Capítulo 3: La espera

Hola a todos!
Hoy les traigo otro capítulo del libro que estoy escribiendo. Tengo como 5 o 6 capítulos más, pero estoy con poco tiempo y escribirlo me lleva un buen rato. Y no quiero adelantar todo. Así que con los días voy a ir subiendo.
Por si no viste los otros post. Estoy escribiendo un libro erótico (más porno pero bueno) que se trata de 5 amigos que van contando distintas historias.
Acá los capítulos anteriores:
Cap 1: http://www.poringa.net/posts/gay/2351515/Capitulo-1-Ex-novio-amante-nuevo.html
Cap 2: http://www.poringa.net/posts/gay/2367338/Capitulo-2-Viejos-amigos-que-vuelven.html

Y ahora sí. El capítulo 3:[/color]

Capítulo 3: La espera
- ¿Osea que te vas a abusar de él?- Le pregunta Germán a Martín riéndose.
- Vamos chicos.- Nos dice Martín.- Todos tuvimos alguien que nos quería demasiado y que nosotros lo usábamos para sacarnos las ganas. El mío fue el mendocino.
Nadie le respondió por que era verdad. Todos habíamos pasado por ese chico que nos quería más de la cuenta y que nosotros simplemente le decíamos que lo queríamos pero lo usábamos para sacarnos las ganas. Yo tuve más de uno, y es que nadie se puede resistir a mi colita perfecta. Muchos me dijeron que querían algo groso conmigo, pero yo no soy de nadie. Nunca tuve novio, nunca estuve en una relación duradera, voy de cama en cama y de hombre en hombre como a mí me gusta.
- ¿Fede en que pensas?- Me pregunta Rodrigo.- Te quedaste re colgado.
- En nada.- Le respondo.
- Tiene ganas de contarnos sobre Leandro.- Dice Luciano.
- ¡Sí mal!- Acota Germán.
- Bueno chicos…- En realidad sí. Quería contarles sobre Leandro, sobre cómo había convencido después de tanto tiempo a alguien de que en realidad lo que esa persona quería, era coger con hombres y no con mujeres. Y por más de que no haya sido una relación duradera, vengo trabajando en eso hace mucho tiempo.

Todo empezó cuando arranqué la facultad. Yo ya sabía que era gay e incluso había experimentado un poco con algunos hombres, pero muy tranquilo. Ese año me obsesioné con uno de mis compañeros, con Leandro. Era un poco más chico que yo, bien alto, flaquito, de pelo rubio con un peinado a lo Justin Bieber, de ojos verdes claros y con una sonrisa bien grande. En otras palabras era un bombón. Pero era imposible para mí. No se juntaba con mi grupo de amigos, en las clases se sentaba en la otra punta y no se si sabía que yo existía. Pero para mi suerte un día puede conocerlo.
Fuimos a rendir el primer final y quedamos para lo último los dos. Estábamos tan nerviosos por lo que podía pasar adentro del salón, que casi sin que nos diéramos cuenta estábamos conversando como si fuésemos viejos amigos. Me contó de su vida, por que se había definido por esa carrera, que es lo que le gustaba hacer, y entre otras cosas. En ese momento me di cuenta que era muy gay, pero que él todavía no se había definido. A partir de ese día empezamos a hablar y a formar una relación de amistad.
- ¿Fede, nos vas a contar qué onda con Leandro?- Me pregunta Luciano.
- Bueno, les cuento.- Respondo yo contento. Tenía muchas ganas decontarles.
- ¡Pará, pará!- Me dice Martín.- Haceme acordar que onda después de que empezaron a salir.
- Nunca salimos formalmente.- Lo corrijo.
- Bueno lo que sea.- Me dice Martín sin darle importancia.- Contame que onda eso.
- Ok, les cuento:

Nos fuimos haciendo amigos y nos juntábamos mucho a estudiar o a hablar al pedo. Él sabía que yo era gay porque le dije apenas nos empezamos a hablar, y a él no le molestó en lo más mínimo, es más, hasta un día me confesó que le gustaba que yo fuese gay. Un diciembre después de rendir una materia nos juntamos en su casa con otros chicos de la facu. Cuando todos se fueron quedamos los dos. En ese momento el alcohol me hizo hablar y le confesé que me gustaba mucho y que yo sabía que él era gay y que quería que estuviese conmigo. Leandro no se enojó, pero se ofendió un poco y a partir de ese momento nuestra relación fue más distante.
Pasaron los años y Lea y yo cortamos relaciones. Cada uno fue por la suya. A veces lo veía y nos quedábamos hablando y él seguía diciendo que era heterosexual. Pero yo en el fondo sabía que él se la comía.
Un día me lo crucé en la calle y nos quedamos hablando un buen rato. Como él tenía tiempo me invitó a tomar un café que yo acepté de baboso nomás. Me contó que estaba trabajando y que se había mudado solo, que tenía un proyecto de irse de viaje a Europa por un buen tiempo y que por ahora seguía soltero, pero que estaba buscando algo. A partir de ese día nos mantuvimos en contacto.
- Hasta acá saben ustedes.- Les digo los chicos.- Que él me hablaba bastante y me decía que teníamos que juntarnos como en los viejos tiempos y que no sabía nada de mí. Bueno un día me cansé.

