Capítulo 2: Viejos amigos que vuelven

Hola de nuevo gente de Poringa!
Sigo contándoles el libro que estoy escribiendo. Para los que no vieron mi post anterior, ronde todo empieza acá se los dejo:

http://www.poringa.net/posts/gay/2351515/Capitulo-1-Ex-novio-amante-nuevo.html

Y ahora, sin más vueltas, el capítulo 2. Espero que les guste y si se atrapan dejen algún comentario.
Un saludo grande a toda la comunidad.


Capítulo 2: Viejos amigos que vuelven
- ¿Cómo amante?- Le pregunta Rodrigo a Germán.
- Sí, ya saben chicos.- Nos dice Germán.- Joaquín y yo cogíamos como dos conejos. Y la verdad es que lo hacíamos por que la pasábamos más que bien. No vamos a dejar de coger.
- Jaja, eso de los dos conejos me hace acordar a cuando Fede casi se lo coge el perro de Pablo.- Se ríe Luciano.
- No es gracioso.- Nos dice Fede un poco enojado y pegándole uno de sus “correctivos” en la mano.- Por lo menos no me acosté con la hermana de mi ex dos días después de cortar.- Y me mira a mí.
- ¿Martín, vos te cogiste a Noelia dos días después de haber cortado con Juan Pablo?- Me pregunta Germán.
- Sí.- Le confieso.
Y sí, suena raro, pero así fue. Igual no es el tipo de historias que me gusta recordar. Soy bisexual, aunque me inclino más por los hombres. Y Juan Pablo, mi ex, era el hombre más hermoso con el que me acosté, muy parecido a Ben Affleck de joven, para que se den una idea. Y su hermana era igual de hermosa que él, pero en versión femenina. Siempre me gustaron los dos. Me puse de novio con él por fue al primero que me agarré, pero a la hermana no me la encamé esa sola vez después de cortar con él. Eso fue mi venganza, pero ya habíamos cogido muchas veces. Pero todavía no se los quería decir a los chicos.
- ¡Contá!- Me dice Germán.- Con detalles como di yo recién.
- No te voy a contar una cogida hetero que tuve hace varios meses. No le dije que había cortado con él hermano y me la cogí. Estaba medio borracha y drogada y me confesó que siempre me tenía ganas. Es vieja esa historia.
- Entonces contanos alguna otra historia.- Me dice Fede.
- ¿Para qué?- Le pregunto. ¿Por qué quería saber una historia mía?
-¡Ahí está!- Dice Germán.- Yo les conté mi última noche de sexo. Ahora ustedes cuenten la suya.- Se le dibuja una sonrisa en la cara, porque sabe que me van a decir a mí que sea él próximo. Pero para mi suerte, Fede empieza a hablar.
- ¡Les cuento de Leandro!- Dice emocionado.
- ¡No!- Lo interrumpe Luciano.- Ahora quiero saber de Martín.
Todos se quedan mirándome a mí, y sé que no me queda otra que contar lo que me pasó hace tan solo 24 horas en mi casa. No tenía muchas ganas de contarles todavía, en algún momento se los iba a confesar, pero quería gozarlo un ratito más antes de que se haga bien público.
- Bueno, les cuento…- Me resigno.- Pero no digan que soy un estúpido por acostarme con él otra vez.
- ¿Con quién?- Pregunta Fede bien histérica.
- Con el mendocino.- Les tiré una bomba. Y fue sorpresa para los 4.

El mendocino, o Damián, fue un chico 2 años más grande que yo, que conocí cuando viajé a Bariloche con la secundaria. En ese momento sabía que me gustaban los hombres además de las mujeres, pero todavía no había experimentado con ningún hombre. Él me confesó que era gay y que sabía que yo también. Yo le dije que era bi y esa noche en su pieza transamos y solo él me llegó a chupar la pija cuando me cagué y lo dejé súper caliente. Quedamos en contacto y a fin de 5to año de secundaria me dijo que se venía a estudiar a Rosario. Se vino, pero solo por 4 meses, porque no estudiaba nada y los padres no lo podían mantener así. Cuando él llegó yo ya había estado con otros chicos y esos 4 meses fueron los más sexuales de mi vida. Cogíamos casi todos los días. Incluso algunos días dos o tres veces. Vivía en el departamento de él, haciéndole creer a mis viejos que estaba con alguna minita o estudiando con algún amigo. Y la verdad es que Damián es un chico que merece su tiempo, no solo porque es muy apasionado y muy bueno en la cama, sino también por los 28 cm que carga adentro de los pantalones que yo mismo me encargué de medir. Pero así como vino, se fue. Estuvimos en contacto, y nos vimos una vez que cuando yo viajé a Santiago de Chile paré 1 noche en Mendoza solo para verlo a él. Sin embargo estuvimos 2 años sin hablarnos. Hasta hace 24 horas aproximadamente.
- ¿¡Damián!?- Me gritan los 4 al mismo tiempo.
- ¿Cuándo revivió?- Me pregunta Rodrigo.
- ¿Quieren que les cuente o no?- Les pregunto.
- ¡Obvio!
- No hay mucha historia.- Les digo.- Fue todo muy de sorpresa.
Y así les empiezo a contar:

