La Madrina

Una de las costumbres que se repetía año tras año, entre los que nos íbamos del pueblo hacia la capital para cursar nuestros estudios, era la de protegernos, guiarnos y ayudarnos entre nosotros. Los más antiguos iban, por decirlo de algún modo, apadrinando a los más nuevitos.
Y obviamente yo tuve mi madrina.
Decidida a estudiar Derecho, carrera que después abandoné, llegué a la ciudad con 18 añitos recién cumplidos y con más miedos que otra cosa.
Como recién llegada no conocía nada ni a nadie por lo cual me dedicaba exclusivamente a estudiar por lo que el comienzo de la carrera fue bastante auspicioso, pero en determinado momento, como a todos nos pasa, me agarró una materia bastante difícil y me trabé. Me rompía la cabeza todo el tiempo, pero había conceptos que no entraban casi de ninguna manera. Sinceramente estaba desesperada, además debo reconocer, que también coincidió que en esa época tenía un “toco y me voy” con un compañero de cursada lo que indefectiblemente hacía que yo dividiera mi tiempo entre el estudio y Ramiro, así se llamaba él.
La verdad es que a esa materia no le encontraba la vuelta por ningún lado, por momentos me parecía estar estudiando chino avanzado. Estaba desorientada totalmente.
Pero un buen día, hablando con una compañera me pasó el dato sobre una chica oriunda de mi pueblo que de vez en cuando ayudaba a varias chicas a aprobar esa materia, que según decían, la sabía de taquito. Les aseguro que se me iluminó la cara cuando supe eso, no lo podía creer, solo tenía que contactarla y ella me ayudaría, sería mi madrina porque así era la costumbre. Lo que también me advirtieron fue que esa chica, Viviana se llamaba, solo ayudaba a chicas porque era lesbiana, o por lo menos eso se rumoreaba. Sinceramente no presté atención a eso, yo solo quería aprobar mi materia.
Moví cielo y tierra hasta que di con ella, le conté todo lo que me estaba costando la materia.
Me dijo que no me hiciera problema, que le diera una semana, ella estaba por dar un final y después se iba a ocupar de mi y que iba a aprobar tranquilamente, que no me preocupara, que la cosa no era tan difícil.
La cuestión es que haber encontrado a Viviana me tranquilizó bastante, pero esa tranquilidad por otro lado, el de Ramiro, se me complicó.
Lo que había empezado y se mantenía como una relación casual, empezaba a transformarse lenta y progresivamente en algo más exigente por parte de él.
Así que esa semana que debía esperar hasta encontrarme con Viviana, se transformó en un calvario.
Ramiro llegó a ponerme los nervios de punta. Empezó a exigirme una exclusividad en la relación que yo no estaba dispuesta ni quería darle a nadie. Mi cabeza giraba solamente en torno a esa maldita materia.
Finalmente llegó el día en que debía ir a lo de Viviana.
Obviamente que traté de sacar de mi cabeza a Ramiro, pero fue bastante complicado.
Traté de poner toda mi concentración en el estudio, pero a medida que pasaban los días mi cabeza volvía y volvía sobre él.
El viernes, luego de cinco días de estudio, ya estaba medio agotada. El ritmo que le imprimía Viviana a la cosa era tremendo.
Creo que ella notó mi falta de concentración.
Me preguntó varias veces si me pasaba algo. Yo negué varias veces, no quería distraerme y principalmente no quería que ella perdiera su tiempo.
Igualmente Ramiro, seguía dándome vueltas por la cabeza.
Debe haber sido muy evidente mi estado de ánimo, porque en un momento Viviana paró en seco la charla y enojada me dijo:
-Dónde estás Fionna? Podrías darme un poco de bola?
Eso bastó para que me largara a llorar.
Creo que la situación entre Ramiro y la materia hizo eclosión en mí.
Viviana, pobre, se vio sorprendida. No sabía que hacer.
Trató de calmarme.
Yo entre sollozos y con voz entrecortada le fui contando todo lo que me pasaba. No se si esperaba todo mi melodrama, pero fue muy buena y de a poco me fue tranquilizando.
Me pidió que me calmara, dejó de lado las carpetas y los libros y me trajo un vaso de agua.
Viviana era, desde que había llegado a la ciudad, mi primer hombro en donde llorar.
Me invitó a cerrar los libros, ya eran las ocho de la noche.
-Hoy es viernes, si no tenés nada pensado, querés quedarte a comer?
Acepté de inmediato, no quería volver a mi casa a estar sola o a pelearme con Ramiro.
Viviana pidió una pizza y nos sentamos a charlar un rato en el sofá.
Una cosa trajo la otra y la charla se fue extendiendo bastante.
Le hablé de Ramiro, de mi familia, de mi llegada a la ciudad y hasta le conté de Ramón.
Viviana había abierto una botella de vino, lo que me había vuelto más verborrágica que de costumbre.
