Laburando: Luciana II

Hay una época donde el flujo de gente comienza a bajar si vivís en una ciudad en medio de la nada (es decir, a 80 km de CABA), aunque previo a eso está ese momento donde todos salen de viaje y todos van a hacer compras, es ahí donde nos situamos. Y esa época de segunda quincena de Enero estaba comenzando, por lo que era habitual comenzar a sufrir el calor y sudar como testigo falso.

Aunque el clima no era lo único caliente, después de todo Luciana me tenía prendido fuego últimamente. La falta de tiempo de ambos solo hacía que vernos para coger de una vez sea más complicado, pero pudimos avanzar un poco en los baños del laburo, en los cambios de puesto y horario de salida. Avanzamos, sí, pero no tanto como quisiera, la necesitaba al menos de rodillas frente a mí.

Y aquel día de verano parecía que los astros no se iban a alinear, terminamos el cierre muy sobre la hora y teníamos que salir rápido.

Sin embargo, saliendo me dio una invitación que no pude rechazar.

-¿Querés ir a casa a tomar algo?.- no me dieron las palabras y la cabeza para decir que sí.

Post-salida, ya vestido de civil y con más ganas de irme que de quedarme, nos dirigimos con Luciana a su casa en su auto, en el cual íbamos hablando de cosas varias y sacandole el cuero a la hija de puta de Gladis, mi jefa, a la que le gustaba ponernos presión solo porque sí (tengo un bonito recuerdo de ella, algún día lo contaré).

Y sí, ya sé que desde un principio declaré que me encanta Luciana y que me la quiero coger de todas las maneras habidas y por haber, pero también es divertido pasar tiempo con ella y hablar, sale con cada cosa y con cada información que nunca sé de donde saca pero siempre tiene razón.

En fin, volviendo al punto.

Llegados a su departamento nos pusimos cómodos, pusimos unos clásicos de Soda en la tele y nos dispusimos a tomar unas merecidas birras después de un arduo día de trabajo mientras chusmeabamos de quien se coge a quien en el laburo.

-Y bueno, también creo que Gladis se coge a Marco, el jefe de carnicería.- decía ella arrastrando las erre y modulando de manera extraña producto del alcohol.

-Vos decís? Yo no creo, siempre anda de mal humor la hija de puta.-

-Y, llegan juntos, se hablan muy cariñosamente, algo debe haber ahí.-

-Hay que entrarle a eso igual, eh.- dije yo abriendo la cuarta lata de la noche.

-Che, que no está tan mal tu querida jefa.-

-Mmm, no... qué sé yo.-

-Dale, si le vivís mirando el orto Andy.- nos echamos a reír, aunque era cierto, la hija de puta tenía un buen culo a sus 61 años y a mí me gustaba.

-Me gusta más el tuyo igual.- dije terminando la lata.

-Ah sí? Vos decís?.- se levantó de su asiento, se dio vuelta y se levantó el vestido, dejándome ver una tanga negra que me daban ganas de arrancar de solo ver.

Me prendí fuego, no sé en que momento o como pero la senté sobre la mesasa de aquella cocina/comedor y empecé a comerle la boca.

No me daban las manos para recorrer toda su figura; sus piernas, su cintura, sus caderas, sus tetas, la hija de puta estaba buena y lo sabía.

Me alejó un poco, se bajó de la mesada, me dio la mano y me arrastró a su sillón, al cual me empujó y se montó sobre mí. 

Mis dedos se clavaron en sus nalgas mientras mi boca jugaba en su cuello. Sus gemidos se mezclaban con la música y yo ya estaba que hervía.

Desabroché los botones de su vestido (no sé como describirlo, en la parte de arriba parecía una camisa y en la parte de abajo un vestido, en fin), el sostén era negro a juego con la tanga, ella sabía que algo iba a pasar.

