
Una paja al día
Sara ayuda a José a combatir la nostalgia y su calentamiento global con diferentes tipos de pajas.
Celeste se acababa de ir, la acompañamos al coche y esperamos que José se despidiera de ella con besos y arrumacos, cuando se separó del coche, lanzamos nuestros besos a Celeste que partía saludando con la mano por el retrovisor.
Nos quedaban cuatro días más de vacaciones, José los pasaría con nosotros y luego vendría con nosotros a Madrid donde tenía una reunión de negocios. A Celeste se le habían acabado las vacaciones que habían sido deliciosas. Teníamos alquilado un bungalow en El Portús, un camping nudista con una piscina y una playa preciosas. Sobre todo disfrutamos la compañía y la perpetua desnudez.
Pasamos el resto del día los tres juntos. Tras cenar sacamos algún licor. José y Sara tomaban vino, yo whisky con cola, José se sentó en una butaca y nosotros en el único sofá que había. Estuvimos hablando animadamente, a veces Sara me besaba, era una práctica común entre nosotros, me refiero a que no nos importase la presencia, en este caso, de José, José y Celeste habrían hecho lo mismo. El único límite era el coito y ni siquiera eso, porque sí que metíamos a veces el pene delante de los otros, pero debajo del agua, entonces el único límite era el orgasmo. Sara me puso la mano encima del pene, lógicamente estábamos desnudos y yo se la retiré por la presencia de José cuando el pene empezó a crecer. Sara insistió.
—Sara, que está José.
—Por mi no os preocupéis.
—Si la dejo me hace una paja.
—Como si queréis follar, por mí encantado, nunca he visto follar a nadie. —Sara seguía con cara divertida sobándome el pene y como había conseguido la erección comenzaba a pajearlo como vaticiné. Como me estaba calentando le pasé la mano por las tetas y Sara soltó un pequeño resoplido. Nos empezamos a besar y poco a poco empezamos a tumbarnos abrazándonos. Le pasé la mano por la vulva y Sara volvió a suspirar.
—¿Nos estamos pasando?
—Haced lo que queráis yo estoy indeciso entre hacerme una paja aquí o irme a la habitación a hacérmela, ja, ja.
—Háztela aquí tranquilamente. Miré y José estaba empalmado. —Ja, ja, ja. Mira Sara ¿habías visto alguna vez empalmado a José? —Sara miró y aceleró los movimientos de paja. José se empezó a masturbar. A Sara le debió excitar ver esa visión porque se subió encima de mi y se acopló mi pene en su vagina y empezó a subir y bajar mirando como José se hacía la paja. Yo miraba a ratos a José a ratos a Sara, metí mi mano entre ella y yo y empecé a masturbar su clítoris hasta que empezó a contraerse y me provocó correrme en su vagina acompañandola. José seguía masturbándose.
Sara se tumbó encima de mi y me habló muy bajito al oído.
—¿Quieres que le haga yo la paja? —Me preguntó : Quieres… dijo, no dijo: Me gustaría o algo similar.
—Vale, pero yo quiero verlo.
—Vale.
—José para, voy a continuar yo con tu paja. —Se levantó. José paró.
—No, por favor no quiero molestaros, además ¿qué le cuento a Celeste?
—No solo no será molestia sino que me apetece. A Celeste le cuentas la verdad ¿que hay de malo en que en vez de tu mano sea mi mano? Mira, es una mano normal. Mejor no me toques tú y así será menos infidelidad. —Mientras Sara había llegado y ya arrodillada entre sus piernas y naturalmente desnuda abarcaba con su mano el pene erecto de José, recalco lo de desnuda porque así es como la veía yo, desnuda haciéndole una paja a él desnudo.
—No se qué decir.
—Pues disfruta. —dije yo para que supiese que Sara contaba con mi aprobación. Sara empezó poco a poco y según veía la excitación de José aumentaba el ritmo. Yo miraba. Nunca había visto a Sara masturbar a nadie. Es más nunca había visto a nadie masturbar a otro salvo en la tele o el ordenador. El pene de José empezaba a brillar por los líquidos preseminales hasta que los líquidos se convirtieron en bocanadas de seminales que fueron a parar mayormente a la mano de Sara aunque alguna gota saltó a su mejilla. A la primera bocanada Sara soltó una manifestación de excitación o de satisfacción. La mano la restregó en el muslo de José limpiándola y luego recogió el semen que había en el pene, lo limpió con la mano y volvió a dejarlo en el muslo.
—¿Te ha gustado? ¿No es mejor con ayuda ajena?
—No hace falta que conteste... como de la noche al día. —Dije José con cara de satisfacción.
—Dúchate o estarás todo pringoso. Mañana si a Jaime no le importa te lo hago de otra forma más gustosa—Tanto José como yo miramos a Sara pero no dijimos nada. José se fue a duchar. Sara se reunió conmigo— ¿Te ha gustado?
—Mira. —Le señalé mi pene que volvía a estar erecto. —Vas a tener que volver a alojarlo en tu coñito o si estás caliente hacemos un sesentaynueve.
—Sesentaynueve. Ja ja. Me reí también y nos colocamos hasta mutuo orgasmo y nos fuimos a dormir. Dormimos muy abrazados.
Al día siguiente todos nos comportamos como si no hubiese pasado nada. Salvo que le pregunté.
—¿Has hablado con Celeste? ¿Le has contado algo?
—No tenemos secretos, se lo he contado.
—¿Y qué ha dicho?
—Creo que en broma me ha dicho que le hubiese gustado ver a Sara haciéndome la paja.
La noche de inicio se pareció a la anterior aunque no de pensamientos. Nos preguntábamos, supongo que José también, si Sara cumpliría con su nuevo método.
