Relato 2 !!

Me gustaba correr desnuda por la hierba, mientras los amos estaban desayunando en su gran casona, nosotras los esclavos sólo éramos una parte de su propiedad.

Siempre me decían que cuidado debía tener, por que las tentaciones de los señoritos no se hacían esperar, al ver carne tierna, pero no hacía caso era tal mi sensación de libertad que contradecía a todos, pero la gran verdad, es que me atraía mucho uno de los amitos, y yo sabía que esta negrita color canela, también estaba en sus húmedos sueños.

Ese día me levanté de madrugada como siempre, teníamos que ir a cosechar a los cafetales, que tan orgulloso tenían al amo, mis manos eran tan toscas y partidas que las heridas ya eran parte de ellas, pero eran fruto de mi esfuerzo, y yo sabía que esclava por siempre no iba a ser.

El amito tenía una novia, tan déspota y altanera, que todos le temían por su crueldad con los esclavos, sabía que su prometido lanzaba lascivas miradas a canela, así me pusieron ya que mi piel no era del todo oscura, ella sólo esperaba el momento preciso para castigarme, el dolor me tenía acostumbrada.

Ese día mientras cosechaba llegó el patrón con su hijo, y le dio a elegir a una muchacha para que supiera el sentir de un hombre antes de casarse, yo esperaba con ansias que me tomara a mi, pero nada podía decir, nosotros no teníamos ningún derecho a expresarnos.


En ese instante me dirigió la mirada y al elegirme, mi cuerpo se estremeció con gran holgura.

Pero mientras tanto debía seguir trabajando en los cafetales. Corría la tarde cuando llegó ella, sabía de la elección de su prometido, sabía que no sólo era deseo el que sentía por mi, estaba al tanto de nuestros furtivos encuentros de niños, me odiaba por mi condición, pero también aprendí a tener orgullo, no iba a dejar que mis deseos los apagara por mas poder que tuviese.

Ese día tomó como excusa que yo le había faltado el respeto, que le miraba con desprecio y rabia, era cierto no me gustaba como ser humano, sólo por que pasé a llevar su elegante vestido y lo ensucié con la tierra pegada a mi cuerpo me castigó, mando a que me llevaran a las barracas y me amarró de manos a la viga que sujetaba nuestro techo, mandó a azotarme, el capataz era tan cruel como ella, el dolor era tan agudo que ni siquiera me salía gemido alguno, era interminable.

En ese instante llego el amito tan cansado y jadeante por la enorme carrera que se había tomado desde su casona, tomó fuertemente del brazo a su prometida y la abofeteó frente a mi, me sentí protegida por primera vez, era mi amito el que me salvaba de esa situación tan angustiosa.

Mando a buscar paños limpios y agua para limpiar mis heridas, despachó a todos en las barracas, hasta su novia salió llorando desconsolada por el acto infame de su prometido.


Mientras yo estaba amarrada, el tiernamente comenzó a lavar mi cuerpo, tan sufrido por la vida, sus manos eran más suave que el algodón.

Comenzamos a dar un hermoso paseo por las nubes, mi respiración ya no estaba agitada por el miedo, el sabía que era por deseo, me miró y sus ojos recorrieron mi torso desnudo, tomó mis rasgados vestidos y los sacó, cayeron tan suavemente por mi piel que parecían de seda.


Sus labios comenzaron a besar mi rostro y cuello, sentía como su respiración se acrecentaba cada vez más, mi trémulo cuerpo se sobresaltó cuando su boca se dejó sentir en ese pequeño pedazo de carne más oscura que sobresalía de mis pechos, los tomó como un niño a su madre, luego apasionadamente los hizo dentro su boca, como bestia, sentí sus dientes mordiendo mi deseo, bajó delicadamente a mi cintura y sin abrir sus ojos llegó a ese monte tan deseado por hombres, mis crespos cabellos de grueso poder se entregaban tan dócil a sus labios que comencé a agitar mis respiros cada vez más, gemidos de salvaje bestia salían de mi boca, tan exquisitos como la miel en mi lengua.

Lentamente comenzó a desatarme, sus manos tan tiernas y suaves me tenían en éxtasis, nos miramos lascivamente, y yo liberada comenzaba una nueva atadura de la que jamás podría liberarme, mis dedos, largos y fríos, empezaron a hervir cuando tome salvajemente su camisa y la rompí, sentí temor creí que se molestaría pero no, me pidió que siguiera tan instintivamente como había nacido, entonces me entregué a la desatada pasión por tener lo que siempre quise, me deslicé entre su entrepierna como una serpiente, tomé su cinturón y lentamente comencé a sacarlo, al tenerlo en mis manos, tomé las suyas y las até tan suavemente que sus ojos se perdieron en el tiempo, entré con mis manos hacia ese apéndice de carne del que había sido provisto ese macho deseado, bajé sus pantalones, y su ropa interior, tomé tiernamente sus piernas y las abrí para mí, mientras subía con mis labios hasta ese intrincado sector de lujuria, esa carne que endurecía sólo para mí se dejó sentir en mi boca, lo besé, lo sentí y subí mi cuerpo caliente hasta quedar frente a frente, cara a cara, sabía que heriría mi carne con dolor pero el deseo era máximo y no lo dudé, el sabía que esta esclava estaba pura y la tomó entre sus brazos y la recostó en le suelo que estaba lleno de hierba seca, para ablandar el sitio en el que dormíamos, sin quitarme la vista de mis ojos, tiernamente con su mano comenzó a abrir mis piernas, las deslizó hasta quedar entre mi cuerpo, nuestra respiración tan agitada se confundía con el fuerte viento que había fuera.


Las hojas caían dentro de la barraca y formaban un verde colchón de lujuria, en ese momento comencé a sentir con dolor como entraba en mis trémulas carnes, que se apretaban de tanto deseo, estábamos unidos en cuerpo y alma, nuestros húmedas pieles se pegaban una y otra vez al ritmo de nuestro corazón, éramos una sola persona amo y esclava, tiempo y vida.



Gemidos salían de nuestras bocas mientras nos frotábamos con deseo y suavidad, hasta que nuestras carnes explotaron de placer incontrolable, sentía que algo dejabas dentro de mi cuerpo, un pedazo de ti, no quería salir y yo no lo dejaba abandonarme, apretaba inconscientemente mi bajo instinto para dejarte dentro.

Entramos en un sueño tan hermoso que me hiciste olvidar que fui esclava, pero si fuese bajo esa condición, siempre, siempre sería tu esclava.

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