Hace unas semanas hablando por facebook me invita a comer afuera y yo ya no me pude resistir así que le pregunté con que intenciones, a lo que él responde: “con ganas de volver a hablar como antes”. Yo le explico que me había molestado un poco como nos habíamos distanciado y que a pesar de que él ya no me gustaba como cuando éramos amigos, me ponía incomodo la idea de salir con él. Ahí fue cuando me confesó que era gay. No me lo dijo con esas palabras pero me dijo “Las personas cambian Fede. Yo no soy el mismo de hace 5 años. Ahora nos vamos a llevar mejor” a lo que agregó una carita guiñando un ojo. No era una indirecta, era una bien directa.
Salimos y la pasé re bien. Hablamos de todo un poco y durante toda la noche Lea se interesaba sobre mi vida, en especial mi vida amorosa. Le conté que era libre y que podía hacer lo que quería, lo que le puso una sonrisa en la cara. Después de comer fuimos a tomar algo a un bar más movido, con un poco de música fuerte y un entorno más joven. Pedimos unos tragos y después de que él se tomara el tercer gin tonic empezó a largar la lengua.
- La vez esa que vos me confesaste que me querías y que estabas enamorado de mí,- Me dice.- yo dudé un montón. Me quedé unos cuantos días pensando que onda. Porque siempre sentí una atracción hacia vos. Pero no física. Sino de cariño, eso que por ahí sentís con alguien más especial que un amigo.
No le interrumpí. Por más de que él se quedó callado un rato, yo también cerré la boca para dejar que él siguiera hablando. Me gustaba por donde iba la cosa.
- Está bien que ahora cambió todo. Pero yo me di cuenta con el paso del tiempo, que en ese momento me tendría que haber puesto en algo serio con vos. Lo que pasa es que era difícil confesar que era gay. Y es más, todavía no sé si soy gay, porque a decir verdad, por el único hombre que sentí algo más que amistad, fue por vos.
Me agarró un poco de sorpresa, pero era un gay nuevo. Al principio todos dicen que no saben si son gay o qué, pero después se dan cuenta de que no hay vuelta atrás. Leandro se estaba empezando a dar cuenta de que era gay, lo que no sabía era que la podía pasar incluso mejor que siendo hetero.
- Ahora, te digo la verdad, cuando te vi ese día que te invité un café, tuve la necesidad de irme con vos a mi casa, y encerrarme el día entero en la pieza.
¡Apa! Así que ya había tenido ganas de cogerme. No me parecía nada mal, ya que si tuvo ganas antes, también podía tener ganas ahora. Y tenía pensado aprovecharme un poco de esas ganas, ya que a mí me pasó algo parecido. Cuando él me invitó en el café, me volvieron las ganas de violármelo que me habían agarrado miles de veces antes de empezar a hablar con él.
- Decime algo Fede.- Me dice un poco desesperado después de terminarse el tercer vaso de gin tonic.
- ¿Vamos a tu casa?- Le pregunto guiñándole el ojo.
Y sí, no me gustaba dar muchas vueltas, así que pagamos, nos levantamos y nos fuimos al auto de él para irnos a su casa. En el viaje Lea siguió con la verborragia de confesiones. Me contó que se había cogido a una cantidad innumerable de mujeres, pero que siempre tuvo la idea de cogerse a un hombre, pero que lo que lo trababa era la idea de que le rompiesen la cola.
- Es tu día de suerte.- Le digo.
- ¿Por qué?- Me pregunta mirándome fijo.
- Porque yo soy pasivo.- Le digo sonriendo.- Me gusta que me rompan la cola.
A Leandro se le dibujó una sonrisa todavía más grande en la cara. Mi comentario provocó que se relajara y que se sintiera emocionado con la idea de irnos a su casa. No me esperaba que tuviera que seguir convenciéndolo apenas llegamos a la casa, pero así fue.
Le dio un poco de miedo la idea e intentó tirarse para atrás. Pero de a poquito lo fue arrinconando y excitando. Con manoseos en la verga por arriba del jean y con comentarios como “te va a encantar” o “no sabes lo rico que es” al oído, lo fui volviendo loco hasta que no se puedo resistir.
- Bueno.- Me dice después de un rato cuando yo estaba sentado arriba de sus piernas en uno de los sillones.- Pero no me hagas hacer nada raro.
- Vos relájate,- Le digo para tranquilizarlo un poco.- Que la vas a pasar más que bien.
