Laburando: Luciana

Si de algo estaba seguro es que boyar de un laburo a otro era algo temporal que en algún punto iba a cambiar, y creí que el cambio ya estaba acá cuando me llamaron para ser guardia de seguridad en una famosa cadena de supermercados cuyo logo es rojo.

A mis 21 años no tenía nada de especial, y quisiera estar exagerando como muchos protagonistas de relatos de esta página, pero es literal lo que digo, después de todo no soy un sujeto del todo atractivo. Mido poco menos de 1.65, mi complexión no es fuerte, robusta ni mucho menos y no hay nada que destaque, soy un pibe común y corriente de esos que podes ver en el bondi o en la plaza un día común y corriente.

Aunque bueno, si tengo que ser justo conmigo mismo, lo más fuera de lo común que tiene que ver conmigo es que suelo verme envuelto en situaciones a las que no sé como llegué, y esta ocasión es prueba de ello.

Mi primer día en el supermercado se decidió que fuese de tarde/noche, por lo cual esa noche de verano me encontraba solo con mi compañera esperando a que comience el egreso de los compañeros.

-A ver, Luca, ¿Apagaste las alarmas? ¿Agarraste los libros de abajo? ¿Ya están las llaves en el bolsín?.-

-Eh, es Di Lucca... Y sí, ya está todo.-

-Bue, Luca, Di Lucca, es lo mismo.-

Luciana era mi compañera, una señora de unos 45 años que parecía dedicar unas cuantas horas de su día a su impecable imagen y trabajado cuerpo. Ella tenía esta forma de ser un tanto directa y ácida que no me caía del todo mal, pero tampoco del todo bien.

-¿Qué hora es?.- habló ella nuevamente.

-Eh, 22:10.- contesté yo mirando el reloj del celular.

-Bah, nunca se apuran y tardan un montón en salir estos.-

Mientras hablaba se desabotonaba la camisa, dejando ver una camiseta blanca debajo. Mi vista se fijó en ella inconscientemente mientras pensaba en otra cosa.

-¿Tanto te gustan mis tetas?.-

-¿Eh? ¿Qué?.-

Me puse rojo como la sangre al escucharla mientras ella se reía.

-Eh... Mirá, yo... Este...-.

-Tranquilo boludo, te estoy cargando.-

Me reí yo también, tratando de disimular mi incomodidad.

-Igual tampoco me jodería la verdad, no pasa muy seguido que un pendejo se quiera llenar la vista mirando a una jovata.-

-Tampoco es que lo seas.-

-Mmm, ¿vos decís?.- preguntó retoricamente por lo bajo mientras se acomodaba los lentes.

Pasaban los minutos con una mezcla de ganas de que la tierra me trague y seguir hablando con Luciana, hasta que de repente llegaron los empleados a los que había que dar egreso.

El día terminó sin mucho más que agregar, mañana volvería y debería seguir aprendiendo sobre el trabajo.

Mi ingreso fue a las dos de la tarde al día siguiente, el mismo plantel, las mismas tareas, el mismo cierre, lo que difería era el calor insoportable que parecía hacer hoy.

-La puta madre, qué cuesta poner aire acá?.- iba rezongando Luciana mientras íbamos en camino al puesto de egreso, yo solamente me encogí de hombros, estaba un poco cansado y hoy habían sido especialmente insoportables los hijos de puta que había como clientes.

Ya en el puesto, me senté en el suelo y ella en una silla que había, este puesto era una suerte de antesala hecha de un cuarto pequeño con una puerta adelante y una atrás, servía para el egreso e ingreso de empleados.

Miraba mi celular esperando que milagrosamente la hora cambie de 22:04 a 22:30 y me pueda ir.

Al levantar la vista me encontré con un espectáculo inesperado. Luciana nuevamente se había abierto la camisa del uniforme, pero esta vez solo dejaba ver un sostén blanco con encaje rosado mientras se abanicaba con lo que quedaba puesto de camisa, esta vez me quedé mirando y no me preocupé tanto por disimular.

-¿Otra vez mirándome las tetas, Di Lucca?.- 

Yo solo la miré y sonreí, sus pechos no eran algo que te volaría la cabeza, pero sí eran atractivos y firmes, daban ganas de ver que había más allá del encaje.

-Si tanto te gustan vamos y te los muestro.- dijo ella con un tono que no sabía como interpretar, supuse que era en joda.

-Si te diera la nafta para hacerlo te diría que sí.- siguiéndole el juego.

-Ah, ¿decís que no me da?.- registró el perímetro rápido, me tomó de la mano y me arrastro a los baños cercanos, ahí mismo se levantó el sostén dejando sus pechos a la vista.

Yo estaba atónito, sus pechos eran más hermosos de lo que esperaba. De color claros contrastante a su piel bronceada, firmes y de un tamaño mediano, con unos pezones marrón oscuro coronandolos.

Alargué mi mano para tocarlos, a lo que recibí un cachetazo en una de las manos y una sonrisa de "es ver, no tocar", se acomodó la ropa y salió, yo salí detrás de ella para ver si alguien había llegado. Y casi guionado llegó alguien al puesto de salida.

No tuvimos tiempo para hablar del tema entre los empleados que íbamos sacando y la misma salida que debíamos darnos a nosotros.

Ya en el colectivo, aproximadamente una hora después de la salida y luego de una larga espera, recibí un mensaje al WhatsApp, era una foto.

Era Luciana, en tetas, agarrándose una mientras ponía una expresión que casi me hace explotar la pija. Seguido me llegaron dos fotos más, una sin agarrarse ninguna de las dos tetas, y una de espaldas en tanga, mostrándome ese culo que tanto me había llamado la atención desde que la vi subir las escaleras frente a mí.

-Ahora sí, te gusta como me veo?.- decía el mensaje después de la foto.

-No te muestro como me puse solo porque estoy en el colectivo.-

-Si estás muy atrás o no hay nadie al rededor lo podrías hacer igual.-

-Vas a tener que esperar a que llegue, casi llego en realidad.-

Esa noche nos mandamos algunas fotos y tuvimos una charla más que interesante, con la temperatura prácticamente hirviendo. Quedamos en que uno de estos días íbamos a concretar una cita para sacarnos las ganas.

Nuevamente mi suerte y el azar me llevaban a una de esas tantas situaciones a las que no sé como llegué, pero la verdad es que no me quejo ni un poco de haber llegado ahí.

2 comentarios - Laburando: Luciana

morocho_sex
Un comienzo bastante interesante de esta historia con la Madura, me voy a leer la otra parte jaja