mi madre y mi tia

Hola, me llamo José, tengo 22 años y voy a contar como empecé a tener relaciones sexuales con mi madre y mi tía. Este relato lo escribo yo, ya que se me da mejor lo de teclear, pero lo hago en compañía de mi madre porque a ella también le da morbo que nuestra historia pueda ser conocida por todos
Aunque he tenido experiencias sexuales con varias chicas de mi edad la verdad es que ahora lo que más me gusta es gozar con estas dos jamonas maduritas que son mi madre y mi tía Luci. Me produce un morbo y una excitación especial tener relaciones con estas dos mujeres casadas, amas de casa, de 45 mi madre y 40 mi tía, muy decentes y recatadas de cara al exterior pero que, a pesar de su edad, en la intimidad son unas viciosas de campeonato.
Todo empezó un día, hace tres años, en el que yo llegué a casa a media tarde, mucho antes de lo que lo acostumbro a hacer, y me las encontré a ambas en el salón llevando tan sólo puestos unos conjuntos de ropa interior muy provocativos. Mama llevaba unas bragas negras de encaje que, bien encajadas en la raja, dejaban su glorioso culazo al descubierto. Un liguero sujetaba sus medias negras de amplia malla que realzaban sus largas y jamonas piernas, aun más alargadas por unos zapatos de alto tacón de estilete. Completaba su desnudo un sujetador también de encaje negro semi-transparente bajo el que se adivinaban los pezones, y que aunque cubría bien poco de sus deliciosas tetorras, las empujaba para arriba y las ponía respingonas. ¡Coño que globos tenia mi madre! Con cierta turbación me di cuenta de que por primera vez veía a mi madre como hembra y, aunque un poco jamona, la encontraba bien buena y de lo más deseable.
Mama esta un poco gordita pero ha puesto los kilos en los mejores sitios. No es de carnes fofas, sino todavía duras, mantiene una cintura y a pesar de tenerme a mi, casi no tiene barriguita. Lo que tiene son unos pechos, un culazo y nos muslos que quitan el hipo. Mi tía Luci, por su parte, tampoco tiene desperdicio, tiene un buen culazo y unas piernas muy atractivas que yo, algunas veces, ya había ojeado y hasta toqueteado un poco, pues como ella es una cachonda, aunque aparente ser una reprimida, me había permitido tomarme algunas libertades. Mi tía aquel día llevaba también zapatos de tacón alto, rojos, unas medias negras que llegaban hasta medio muslo dejando al descubierto la mejor parte de sus gloriosos jamones, bragas de color rojo y negro y un picardías rojo oscuro, transparente bajo el cuál se apreciaban sus bonitas tetas, no tan grandes como las de mama pero un poco mas enhiestas. Al verme los dos se pusieron coloradas, mostraron sorpresa y bastante nerviosismo. A mí, cuando me recupere de la sorpresa, no se me ocurrió mas que piropearlas diciendo que guapas y atractivas que estaban. Mi madre, cuando se repuso de su turbación, para explicar aquella situación, me dijo que las dos habían ido juntas de compras y se estaban probando la ropa interior que se habían comprado aquella misma mañana
Ver a mi madre y a mi tía medio desnudas, con aquellos conjuntos de zorras me excitó bastante. A pesar de que las dos son de la familia y una de ellas mi madre, la verdad es que estaban bien ricas mostrando sus prietas carnes con aquellos conjuntos más propios de busconas que de castas amas de casa. A pesar de su edad, las dos son unas jamonas de lo más apetecibles, llenitas si, pero de carnes duras, con todas las curvas apropiadas en los sitios justos, mas bien altas y agraciadas de cara. Por cierto, me llamo la atención que las dos llevaban bastante más maquillaje de lo habitual, con los labios muy pintados, ojos y cejas resaltando mucho y colorete en las mejillas.