Empezó como el día anterior, manoseando mi pene con una diferencia se agachó para chupármelo.
—Hoy es diferente, utilizaré la boca con vuestro permiso. —Se levantó y dejándome con el pene en ristre apartó la mesa que como luego se vio entorpecía sus planes. Al volver hizo algo también diferente. Se sentó en mi pene introduciéndole en su vagina— José, acércate ¿quieres? —Y agachándose se empezó a comer el rabo de José. —Una pequeña fantasía, por si acaso para que no sea infidelidad no me acaricies, al fin y al cabo que más da tu mano que la mía y la mía que mi boca —discurso que hizo con el pene en la mano, como si fuese un karaoke, y volvió a atacarlo primero con lenguetazos. llevándose la mejor parte el frenillo y luego se lo metió en la boca. En un difícil ejercicio bombeaba mi pene mientras aprovechaba el movimiento para masturbar el pene de José que sujetaba con la mano que también movía pajeando.— ¿Te gusta? —Y miraba a José a la cara.
—Siiiii. —Yo, pensando que le vendría bien, dirigí una mano al clítoris y otra a las tetas y la acariciaba ya que José para no ser infiel no podía, al parecer, acariciarla. Esta vez el primero en orgasmar fue José. Sara se separó y la corrida fue a la cara, no le gusta demasiado tragarse la corrida, se limpió la cara con varias servilletas de papel, luego terminó de limpiarle el pene con la mano y se volvió a limpiar la mano en el cuerpo de él, concretamente en su culo.
—José, nosotros no hemos terminado, vete a duchar si quieres y nosotros terminamos o quédate y mira, como tú prefieras. —José discreto prefirió irse, nosotros seguimos bombeando hasta final feliz.
Quedaba un tercer y último día con noche. No sabíamos que pasaría.
—¿Celeste sigue sin enfadarse?
—Me dijo que se había hecho una paja y que cuando nos viésemos todos tendría unas palabras con Sara, pero creo que hablaba en broma. Volvió a decir que le habría gustado estar presente. Y dijo que le tocaría hacerse la paja con la boca pero que no llegaba,
Cuando llegó la noche, serví las bebidas y estuvimos relajados bebiendo y hablando con los pensamientos de cada uno, los que fueran. Cuando estábamos más alegres tomo la palabra Sara.
—Hoy es sorpresa, si alguien no está contento con la sorpresa se para y ya vemos. De momento José no me puede tocar, ya sabéis, así que empezaremos con un poco de magreo Jaime y yo, si confiais en mí, mientras, José, si quieres, te tocas un poco, lo justo para conseguir la erección. —Sara me empujó hasta tumbarme y acercó la boca a mi boca y el cuerpo a mi cuerpo, instintivamente me puse a acariciarle el cuerpo mientras nos besábamos, entre las caricias le metí los dedos centrales en la vagina y llegando al punto G la masturbé hasta que tuvo un fuerte orgasmo— ¡Que gusto! Con este gusto no contaba. pero mejor. Ahora, Jaime cambia con José y siéntate en el sillón y mira, José túmbate y yo me voy a meter tu pene en la vagina y la paja te la voy a hacer con la vagina, puedes, si a Jaime no le importa correrte dentro. Si sigues sin tocarme seguirá siendo una paja pero, esta vez, con la vagina. ¿A alguien le parece mal?… Luego resolvemos Jame y yo —Respondimos obedeciendo a lo de las posiciones, el que calla otorga. Una vez tumbado José, Sara se arrodillo con las piernas separadas alrededor del cuerpo de él y lentamente sujetándolo con la mano se fue introduciendo su pene que costó poco entrar. El mio estaba totalmente erecto viendo como se calzaba un pene ajeno pero ya no tan ajeno.
Una vez dentro tanto José como Sara profirieron jadeos de placer. Una vez llegado al fondo, mirando alternativamente a la cara de José y a la coyuntura pene-vagina comenzó a subir y bajar, incluso a hacer círculos. Con la voz un poco temblona me dijo.
—No lo sé pero a lo mejor también me corro ¿te importa? —Por toda respuesta le dije:
—¡Preciosa!
Según le cabalgaba los jadeos fueron a más, llegado un momento José lanzó un grito mientras sus caderas se levantaban intentando incrementar el contacto de sus genitales por no decir de su polla contra el coño de Sara. Sara tampoco aguantó y como predijo se corrió con grandes gritos y movimientos de cadera. Algo de sustancia empezó a resbalar por la base del pene. Al poco Sara se apeó y viniendo hacia mí me pidió un abrazo que le di con mucho gusto. El abrazo fue muy apretado y en voz baja me dijo:
—Ha sido una buena corrida ¿Te importa?. —Con una mano en su culo que apretaba contra mí le dije:
—Me encanta que te corras.
José como acostumbrábamos se levantó para ir a la ducha.
—Esta vez si que no sé como decírselo a Celeste.
—Pues tranquilamente, al fin y al cabo ha sido otro tipo más de paja aunque no sé si cuela bien lo de que yo me haya corrido que por otra parte es más culpa mía que tuya, tú no sabías que iba a pasar, ni siquiera lo sabía yo al proponerlo. A lo mejor todo se reduce a que te dice que ella también quiere catar a Jaime, lo que me parecería normal. —José se fue cavilando a la ducha. Antes de entrar dijo.
—Por supuesto, me ha gustado mucho... no solo hoy… —Y se metió en la ducha.
—Estoy un poco cansada.
—No te preocupes, nos vamos a la cama y yo me hago una paja.
—No, la paja te la hago yo. Hoy hemos invertido los términos. Por una vez el orden de los factores altera un poco el producto.
1 comentarios - Paja