Cerca de la medianoche y con un par de copas de más largué la pregunta del millón.
-es verdad que sos lesbiana?- juro que me arrepentí con la última sílaba, pero ya era tarde.
Viviana, para mi sorpresa, no se enojó ni nada parecido. Al contrario se sonrió.
Me miró, pícara, y cantó re truco.
-por qué? Estás interesada?
Ahí me trabé yo.
-mmmmmno, mmmno, para nada, pero viste los rumores, ¿no?, se dice eso- reculaba yo.
-Si soy lesbiana, no tiene nada de malo, las chicas son más lindas, más buenas y más suaves que los chicos.
Yo quería cambiar de tema, de puro boluda me había metido en esta charla.
-Y vos sos muy linda, sabías? Además no entiendo como te podés hacer la cabeza con el boludo ese de Ramiro.
Yo estaba incómoda, debo reconocerlo. Pero también debo reconocer que Viviana mantenía distancia y no me atacaba, lo que mal que mal me tranquilizaba.
Paso a describir a Vivi, para que sepan como era.
Medía como mucho 1,60 mts. Y estoy siendo generosa. Tenía pelo corto lacio. No era de las más agraciadas, tenía unas tetas inmensas y de abajo era anchita, por decirlo de algún modo. Era linda de cara, tenía rasgos finos, unos ojos azules muy expresivos y una boca hermosa, como dibujada.
Traté de desviar la charla, pero ella no quería, volvió a llenar mi copa de vino y brindó por nosotras y mi materia.
El vino me fue aflojando y ella de a poco me fue llevando por donde quiso.
Cuando me quise acordar, Viviana me estaba besando.
Su beso fue muy suave, su lengua llenó mi boca con una dulzura única. Apoyaba su mano derecha en mi cara y me acariciaba mientras me besaba.
Yo cerré los ojos y me dejé besar, jamás me habían besado así.
Tiré la cabeza para atrás y sentí como Vivi, empezaba a besar mi cuello. Su lengua llegaba hasta mis orejas. La sensación era muy placentera, por momento me olvidaba que estaba con una mujer.
Viviana lentamente me fue llevando hasta el punto del éxtasis total.
Creo que ella se dio cuenta de lo que estaba haciendo conmigo.
Despacio se incorporó y me sacó las sandalias, comenzó a masajear mis pies, yo seguía en las nubes.
De manera suave empezó a besarme los pies, tranquila, lentamente. Pasaba su lengua sobre mis dedos, se metió mi dedo gordo en la boca y lo chupaba. Nunca me habían hecho eso así que no sabía lo bien que se sentía.
Vivi, siguió con mis piernas, su lengua viajaba con facilidad.
Me sacó la falda y la bombacha.
Mi concha que ya estaba empapada quedó a su merced. Así que con la suavidad con la que venía actuando hasta ahora, se acercó y comenzó a comérmela muy despacio. Su lengua jugaba en mi clítoris y cada tanto mordía suavemente mis labios vaginales. Agarre su cabeza y la acerqué más hasta mi concha, no quería que terminara nunca. De pronto una ola de placer se apoderó de mi y empecé a gemir fuerte mientras me iba con el primer orgasmo. Mi momento de calma y relajo fue aprovechado por ella para sacarme la remera y el corpiño. Quedé desnuda completamente.
Viviana aprovechó para desnudarse también. Se sacó la remera y el corpiño y quedaron expuestas dos tremendas tetas con dos pezones grandes y marrones, no se como hacía para soportar el peso de terribles melones.
Cuando se desprendió de la parte de de abajo de su ropa dejó ver su entrepierna con una mata de pelo abundante y negro, muy distinta a mi, que apenas tenía pelos en la parte que cubre la bombacha y nada más.
Repuesta de mi primer orgasmo y desnuda como estaba, vi como Viviana se ponía encima mío, sentí el peso ahogante de sus tetas sobre mis tetas. Otra vez me atacó la boca y me besaba aunque ahora más apasionadamente. Su mata de pelos me cosquilleaba en mi concha, lo cual hizo que me caliente de nuevo.
M metió dos dedos en la boca y me los hizo chupar, cuando estuvieron bien mojados los llevó hasta mi concha y los metió suavemente, luego los sacó y les pasó la lengua llevándose así mi sabor a su boca. Esa imagen me calentó aún más.
Si bien mi papel era pasivo estaba gozando cada cosa que me hacía Viviana.
Ella empezó de nuevo a hacerme un cunilingus y se fue dando vuelta hasta dejar su concha casi en mi cara. Debo confesar que me paralicé. Era la primera vez que me pasaba algo así y si bien estaba disfrutándolo, me sentía un poco confundida.
Ella no paraba de chuparme hasta que se dio vuelta y me dijo.
-No te quedes ahí, si no me vas a chupar, pajeame…
Automáticamente llevé mis dedos a su concha y los introduje lentamente, ella estaba muy mojada.
Empezaba a disfrutar ella y aún así no paraba de darme placer.
Tímidamente acerqué mi cara a su concha y empecé a pasar la lengua por sus labios, me incomodaba tanto pelo, pero me las arreglé. Seguí por su clítoris y sentía el calor de sus jugos en mi boca.
