Betty y Alberto en la panadería

Hola, soy Beatriz, tengo 45 años, soy pelirroja pero no natural, blanca, de tetas grandes, cintura pequeña y culo enorme.

Trabajo en una pastelería desde hace algunos años, ahí trabaja Alberto, el es un hombre musculoso pero no definido, tiene músculos por su trabajo pero también tiene barriga, el tiene fama de ser un don Juan, a las mujeres que trabajaban aquí en la pastelería siempre las terminaba seduciendo y embarazando, sepa dios cuántos hijos tendrá.

A mí Alberto nunca me pareció atractivo, y al parecer ni yo a él pero vaya error que cometí al llevar una blusa escotada al trabajo, en ese tiempo hacia calor, entonces llevaba puesto una blusa escotada, con un brasier de encaje pero ese brasier me encanta porque me aprieta las tetas y las hace resaltar mucho.

Después de ese día, Alberto aprovechaba cada oportunidad para intentar seducirme, diciendo que era una mujer muy bella, hasta que sus piropos subieron de nivel, ya haciendo comentarios directos y sugerentes sobre mis pechos y le encantaba mirarlos y que yo supiera que lo estaba haciendo.

Una semana nos tocó a ambos trabajar de noche, debido a la carga de trabajo y ahí la actitud de Alberto cambio, durante esa semana sus comentarios y piropos habían subido de nivel. Un día el estaba preparando el pan y los pasteles y me dijo "Oye Bety, échame un poco de leche en la mezcla que está muy seca" yo tomé el bote de leche para vaciar un poco y me respondió "no, me refiero a tu leche, con esas ubres que tienes llenas de leche" yo solo dejé el bote, me molesté y me alejé.

A lo largo de la semana sus comentarios continuaron, me decía cosas como "Que bien llenas en uniforme con esas tetotas" o "A ver Bety, sacate una teta, quiero ver cómo se sienten" yo estaba muy incómoda pero no podía renunciar a ese trabajo.

Así que resistí pero el último día de esa semana para variar, alberto ya me había hecho varios comentarios sobre mis tetas.

Yo estaba limpiando la barra, cuando de pronto Alberto se puso detrás de mi, me tomó por la espalda, poniendo su verga en mis nalgas y subió sus manos hacia mis tetas y comenzó a estrujarmelas, me desabrochó la blusa, me arrojó sobre la barra, bajó mi pantalón y comenzó a chuparme el culo, era asquerosa la manera en la que lo hacía, solo sentía como me mordisqueaba las nalgas e intenta a meter su lengua en mi ano.

Luego se levantó, yo seguía recargada en la barra, sentí como su verga tocaba mi coño, se sentía gigante, solo del roce pude notar que la cabeza de su verga era gigante, me la metió de golpe y come zo a embestirme como un animal, su verga ya había llegado al fondo de mi vagina pero sentía como quería meterla más, estuvo unos diez minutos bombeandome bruscamente, hasta que se detuvo, me tomó del pelo, se sentó en una silla e hizo que me sentará en su verga para darle unos sentones.

Todo esto lo hizo sin soltarme el pelo, luego me sacó su verga y me dio una nalgada tan fuerte que me tiró al piso, quedé con el culo parado frente al el, se levantó de nuevo, me tomó del pelo, se sentó de nuevo en la silla y me hizo mamarsela, al parecer Alberto disfruta la sumisión, y en ese punto el lo estaba gozando demasiado, ya que por mi situación yo no tenía otra opción más que obedecer y hacer lo que me pidiera.

Estuvo aprovechándose de mi durante un muy buen rato, me obligó a hacerle una rusa con mis tetotas, a lamerle los huevos, me daba cachetadas, me nalgueaba, me decía que era su puta y que iba a hacer conmigo lo que quisiera.

Hasta que de nuevo me levantó, me hizo sentarme en su verga de nuevo pero estaba vez el estaba apretándome las tetas muy fuerte, yo seguía rebotando encima de el, empecé a escuchar gemidos y de pronto hizo lo que más temía, me echó toda su leche dentro de mi coño y peor aún, no sacó su verga en cuanto sintió que iba a terminar, la dejó adentro hasta que se vaciara todo, todavía me dió una cuántas bombeadas más, me arrojó al piso y me dijo "estuvo delicioso, putita tetona" se puso su ropa y me dejó ahí.

Después de eso el dejó de ir al trabajo, yo aún sigo ahí, yo no quería tener nada con Alberto pero debo admitir que la manera en la que se aprovechó de mi, aún me excita un poco cuando lo recuerdo.

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