De la mano lo llevé a la pieza y lo tiré en la cama. Él se sacó las zapatillas y la campera, mientras yo hacía lo mismo parado al lado suyo. Una vez que estábamos listos Lea se acostó boca arriba y cerró los ojos. Con mi promesa de que le iba a ir diciendo lo que íbamos a hacer a cada rato, me acosté al lado suyo.
Lo primero que hice fue acariciarle el pecho y la cintura, bien despacio. No me gustaba mucho la idea de estar con alguien que era su primera vez, en donde tener que hacer todo despacio y lento e incluso a veces dejar de lado algunos códigos para que no sienta incómodo. Pero me encantaba la idea de ser el que manda, ya que al ser pasivo muchas veces el que manda es el otro. Así que después de unas cuantas caricias quería ponerme un poco más hot. Me senté arriba de su cintura y le empecé a desabrochar la camisa mientras movía la cola, lo que hacía que la pija se le fuera parando.
- ¿Te estás poniendo cómodo?- Le pregunto riéndome.
Lea no contestó, estaba nervioso. Lanzó una risita estúpida y siguió ahí acostado. Tenía que calentarlo para que me hiciera disfrutar. Así que sin dar muchas vueltas me levanté de encima de él, le bajé los pantalones de un saque y me metí su pija en la boca sin dar vueltas.
Se le terminó de parar en cuestión de segundos. Estaba bastante bien, de unos 20 cm, lo que me hacía quererla más adentro mío. Era bien gordita y se le notaban las venas a lo largo del tronco. Una pija espectacular, que para colmo tenía un gustito increíble. Los chicos siempre me discuten que las pijas no tienen gusto a nada, pero a mí que me encanta meterme en la boca cuanta pija pueda, se que tienen distintos gustos, y esta estaba riquísima.
Se la chupé por un buen rato. Él seguía quietito en la cama, mirando el techo, pero sabía que lo estaba disfrutando. Podía sentir como de vez en cuando se movía un poco para los costados. Yo, por mi parte, estaba disfrutando una buena chupada de verga, que hacía mucho que no se me daba. Habían pasado casi 2 meses desde la última vez que había tenido sexo, creo que por eso también soporté todas las pavadas de virgen que hacía Leandro.
- ¿Querés que te la chupe yo a vos?- Me preguntó después de un rato levantando la espalda de la cama. Se le marcaban las abdominales.
Tuve que esconder mi risa bajando la cabeza y dándole un par de besos a la punta de la pija, porque el comentario que había hecho era de muy virgen. Era su primera vez con un hombre, pero no era su primera vez cogiendo, y estoy seguro que cuando estuvo con una mina no le preguntó si quería que se la chuparan.
- No bebé.- Le digo para que se relaje.- Hoy vamos a darte todos los gustos. Otro día vos me tratas a mí como una reina ¿dale?
Me respondió asintiendo con la cabeza y se volvió a acostar. Como me daba cosa pedirme que me chupara la cola para metérmela, le dije que fuera probando con algunos deditos. Así que me di media vuelta y mientras le chupaba la pija, puse mi cintura a un lado de él para que se fuera divirtiendo. Sus ganas fueron mejorando. Se ve que ya había experimentado con colas porque sabía cómo hacerlo. Al principio fue probando despacito con un solo dedo (por más que no hace falta ya que mi cola se abre a la primera sensación de algo que se acerca), y después empezó a probar con otro más.
La pija se le movía como loca adentro de mi boca, mientras los dos dedos que tenía adentro hacían una fiesta en mi cola. “Ay me encanta lo que haces” le digo para darle un poco más de confianza, y en parte era verdad. A Lea le gustó que le dijera eso y siguió moviendo los dedos con más ganas. Ya no me podía aguantar.
- Vení.- Le digo. Lo obligué a pararse en el suelo mientras me acomodaba al borde de la cama.- Andá metiéndola despacito.- Por más que quería que me la pusiera de una, no podía decírselo tan bruscamente. Se lo que es tu primera vez, y para colmo en el mundo gay es peor, así que no lo iba a presionar.
Pero Lea no me hizo mucho caso, lo que me puso muy contento. Sin mucho problema, metió por lo menos la mitad de la verga adentro de mi cola. El placer fue casi instantáneo. Extrañaba que me hicieran eso, que me cogieran bien duro, que me metieran la pija adentro con todas las fuerzas. Extrañaba coger de una manera increíble.