Retiré ese sostén casi arrancandolo, y mi boca comenzó a chupar esos pezones que tanto me habían calentado todo este tiempo, mis dedos volvieron a enterrarse en sus nalgas y ahora jugaban también en su húmedo sexo, el cual parecía que hervía.

Hice a un lado la tanga y comencé a meter y sacar mi dedo corazón, ella gemía aún más fuerte y me pedía más, mi verga estaba pidiendo guerra y el pantalón ya me estaba empezando a molestar.

Luciana tomó gentilmente mis manos, las retiró de sus nalgas y sosteniéndolas comenzó a besar mi cuello, bajando por mi pecho, donde soltó mis manos, hasta llegar a mi pantalón, del cual tiró junto con el bóxer, dejando mis 16 rígidos centímetros a la altura de su rostro. Sin chistar con una mano lo tomó y se lo llevó a la boca como si se tratase de una paleta, y con su otra mano comenzó a darse placer.

Con su lengua dibujaba círculos al rededor de mi glande, hacia un lado, hacia el otro y luego se la tragaba hasta la base, me miraba a los ojos, saboreaba y gemía, la muy puta sabía calentarme.

Se la sacó de la boca dándole una lamida de los huevos a la punta y se montó encima mío, donde comenzó a frotarse contra mí verga y comerme la boca.

La tomé desde las nalgas, la levanté, puse mi verga en su entrada y la dejé caer.

Estaba tan estrecha, tan mojada y tan caliente que pensé que iba a acabar ahí nomás. Pero no, comencé a moverla y disfrutar de esa sensación hermosa que me daba cogerme a mi compañera de trabajo.

Chupaba sus tetas mientras tanto, y ella gemía tan fuerte que estoy seguro que los vecinos nos escuchaban. Se movía frenéticamente y su mano frotaba su clitorís, se ve que estaba desesperada por correrse, que fue lo que a continuación pasó.

Mi verga estaba empapada y deslizaba con facilidad dentro de Luciana, que después de la corrida decidió tirarse encima mio a recobrar aliento.

No sé si por el alcohol, por lo caliente que estaba o por una combinación de todos los factores existentes yo estaba revolucionado. No sé cómo logré cambiar de posición poniendo a Luciana en cuatro sobre el sofá, la tomé de la cintura y se la enterré hasta el fondo. Nuevamente gritó de placer al sentirme dentro de ella.

Gemía unas palabras que solo podía identificar como "No pares" y mi nombre. Yo estaba cada vez más frenético y cada vez más en automático, aceleré mis embestidas y escupí sobre su ano, a la vez con uno de mis pulgares comencé a acariciar y dilatar su culo. Repetí esto unas tantas veces mientras taladraba su concha y ella gemía palabras que no terminaba de comprender, hasta que por fin me dijo claro:
-Rompeme el culo hijo de puta.-

No tuvo que pedirlo más, la saqué de su vagina y subí un poco hasta su ano, donde comencé a meterla de a poco. No opuso resistencia dada la dilatación y de que tenía la verga super lubricada. 

Luciana comenzó a gemir aún más fuerte, y yo comencé a moverme de manera frenética mientras agarraba su pelo y tiraba su cabeza hacia atrás.

En ese momento todo lo que podía pensar era que necesitaba darle toda mi leche a Luciana, la cual ya me la empezaba a pedir.

Me vacié en su culo poco después de otro orgasmo por parte de ella. Quedé tirado sobre su espalda con mi verga aún encajada en su ano, el sudor de ambos de combinaba y la habitación olía fuertemente a sexo. Comencé a salir de a poco (tenía la verga super sensible), y pude ver el hermoso espectáculo que era su culo chorreando mi semen, fue hermoso.

Caí rendido al sofá, seguido de ella, que tuvo que disimular el dolor que le dejé en el culo.

Hiperventilados y cansados, en algún punto nos quedamos dormidos.

2 comentarios - Laburando: Luciana II

morocho_sex
Unas ganas de conocer a esa Luciana jajaja