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La misionera infiel parte 1

Nota: Esto no me sucedió a mí, sino a una amiga. Me lo contó después de tomar un par de copas. Está casada y tiene un gran secreto. También es testigo de Jehová. Es misionera y visitó mi congregación hace poco. Somos grandes amigas también me llevó con su esposo.
La misionera infiel parte 1


Mi amiga se llama Laura. Se casó muy joven con Raúl, su esposo. Ambos eran precursores cuando se conocieron, y Raúl es anciano de congregación. Su meta era servir en algún lugar de necesidad, sin importar donde sea. Ellos tenían el deseo de ir a otros países como misioneros por lo cual oraron mucho por ello.

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Laura es como yo, una mujer a la que le gusta explorar su cuerpo y su sexualidad, pero al parecer su marido no tenía esa necesidad, así que la única forma en que podía aliviarse en ese momento era mediante la masturbación.

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 Ella estaba muy preocupada por ese asunto, así que habló con su marido. Al ver la preocupación de su esposa, él le prometió que cuando llegaran a su nuevo destino las cosas cambiarían en ese sentido, y en confianza ella le contó algunas de sus fantasías y él también le contó las suyas. Laura tenía curiosidad por el sexo oral. Creo que después de ver tanta pornografía y darse cuenta de que es prácticamente parte del juego previo en cualquier video, quería probarlo. A él no le gustaba mucho la idea porque le resultaba desagradable, pero dijo que lo haría si ella estaba dispuesta a practicar sexo anal. Mi amiga se sorprendió, pero la verdad es que ama mucho a su marido a pesar de todo, así que quería cumplir su fantasía.

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 Pero Aunque supuestamente eran fuertes espiritualmente, mi amiga me contó que debido a diversas circunstancias se distanciaron, especialmente porque tuvieron que hacer un gran esfuerzo económico para ahorrar y mudarse a otro país; su relación se rompió un poco. Eran prácticamente recién casados ​​cuando recibieron la noticia de que viajarían a otro país. Mi amiga me contó que, entre tantas cosas como planear la boda y los gastos de la misma .Y comprar cosas para la casa, además de las demás responsabilidades de cada uno, no pasaban mucho tiempo juntos, hasta el punto de que, incluso estando casados, solo habían tenido relaciones sexuales un par de veces antes del viaje.

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Poco después de esa conversación, sin darse cuenta, tuvieron que viajar.  Ellos son europeos y fueron enviados a servir en un lugar con una gran población afrodescendiente o gente negra. Fue una experiencia maravillosa para ellos como pareja. La gente de ese país los recibió con los brazos abiertos. Fueron los primeros misioneros en llegar a esa zona, y estuvieron muy contentos y deseosos de ir a ayudar a sus hermanos y hermanas de allí.

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Aunque actuaban por amor a Jehová y a los hermanos, la congregación tenía muchos problemas, sobre todo para ayudar a los nuevos miembros a progresar. Era un grupo pequeño, formado principalmente por tres familias muy numerosas. Tenían que proporcionar estudio bíblico a prácticamente todos los integrantes. Durante ese tiempo, al empezar a conocer a los hermanos de la zona, se enteraron de varios problemas locales.
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Para esta parte, voy a ponerme en el lugar de Laura. Lo hago porque quiero entender lo que vivió. Ella es una mujer muy atractiva, y lo sabía. Cuando viajó a otro país, sufrió acoso por parte de los hombres, lo cual es comprensible, ya que la veían como un trofeo. Pero no me malinterpreten, a Laura le gustaba la atención. Creo que, como prácticamente todas las mujeres. Pero no hacia nada ya que nadie le llamaba la atención por ser un pueblo pequeño.
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Ya casi habíamos superado el período de adaptación, ya nos sentíamos cómodos en este nuevo lugar. Así que los lugareños empezaron a contarnos más sobre sus problemas y las dificultades a las que se enfrentaban. Son un grupo muy unido y estaban acostumbrados a ayudarse mutuamente en todo. Por aquel entonces, un anciano empezó a tener problemas de salud, así que las mujeres y yo nos dividimos la tarea de cuidarlo a ciertas horas del día y ayudarle con las tareas domésticas. Para mí no suponía ningún problema,  y el hermano Santiago me caía especialmente bien. Siempre que lo veía, lo primero que hacía era sonreírme y llenarme de halagos y cumplidos. A menudo comentaba lo guapa que era, y como mujer, me encantaba.

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Había estado cumpliendo con el arreglo según mi horario. Iba los lunes y viernes, los únicos días que me asignaron. Pero tuve que ayudarlo los fines de semana también, ya que un familiar suyo tenía que ir a trabajar a la ciudad. Sin embargo, estaba contenta, porque me llevaba muy bien con Santiago. Santi, como le decía cariñosamente, era un gran hombre, muy educado y culto. Además, era muy agradable conversar con él, pues sabía de todo tipo de cosas. Me sentía muy feliz haciendo esta tarea, aunque notaba que Santi se sentía incómodo conmigo ya que debido a su enfermedad necesitaba cada vez más ayuda, algo que prefería que no supiéramos y lo ocultaba.

