar vos a mí.- Le dije tratando de hacerme el malo.
Él, como se debía, obedeció. Movió la cabeza hasta acomodarse y se la tragó. Sebas sabía chuparla muy bien, más cuando el dominaba y se ayudaba con las manos, pero ahora también lo estaba haciendo bien. Era un pete común, movía la cabeza de atrás para adelante, pero lo que lo hacía especial era su lengua. La movía adentro de la boca dando vueltas alrededor de mi pija cada vez que entraba y salía. La daba vueltas como loco. Verlo chupar un chupetín ya era excitante, así que imagínense lo excitante que podía ser que te la chupara. Eso me hizo olvidar por completo lo que había pensado antes de que quería que durara la introducción, así que me paré de nuevo, me acomodé, me agarré la pija, y apunté a su cola.
La cabeza y una buena parte del tronco entraron sin problemas y de un solo saque, a lo que Sebas respondió con un grito de dolor mezclado con placer.
- ¿Qué hacés?- Le digo con una sonrisa malvada en mi boca.- No podes hacer sonidos ¿te acordás?
Sebas respondió asistiendo con la cabeza y metiendo los labios adentro de la boca como diciéndome de que no lo iba a volver a hacer. Siempre me había gustado ser un poco forro con él cuando estaba dando órdenes, después de todo, era la idea. El resto de mi pija no tardó en entrar. Sebas se aseguró de levantar las piernas y apoyar las rodillas contra el pecho cosa de que la penetración fuera bien profunda. La sensación de placer llegaba cada vez que sacaba y metía la verga adentro de esa colita divina que tenía.
En ningún momento fui despacio. Desde el primer momento que me lo empecé a coger quise darle a máxima velocidad y así fue. Solo paraba muy de vez en cuando para tomar un poco de aire y después seguía, metiendo y sacándole la pija de la cola lo más rápido que podía. Él se mordía los labios para no gritar, pero a veces largaba un grito corto, en especial cuando se la volví a meter.
- Shhh.- Le decía cada vez que el gritaba o gemía.- Acordate que no podes hablar.
Él siempre respondía asintiendo con la cabeza.
Después de más de 15 minutos, como Sebas tenía las manos atadas y yo estaba un poco cansado, bajé la velocidad y, mientras seguía cogiéndomelo, aproveché para hacerle una linda paja. No era una de esas pajas rápidas, con ganas de acabar al toque, sino una bien lenta, que acompañaba la entrada y salida de mi pija en su cola. Se la hacía con las dos manos. Pude notar que tenía efecto por las caras que él hacía, caras de relajación, de goce, de placer puro.
- Ahora te voy a dar vuelta.- Le digo, pero esta vez no dándole una orden, sino informándolo.
Con la llavecita que estaba arriba de la mesita de luz, le saco las esposas y Sebas sin decir nada se da media vuelta, quedando arrodillado mirando a la pared. Le ato de nuevo las esposas, primero la mano derecha y después la izquierda, y cuando termino él se pone en 4.
- ¿Así verdad?- Me pregunta.
- ¡No podes hablar!- Le digo haciéndome el enojado y le doy un buen chirlo en la cola como “castigo”.- Y no. Me voy a poner abajo tuyo y te vas a sentar vos sobre mí.
Sebas, sintiéndose un poco mal por haber desobedecido una regla, obedece otra vez. Me siento con la espalda apoyada en el respaldar de la cama, donde tenía las manos atadas, y él se arrodilla sobre mí. Antes de que se siente le chupo la pija por unos segundos. Después me agarro la mía, y entre los dos, hacemos que su cola vuelva a tener mi verga bien dura adentro.
- Ahora te doy una orden.- Lo miro a la cara bien serio. Sus ojos, su nariz y su boca, estaban a muy pocos centímetros.- Podes moverte bien rápido para darnos placer.- Le digo sin poder evitar una sonrisa.
Así que él me responde la sonrisa y empieza a moverse haciendo que me lo coja. Se movía tan bien. Un montón de veces él había estado arriba, aunque casi siempre yo era el que estaba atado. Sin embargo, el no poder usar los brazos no le impedía nada, porque lo hacía de una manera espectacular. La cola le bailaba sobre mis muslos y hacía que mi pija y yo disfrutáramos cada momento.
Sin pensarlo, lo empecé a besar. Lo abracé haciendo que su cuerpo se tirara hacia adelante y se apoyara contra el mío, y por primera vez quise que no estuviese atada para que él también me pudiera abrazar. Los besos eran hermosos, cálidos y bien apasionados. Acompañaba cada movimiento de su cintura, con un beso y con la lengua que entraba y salía en mi boca.
Tenía su pija apoyada sobre mi panza, así que con una mano, decidí pajearlo. Eran muchas cosas a la vez, muchos placeres juntos. Nuestras bocas, se encontraban en cada beso que nos dábamos, y podía sentir su respiración acelerada. Su cola hacía magia. Se movía como loca, haciendo que mi verga entrara y saliera a cada momento dándome un placer increíble. Una de mis manos iba de su nuca a su espalda, acariciando cada vertebra por la que pasaba, y cuando llegaba a la cabeza, le metía los dedos entre el pelo y apretaba bien fuerte para que no se escapara. En la otra mano, tenía su pija bien calentita y dura.
Y de a poco pude sentir como iba saliendo, me bañó toda la mano y después la panza. El semen que le salía de la verga a Sebas estaba completamente caliente e indicaba que él estaba en el mejor momento del sexo. Así que como pude, agarré la llave y en cuestión de segundos le saqué las esposas. Lo acosté boca arriba en la cama, me tiré encima de él y le metí la pija bien hasta el fondo de nuevo.
Tenía toda la panza y la mano llena de su semen y dentro de muy poco, él iba a tener su cola llena del mío. Me había vuelto loco el hecho de que me acabara encima. Le fui acabando toda la cola mientras me lo cogía con muchas ganas. Era hermoso. Sebas ya no se podía aguantar y gritaba de placer. Cuando terminé, le saqué la pija y el semen le salía de la colita a chorros.
- ¡Hijo de puta!- Me dice.- No me podes dejar así.
- ¿Así como?- Le pregunto.
- Así de satisfecho.- Me dice sonriendo.

Después bañarnos nos tiramos en la cama y nos quedamos toda la noche despiertos, abrazados y ahí se volvió más emotivo. Lloramos un poco los dos, más él que siempre fue más romántico que yo, y a la mañana, después de desayunar, se fue.
- Los últimos meses estuve tratando de seguir, de conocer gente nueva, pero se me hace difícil.- Le digo a los chicos que me escuchaban bien atentos.- Lo peor es que antes de conocerlo a él yo era de los que más cogía en este grupo, ustedes me conocen, pero ahora no puedo ni siquiera pensar en alguien más.
- Necesitas algo de tiempo.- Me dice Germán.- Yo estuve de novio 2 años y es complicado.
- El problema chicos, ¡es que quiero coger!



En unos días subo el capítulo 5!!

Espero que les vaya gustando el libro.

PabloG

2 comentarios - Capítulo 4: La despedida

Martinr94
Que triste! Me gustó igual