La profesora Margarita, mi Fantasía Sexual

Todos tenemos a alguna persona, que ha sido nuestra Fantasía Sexual, tener la suerte de alguna relación con alguien mayor que tú, sentir esa experiencia que dan los años. Al cumplir los 19 años, ya tenía edad para muchas cosas, comprar tabaco si lo deseaba, comprar bebidas alcohólicas, ir libremente a discotecas. Si a esto le sumamos la libre imaginación y poder tener una relación en tus sueños, crear una relación ficticia, tener la loca idea de un romance con una mujer mayor, bueno mayor por decir algo, ya que solo tiene 34 años.

La profesora Margarita, mi Fantasía Sexual

Este tipo de prendas alocaba a todo nuestro pabellón, habían7 aulas que estaban retiradas en la parte sur de la universidad, casi al final de todo el campus universitario. Nuestra aula quedaba en medio de estas 7, los días que daba clases en alguna aula de esa zona, era una fiesta, el sonido de sus tacones, se oía en toda esa desolada zona. Más de uno estábamos atentos para avisar su llegada.

Las chicas enfurecidas por la presencia de esta bella mujer, ellas no tenían manera de competir. Hasta las novias de alguno de mis compañeros en clase, se molestaban si este individuo, siquiera se atrevía a levantar la cabeza. Era algo que te paralizaba la respiración.


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Mi padre en ese tiempo era fontanero, y los fines de semana yo le ayudaba, de paso me sacaba un dinero. Un sábado fuimos a una casa, había que cambiar un inodoro. Yo no sabía que ella vivía en esta casa, me sorprendí cuando vi que nos abrió la puerta, mi padre tampoco sabía que era mi profesora, a él lo había contactado la mamá. Ellos se pusieron a hablar sobre mis notas, como era yo en clases y un poco más. Mi padre tampoco es de muchas palabras. Yo mientras tanto estaba esperando instrucciones, yo me había instalado en el baño, ya que ahí trabajaríamos.


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Estaba en una situación algo compleja, ya que me provocaba seguir buscando entre las toallas para ver que más había, pero también estaba el temor a ser descubierto por alguien. A primera vista, en casa no había nadie más, pero habían habitaciones cerradas, seguro alguien estaría durmiendo en alguna de ellas, eran las 10 a.m. si, una hora rara para trabajar en fin de semana, pero ese día teníamos un campeonato de futbol y mi padre jugaba a la 1p.m.

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Salí al salón para coger alguna herramienta y hacerme el tonto, esto no duraría mucho, era solo sacar y poner, ya está. Pero mi mente se había centrado en buscar que más había en esas toallas. Cogí un martillo, fíjate tú lo que hice, mi padre me mira y me reprende, que para que necesitaba yo un martillo, que no íbamos a tirar una pared, que me esté quieto. Intenté llevar el inodoro nuevo hacia el baño, pero igual, otra reprimenda. Anda, coge la llave inglesa y ve desenroscando los tornillos, pero antes cierra las llaves y vacía el inodoro, está era la clave. Pregunté si alguien más usaría el baño, ya que después de esto, no habría manera.

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Aquí es donde me entra la duda, que hago, que hago. Mi mente alocada, solo pensaba en la hazaña que lograría si me llevaba esa braga a casa, y así mostrársela a mis compañeros. Espere unos breves instantes, que fueron casi interminables, era ahora o nunca, ya que en el salón se estaban despidiendo, mi padre entraría al baño y ya sería más complicado. No lo dude y cogí esa braga y me la metí al bolsillo, mi pulso se aceleró, estaba súper nervioso, pero había que mostrar frialdad. Mi padre empujó la puerta, preguntándome si ya había cortado el agua, pues no lo había hecho, que queréis que os diga. 

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A los pocos minutos, Margarita se asoma al baño, para retirar las toallas que había dejado en el lavamanos, las cogió y miró entre ellas, así por encima, como cerciorándose que todo esté en orden y no le falte nada. Las cogió y se fue a su habitación, supongo. Volvió a los pocos minutos, buscando algo por el suelo, llego al baño, buscando una prenda que le faltaba, nos preguntó si habíamos visto algo por aquí. Mi padre preguntó que se le había caído, para ayudarla a buscar, ella algo sonrojada por lo que casi llega a decir, pero se contuvo y dijo que nada, que lo olvidásemos, que seguro estaría en su habitación.

Relatos con imagenesTerminamos todo, limpiamos y ahora estábamos esperando, tampoco podríamos salir y dejar la puerta sin seguro. Mi impaciencia aumentaba, bueno la de ambos. Mi padre impaciente por que tenía que cambiarse de ropa para ir a jugar, yo también impaciente por salir de este lugar y mirar con detenida calma lo que llevaba en mi bolsillo. Mi padre no espero más, subió todo a su coche y se fue, me dejó encargado de cobrar el dinero y que después le diera el alcance en el campo de futbol. Después de 20 largos minutos, llego mi profesora Margarita, traía el dinero que debía de pagarnos. Ella y yo fuimos a probar el inodoro. Comprobó que todo esté en bien instalado y funcionando. 

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Estar en esta comprobación, por cierto algo rara, ya que a cada rato ella presionaba el pulsador del inodoro, yo tenía muchas ganas de irme. Ahora tenía que ir al futbol y luego a casa. Ya dando por finalizada esta comprobación, me propuse marcharme, salir de ahí y tomar el bus que me llevaría hasta el campo de futbol. 

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Yo en esa fracción de tiempo, desde la puerta hasta su habitación, estaba cagado de miedo, nervioso, temblando, creo que hasta se me había bajado la presión.
¿Te gustan mis bragas verdad? ¿Ahora dime, que pensabas hacer con ellas? ¿Se la pensabas mostrar a tus compañeros? ¡Carlitos, dime la verdad! ¿Qué esto va en serio? 

Asumí con mucha vergüenza que tenía su braga. 


Pero que no sabía porque lo había hecho, y que no era mi intención llevarla a la universidad. Me pidió, que sacara su braga de mi bolsillo derecho, al llevar mi vista hacia ese lado, noté que había una tira que salía del bolsillo, pues claro, ahí me había pillado. 


Que toontooo, como descuidé ese detalle. Ya había sido despojado de aquella prenda, creo que la charla se había terminado, la vergüenza se notaba en mi cara, un par de disculpas por este bochornoso intento fallido de robo, justificaban mi mal actuar.

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Ella se reía de este gesto, me pidió que los abra y bien, ya que seguro serian la última vez que pueda mirarla de esta manera. Una llamada al timbre de su piso, rompieron este momento, salimos en silencio de su habitación, pedí permiso para entrar al baño, mientras que ella se dirigía al salón.

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