Enroscadas en ese 69 infernal acabamos las dos casi a la par, ella gritaba como loca.
Jamás hubiera pensado que podía llegar a gozar así con una mujer.
A los cinco minutos ella quería más y volvía a la carga sobre mis tetas, empezó a lamerlas despacio y a morderme suavemente los pezones. Sus dedos otra vez dentro de mi concha. Paró en seco. Se puso de pie.
-Eserame, ya vengo- dijo.
Pensé que le habían agarrado ganas de ir al baño, pero no, al minuto volvió.
Tenía puesto uno de esos cinturones con conchero del que colgaba un consolador negro de muy buenas dimensiones.
-Nena, ahora vas a ver que lindo es que te coja una mujer- y mientras hablaba se tocaba el aparato como un hombre cuando se pajea.
Me hizo poner en cuatro, le pasó lubricante al vibrador y acomodó la cabeza en mi concha. Entró muy lentamente. La cabeza, un poquito y otro poquito hasta que lo perdió todo dentro mío.
Era inmenso, pero me gustaba. Empezó a moverse lentamente, yo me arqueaba de placer. Lo tenía todo adentro y lo disfrutaba. Ella subió el ritmo y me empezó a coger fuerte, parecía un tipo moviéndose. Me tuvo diez minutos hasta que me fui en un terrible orgasmo, me temblaban las piernas.
Me tumbé en suelo, boca abajo como estaba.
Pensé que todo había terminado, pero comencé a sentir su lengua jugando en el agujerito de mi culo y no pude evitar calentarme de nuevo. No me movía, pero disfrutaba. Su lengua me humedecía mi cola y otra vez el frío del gel lubricante. No me hizo poner en cuatro esta vez, me dejó tendida y se montó sobre mí. La cabeza empezó a entrar despacio. Me ardía. Poco a poco lo hizo entrar todo y el ardor se transformó en dolor. Lo estacionó todo adentro y se acercó a mi oído.
-Te gusta putita, no?- y toda su lengua en mi oreja.
Me agarró del pelo y empezó a bombear progresivamente hasta llegar a un estado de furia total.
Me dolía mucho, pero el placer era inmenso.
Me bombeó diez minutos hasta que me hizo acabar, ella también gritó, se ve que estaba tan caliente como yo.
Ahora si estaba exhausta, no quería más, hacía dos horas que estábamos dándonos placer.
-Parate- me ordeno
Le hice caso, no se por que, pero le hice caso.
-Ahora te quiero tener adentro- me dijo.
Se puso de pie y me pasó el cinturón. Me lo ajustó bien.
Ella se arrodilló y lo empezó a chupar. Me excitó mucho esa imagen. Me sentía dominante ahí parada con ella arrodillada entre mis piernas mamándome. Instintivamente la agarré de la nuca y le empecé a coger la boca, ahora la sumisa era ella.
-Ponete en cuatro- le ordené y no me reconocí en ese papel, pero me gustaba.
Obedeció.
Se la acomodé en su concha peluda y empecé a moverme torpemente queriendo bombear. Era mi primera vez, así que no manejaba muy bien el ritmo, pero me las arreglé. Enseguida se puso a gritar.
Gozaba como loca y sus gritos me calentaban mal.
-Más, dame más, cogeme hija de puta- me gritaba
La agarré del pelo. Fuerte
-Querés más?, ahora vas a tener más-
Se la saqué, ella gimió, le empecé a chupar con fuerza el agujero del culo y se lo dejé bien mojado.
Acomodé el consolador y se la puse toda de un saque. Gritó más fuerte.
-Siiiiiiiiiiiiii
Yo empecé a bombear tan fuerte como pude, era todo muy loco, le estaba rompiendo el culo a una chica y me gustaba.
Estaba re caliente, mi cuerpo daba placer y a al vez lo recibía, jamás hubiera pensado que eso pudiera pasar.
Ella no paraba de gritar, hasta que, se incorporó quedó paralela a mi y con sus manos hacia atrás me agarró del culo, me hizo quedarme quieta y me atrajo hacia ella con todo el largo del aparato dentro de su agujero.
Estaba acabando.
Terminó su orgasmo y se despatarró en el suelo. Las piernas le temblaban.
Yo seguía caliente, así que me saqué el cinturón y me metí el vibrador en la concha y me masturbé.
Acabé enseguida. Me tendí al lado de ella.
La miré.
-mañana no estudiamos, ¿no?
-no, maña es sábado, descansamos- me dijo con un hilo de voz.
Durante dos meses estuvimos preparando mi materia.
Obviamente que un par de veces repetimos el acto.
Viviana me enseñó algunas cosas, con ella aprendí como darle placer a una mujer, cosa que alguna vez me serviría.
Además de mi madrina, ella había sido mi primera mujer.
La materia la aprobé, saqué un 8.
Como imaginarán, después a mi me tocó apadrinar a alguien.
Pero eso es otra historia.

4 comentarios - La Madrina

LUCHORED
buenisimo maestro... real, y muyy excitante..

FOMENTEMOS EL COMENTARIO...+4

LRD 🙎‍♂️
maguito
uuy fionna como me calientan tus comentarios!!!y recien ahora te puedo comentar. es verdad que son tuyos?xq me encantan, debo los puntos hoy ya no me quedan pero agendado....
De su nuevo fiel servidor
maguito