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Al final, como me había convertido en su mejor amiga, me pidió que fuera la única que lo cuidara. Antes de aceptar, consulté con mi esposo. Él estuvo de acuerdo, pero me advirtió que tuviera cuidado con algo. Mi esposo me contó que Santi tiene un sobrino que solía cuidarlo los fines de semana, pero su trabajo se complicó y ahora tiene que trabajar prácticamente todos los días. Me dio curiosidad saber más sobre su sobrino, ya que Santi nunca lo mencionaba. Así que le pregunté a mi esposo si tenía más información sobre él, y me dijo que había sido expulsado de la congregación. Después de eso, pensé: "Eso explica por qué Santi nunca lo mencionaba". Mi esposo me dijo que su sobrino se llama Carlos y que trabajaba en ingeniería de telecomunicaciones, así que su trabajo era muy exigente. No sé si tienen idea de lo que sucede cuando alguien es expulsado de la congregación ahora sacado de la congregación. Básicamente, es una corrección que se le da a la persona para que se arrepienta de su pecado y vuelva a la organización con la conciencia limpia, obviamente después de arrepentirse y dejar de cometer el mismo error. Ahora existe un arreglo donde las personas que han cometido un error reciben mucha más ayuda. Antes, ni siquiera podíamos hablar con ellas, pero ahora las saludamos y las animamos a acercarse de nuevo a Dios mediante el estudio de la Biblia y la asistencia a reuniones. Así que es normal hablar con estas personas de vez en cuando. Yo conocía esto, pero nunca me había topado con Carlos hasta ese día. Por eso me preparé un poco por si acaso teníamos una conversación mientras cuidaba de Santi. Mientras pensaba en mi estudio personal, "Cómo conversar naturalmente con Carlos, el sobrino de Santi", pensé que tal vez había llevado la relación demasiado lejos con Santi. Éramos amigos, pero quizá demasiado cercanos. Mientras esa idea me rondaba la cabeza, volví a la realidad. Primero, porque estaba casada, y segundo, porque aunque era un buen partido Santi y tenia lo suyo, él era demasiado mayor para mí. Además que nunca habíamos hablado de eso talvez solo imagino cosas. Al día siguiente, tenía que ir a ver a Santi. Santi, como siempre, tenía su sonrisa habitual, pero parecía un poco nervioso lo vi en su mirada. Le pregunté directamente: "¿Pasa algo?". Dijo que no. Cuando estaba en su casa ayudándolo a arreglar todo se alejo intencionalmente de mi, después de un rato. escuche que se cayó algo. Se manchó la ropa con pegamento, así que decidí ayudarlo. No quería que me acercara demasiado. Le pregunté varias veces por qué. Al parecer, no podía bañarse. Por eso olía mal y le daba vergüenza que me acercara. Por mi parte, lo tranquilicé y le dije que no pasaba nada. De hecho, me ofrecí a ayudarlo a bañarse. Se sorprendió, pero para mí era normal, ya que lo había hecho en la residencia de ancianos donde trabajaba. Una vez que Santi estuvo en la bañera, me sorprendió mucho lo que vi.

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Mi sorpresa fue enorme, pues no tenía ni idea de que Santi, el amable anciano, tuviera un pene de ese tamaño. Santi no se percató de mi reacción, así que seguí como si nada hubiera pasado. Continué con mi trabajo, que en ese momento consistía en ayudarme a bañarlo, pero entonces me di cuenta de que no solo le había caído pintura encima, sino que él también se había caído y se golpeo los brazos. Le recriminé que no me hubiera avisado y, para distraer mi mente para pensar en otra cosa, empecé a hacerme preguntas. ¿Qué es lo que más te gusta? Se rió y dijo: "¿Por qué me preguntas eso?". No supe qué responder y le dije que contestara rápido mientras le ayudaba a lavarse. Me miró y dijo: "La verdad es que me gusta mucho cuando me bañas". Me reí y dije: "Entonces debería haberte preguntado y lo habrías hecho". Ambos nos reímos, pero luego hubo un largo silencio. Fue muy incómodo porque me di cuenta de dónde venía el mal olor. Sí, venía de su pene. Mientras nos mirábamos, noté que tenía una erección. Se disculpó profusamente y me pidió que lo perdonara. Me reí, sonreí cortésmente y dije que estaba acostumbrada, lo cual era mentira. Normalmente, en la residencia, solo los hombres bañaban a los hombres, y muchas veces estaban medicados, así que esto no ocurría. Me miró con picardía y dijo: "Es que me da mucha vergüenza estar desnudo delante de ti". Le pregunté: "¿Qué puedo hacer para que sea menos incómodo?". Él simplemente se calló y permaneció en silencio. Varias cosas me pasaron por la cabeza de un momento a otro hasta que lo olvidé todo: mi matrimonio, lo que tenía que hacer en casa, lo mal que estaban las cosas, lo que pensaba mientras la lavaba y le echaba agua.Así que, a propósito, me salpiqué agua en el vestido y dije en voz alta: "Soy una tonta y no quiero mojarme más". Luego le pregunté a Santi si podía ponerme un poco más comoda. Asintió; no se esperaba lo que iba a hacer. Empecé a desvestirme. 
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Se quedó atónito y me preguntó: "¿Qué estás haciendo?". Simplemente le dije que no quería mojarme más el vestido. Si lo hacía, podría enfermarme, ¿y cómo iba a volver a casa? Me miró sorprendido y dijo: "Vale, pero rápido". Sentí que me moría de vergüenza porque no dejaba de mirarme. Decidí tomar la iniciativa y le dije que tenía que lavar su pene, ya que le dolían los brazos. Se sorprendió mucho, pero no me detuvo. Una vez que empecé, no ya no habia vuelta atra no pude parar. Sabía lo que estaba haciendo. Le estaba haciendo una paja a un hombre mayor que era amigo mío y de mi marido, pero no paré.