Era viernes a la noche, estaba solo en casa chateando con algunos amigos mientras de fono estaba “Gladiador” en la tele. Organizaba algunas cosas para mi cumple con Luciano cuando me llega un mensaje muy raro. “Hola” decía. Pero el número no lo tenía guardado. Había cambiado el aparato hacía 3 meses y había pedido todos los números, por lo que supuse que era alguien que conocía pero no sabía quién. “Hola. ¿Quién sos? Cambié el cel y no tengo tu número guardado”. Esperé un rato pero no contestó nadie. Al rato me llama mi vieja.
- Martu.- Me dice.- Recién llamó un chico a casa, preguntando por vos. Me dijo que era amigo tuyo, le dije que no vivías más acá y le pasé tu dirección.
- ¡Mamá! ¿Estás loca?- Mi vieja suele hacer esas cosas. No tiene conciencia que ya no vivimos en su época donde eso era, por ahí, común.- ¿Te dijo un nombre?
- Damián.- Me dice mi vieja.- Me dijo que era amigo tuyo de la secundaria.
- Ni idea.- Y no me acordaba.- Había olvidado casi por completo a Damián después de dos años sin hablar.- Bueno vieja, no le pases más mi dirección a desconocidos.
Estaba un poco preocupado, esperando que el timbre sonara. Pero en vez, me llegó otro mensaje, del mismo número que me había llegado antes. “¿Te paso a buscar para salir o querés que nos quedemos en tu casa?”. ¿Quién era? Me mataba la duda. Así que tenía que averiguarlo. Decidí llamar, pero no me atendió nadie. Me empecé a preocupar. ¿Alguien me quería pegar? ¿Me quería robar? No tenía idea. Hasta que sonó el timbre. Como el portero del edificio está roto tuve que bajar. Y cuando bajé ahí lo vi.
¿Se acuerdan de él? Era flaquito, y un poco petizo, morocho de pelo medio largo, medio descuidado. Bueno, totalmente distinto. Definitivamente había cambiado. Bien alto, muy musculoso, se había cortado el pelo y los ojos marrones me miraban fijo mientras se le dibujaba una hermosa sonrisa en la cara. El aspecto también había cambiado. Solía estar siempre vestido con cualquier ropa, jeans y remeras rotas. Estaba con una camisa y un pulóver de lana arriba y un pantalón gris oscuro que le quedaba espectacular. ¡Era otro!
- ¿Qué haces acá?- Le digo riéndome y dándole un abrazo cuando abro la puerta.
- Pasé por Rosario.- Me dice.- Y pensé en visitarte. Iba a viajar derecho a Buenos Aires, pero se me hizo re tarde, así que seguro me quede la noche acá en un hotel.
- ¡Pasá, pasá!- Estaba muy contento de verlo. Y así cambiado me gustaba más.- Subí, vamos a tomar algo.
Subimos y preparé algo de comer. Damián había comprado unos vinos así que los abrió y empezamos a tomar. Me contó por que tanto cambio. Yo sabía que cuando había vuelto a Mendoza había empezado a trabajar con su viejo, pero lo que él no me contó por que nos dejamos de hablar, es que el viejo abrió un nuevo local (tienen una concesionaria de autos) y que lo nombró a él supervisor. Cuando yo viajé a Santiago lo único que hicimos fue hacerlo 2, 3 y hasta 4 veces y no hablamos nada. Por eso no me enteré. Y después de 1 año el viejo tuvo que viajar a Buenos Aires para negocios. Y ahora lo mandó a él a hacer los negocios mientras el padre se queda cuidando los locales. Le va muy bien y tiene mucha plata. Un buen auto, una buena casa, lo único que le falta es un novio. Y en realidad creo que la parada en Rosario no tuvo nada que ver con quedarse sin tiempo.