Ellas, para quitar hierro a la situación, me explicaron entre bromas que se habían comprado esos modelitos tan picantes, porque a su edad ya necesitaban de todo tipo de ayuda para engañar a la madre naturaleza y conseguir la atención de sus maridos. Todos reímos y yo entonces, aprovechando la confianza que tenía con mi tía Luci para estas cosas y recordando que ella alguna vez me había insinuado que mi madre tampoco era en realidad tan recatada como aparentaba, me atreví a decirles:
No se porque decís que necesitáis ayuda para que os hagan caso, la verdad, es que da gusto veros, estáis las dos como para comeros. Pero, ya que he tenido la suerte de llegar cuando os estáis probando estas cosas tan picantes, si no os importa a mí me encantaría asistir al pase de modelos. Así os puedo dar la opinión de alguien del sexo opuesto sobre los modelitos.
¡Ay hijo, que galante! Por supuesto, cariño. Dijo mi madre aceptando mi pícara propuesta y riéndose ella también con picardía. Nos gustará mucho oír tus opiniones. Además es muy agradable saber que a nuestra edad todavía le podemos gustar a un jovencito.
Entonces las dos mujeres se exhibieron delante de mí, paseándose, contoneándose y hasta poniendo poses algo provocativas; la cachonda de la tía Luci hasta me incitaba, poniéndose delante de mí y haciéndome gestos con la cara y pícaramente apuntando a sus pechos, a su trasero y hasta se daba palmadas en los muslazos. Así las cosas, yo me atreví a darles algún que otro cachete en sus gordos culos mientras les decía que estaban de lo más atractivas y que seguro que tendrían todo el éxito que quisieran con sus maridos. Yo, con toda aquella exhibición de carne madura, y encima con los gestos de la cachonda de mi tía me estaba poniendo como un burro y me estaban entrando unas ganas enormes de meterles mano a las dos y especialmente a mi madre; porque a Luci ya había tenido la buena fortuna de toquetearla un poco alguna vez. Sin embargo, y a pesar del ambiente desenfadado que se había creado, yo notaba a mi madre bastante nerviosa y mi tía miraba el reloj con demasiada frecuencia. Yo tenía ganas de verlas completamente en pelotas. de meterles mano, de… meter otras cosas, pero no me atrevía a decirlo claramente, sobre todo porque no sabía como reaccionaría mi madre. Su nerviosismo y preocupación por la hora también me hizo pensar que allí había gato encerrado y que podía haber otra explicación sobre el hecho de que estuvieran casi en pelotas en casa. Entonces se me ocurrió la idea de simular que me iba de casa. Dije que me iba al cine con unos amigos, me despedí de las dos, bese a mi madre y mi tía en las mejillas y aproveche para palmotear sus recias ancas de yeguas cachondas. Salí al pasillo, abrí la puerta de la entrada, la cerré con bastante ruido y con gran sigilo volví a mi habitación dejando la puerta entreabierta.

Anda Nati

Oí a mi tía decir.

Que inoportuno tu hijo, suerte hemos tenido, por poco la liamos bien liada.

Bueno, le ha faltado poco pero, ha salido bien. Mi hijo pensará que su madre es una calentorra y una indecente pero peor hubiera sido si nos encuentra en plena faena con los otros dos.

Mis sospechas habían sido fundadas. Al parecer tenían un lío con dos tíos a los que estaban esperando cuando había aparecido yo tan inoportunamente. Su conversación acabó por aclararme que estaban esperando al marido de una amiga de mi madre, un tal Andrés, y a un amigo de éste para tener una sesión de sexo los cuatro. Me parecía increíble que mi madre fuera una calentorra despendolada que practicaba el sexo en grupo en compañía de mi tía Luci y con dos hombres, poniéndoles unos buenos cuernos a sus maridos. Sin embargo no me sentí ofendido porque mi madre actuara así. Más bien me excitaba la idea de contemplar a mi mama y mi tía en plena orgía y de saber que eran tan lanzadas en temas de sexo

A los pocos minutos llamaron a la puerta el tal Andrés y su amigo. Fue a recibirlos mi madre y a mí casi me da algo cuando pude ver de nuevo desde mi habitación su generoso culazo contoneándose, con un embelesador tembleque de los cachetes debido a los tacones y con aquella braguita tanga que se metía por la raja del culo. ¡Estaba buenísima! Y no es que yo me estuviera olvidando de que era mi madre; ¡Que diga lo que quiera el cabrón de Sigmund Freud! Es que precisamente el hecho de que mi madre fuera tan calentorra era lo que me ponía más excitado todavía. Los hombres silbaron al verla y pasaron a la sala magreándole el culo. Allí se encontraron con Luci
Oí como se besaban, palmoteos y los piropos que ellos les dirigían a las dos. Les llamaban “zorronas”, “tias buenas”, “marranas”, “putorras”, y “cachondas” sin que ellas se ofendieran por ello. Unos minutos después me atreví a salir de mi habitación para ver si podía ver lo que sucedía en la sala. Tuve suerte ya que habían dejado la puerta entornada y con las luces en sala y el pasillo a oscuras yo podía ver sin ser visto.
Lo que vi me puso la polla a cien en un segundo. Se trataba de mi madre pero reconozco que me excitó enormemente ver como ella, inclinada ante uno de los hombres, con las largas patas separadas y bien estiradas y con todo su culazo en pompa, se metía el cipote del tío en la boca haciéndole una espectacular mamada

Venga, Nati, cómeme todo el rabo, calentorra.

Le decía él mientras recibía los lengüetazos de mi madre.

Lo haces de miedo, mamona, se ve que tienes vicio y te gusta ¡so guarra! Chupa, chupa… trágate toda mi verga, así, así, hasta dentro. ¡Jodia, que bien mamas, lo haces con gusto y ganas! Si te viera el cornudo de tu marido, ¿eh, so puta? A él seguro que no se la chupas con tanto vicio, putona.

Ni con vicio ni sin vicio.

Dijo mi madre, paran

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