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Mi primera vez

Todo empezó en una navidad de hace unos pocos años, en la edad que uno busca explorar su cuerpo y definir su sexualidad. Yo era un chico bastante tímido, que le costaba conectar con las personas por miedo al que dirán, pero una noche de navidad paso lo inesperado.
El comienzo de todo fue con normalidad, invitados y parientes llegando a casa, personas hablando, comiendo y bebiendo para esperar la venida de la navidad. Todo fue transcurriendo de la forma normal, los más jóvenes una vez terminado brindis se fueron a festejar/bailar y los más viejos yendose a dormir producto de la cantidad de alcohol que habían ingerido.
Con la mesa casi vacía quedamos mi tío y yo, un hombre que cada fin de año venía con una pareja distinta, un hombre que tildaban de mujeriego, un hombre que extrañamente quedo solo en la noche mientras todos se iban a divertir o a descansar.
La charla no era muy enriquecedora, ni muy interesante. Hablamos de que quería estudiar cuando termine la escuela o de su equipo de fútbol. Hasta que en un momento pregunto si me gustaban las chicas, pocas veces me habré sorprendido tanto, por dentro pensaba si habré tenido mucha cara de puto. En fin, le dije que no estaba seguro, que nunca había probado la pija, entonces el ni lerdo ni perezoso se acercó y tomando mi mano para ponerla en su verga me dijo, querés probar. No sé si por curiosidad o por el morbo de estar en la mesa donde habíamos cenado con la familia, pero no pude evitar calentarme. Sin que el me lo pida empecé a acariciar su pija por arriba de la ropa, mientras el se relajaba y se dejaba caer en la silla. Estuve así un buen rato hasta que me anime y pregunte si podía sacarla, no dudó. Saco su verga dura, un poco mojada en la punta, lista para ser usada. Comencé a pajearlo con muchas ganas, era la primer verga qué tocaba y me estaba gustando mucho. Era más gruesa que larga y eso, no se porque, hacia que me guste más. Mientras continuaba con la paja con una mano y acariciaba los huevos con la otra, pregunto si no me animaba a chuparla, a lo cual asentí. Primero fueron besos, luego empecé a pasar la lengua por todo lo largo desde la cabeza hasta los huevos, hasta que que me anime a meter la cabeza en mi boca. La sensación fue de placer pura, no por el sabor, sino por el nivel de excitacion que alcance, nunca había estado tan caliente y sin darme cuenta ya me la estaba comiendo toda, sin ayuda de él, en la mesa donde hasta hace unas horas comió toda la familia.
Era un momento de placer extremo para los dos, hasta que nos dimos cuenta de donde estábamos, que en ese lugar podíamos ser descubiertos, así que no quedo otra que cambiar de lugar. Fuimos al baño. Una vez dentro seguí con el pete, pero esta vez el decidió que quería cojerme la boca. Agarró mi cabeza e hizo que me atragante con su poronga, me soltó hasta que empecé a lagrimear y siguió repitiendolo unas cuantas veces más, hasta que decidió que era hora de ir por mi cola. Me bajo los pantalones y bóxer hasta las rodilla e hizo que apoye una rodilla en el bidet para que él pueda comerme el culo. Que sensación más placentera, sentir como la lengua va entrando en el hoyito y se va mojando para dejar que entre algo mejor. Después de un buen rato así, me puso en cuatro e intento meterla sin mucho éxito pues era virgen y estaba cerradito el tema. Tuvo que recurrir a más saliva y a pedirme que me abra las nalgas, hasta que pudo meter aun que sea la punta. No voy a mentir, dolió, pero el placer lo valía. Fue empujando con suavidad para que la pija pueda entrar entera. Con la mitad de la pija adentro mio decidió cambiar de estrategia, empezó a darme cada vez más fuerte. Se podía escuchar el choque de nuestros cuerpos y nuestros gemidos de placer, si esa noche no nos descubrieron creo que no lo van a hacer más.
Siguió dandome en cuatro un rato más, hasta que se canso y decidió acostarse en el piso para que yo me sentará en su verga. Como la putita en la que me convertí, hice caso y yo sólita apunte su verga a mi culo para que me cojera. Salte como una desquiciada, sentir toda su verga gorda entrando en mi me excitaba más y más, no podía parar. Tuve que pajearme a mi mismo de lo caliente que estaba. Esto continuó hasta que en un momento me agarra de la cintura y empieza a darme con todo y yo empiezo a pajearme más y más, hasta que siento que su verga se hincha y empieza a llenarme toda la cola, lo que me hizo acabarme toda la cara y ropa. Cuando me levante podía ver como me chorreaba su lechita y mi cara empapada de mi leche. Me hizo limpiarle la verga con la boca y salió del baño. Yo procedí a sacarme la ropa y limpiarme todo.
Desde ese día, es una tradición navideña para nosotros. Es obligación que me coja.

Y solo para aclarar, fue concentido.

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