- Osea tengo casi todo.- Me dice después que terminamos de comer y hablamos un poco.
- ¿Qué es lo que te falta?- Le pregunto intrigado.
- Alguien con quien compartir todo eso.
No sabía que responderle. La estupidez esa de “ya lo vas a encontrar” no me llama. Así que mejor preferí quedarme callado. Igual no me esperaba lo que se vino después.
- A vos no te ata nada acá a Rosario ¿verdad?- Empezó.- Yo pensaba. Me tengo que quedar una semana en Baires. Cuando vuelvo, vengo para Rosario, te paso a buscar y nos vamos a Mendoza. Trabajo conseguís seguro, te damos. Y te venís a vivir conmigo. Sé que suena muy loco todo. Pero cuando pensaba que quería estar con algún hombre, automáticamente pensé en vos.
Me quedé callado procesando un poco toda la información que acababa de recibir. Me había pedido, no solo que sea su pareja, novio, amante, o como quieran llamarlo, sino que me vaya a vivir con él a kilómetros de mi ciudad. ¿Y todo esto a dos días de mi cumpleaños?
- El domingo es mi cumpleaños.- Fue lo único que se me ocurrió decirle.
- Ah.- Me dice como no esperando esa respuesta.- Feliz cumple. Te voy a tener que regalar algo.- Se ríe.
- Mirá Martín.- Empiezo ahora yo.- La verdad es que me alegra mucho lo que decís. Yo también a veces me acuerdo de vos- mentira- y me sale una sonrisa en la cara. Pero no sé de donde sacaste eso de que nada me ata a Rosario. Tengo un trabajo, una carrera, una familia, amigos. Aparte, me parece que vivimos muy poco tiempo juntos como novios para poder decidir si estamos listos a vivir juntos.
Por su cara, era obvio que no era la respuesta que esperaba. Medio que se enojó por lo que le dije. Pero no iba a ser estúpido. Es más ni siquiera dudé por dos segundos irme con él. Aunque extrañaba los días enteros cogiendo con “el mendocino”, no iba a dejar todo por una pija larga.
- No lo digo para que cojamos esta noche y después no nos hablamos nunca más.- Me dice.- Lo digo en serio.
- ¿Me extrañas?- Le pregunto. Tenía una idea que podía funcionar.
- Sí.- Me responde mirando al piso.
- ¿Me querés?
- Sí.- Seguía mirando al piso.
- ¿Me amás?- En esta lo agarré. Se quedó callado. No me podía mentir de esa manera.- Lo que querés es normal, pero no lo querés conmigo Damián. Conmigo querés coger. Eso si es obvio.
Se ríe. Y era verdad. No se había desviado de su viaje (por que se que de Mendoza a Buenos Aires hay una ruta más directa), para irse sin nada. Y me dio un poco de lastima todo lo que me dijo. Así que por lo menos le iba a dar algo. Y de paso me iba a quedar con mi regalo de cumpleaños.

