Una clienta especial en la zapateria

Una clienta especial en la zapateria
Lectura NO obligatoria

En cuanto Satin entró acompañada de su novio y se despojó del abrigo, el dependiente se quedó de piedra. Aquel bollito era realmente espectacular y mientras le probaba unos zapatos de tacón, no pudo evitar fijarse y maravillarse con aquellos preciosos y delicados pinreles. Satin se sintió halagada e intrigada y, con la conformidad curiosa de su novio, quiso saber más. Él los instruyó en el arte de preparar bien unos piececitos, de darles cremita, dejarlos limpitos y listos para empezar a jugar, a imaginar mil y un placeres. Tras la pequeña instrucción del dependiente Satin y su novio se dejaron llevar por la lujuria fetichista y acabaron realmente encantados.
Morocha



latina

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