Leandro tardó en emocionarse, y tuve que decirle varias veces que me diera más rápido, igual traté de decírselo de una manera no brusca, aunque al final no me pude retener.
- ¡Dale Lea!- Le grité después de unos 5 minutos en los que se tomaba su tiempo para hacer los movimientos.- ¡Cogeme con ganas!
El grito fue la clave que lo hizo arrancar. Leandro empezó a meterme y sacarme la pija cada vez más rápido, hasta llegar al nivel normal de una buena cogida. Era el placer de inaugurar esa pija lo que me hacía sentir mejor, y no el hecho de tenerla adentro. Era saber que a pesar de que pudiera abrir más culos, el mío iba a ser el primero, el que le enseñó cómo hacerlo.
Lea tenía una falla: paraba en momentos claves en los que a veces hay que seguir. Pero yo sabía cómo actuar frente a ese problema, cada vez que el bajaba la velocidad para descansar un poco, yo movía la cola para adelante y para atrás haciendo que su pija entrar y saliera mientras él se paraba. Yo me lo cogía a él a pesar de ser el pasivo. Es una técnica que me enseñó un amigo, también pasivo, para no dejar que el otro haga todo el trabajo y para poder seguir disfrutando cuando el otro está cansado.
Seguimos cogiendo un buen rato así, no sé cuánto tiempo estuvimos. No soy de los que están mucho tiempo en una pose, me gusta cambiar, pero ese día decidí hacer una excepción. Aparte Lea parecía haberse calmado un poco y largado todo el nerviosismo, y empezaba a agarrarme de la cintura y a cogerme con más ganas.
- Dejame darme vuelta.- Le digo después de un ratito.
Me acosté sobre la cama, esta vez boca arriba, levanté las piernas, me tiré la pija para atrás y dejé que Leandro me la metiera sin que yo le dijera nada. Es pose es una pose clave para hacerte acabar si sos pasivo. Poder ver al otro, sentir su pija bien a fondo y si te gusta (como que a mi me encanta) recibir toda la leche en la cara cuando la saca para acabar.
- Ni se te ocurra acabarme adentro.- Le digo cuando me doy cuenta que no se lo había dicho antes.- Cuando estés a punto la sacas y me llenás la boca de lechita ¿dale?
- Dale.- Me dice Lea confiado.
Ya estaba bien largado. No se sentía nervioso y no tenía más problemas con hacerlo. Me agarró las piernas y me las tiró para atrás dejando bien expuesta la cola y así poder recibir sus 20 cm más a fondo todavía. Era una sensación increíble. Leandro se estaba encargando de hacerme disfrutar por lo que no había disfrutado en esos dos meses. Y por más de que es difícil que me hagan acabar así, él lo logró.
No llevábamos ni 5 minutos en esa posición cuando sentí que la leche me empezaba a salir de la pija, así que con un poco de ayuda de una paja me terminé acabando toda la panza y parte del pecho. Él miraba enloquecido. Le había encantado la situación de poder hacer acabarme así, con la pija adentro de mi culo. Lo emocionaba. Y la verdad es que un poquito me costaba entender, que alguien tan virgen me hiciera acabar así de fácil. Pero todavía quedaba él.
- Se ve que te gustó mi pija.- Me dice haciéndose el canchero.
- No te agrandes.- Le digo entrecortadamente por que todavía tenía su verga rebotando adentro mío cada vez que entraba y salía de mi colita.- Que hasta hace media hora no sabías como hacerme gozar.
- Y te agradezco de corazón lo que me enseñaste hoy.- Me dice sonriendo. Era una conversación un poco rara mientras hacíamos lo que estábamos haciendo.- Cuando quieras me enseñas más cosas.- Y era una propuesta que no iba a dejar de lado.
Leandro acabó a los pocos minutos llenándome la panza y la pija de leche, ya que el chorro no llegó tan lejos. Después de eso, fuimos al baño a limpiarnos y él quiso acostarse un rato. No me gustó la idea del romanticismo, pero lo acompañé. Él me contó que la pasó genial y que quería repetirlo, pero al poco tiempo se quedó dormido. Yo me fui al living y me dormí en uno de los sillones. Al día siguiente me desperté antes que él y le dejé una notita en la mesa, antes de irme, diciéndole que podíamos hacerlo de nuevo, pero la próxima vez, quería que fuese más violento.


Espero que les haya gustado

PabloG

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