Me paré y quedé al lado de Damián. Le puse el bulto al lado de la cara y él me miró, después me miró el cierre del jean y se le iluminaron los ojos mientras le salía una sonrisa en la cara. Con las manos me desabrochó el cierre, me bajó un poco los pantalones y el bóxer, me agarró la pija que ya estaba dura y me la empezó a chupar.
Damián no le hace asco a nada (bueno capaz que a las mujeres, pero después de eso a nada), y todo lo que hace, lo hace muy bien. Sabe como cogerte él a vos, como hacer que te sientas increíble cuando te lo coges, sabe tocarte y sabe chupar la pija muy bien. Así que la sensación de placer que sentí apenas me tocó fue hermosa. No solo me chupaba la verga con ganas, sino me pajeaba con una mano y con la otra me masajeaba los huevos. Aproveché para sacarme la remera y él subió una mano para tocarme las tetillas. El pete que me estaba haciendo me puso al palo. Esa noche pensé que iba a ser aburrida y que iba a terminar durmiendo a las 2 de la mañana. Pero al parecer iba a ser larga, muy larga.
Lo malo que tiene Damián es que tiene que ser todo rápido, a veces no le dedica tiempo a algunos momentos. Pero no me molestó en ese momento el hecho de que se parara y me empezara a besar a los pocos minutos de haberme empezado a chupar la pija. El pete no tenía que ser tan largo. Aparte los besos que me daba eran increíbles.
- ¿La extrañas?- Me pregunta mirándome con una sonrisa enorme en la cara.
Sabía a qué se refería. Su pija era la más grande que había visto en mi vida. Hacía 6 años cuando vivió esos 4 meses en Rosario, yo se la medí una tarde después de coger. Muerta, era de 16 cm. Pero parada era de 28. Aparte de que era bien gordita, cosa de que cuando te la metía por la cola, gozabas apenas entraba un cuarto de la pija. Y si… Para responder a su pregunta, la extrañaba, y mucho.
No le dije nada, creo que no hacía falta responder. Me limité a arrodíllame delante de él y abrirle el pantalón. Se notaba que se le había puesto bien dura apenas le bajé el jean, y cuando le bajé el bóxer fue como volver a ver una vieja amiga. Me saltó directo a la boca y no tuve más que hacer, que metérmela toda (o lo que entraba) de una. Era un déjà vu, un recuerdo perdido, una imagen que había vivido tantas veces en tan poco tiempo, que me trajo a la mente todas las veces que lo hicimos y así los recuerdos de que le gustaba. Lo que más amaba Damián era que le chuparan la pija. Así que lo hice.
Se la chupé con ganas. Me la metía y me la sacaba de la boca disfrutando cada lengüetada que le daba, cada centímetro de pija que entraba en mi boca, era un centímetro de placer para mí y para él. Tenía entre las manos la pija más grande que había visto en mi vida, y seguramente una de las más grandes que había. Y ahí entendí por que amaba tanto que se la chuparan. Como no iba a disfrutar tener a alguien homenajeando su pedazo de verga, debía estar orgulloso de su pija. Tenía que estarlo. Con lo bien que se sentía.
Me levanté y lo senté en el sillón que tengo al lado de la mesa del comedor. Apenas se sentó contra el borde, volví a lo que estaba. Ahora que él estaba cómodo, podía notar cómo le gustaba que se la chupara. Era una pija hermosa la que tenía entre mis labios. Le pasaba la lengua de punta a punta, le chupaba la cabeza, la besaba toda. ¡Qué rica que estaba! Como me gustaba eso. ¡No! ¡Como me gustaba esa pija!
Damián se acomodó un poco, se dio media vuelta y quedó con los pies y las rodillas apoyadas en el suelo y el resto del cuerpo en el sillón, con el culo a pocos centímetros de mi cara. Le entendí perfectamente. Le abrí la cola (completamente depilada) al medio, y le metí mi lengua hasta el fondo. El quería que me lo coja, pero primero había que dilatarle un poquito la colita esa. Le pasé la lengua un par de veces y después me atreví a meterle un dedito. No protestó. De a poquito lo hice entrar, mientras que con la lengua le lamía la parte de atrás de los huevos. Él quietito, no decía nada, pero sabía que lo estaba disfrutando.
Un dedo adentro. Lo metía y lo sacaba para hacerlo pasar bien, mientras le chupaba la parte de atrás de las bolas. Dos dedos. Para agrandarle la colita si quería meterle la pija bien a fondo. Él bajó la pija y como pude, con la otra mano, le hacía una paja. 3 dedos, ya no podía disimularlo. Respiraba con profundidad y movía la cintura para todos los lados al ritmo de los dedos que tenía adentro de la cola. La pija se le movía como loca y tenía que agarrarla con fuerza para que no se escapara de mis brazos.
- Sentate acá.- Me dice casi en un suspiro refiriéndose al sillón.
Nos paramos, y casi sin soltarnos, nos acomodamos. Yo me senté en el sillón y el de espaldas a mí, se sentó en mi panza. Sacaba cola para que yo pudiera verlo y con las manos me hacía una paja a toda velocidad. Después se levantó, se colocó mi pija en la cola y de a poquito fui bajando. Lo ayudé para que entrara sin problemas. Costó un poquito, y él al principio se movía despacito, para que se acomodara bien. Se ve que hacía rato que nadie le rompía la cola.