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La situación se descontroló mucho y perdí la cabeza. Ni siquiera era consciente de lo que pasaba. Seguí acariciando ese enorme pene negro como si ese fuera mi trabajo. Después de enjabonarlo, le eché agua mientras lo miraba a la cara. Él seguía sin poder creer lo que estaba pasando. Estaba dispuesta a hacer cualquier cosa. Lo único que podía pensar era: "¿A qué sabrá ese pene?". Pero antes de que pudiera decir algo, dijo: "Mira, Laura, gracias por tu ayuda, pero si esto sigue así, no podré quedarme contento solo con un baño". Y se rió. No quiero morir haciendo algo malo. Después de esas palabras, lo pensé mejor y me vestí de nuevo. Todo lo que hice después de ese momento de lujuria me vino a la mente de golpe, y no podía creer lo que había hecho. Al final, no pasó nada. Pero no podía imaginar las consecuencias que tendría ese día. Pensé en las palabras de Santi, sobre no querer morir haciendo algo malo,. Así que le pregunté a mi marido sobre la situación de su enfermedad. Cuando llegué a casa, el fue sincero y me dijo que tenía una enfermedad terminal, así que no le quedaba mucho tiempo. Mientras pensaba en eso, me sentí fatal por lo sucedido. Lo peor era que realmente quería terminar lo que había empezado. Así que esa noche, cuando mi marido se durmió, me toqué pensando en el pene de Santi.


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La misionera infiel parte 1

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Quiero que me digan qué habrías hecho. Laura se sentía muy mal. Temía que Santi le contara a su marido lo sucedido y, por otro lado, no podía dejar de pensar por que no se detuvo. Estaba en un aprieto y al día siguiente tenía que volver a casa de Santi. Era sábado por la mañana y Santi la saludó como siempre con la misma sonrisa y los mismos halagos de siempre. Se tranquilizó y no dijo nada cuando, de repente, oyó una voz grave a sus espaldas que decía: «Buenos días». No entendía la situación porque estaba muy preocupada. Cuando tuvo tiempo de pensarlo, preguntó si era Carlos. Él respondió que sí. Ella lo saludó muy cortésmente y le dijo que era un placer conocerlo. Carlos respondió de la misma manera, solo que prácticamente la obligó a saludarlo con un beso en la mejilla. Laura se sorprendió mucho por la audacia del hombre, pero no dijo nada porque seguía nerviosa.


Hasta ahora, solo he terminado la primera parte. La próxima vez intentaré alargarla y contar la mejor parte. Lo siento, pero para subir esta historia tuve que discutir incluso con mi madre y mi hermana. Tengo muy poco tiempo, así que espero que aprecien mi esfuerzo.

8 comentarios - La misionera infiel parte 1

Comotas12 +1
Por que discutiste con tu madre y hermana?
Uff que relato tengo la verga parada
Comotas12 +1
@dayaputitabi espero que si, y también me encantaría poder ver más de ti
dayaputitabi +1
todo a su tiempo espero entrar mas en confianza y lo hare
Comotas12 +1
@dayaputitabi claro yo seré paciente es algo que nos enseñan jeje la gran paciencia
efprole +1
buena historia, llena de muco morbo, espero la segunda parte
javierfenix82 +1
Buena historia con Lauren Luvsit. Tremenda rubia.
Asa199
Y para tomar terapia contigo? Se puede? Cuánto cobras?
AldinGomez
ya sabia yo q iba a haber adulterio or parte de ella y mss siendo el negro por cierto y que onda con tus fotos desnudas digo wasssup