- ¡Ay como extrañaba esto!- Me dice.
No soy de los que habla mucho durante el sexo, así que no le dije nada. Damián dominaba la situación y se movía a un ritmo. Al principio un poco despacio para mi gusto, pero supo ir aumentando la velocidad y como ir moviéndose para hacerlo más placentero. ¡Era increíble! El gimnasio le había hecho sacar una colita parada y bien durita que se sentía muy bien.
Tiró el torso para atrás, cosa de que su espalda quedara contra mi pecho y levantó las piernas y las puso una a cada lado de mi cuerpo. Era una postura rara, pero supo cómo manejarla. Me obligó a que yo me mueva un poco, pero él también lo hacía, cosa de que entre los dos nos diéramos placer. La pija se le movía para adelante y para atrás, y cada vez que Damián bajaba para que mi verga entrara por completo en su cola, le rebotaba contra el pecho haciendo un ruido como si fuese una cachetada. Estiré la mano derecha, se la agarré y lo empecé a pajear. Él dobló un poco la cabeza y pude ver como se mordía el labio mientras me decía al oído, casi en un susurro, “me estás matando”.
¡Ahhh! Eso me volvió loco. Como pude, me empecé a mover a toda velocidad haciendo que mi pija entrara y saliera como loca de su cola y lo masturbé con todas mis ganas. Él dejó de morderse los labios para empezar a gritar a cada pijaso que le daba contra la cola. “¡Ay sí!” me decía al odio, mientras que como podía me chupaba el cuello y la oreja. Yo mientras tanto le rompía la cola con todas mis ganas. Seguimos un rato hasta que Damián se levanta y me dice:
- Ahora te toca a vos.
Yo sonreí, y así acostado como estaba, levanté la cadera para que mi cola quedara expuesta. Al principio pensé que me la iba a chupar como yo se la chupé a él antes de metérsela, pero no quería esperar. Se acomodó para metérmela directamente, se escupió un poco de saliva en la mano, se mojó la pija y se preparó para abrirme la cola.
- ¿No me la vas a chupar un poquito antes?- Le pregunté algo sorprendido.
- No.- Me dice y se ríe.
Podría haber protestado, pero no estaba con ganas de arruinar el momento. Así que traté de relajarme lo más que pude y cuando noté que Damián me empezaba a abrir al medio no tuve otra opción que dejarlo. Al principio me dolió, lo reconozco. Pero una vez que pasó la cabeza, noté una sensación que no notaba hacía tiempo. Esa sensación de disfrutar cada segundo que pasa, cada centímetro que entra. Me acordé de la vez que por primera vez él me cogió en su departamento. La primera vez que sentí como esa pija enorme y gorda me abría la cola al medio.
Tardó un rato en metérmela toda. Pero una vez que pudo, ya no sentía nada más en el cuerpo que su pija adentro mío. Y qué hermoso que era. Así como Damián se movía bien cuando tenía una pija adentro, también sabía hacerlo cuando él estaba adentro tuyo, y más con esa enorme cosa que tenía. Qué bien que se sentía. La velocidad no es algo que tanto le importe a él. Así que se tomó su tiempo antes de empezar a moverse rápido, pero cuando lo hice no sabía cuánto me iba a poder contener.
Sin que me diera cuenta, me había empezado a masturbar con una mano, mientras que con la otra le agarraba el brazo. Sentía dolor, pero a la vez una satisfacción plena. No quería que terminara. Pero no sabía cuánto más iba a poder aguantar. Damián también estaba en ese momento. Y fue todo muy rápido.
Justo cuando yo me acababa todo el pecho y la panza del placer que sentía en ese momento, Él sacó su verga de mi cola y me acabó el pecho disparando una enorme cantidad de leche que me llenó todo el cuerpo. Esa leche calentita que no tardé en esparcirme por todo el cuerpo. Y así como estaba volvió a meterme la verga por el culo, y otra vez se movía muy lento, como para concluir el clímax.

Cuando terminamos por completo nos fuimos los dos a bañarnos juntos. No tardamos en excitarnos otra vez. Yo le chupé la pija primero, después el a mí, y esta vez yo le abrí la cola todo el tiempo. Llegué justo para acabarle la espalda y después con una buena chupada de pija lo ayudé a acabar, esta vez, en mi boca.
Después nos quedamos hablando un rato en la cama y antes de irnos a dormir un ratio lo hicimos de nuevo. Más de lo mismo. Petes, chupada de culo, y penetración profunda de los dos. Esta última vez el acabó sobre las sabanas mientras yo me lo cogía en 4 y yo después le acabé en la cara lo poco que me quedaba de leche.

-Fue una noche increíble.- Le termino de contar a los chicos.- Todavía no entiendo muy bien lo que pasó. Esta mañana me levanté y él justo se estaba yendo. Nos despedimos muy rápido y me dijo que en una semana volvía y hacíamos una noche como esas otra vez. Y la verdad es que estoy esperando que llegue esa noche.
- ¿Y después te vas a ir con él?- Me pregunta Fede un poco preocupado.
- ¡No chicos!- Les digo riéndome.- Me lo voy a coger todo lo que pueda y después pasará a la historia.

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